miércoles, 9 de julio de 2014

Pablo Iglesias la está liando parda

La Audiencia Nacional ha absuelto a los 19 acusados de un delito contra las instituciones del Estado por el asedio al Parlament catalán en 2011 al entender que la protesta estaba amparada por el derecho de manifestación y dirigida a dar voz a “los desfavorecidos por las políticas denominadas de austeridad”. (más aquí El Plural...). Esta sentencia a unos les gustará y a otros les producirá repugnancia, incluso habrá quien sienta la máxima indiferencia. Cada uno que se posicione donde quiera. Lo que era una exageración era la pena que solicitaba la fiscalía: 5 años en el trullo privados de libertad -después hablan de Venezuela-. Como era de esperar, la Fiscalía del Estado -PP- ha recurrido la sentencia y será el TS el que tenga la última palabra. Hasta aquí todo normal.

Lo que ya raya todo lo rayable es la tremenda estupidez que soltó Fernando Jáuregui Campuzano en la cadena de los curas -13 Tv-. El periodista de El Mundo ha dicho que -más o menos-, esta sentencia está inspirada por ¡Pablo Iglesias!, y culpa al juez Ramón Sáez Valcárcel -el juez antisistema según el diario de Jiménez Losantos-, que ha sido quién ha redactado la sentencia absolutoria. 

¿Cómo es posible que en la Audiencia Nacional haya jueces anti-sistema? En El Periódico nos dan la solución: "un magistrado brillante con un gran lastre ideológico, propuesto en su día por IU". Ahora lo vemos más claro, o no tanto. ¿No nos han dicho que la culpa la tiene el coletas de Podemos?, es igual, para esta gente todo el mundo es la ETA "bolivariana". Lo mismo que para Franco todos eran comunistas judeobolcheviques. Seguramente que los jueces que no tienen lastre ideológico son los que propone el Partido Popular, como ese juez que ha tenido que volver a su antiguo puesto porque lo pillaron borracho como una cuba y conduciendo una moto y sin casco por el centro de Madrid.Aquel que dijo del matrimonio homosexual:“llamar matrimonio a la unión de personas del mismo sexo es un cambio radical, como lo sería llamar matrimonio a la unión de más de dos personas o a la unión entre un hombre y un animal”

La verdad es que la calidad de algunos tertulianos y/o periodistas deja bastante que desear. Más anti-sistema podría ser meter cinco años y medio a una persona por unos hechos que efectivamente son muy criticables pero que a nuestro juicio no revisten la gravedad suficiente para privar de libertad a una persona durante tanto tiempo.

El juez que no debería ser anti-sistema, seguramente, debería ser aquel que absolvió a esos cuatro banqueros que robaron 25 millones de euros. ¿Algún fiscal a recurrido la sentencia? No, estos banqueros son parte del sistema: del sistema corrupto y oligárquico.

Ahora algo de religión y laicismo. Artículo que expresa correctamente mi visión del laicismo:

Ser laico no es ser antirreligioso y menos aún anticristiano, tampoco anticatólico ni ateo o agnóstico. Es más, se puede aspirar a vivir en una sociedad laica y ser creyente. Quienes intentan equiparar el laicismo con cualquier “anti” es que pretenden confundir y engañar  para impedir que la propuesta de laicidad, siempre esgrimida de forma razonada, llegue e interese a la gente. Jamás el laicismo se postula desde la imposición, el dogmatismo o la fuerza, como han hecho, hacen y seguirán haciendo los que profesan cualquier religión. Cualquier religión, repito, porque todas procuran extender su tutela al conjunto de la sociedad y no se conforman con sermonear a los feligreses que voluntariamente se acogen en su seno.

Una sociedad laica respeta por igual todas las religiones y, evidentemente, también a los que se consideran laicos. Ninguno de esos grupos disfrutaría de privilegios ni recibiría más apoyos que los que se conceden a cualquier colectivo social de variada índole: cultural, deportivo, benéfico, ecológico, etc. Tratarlos a todos por igual es la única manera de reconocer la libertad que tiene cualquier persona para creer, pensar, opinar y conducirse según las convicciones que estime oportunas, sin que nadie pueda imponer su modo de vida al resto. El único límite a esa libertad es la ley, el cumplimiento con la legalidad vigente.

España se declara “aconfesional” en la Constitución. Es el término escogido para, sin ser un estado laico, seguir conservando los privilegios que disfruta la confesión católica.  Ello va en contra de los derechos que asisten a las demás confesiones y, sobre todo, a los que desean que ninguna de ellas tenga consideración estatal, por entender que la religión –todas las religiones, insistimos- buscan inculcar su moral y su modelo social al conjunto de la sociedad, y no se limitan con predicar a sus seguidores desde los púlpitos. Pretenden influir en el tipo de familia, en los usos y costumbres sociales y hasta en las leyes. La jerarquía eclesiástica de cualquier religión dominante en un Estado, sin ser elegidos por nadie, cuestiona y tutela la labor de los representantes civiles elegidos democráticamente por el pueblo en la regulación de la convivencia común. Tal intromisión religiosa en los asuntos civiles es inaceptable en una sociedad sana, democrática y laica.

Una sociedad laica permite que cada cual se comporte como quiera, que adore al dios que quiera, que practique los ritos que quiera y que regule su vida según los catecismos que quiera, siempre y cuando respete la ley y respete al prójimo, quien también tiene derecho de hacer lo que le apetezca.

La persona laica no se considera en posesión de la Verdad, pero el creyente sí lo cree y percibe como equivocada cualquier discrepancia. Y en vista de la disparidad de opiniones y creencias, lo más sensato y ecuánime, también lo más constitucional, sería dejar que todos piensen lo que quieran, sin que nadie imponga a los demás sus creencias y opiniones. Ni por supuestos imperativos históricos, ni tradicionales, ni por ser mayoría social, ni por nada que contravenga a la razón y la Constitución.

Sería fácil criticar a las religiones. Ya lo hizo hace siglos el filósofo Heráclito de Efeso (540 A.C.) cuando comprendió el mundo en que vivía: “Este mundo, el mismo para todos los seres, ninguno de los hombres ni de los dioses lo creó, sino que fue, es y será siempre fuego, siempre vivo, que se enciende y se apaga con medida”. Pero no se trata de eso, no se trata de cuestionar a nadie, sino de convivir en igualdad -ateos, laicos y creyentes-, dejando a la religión su ámbito, el que le corresponde: el ámbito personal e íntimo de las personas, no una norma legal de obligado cumplimiento que mediatiza y controla el comportamiento de todos los ciudadanos, sean creyentes o no.

Por ello, es loable la iniciativa por una sociedad laica que impulsa Andalucía Laica, un movimiento que forma parte del grupo Europa Laica en nuestra Comunidad, donde se articula, a su vez, en grupos territoriales en función del ámbito geográfico de actuación (Sevilla Laica, Córdoba Laica, Huelva Laica, etc.).  Su preocupación es erradicar el confesionalismo que impregna a la sociedad española y mediatiza la esfera política, la vida civil, la educación, la sanidad (prohibición del aborto) y hasta la cultura. Entre sus objetivos figura conseguir la separación “real”, no sólo formal, del Estado y la Iglesia, a fin de evitar que ninguna religión imponga sus creencias, su moral y sus dogmas al conjunto de los ciudadanos.

Ni funerales de Estado presididos por un crucifijo, ni capellanes castrenses en los cuarteles, ni colegios públicos obligados a impartir religión, ni centros católicos subvencionados con fondos públicos, ni juramentos civiles sobre la Biblia, ni exenciones económicas o fiscales a ninguna Iglesia, ni, por supuestos, intromisiones religiosas en las decisiones políticas. Nada de ello puede seguir consintiéndose en una sociedad laica y en un Estado aconfesional.

Entre otras razones, porque el laicismo se entiende como un principio asociado a la democracia y la razón, que persigue la defensa del pluralismo ideológico, la libertad y la igualdad real, jurídica, política y social de todos los ciudadanos para evitar que ningún grupo imponga sus creencias y sus valores sobre el resto.

No se deben aceptar amenazas de excomunión, acusaciones de blasfemia o anatema en asuntos de la esfera pública y civil por parte de ninguna supuesta autoridad religiosa. Tampoco se debe aceptar el adoctrinamiento religioso en la enseñanza pública ni la presencia de símbolos religiosos en actos civiles ni en instituciones públicas. El ámbito religioso debe quedar circunscrito a la esfera íntima y particular de quien profese cualquier creencia.

Una sociedad laica es aquella que se declara ajena de toda influencia religiosa, pero que respeta la libertad de cada cual a guiarse por cualquier convicción y creencia. En ella, tan digno y respetable es un ateo como un cura, permitiendo que cada uno de ellos se conduzca de acuerdo con sus opiniones, sin recibir por ello ningún privilegio por parte del Estado. Es lo más justo.

Daniel Guerrero Bonet

6 comentarios:

  1. El laicismo radical siempre lleva al indiferentismo religioso. Para informarse seriamente de las vicisitudes de los pontífices decimonónicos y sus adversarios laicistas le recomiendo que lea Poder terrenal de Michael Burleigh; por cierto, vale la pena leer este libro solo por ver como Voltaire manipuló grosera y calumniosamente el suplicio del caballero de La Barre. Por poner solo un ejemplo, la Mirari Vos de Gregorio XVI, este mismo papa en su carta al zar de Rusia de 1845 señalo que él no condena la libertad de conciencia lo que realmente rechaza es lo que propugnan los liberales, la libertad de no tener conciencia; es decir el laicismo . Dicho laicismo siempre ha conducido una y otra vez a perseguir brutalmente a la iglesia católica. vgr: México 1855, Francia 1905, Portugal 1911, nuevamente México en 1917 y 1925, España 1931…

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  2. Juan, aqui hay una buena refutación del laicismo expositivo de Daniel Guerrero Bonet :
    http://www.orlandis.org/doc/024.htm "

    Reproducimos la ponencia que nuestro colaborador Francisco Canals Vidal pronunció en la última Reunión de Amigos de la Ciudad Católica, celebrado en Fundación Balmesiana (Barcelona) los días 28, 29 y 30 de noviembre de 2003.

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  3. Muy bien eso de Voltaire y sus manipulaciones, pero explícame una cosa. Este comentario es casi idéntico al que aparece aquí:

    http://infocatolica.com/blog/elolivo.php/1203270728-cesar-vidal-manipula-un-texto

    Tiene fecha de marzo de 2012. ¿Tienes guardados los post? ¿Quién eres? Me congratula que sigas el blog, pero noto algo raro. No sé..., las conspiranoias mías.

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  4. Es que siempre escribís los mismos tópicos y siempre os tengo que repetir una y otra vez el reverso de las cosas pero te cuento lo del famoso filósofo antisemita, anticlerical e idolos de los progres Voltaire; el caso Chevalier de la Barre fue convertido por Voltaire en "un símbolo de la opresión religiosa y clerical". Sin embargo, Poder terrenal de Michael Burleigh muestra en la página 47 el fraude volteriano. El caballero de la Barre fue en efecto entregado al suplicio por supuestamente haber profanado un crucifijo. Pero Voltaire calla que la verdadera razón del despróposito judicial fue la animadversión de un funcionario laico, y el parlament de París había confirmado la sentencia para contrarrestar la fama de anticlericalismo que había acumulado con la persecución vengativa de los jesuitas. Voltaire ocultó cuidadosamente los denodados esfuerzos del clero francés y el nuncio papal por indultar a La Barre.

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  5. jajajajaja, buena respuesta. Entonces si yo empezara a repetir las entradas tú volverias a copiar y pegar los mismos comentarios. jajajajajajajaja. Combatir las ideas que no nos gustan por la red se podría convertir en algo aburrido y superficial. Por eso un servidor aunque siempre hable de lo mismo prefiere no auto-copiarse.

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  6. Es lo que tienen  los DICTADORES se apoderan de todo y solo quiere mandar 1.

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