Todos los pueblos lloran a sus dictadores

A la muerte de Franco millones de españoles lloraron su muerte, es normal, una dictadura que logró mantenerse durante 40 años tuvo tiempo de hacer un gran lavado de cerebro. Los españolistas se quejan del lavado de cerebro que sufren los catalanes para convertirlos en independentistas, En Cataluña, como en el resto de España, existe la educación privada, existe libertad de cátedra y de prensa, cualquiera con una conexión a Internet puede acceder a una ingente cantidad de información de todos los colores. La máquina de crear independentistas se la debemos a la intransigencia españolista.

Con Franco era distinto, ni libertad de cátedra ni de prensa. La prensa no podía hablar mal de Franco ni de su Gobierno, y la historia durante 40 años, fue la historia de la "cruzada" contra el bolchevismo. Franco fue el salvador de España, y no podía haber posible disidencia. 

Hoy en día los nostálgicos de la dictadura franquista se jactan de que a la muerte de Franco, España lloró su muerte, pero es una media verdad, hubo mucha gente que debió alegrarse. Franco es el culpable directo del holocausto de la izquierda, los asesinados dejaban familia, y estos no pudieron ser afines al fascismo español. De todas formas, las nuevas generaciones pudieron ser aleccionadas y engañadas por la dictadura. A mi madre, sin ir más lejos, la vi con lágrimas en los ojos aquella mañana del 20-N. Y puedo asegurar que mi madre ni era franquista ni de derechas.

Las redes sociales se han convertido en un buen instrumento para propagar las ideas neofranquistas. Un señor de mediana edad contestaba al Gram Wyoming, después de este en un vídeo dijera que a la muerte de Franco en la plaza de Oriente se reunieron un millón de personas para llorar a Franco: "Un millón a la muerte de Franco, ja. Muchos más, que fueron días de cola para rendir homenaje a su memoria, y hubo gente que no pudo llegar (mis padres, por ejemplo)".

¿Fueron normales esas muestras de dolor si Franco había sido un mal bicho? Como hemos comentado antes, 40 años de lavado de cerebro dejan huella, y hay que recordar que al finalizar la guerra y hasta el final de la dictadura España estuvo dividida entre vencedores y vencidos. Los vencedores aunque solo tuviesen para comer un plato de migas con tocino estaban agradecidos al que salía en el NODO inaugurando pantanos.

Cuando Stalin murió, también existieron esos gestos masivos de duelo. El pueblo estaba convencido de que El Padrecito les había librado del nazismo -y así fue- y les había convertido en la primera potencia mundial -junto a los EEUU-. Ese ciudadano ruso era igual de pobre que el español, pero los dos sintieron igualmente la muerte de su dictador.