martes, 23 de agosto de 2016

Gracias a nuestro colaborador Antonio Alfonso Hernández

Cuando publicamos una entrada y pasan los meses o los años parece como si ese trabajo quedara relegada al olvido, pero no es así. Gracias a la web Starcounter, puedo saber las ip's que entran en el blog y las entradas a las que estas ip's acceden. Veamos un ejemplo -la ip del visitante la he borrado-:


Desde Camas, Andalucía, el día 23 de agosto de 2016 accedieron a la entrada: "EN 1940 AÚN SE FUSILABA MUCHO", escrita por Antonio Alfonso en 2013. Los usuarios de Internet aficionados a la historia usan este medio para estar informados. Algo peligroso dependiendo del portal que se visite. En fin, hay de todo.

Esta entrada antes aludida la han compartido 4.194 personas y la han leído otras 1.435, no está nada mal para un blog de un servidor, alguien sin ninguna relevancia en el mundo bloguero e historiográfico.




Después de enseñaros las "tripas" del blog, creo necesario volver a reeditar la entrada de Antonio Alfonso. Escrito que demuestra esa falacia tan repetida como que la guerra la perdimos todos.



EN 1940 AÚN SE FUSILABA MUCHO EN BADAJOZ

Si las cuentas no me fallan esta entrada hace la número cincuenta, número redondo, en mis colaboraciones en este blog. Desde aquí quiero expresar mi agradecimiento a Juan Antonio Cortés Avellano, no sólo por habérmelas publicado, sino también, por haberme dado toda la libertad del mundo a la hora de desarrollar los temas. Si las circunstancias lo permiten, seguiré humildemente realizando mis aportaciones.

Aún sin existir cifras definitivas en cuanto a la represión despiadada que se instaló en España tras la guerra civil, algunos especialistas estiman que no menos de 50.000 personas acabaron siendo fusiladas en el periodo comprendido entre 1939 y finales de los años cuarenta. Así, de esta forma, quedó meridianamente claro que el 1 de Abril del 39 no había llegado la paz sino la victoria, que es muy distinto. El apetito exterminador y vengativo de los que ganaron la guerra no cesó pues, cuando los fascistas hubieron alcanzado los últimos objetivos militares , tal como rezaba el último parte de guerra.


Para ilustrar un poco la situación de las cárceles españoles de entonces, atiborradas de presos políticos, me he decidido rescatar un interesante testimonio aparecido en el libro, LA GUERRA CIVIL EN EXTREMADURA. 1936-1986, publicado por el DIARIO HOY con motivo del cinquagésimo aniversario del comienzo de la devastadora guerra civil española. En él, el protagonista detalla la desgarradora experiencia que le tocó sufrir en la cárcel de Badajoz , cuando los fascistas aún fusilaban a diario a un buen número de personas.


He preferido respetar el testimonio de forma íntegra para que nos llegue más hondo el mensaje que desea transmitir . Es un pelín largo pero espero que me lo sepáis disculpar y que os resulte interesante.

LA REPRESIÓN AL TERMINAR LA GUERRA: FUSILAMIENTOS EN LA CÁRCEL DE BADAJOZ

Joaquín Aguirreche, represaliado vasco, estuvo preso en la cárcel de Badajoz en 1940. En este testimonio cuenta cómo era el ambiente en la misma y el destino de los condenados a muerte.Joirree, represaliado vasco, estuvo preso en la cárcel de Badajoz en 1940. En este testimonio cuenta cómo era el ambiente en la misma, y el destino de los condenados a muerte.

Ingresé en la cárcel de Badajoz el 31 de Enero de 1940. Llegué junto con un grupo de 45, que tenían de la de Orduña. Con estos compañeros de infortunio, que los tenían ya condenados a muerte, me juntaron en Castuera.

Al llegar , nos bajaron al patio, para el registro de nuestros miserables “ajuares” . Al rato me llaman desde la oficina, y era porque, entre mis cosas, había una lata de leche condensada y no estaba permitido tenerla. Se la vendí a un funcionario, y bajé de nuevo al patio.
 Estando en la escalera, se acercó a mí un funcionario, el cual, cogiéndome del brazo, de malos modos, me llevó adonde estaban los que habían venido conmigo, los condenados y me dijo que “allí era donde debía estar yo· . Aquello lo llamaban los veteranos la “línea Maginot” que era el lugar donde colocaban a los condenados a muerte, por falta de espacio en los calabozos. Esa primera noche la pasé allí, porque el funcionario me creyó también a mi condenado.
Cuando volví a recoger mis miserables bártulos, me encontré a un joven, casi niño, que me preguntó si yo era vasco Cuando supo que lo era, me cogió la mano muy fuerte y me dijo “Soy portugués. Me llamo Agripino. Vine voluntario a luchar por la República, por lo que me tienen condenado a muerte. Estuve en la cárcel de Ondarreta (San Sebastian) y estoy tan agradecido a los vascos, por lo bien que me acogieron los presos de allí, que allí donde encuentre uno, me encontrará a mi”-
Este amigo me proporcionó a otro, Andrés Grijota Lozano, y de este trio emanó una sincera amistad, que fue sellada con sangre. Primero, porque ese día, me fue dado contemplar, con horror e impotencia, cómo se llevaban a 19 hombres del grupo que llegó conmigo, y, después , por la ejecución de Andrés.
Este era sencillo, afable, cariñoso, simpático, y tenía una gran dosis de inteligencia que le hacía inmune a cualquier vanidad. Sabía estar donde se le necesitaba. Era humano, creedero y , a pesar de estar condenado a muerte, con él se podía reir, jugar, divertirse.
Todos los días, a la hora de pasar la “velada”, a la hora más triste, la de ser encerrado en el calabozo, a nuestro “ hasta mañana, si llegamos” y asi se iba este amigo, a sufrir el tormento de los condenados.
 El día 2 de Mayo, comunican a Agripino que le anulaban su consejo y que le trasladaban a Madrid, para responder de otras acusaciones más graves. ¡Cómo lloraba! “Prefiero que me maten aquí”. No quiero separarme de vosotros. Decía. Al final el traslado fue bueno para él. Pero ¿cómo prever entonces que sería para su bien?
era el más entero, el más persuasivo, y se esforzaba en convencerle de que aquello podía servirle para un final feliz. Y así fue , por fortuna.
La separación fue brutal. En nuestra incierta situación, era mucho lo que perdíamos con la marcha de Agripino. Andrés apenas tuvo tiempo de reponerse del golpe, porque 22 días después lo mataron.
 Por el momento yo no corría peligro. Pude lograr el “retraso” del consejo, gracias a las ayudas exteriores de María y Carmen Alba, a las que doy otra vez las gracias.
El 24 de mayo de 1940 fue el día de la ejecución de Andrés Grijota Lozano. A las 3 de la madrugada, me despierta la voz de uno cualquiera de los desgraciados que venían en cadena y que allí, en la Burreta, que era el nombre de nuestra celda, me llama desde la cancela del primer piso, para que me presentara allí.

Al despertarme, no me había dado exacta cuenta de lo que pasaba, sólo que tenía que presentarme en la cancela y que eran las 3 de la mañana. El miedo me hizo pensar lo peor. Yo no había pasado consejo. Tenía que haber una confusión.
Mientras me vestía, venían a mi mente un sinfín de pensamientos. ¿Qué si sentí miedo? No hay tiempo para eso. Es una sensación tan brutal, que te anonada y te insensibiliza. He visto a unos cuantos en esas circunstancias, y puedo asegurar que a ninguno he oído un lamento, pues sólo se tienen palabras para los hijos, los padres, la esposa. No hay sitio más que para el propio dolor.
 Cuando llegué a la cancela, al otro lado de la cual tenían amontonados a los condenados, vi a Andrés frente a mí, que me miraba con una sonrisa indefinible, con la que me decía “Amigo Joaquín, ha llegado mi hora”.
El suplicó al guardián que abriese la cancela, para despedirse de mí. Con un abrazo, fuertemente, le dije: “ Andrés, sé valiente. Otro día me tocará a mí” El me contestó intentando mostrarse alegre: “ No te preocupes, a ti no te matarán”
Andrés estaba un poco nervioso. No cesaba de hablar, como monologando. Dirigiéndose al guardián, decía “ No entiendes ustedes al pueblo y no lo entenderán nunca” No les interesa saber de sus dolores, de sus sacrificios” . A mí me dijo que le gustaría que conociese a su madre y a su hermana, y quería que les contara sus últimos momentos.
Fumamos el último cigarrillo juntos y de allí se fue mi buen amigo Andrés Grijota Lozano, de 24 años de edad, de Villanueva de la Serena, pelo negro, estatura regular, ojos vivos y de una inteligencia poco común. Corresponsal de prensa de Claridad, periódico socialista, y por cuya causa, como gran delito, fue ejecutado el 24 de mayo de 1940.
 Vista ya la evidencia de que aquel momento no era el mío, con el brutal golpe de la muerte de Andrés, tumbado en el suelo, lloré con una congoja de chiquillo. (LA GUERRA CIVIL EN EXTREMADURA, 1936-1986. Periódico Hoy)

El dato ofrecido por este testimonio en 1986, “ El 24 de mayo de 1940 fue el día de la ejecución de Andrés Grijota Lozano “ coincide plenamente con lo publicado en el imprescindible LA COLUMNA DE LA MUERTE de Francisco Espinosa Maestre.


En la página 352 del libro y en el apartado de los listados de fallecidos en Badajoz, aparece:

24/ 05/ 1940
José Castro Macías, 27 (Almendralejo)

Andrés Grijota Lozano, 24 ( Villanueva de la Serena)

Justo Rivero Pérez, 30 ( Salvatierra de los Barros)

Como podemos apreciar, a Joaquín Aguirreche se le habían quedado bien grabados los hechos ocurridos a pesar de haber transcurrido 46 largos años, coincidiendo absolutamente el nombre, la edad y la fecha del fallecimiento del corresponsal de Claridad, lo cual demuestra la veracidad plena de lo manifestado por el vasco.

Que fusilaran a 19 personas en un mismo día, demuestra el apetito exterminador que tuvieron los fascistas, aún cuando la guerra hubiera finalizado más de un año antes. Para que encima, haya todavía muchos indeseables que los defiendan.

Bien expresado queda por parte del maestro Espinosa Maestre en el libro que acabo de citar, la complejidad de saber algún día la cifra real de represaliados en Badajoz, por la escasez de inscripciones de fallecidos que realizaron los fascistas:

“ Si en Huelva , gracias a la Causa General, los Archivos Municipales y los ficheros de la Compañía Minera de Riotinto, la investigación logró devolver a la historia mil casos de personas nunca inscritas y la certeza de que fueron más de 2.500 los desaparecidos que nunca fueron inscritos, en éste de Badajoz, prácticamente con la Causa y algunas investigaciones locales, han sido cerca de 500. No exagero si digo que con lo que sabemos de la zona estudiada es muy fácil que estas 6.600 personas aquí relacionadas se duplicarán. De hecho, creo que sólo con las matanzas efectuadas en la ruta principal por las fuerzas africanas se alcanzarían cifras muy superiores a las que tenemos. LA COLUMNA DE LA MUERTE. Página 320.

Antonio Alfonso Hernández. 31 de mayo de 2013.



1 comentario:

  1. Hombre, amigo, me alegro mucho de esta información que das que redunda positivamente en la labor que venimos haciendo desde hace ya algunos años en el blog.

    Es cierto lo que dices. A menudo podemos tener fácilmente la sensación , errónea según vemos, de que las entradas quedan en el olvido según vaya pasando el tiempo desde su publicación.

    Pues nada. Me alegro enormemente que nos lean y a seguir dando nuestro punto de vista de aquellos terribles años.

    Te felicito, Juan Antonio.

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