lunes, 30 de diciembre de 2013

OTRO TESTIMONIO DE LA GUERRA CIVIL EN BADAJOZ


Como bien sabemos,  no abundan precisamente los testimonios  de las personas que  vivieron la guerra civil, fuera aparte , claro está, de los protagonistas principales  y de los periodistas que cubrieron el conflicto. Este problema se agudiza  en lo referido a Badajoz, donde son escasos estos testimonios.  De ahí que cobre cierto interés todos ellos, independientemente de la mayor o menos trascendencia que puedan tener los hechos narrados, pues por si solos  constituyen un enorme documentos histórico de innegable valor.

Recientemente me he encontrado uno de  ellos. Aparece en el libro de Jorge M. Reverte y Socorro Thomás,  HIJOS DE LA GUERRA. Testimonios y recuerdos.  En él se recogen diversos testimonios englobados en distintos capítulos; La victoria rápida, Bombardeos, huida y exilio, y En zona roja.  En el primero de ellos, encontramos el  prestado a los autores por Manuel Rabanal Taylor. Nacido el 26 de mayo de 1929,- contaba por tanto siete años cuando entraron los insurgentes en Badajoz-, nos narra las distintas vicisitudes que vivió en aquellos días, bien sea por el recuerdo que él guarda de aquellos acontecimientos, o por las historias que oyó contar a unos y otros.

Por ser excesivamente largo el relato,  he procurado resumir aquellas partes que considero de mayor interés.   Aparece en negrita las partes que  corresponden  a  esta narración.

Vivíamos en una calle que luego se llamó del General Yagüe, que era uno de los sitios por donde entraron las tropas, y creo recordar muy vagamente esa entrada. Tengo algún recuerdo de tiroteos muy cercanos, y de que se ponían colchones en las ventanas, diciendo que servían para las balas. Luego hay cosas que me han contado, como que fusilaron a una muchacha que trabajaba en casa. El 14 de agosto, que además fue fiesta en Badajoz durante mucho tiempo, fue cuando entraron las tropas.

Cementerio viejo de Badajoz, Autor: René Brut

En Badajoz pasaron unas cosas muy raras, típicas de lo que fue el caos de la guerra. Un señor que luego traté era el párroco de la estación. Se llamaba don Primitivo. Los rojos lo cogieron, y lo fusilaron, hasta le dieron el tiro de gracia pero no murió. Un señor del pueblo, que debía ser de izquierdas, pasó por allí, oyó unos quejidos, se lo  llevó y lo curaron (…) Después de la guerra  los vencedores hicieron desfilar a un montón de gente delante de don Primitivo, el cura fusilado, para ver si conocía a alguno, pero el párroco se negó a identificar a nadie.

Hay que decir que el cura en cuestión, se llamaba Primitivo Leal y Leal y actualmente da nombre a una calle que  existe en la barriada de la Estación, en Badajoz.  Concretamente  es una de las calles en donde se ubica la parroquia de San Fernando y Santa Isabel. 

Recuerdo haber salido a la calle y ver un muerto al que ya le habían quitado las botas. Las botas eran una de esas cosas, digamos, “apetecibles”. Ya lo habían saqueado. No creo haber sido consciente del drama cuando lo vi. Es como una imagen fotográfica: un señor boca abajo o boca arriba, no recuerdo bien, al que le faltaban las botas. No hubo una sensación de horror, era un comportamiento como de animal que cuando llega un hombre no se asusta de él porque no tiene una experiencia previa. Si tú no la tienes, situaciones teóricamente de horror se te quedan dentro. La prueba es que muchos años después te sigues acordando, pero no eres consciente, no lo reelaboras.

Recuerdo desde muy pequeño que, con la inversión de creencias que se dio entonces, se formó una extraña guardia de milicianos para cuidar a la Virgen de la Soledad de las agresiones fascistas.

Yo iba al colegio de los Maristas, pero no recuerdo en qué año exactamente ocurrió aquello. Debió ser iniciada ya la guerra y tomada Badajoz. En el recreo jugábamos al frontón, y recuerdo el regreso de un avión, supongo que nacional, que volvía incendiado y dejaba una estela de humo. Se estrelló en una calle casi al lado del colegio. Y, esas cosas de los críos, de la falta de conciencia del drama humano, salimos corriendo para ver dónde se había estrellado el avión.  

Según los datos de que dispongo , hay que aclarar que en aquellos años el colegio de los Maristas se encontraba en lo que ahora es la calle Donoso Cortés. Esta es una calle que se encuentra en las proximidades del Ayuntamiento. Por tanto, el avión debió caer en  una de las calles adyacentes a este lugar.  Probablemente se trate del mismo que hemos visto en algunas imágenes y que cayó en lo  hoy es la  plaza de España. No obstante es complicado determinarlo pues este señor no   menciona ninguna fecha concreta.

Tengo memoria de los comentarios, un poco disimulados, acerca de los fusilamientos en la plaza de toros. La plaza entonces no estaba en un sitio céntrico, sino casi en las afueras. Nosotros vivíamos dentro del cogollo, y a mí no me dejaban salir solo. Además , los niños de clase media no teníamos tanta libertad como los mazalbetes, que triscarían por donde quisieran.

A mi padre le conocía todo el mundo. En aquella época, ser director del Banesto era mucho. Tenía un cargo que además le permitía saber cómo andaba la gente en cuanto al dinero. Era un hombre bastante conocido. Ocupado ya Badajoz, a mi  padre lo respetaron. Pero un día, en uno de los paseos principales, vio un camión al que estaban subiendo gente para fusilar. De golpe miró y vio a un amigo suyo, un hombre honrado y decente, al que no se podía meter en nada, y empezó a pegar voces y a decir que ese señor había que bajarlo de ahí, que a los demás los podían montar, pero que ese señor era incapaz de haber hecho nada, que el respondía. Debió de alborotar de tal modo que no sé si un oficialito improvisado de la época o algo parecido hizo que lo subieran también al camión. Por esas casualidades de la vida, un teniente coronel que pasaba por allí, que conocía a mi padre y le vio discutiendo y pegando voces encima del camión, dijo: “ Pero don Manuel, ¿qué hace ahí? “  Mi padre, que en aquella época debía ser bastante ingenuo, se explicó como pudo.  “ Que estos señores, que no saben lo que están haciendo, que quieren tal… “   El teniente coronel ordenó que bajaran a mi padre, pero éste no quería bajarse sin su amigo, y al final consiguió salvarlo también. No conozco la continuación de la historia, y no sé si a aquel señor lo volvieron a coger más adelante o si le fusilaron o no.

Ilustración 1 Cementerio viejo de Badajoz, autor: René Brut.

Tuvimos trabajando en casa a una muchacha que se llamaba María, “la del culo gordo” . María se había hecho socialista, sobre todo porque a su padre le habían dado un subsidio o no sé qué en su pueblo. Cuando ya habían entrado los nacionales, María se empeñó en irse a  su pueblo, y mi padre le decía. “ Quédate con nosotros, que aquí no te pasará nada”  Pero ya sabes que  la gente entiende muy mal que su hogar es su castillo, aunque normalmente es la trampa y la fusilaron.

Mi madre, por lo que he oído, siempre fue más radical que mi padre. Tenía una conciencia más clara. Cuando empezaron las barbaridades dijo casi desde el principio que el matar de los rojos estaba muy mal, pero que matar en nombre de Dios era peor, porque si los que mataban no creían en Dios, eran  malos, pero los que mataban en nombre de Dios eran peores. Y mataban bastante…..


Antonio Alfonso Hernández. 29 de diciembre de 2013


7 comentarios:

  1. De ese dolor y de otros sacaremos la verdad de la historia .el sufrimiento de victimas inocentes nunca puede ser gratis. Pero tengamos cuidado donde metemos el dedo en los dos bandos existieron gente de honor que le dieron un gran valor a la vida de los demás.le deseo suerte a esta persona por poder contarlo no todos pudieron y muchos de ellos no los conocimos pero sabemos la verdad de existencia no la verdad que nos quieren contar cada testimonio es único y veraz por esas circunstancias familiares. Cuando la gente pierda el miedo, no por ellos si no por sus circunstancias saldrán al luz muchos casos mas .esperemos que nos de tiempo conocerlos. Será cuando se pasara pagina.de algo que jamás debió ocurrir y menos tapar..."el Gran azul escupe la basura de los humanos que tiran en su casa.con la Historia pasa lo mismo.

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  2. Efectivamente, Pececillo. Es esencial que las personas que vivieron la guerra civil, ofrezcan sus testimonios.

    Lamentablemente, aunque parezca increible, aún hay personas que sienten miedo de expresarse sobre estos asuntos. De ahí que algunos testigos prefieran mantener el anonimato.

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  3. DE FRENTE, escribir la historia de una guerra entre padres hermanos primos ect ect, y que sea veraz es mas complicado que una guerra entre un país u otro ,la sangre y el parentesco impiden pasada esa guerra reconocer los errores del bando ganador porque se llevan sobre sus espaldas las muerte inocentes de sus propios familiares.no todos eran soldados muchos civiles ejecutados eran inocentes muchos por rencillas de la misma familia. Y la oportunidad de sacar el odio y venganza estaba servida. Esta guerra sirvió par no saber donde estaba a el enemigo, y es muy parecido lo que a echo eta desde la transición .la lucha indiscriminada en un frente es la peor guerra. Porque las heridas después nunca se cierran solo las generación venideras pueden curar esas heridas con el perdón, ninguna guerra puede ser ganada y justificada con inocentes...el que cree lo contrario es un necio.

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  4. Llevas toda la razón. No hay peor guerra que una guerra civil.

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  5. Feliz 2014. Ojala sea el mejor año posible para todos vosotros.

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  6. We Wish You a Merry Christmas, and a happy new year.

    http://www.youtube.com/watch?v=d20MMQRA240

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