lunes, 23 de mayo de 2016

ANTICLERICALISMO



Anticlericalismo es una palabra que a cualquiera puede sonarle bastante mal, incluso los más radicales asociaran esa palabra a la II República y por consiguiente a la Guerra Civil. No obstante, podríamos afirmar que el anticlericalismo existe desde que se creó el clero. No es mi intención remontarme hasta épocas bastante lejanas para hablar de esa oposición a las sotanas en España y por tanto a los ataques contra religiosos. Podemos recordar la matanza de frailes madrileños del Madrid del siglo XVIII:
La llegada del ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis terminó con la experiencia del Trienio Liberal y comenzó un nuevo episodio de represión contra los liberales hasta la muerte de Fernando VII. Al iniciarse el período de la Regencia de María Cristina, gran parte del clero se vinculó al carlismo o defendió posturas muy conservadoras. En julio de 1834 se produjo una matanza de frailes en Madrid, suceso que tenía mucho de motín de subsistencias, aunque no vinculado tanto a la escasez de pan como a la de agua potable en plena epidemia de cólera. El objetivo de la violencia fue el clero, al que se le hace responsable del envenenamiento del agua y de la expansión de la epidemia. En aquellos difíciles momentos, desde muchos púlpitos se había explicado que los males que azotaban a la capital eran fruto de la cólera divina en castigo por la deriva política hacia el liberalismo. Entre las clases populares urbanas calaron los valores del anticlericalismo. La realidad social era interpretada como resultado de las actividades perniciosas del clero: holgazanería, lujuria, avaricia, engaño y hasta el recurso del asesinatoEduardo Montagut Contreras. Doctor en Historia Moderna y Contemporánea
El clericalismo siguió su curso y durante el reinado de Alfonso XIII tuvo su máxima expresión durante la Semana Trágica en Barcelona donde ardieron  al menos 50 edificios religiosos y murieron un sacerdote, un  hermano marista y un  franciscano. Según Joan Connelly Ullman: "Los hechos se iniciaron el 26 de julio de 1909 con una huelga general organizada como protesta por el envío de obreros en edad militar a Marruecos para combatir en una impopular guerra colonial, injusticia muy extendida en aquella época imperialista y denunciada repetidamente en los congresos de la II Internacional". Esta huelga provocó una mini revolución en Cataluña que duró una semana y que fue reprimida brutalmente por las autoridades monárquicas.

La izquierda o las capas más bajas de la sociedad decimonónica y de principios del siglo XX asociaban a la Iglesia con el poder el lujo y la opresión. En las manifestaciones de las izquierdas proletarias que acababan en disturbios se atacaban los símbolos de ese poder que les oprimía: irremediablemente la Iglesia se encontraba en medio de ese oligarquía. La Iglesia tampoco hizo nada por atraer o reconciliarse con quien pedía justicia social, sino todo lo contrario, marcó espacio creando el catolicismo agrario.

Hay quien desde la derecha más a la derecha de la derecha, o incluso desde posiciones supuestamente liberales, achacan ese anticlericalismo sangriento al odio a la fe. Pero no es tan sencillo, ya que atisbamos que la fe no tiene nada que ver en estos asuntos tan terrenales. Los actos anticlericales se pueden achacar dentro de las protesta social -que no divina- por el control o el acceso a un status social, que las oligarquías (dentro de esas oligarquías se identificaba a la Iglesia) negaban a millones de personas. En alguna ocasión hemos comentado el asesinato del Cardenal Soldevilla por asociarsele con la mafia patronal.

Escribía un laico clerical en un diario extremista que "la libertad religiosa se ha entendido tradicionalmente como liberarse del cristianismo". Cuando esto no es cierto. Entendemos por libertad religiosa la capacidad y el consentimiento del Estado para permitir que cualquiera de sus ciudadanos pueda pertenecer a cualquier comunidad religiosa sea cristiana o no. Podríamos decir, resumiendo mucho, que cualquier español puede tener las creencias religiosas que crea más conveniente; o lo que es lo mismo, un "devoto" bien le podría encender una vela a los Anunnaki como a la Virgen del Perpetuo Socorro en pos de la libertad religiosa. Esto es la libertad religiosa y no otra cosa. Lo otro son privilegios.

La derecha ha congelado el anticlericalismo durante la II República. O más bien marca el inicio del anticlericalismo en el 14 de abril de 1931, obviando épocas más remotas. Lerroux fue un famoso anticlerical reconvertido durante la II República que gobernó durante el Bienio Negro favoreciendo el crericalismo agrario:
Su discurso populista y anticlerical, así como la intervención en diversas campañas contra los gobiernos de la Restauración, le hicieron muy popular en los medios obreros de Barcelona, que acabaron constituyendo la base de un electorado fiel. Biografía sobre Lerroux
Durante la II República y a un mes de su instauración hubo un grave ataque contra los bienes de la iglesia después de un altercado entre la izquierda y la derecha alfonsina:
En la inauguración de una sede monárquica y marcadamente antirepublicana y antidemocrática, los monárquicos provocaron a los viandantes haciendo sonar la "Marcha Real" en un gramófono y lanzando pasquines de El Murciélago en el que se llamaba a "hacer la vida imposible a esta caricatura de República" (Eduardo González Calleja. Contrarrevolucionarios).
Los echos ocurridos después de este encontronazo podemos catalogarlos de muy graves, aunque como hemos comprobado, la pasión incendiaria y sangrienta contra el clero viene de muy atrás. La gente no se volvió loca al llegar la II República, pero se puede decir que se radicalizaron las posturas tanto las derechas como las izquierdas llevaron hasta el extremo sus posturas políticas: unos a favor del obrerismo que preconizaba una revolución liberadora y laica, y otros que querían volver a las tradiciones monárquicas o al accidentalismo católico y ultraconservador de la CEDA. En Medio los republicanos azañistas y los liberales. Liberales que no tuvieron problema en aceptar la dictadura franquista y acomodarse en ella, o liberales como Unamuno que apostaron por los militares golpistas.

Durante la Guerra Civil, como era de esperar, y cosa que habremos de criticar y de lamentar, la postura anticlerical tanto de incontrolados como de colectivos organizados, produjo una persecución clerical sin precedentes. No podemos encontrar precedentes parecidos, porque las guerras carlistas (guerras entre españoles a fin de cuentas) no tuvieron ni el alcance ni la radicalización de la Guerra Civil de 1936. Por lo tanto, en una situación especial, se produjeron echos especiales. Tampoco el clero fue el colectivo que más víctimas puso durante los asesinatos en retaguardia.

Un servidor cree que no se puede ni se debe separar la represión contra las sotanas, de la represión contra los militares, contra los fascistas, contra los monárquicos, los caciques, los creyentes... Toda esa represión seguía la misma lógica. Además, en la izquierda también habían creyentes. En alguna que otra fosa común ha aparecido algún rosario o alguna cruz.

Un ejemplo de clericalismo y anticlericalismo actual.

Un oligarca de la Iglesia Española carga sus tintas contra la homosexualidad y el feminismo. Se ha anunciado una denuncia contra este ensotanado, pero ya hay jurisprudencia al respecto. Otro jerifalte de la Iglesia radical española comparó a las mujeres que defendían el aborto con los trenes de Auschwitz, las llamó prácticamente asesinas. Estas se querellaron contra el oligarca clerical y una jueza tumbó la querella:
“pues es evidente que el obispo querellado, conforme a los principios de la doctrina social de la iglesia católica, y en el ejercicio de la libertad de expresión y libertad religiosa, entiende y así lo manifiesta en el derecho reclamado por algunas mujeres en el tren de la libertad equivale a la muerte directa y deliberada de niños inocentes no – nacidos”
Al jerifalte radical le amparaban dos derechos según la juez: de expresión y de libertad religiosa. El auto señala también que no se pueden considerar estas manifestaciones del obispo como incitadoras al odio y  a la discriminación por razón de género o atenten al principio de igualdad contra todas las mujeres. La magistrada concluye acordando la inadmisión a trámite de la querella y el archivo de las actuaciones.

Lamentablemente las declaraciones homófobas y en contra de las mujeres que abortan si que producen odio, y ese odio se expande en todos los sentidos. De los ofendidos, contra el clero, afianzándose así posturas anticlericales entre la ciudadanía. Y también por parte de cierto sector -creyentes o no- que hacen suyas o comparten este tipo de declaraciones ofensivas por parte del totalitarismo "divino"

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