jueves, 12 de septiembre de 2013

TESTIMONIOS INÉDITOS DE LA GUERRA CIVIL EN BADAJOZ

 ARTÍCULO POR ANTONIO ALFONSO HERNÁNDEZ

Muchas veces se nos echa en cara que en este blog no aportamos nada, que tan solo criticamos. Para acallar algunas voces críticas, hoy tengo el gusto de subir al blog una entrada de nuestro colaborador habitual Antonio Alfonso Hernández. Se trata de una entrevista que jamás encontraremos en ningún libro de historia.

María G. C. y Carmen G.C. son dos hermanas que viven en Badajoz,  ciudad en la que nacieron y en donde siempre han residido. María contaba con doce años cuando se inició la guerra civil  y  su hermana nueve.

Prefieren mantener  el anonimato pues a pesar de que han pasado casi ochenta años las huellas que les dejo la guerra civil provoca que a día de hoy aún muestren cierta reticencia  a expresarse abiertamente con sus nombres correspondientes.

Las entrevistas las realicé los pasados 24 de agosto y 8 de septiembre. Como dato llamativo quiero expresar que ya en ocasiones anteriores y  a lo largo de los últimos años, había charlado con ellas sobre las vivencias que ahora quieren compartir con nosotros, siendo sorprendente que  todas las veces que hemos hablado, siempre han contado exactamente lo mismo sin que sus relatos hayan variado un ápice hasta en los más mínimos detalles. Es este hecho el que le confiere mayor autenticidad  si cabe, a las experiencias que me contaron.
En primer lugar nos hablan de la experiencia tan amarga que sufrieron a consecuencia de las bombardeos aéreos que padeció la ciudad. No logran ninguna de ellas recordar con exactitud la fecha, pero por los datos que   hemos conseguido es más que probable que sean  los que se produjeron en Badajoz el 12 de agosto de 1936. Esto expresó al respecto, en su día, el investigador Moisés Domínguez.

“Día 12 de Agosto de 1936  (Miércoles) – 4 trimotores italianos Savoia aparecen en Badajoz, sobre las 8,15 (Diario de noticias), a las 8,30 horas dejan caer sus bombas, unas 50 según el diario de noticias, una de las mismas cae en el Nº  35 de calle Agúero,(según Neves el ataque se produce sobre las 7 horas y dura 20 minuto (comentario de  Moisés Domínguez, 1-7-2013:10;23 h. Blog, Guerra Civil en Badajoz. Bombardeos aéreos sobre Badajoz)

Por error pone Agüero pero indudablemente se refiere a la calle Arcoagüero. El número de la calle coincide absolutamente con el de la vivienda de estas personas que he entrevistado, pues he realizado las comprobaciones oportunas.  No obstante hay que decir  que la hora a la que se refiere una de nuestras protagonistas  no coincide  con el que acabamos de leer, tal como veremos más tarde.  Bien puede ser que María G.C.  después de tantos años haya podido confundir las horas y las circunstancias en las que ocurrieron los hechos, o bien podría ser que ella esté realmente en lo cierto. Esto último no sería nada extraño si tenemos en cuenta  que cada investigador aporta a  veces datos diferentes de un mismo acontecimiento. Sin ir más lejos, en el mismo comentario que dejó el Sr. Domínguez, él  sitúa el ataque aéreo sobre el cuartel de Menacho el día 7 de agosto, en tanto  que Francisco Espinosa en La columna de la muerte, afirma que estos bombardeos se produjeron el 12 de agosto. Exactamente igual puede ocurrir con los horarios.

No obstante tengo que decir que este dato en este caso resulta irrelevante  si tenemos en cuenta que no existe ninguna duda de que el edificio bombardeado fue en el que habitaban nuestras protagonistas. Por tanto se trata de los testimonios de los miembros de una familia que padecieron, como otras muchas,  los  bombardeos  aéreos el 12 de agosto de 1936 en los que murieron tres personas y en los que ellas mismas estuvieron a punto de perder la vida.


Calle Arcoagúero en Badajoz. La vivienda de fachada blanca que vemos en el centro de la imagen  es el número 35, donde  vivían nuestras protagonistas.  Foto: Antonio Alfonso.

Como sabemos por distintas fuentes, las incursiones de la aviación rebelde se realizaron entre el 7 y el 14 de agosto  con el resultado de más de once víctimas mortales. Francisco Espinosa aclara en el libro al que antes me he referido, que los días 7 y 8 fallecieron 22 personas en Badajoz siendo la mayoría de estas muertes como consecuencia de los tiroteos que se produjeron en la sublevación que protagonizó la Guardia Civil el día  7.  Por tanto algunos de ellos  fallecieron  a resultas de estos ataques.

Aún así facilita los nombres de las once personas de las que sí tiene constancia que murieron por este motivo. Son, el día 10-8-36,  Teodoro Villalba Carrasco, 50, carabinero, el 11, Antonio Aunión Pilero, José Núñez Romero, Sofía Palo Martín, Eulalia Pérez Rodríguez y Teodoro Villalba, el 12, Gonzalo  Barriga CabreraManuel Nogales Rodríguez, 18, militar(víctima del ataque al cuartel de Menacho) y Teresa Rodríguez Aragón, 24,  y el 13,  Rafaela Besco Antúnez(Murió el 13 de agosto a consecuencia del hundimiento- por bombardeo de la aviación sublevada- de dos pisos del  Asilo Provincial, que se encontraba en el Hospital Civil y Maximino Barrio Olivero, 20, jornalero.(La columna de la muerte. Francisco Espinosa Maestre, pag. 340 y 514)

Vaya por nuestra parte el recuerdo y nuestro pequeño homenaje a estas personas víctimas como otras muchas de una guerra sin sentido.           

A continuación reproduzco el resultado de las entrevistas que mantuve con estas agradables y cariñosas señoras. Habla en primer lugar María. G.C.

 Nosotros vivamos en la calle Arcoagúero, en la parte que  está  entre Martín Cansado y Doctor Lobato, como a la mitad de las dos calles. Yo estaba jugando con unas niñas.  Sería la una o la una y media de la tarde. En aquel entonces los niños pasábamos todo el día en la calle. De repente vimos como sobrevolaba un avión a baja altura muy cerca de donde nos encontrábamos. Mi madre se asomó de inmediato al balcón y  nos pidió que subiéramos a la casa tanto mi hermana Carmen como yo Mis otros hermanos eran aún muy pequeños y estaban en casa. Enseguida subimos. A mí el zumbido de los aviones me tenía descompuesta y al parecer según me contó mi madre, yo no me acuerdo bien de este detalle, me entró tal pánico que me asomé a una de las ventanas de mi casa chillando y haciendo como que me quería tirar, del miedo que me entró. El caso es que cayó una bomba en la vivienda de la vecina que daba pared con pared con la nuestra. Esta mujer vivía con sus dos hijos mayores. Por unos pocos metros no nos mató a todos nosotros. 

-¿Les pasó algo a los vecinos? Les pregunto.

- No. Tanto la mujer como sus hijos se encontraban en otra parte de la casa y no sufrieron daños.  Nosotros, mis hermanos , mi madre y yo, presos del pánico salimos hacia la calle al igual que hicieron todos los vecinos. Aquello se llenó de gente. Al menos es el recuerdo que yo tengo. El edificio quedó muy dañado.

- ¿Y vuestra casa?

- Pues apenas les afectaron las bombas pero el caso es que la estructura del edificio quedó muy mal, los tejados sobre todo, y lógicamente allí no podíamos estar pues se podía derrumbar de un momento a otro. La casa nos la tenían alquilada los Pla que vivían si mal no recuerdo muy cerca de  en doctor Lobato. Como también sabrás el garaje lo tenían también cerca, en la calle Zurbarán. Fíjate lo que son las cosas. Mi madre me contó después que unos días antes del bombardeo los Pla habían estado hablando con ella informándole de que tenían la intención de derribar el edificio para construir otro.   Por cierto, una hija de Carlos Pla, Mari Carmen, fue muchos años después una buena clienta  mía en el negocio de ropa que tuve. Ella no tenía ni dos meses cuando mataron a su padre. Así que el pobre apenas le dio tiempo de conocer a su hija.

- ¿Y vuestro padre?

-  Mi padre trabajaba de mayoral en una finca y el pobre cuando llegó a la hora de comer se llevó el susto de su vida. Imagínate cuando se encontró  aquello.  Al no vernos se pensó que habíamos muerto todos. Al pobre le afectó mucho lo de la guerra . Perdió toda la dentadura en aquella época de cómo se le pusieron los nervios y  desde luego padeció mucho el pobre.

- Nosotros nos fuimos todos a casa de una vecina que vivía enfrente, María Borrachero se llamaba, añade Carmen.

- No, no, estás equivocada. Nos fuimos a casa de la vecina de abajo. Allí estuvimos bastante rato. El caso es que mi madre avisó a un tío mío que vivía en San Roque que era taxista. Nos metimos todos en el coche, ya con mi padre, y nos llevaron a un cortijo que estaba muy cerca del Cerro Gordo. Allí estuvimos ocho días desde el día de los bombardeos. Según nos contó mi  madre la calle más afectada por las bombas  fue Martín Cansado en la parte que está cerca de Ronda del  Pilar.

- Como te decía mi hermana, -nos cuenta Carmen- nosotros nos quedamos en un cortijo que estaba cerca del Cerro Gordo y también de la carretera de Madrid. Una mañana-se refiere sin duda al 14 de agosto del 36- yo estaba jugando, era por la mañana, con los niños en mitad del campo, cuando de repente empezamos a oír  los ruidos de unos tanques  y vimos pasar a los militares que venían por la carretera con los moros y todos ellos. Nosotros nos asustamos y salimos corriendo hacia el cortijo.

- Allí se presentaron –dice María- un montón de legionarios, moros… y claro, a todos nos entró el miedo en el cuerpo. Ten en cuenta que habíamos oído que estaban matando a la gente por allí por donde pasaban. Desde luego se les veía como muy nerviosos y nosotros nos asustamos. Una de las dueñas del cortijo salió a recibirlos enseñando un trapo blanco atado a un palo y bueno… El caso es que al cabo de un tiempo la cosa se calmó un poco, y bueno, pues entraron en la casa y cogieron todo lo que entallaron de comida y  otras cosas. Se les veía con hambre. Los moros rechazaron los chorizos y otros embutidos.  No los querían. Luego ya supimos que esto lo hicieron por cuestiones de su religión. Me acuerdo perfectamente que sólo comieron queso.

- ¿Estuvieron mucho tiempo en el cortijo?

- Sí. La verdad es que estuvieron un buen rato. Ya cuando la cosa se calmó, mi madre les contó a unos legionarios que estaban con nosotros en la casa lo que nos había pasado con los bombardeos. Uno de ellos, muy joven, se interesó bastante por nuestra situación. A mi madre le preocupaba lo que pudiera pasar con los muebles y demás enseres que habíamos dejado en la casa. Sobre todo le preocupaba que se llevaran la máquina de coser . Ten en cuenta que como quien dice de allí salimos prácticamente con lo puesto. Entonces le dijo este militar a mi madre.” Mire señora no se preocupe. Si nosotros entramos en Badajoz le prometo que ya me encargo de que no entren en su casa. Pongo una advertencia o lo que sea”. Esto lo decía porque  los moros estaban saqueando las casas por donde pasaban . El caso es que después de la guerra  cuando volvimos a nuestra casa, nos encontramos con un letrero que había puesto este militar donde avisaba que bajo ningún concepto se podía entrar en la vivienda. La verdad es  la encontramos tal y como la dejamos. No faltaba nada. Después mi madre con el paso del tiempo,  de vez en cuando,  se preguntaba qué  habría pasado con aquel  legionario. Le preocupaba que hubiera podido morir en la guerra pues se portó bien con nosotros.

-Entonces, después del cortijo , ¿Dónde os fuisteis?- le pregunto  a la hermana mayor.

-En el cortijo nos quedamos provisionalmente unos días. Ya después nos fuimos a la finca donde trabajaba mi padre. La finca Campofrío, que estaba en la carretera de Sevilla. Allí pasamos toda la guerra.  Estábamos dentro de lo que cabe, bien. La comida no nos faltó.  Eso sí  estuvimos yo y mis hermanos tres años sin poder ir a la escuela. Pero vamos, dentro de lo que fue la guerra y de las desgracias que les pasó a muchas familias, nosotros no nos podemos quejar. Ya al regresar aquí como la cosa estaba que no se podía habitar en ella nos dieron una  casa en  San Roque.
Para finalizar les pregunto por el espinoso y controvertido asunto de los fusilamientos en la plaza de toros

-Sí, claro que se fusiló en la plaza de toros aunque también fusilaron en otras partes de la ciudad. Pero lo de la plaza de toros se comentó mucho, desde luego. Cuando regresamos a Badajoz después de la guerra , todavía fusilaban. Los sentíamos algunas mañanas como se llevaban a la gente al cementerio para fusilarlas.
Su hermana no está de acuerdo con lo de la plaza de toros.

-Según lo que se decía, a la gente las llevaban a la plaza de toros, pero allí los tenían presos y luego se los llevaban al cementerio donde los mataban.

Como podemos ver  incluso  personas que vivieron los mismos hechos y de la misma familia pueden tener distintos puntos de vista en los temas de la guerra civil.
Me despido de estas simpáticas mujeres después de agradecerles su colaboración y quedamos  en charlar en otra ocasión sobre otros asuntos de la guerra civil.

ANTONIO ALFONSO HERNÁNDEZ. 12 de  septiembre de 2013


5 comentarios:

  1. Este testimonio nos demuestra que los habitantes de Badajoz que pudieron abandonaron la ciudad para ponerse a salvo de las bombas que no distinguían entre pacíficos paisanos y milicianos que estaban dispuestos a defenderse del fascismo.

    Alguien repite sin cesar que los aviones volaban muy bajo para no errar el tiro y no producir daños en la población civil. Pone el ejemplo de un aviador que murió alcanzado por una bala mientras sobrevolaba Badajoz. El caso es que muchas casas fueron alcanzadas por las bombas, detalle este que nos indica que esta afirmación no es cierta. Aquel aviador volaría bajo para fanfarronear delante de los moros y legionarios. O tal vez fue una rara excepción.

    Las dos hermanas estuvieron fuera mientras se asaltó Badajoz. Una dice que en la plaza de toros se asesinó y la otra que no. Esto nos demuestra el debate que ha existido durante años. Sin embargo sabemos por otros testimonio que al menos el primer día sí se asesinó en el coso taurino pacense. Es una verdad a medias eso de que la plaza de toros se usó como depósito y que de allí los cogían para sasesinarlos en el cementerio. Es una verdad a medias porque se ignora o se oculta que la plaza de toros también fue un escenario sangriento. Y no me estoy refiriendo a una corrida de toros.

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  2. Por cierto mis felicitaciones a Antonio Alfonso Hernández

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  3. Gracias Tony por darme la oportunidad de hacer público estos testimonios.

    Sobre lo de la plaza de toros pienso que en Badajoz casi todo el mundo da por hecho que se fusiló allí. Son pocos en mi opinión los que piensan lo contrario.

    No vamos a abundar nuevamente en la infinidad de pruebas que existen de que se fusiló el 14 de agosto y en los días `posteriores.

    Siempre digo lo mismo. Los testimonios tienen su valor cuando muchos de ellos apuntan en la misma dirección . Uno solo puede no tenerlo pero muchos a la vez si.

    Desgraciadamente ante la falta de documentos que prueben la gran matanza que se cometió, tenemos que recurrir una y otra vez a los testigos que lo vivieron o a sus descendientes.

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  4. El valor de esta entrevista es que nos deja ver honradas excepciones en la España nacionalista. Un legionario que cuidó del patrimonio de unos huidos.

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  5. Si, la verdad es que es llamativo el empeño que puso este legionario en cuidar la casa de nuestras protagonistas. También había buenas personas entre los sublevados, claro.

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