Había acabado la Guerra y los asesinatos se seguían cometiendo por el ilegal e ilegítimo gobierno de Francisco Franco. La historia de los restos de las 12 personas fusiladas en Paterna es muy común, si exceptuamos un detalle. Los restos han aparecido con una botella que contenía el nombre de cada asesinado. Una de dos, o el enterrador los conocía y quiso dejar constancia de quien allí se enterraba, o cumplió los deseos de los familiares. Cuando corrieran mejores tiempos poder localizar los restos y dejarles mejor sepultura. Los familiares recuerdan que siempre se dijo que en el momento del entierro, en 1940, se pagó al enterrador para que les permitiese introducir la botella que después podría identificarles. La exhumación actual confirma esta historia. Nadie se esperaba 40 años de tiranía y despotismo totalitario.
No dejar señales del genocidio, esa era la intención, y casi lo consiguen. Gracias a los investigadores, las asociaciones de la Recuperación de la Memoria Histórica, y a la tibia Ley de la Memoria Histórica, y por supuesto, a los familiares y a todos los que trabajan a pie de fosa se está haciendo justicia. Emilio Silva creador de la primera asociación para recuperar los restos de las fosas comunes, afirma que a pesar de que el Gobierno ha retirado los fondos destinados para las exhumaciones seguirán con tan noble tarea.
Los vencidos no tenían derecho a nada, ni a enterrar a sus muertos. Qué legitimidad puede tener un Gobierno que no paró el freno de ejecutar condenas de muerte hasta el año 46, qué legitimidad puede tener un Gobierno impuesto a sangre y fuego, que legitimidad puede tener un Gobierno que se forjó y se perpetuó a base de coerción y de imponer una ideología a la fuerza.
Mientras tanto seguirán saliendo neofranquistas defendiendo a Francisco Franco. Seguirán saliendo aficionados al trabajo de historiador escribiendo libelos, y reptando por las cadenas de TV de la caverna para promocionar sus erróneas obras y, de paso ganarse unos duritos. o al menos intentar recuperar algo de dinero invertido en sus investigaciones. Algunos de estos casi-historiadores insinúan haber viajado Moscú, Bogotá o Camberra. Sin lugar a dudas. Sus obras, mejor dicha la obra les habrá salido por un ojo de la cara.
El otro día viendo un documental patrocinado por la Junta de Andalucia un ex militar e historiador justificaba la masacre de la Carretera de la Muerte (Málaga-Almería) alegando que los milicianos usaban como escudos humanos a los civiles y que por eso los barcos y aviones los bombardeaban. Al tipejo este no se le cayó la cara de vergüenza, no. A quién se le tenía que haber caído la "jeta" de la "lache" es a los responsables de la Junta de Andalucía por permitir semejante despropósito.
Aquí en Extremadura también tenemos individuos similares o iguales que, se piensan que demostrando que Jay Allen no estuvo en Badajoz, pues no hubo matanza alguna. También afirman que los milicianos usaron como escudos humanos a los civiles que iban en la Columna de los ocho mil. Excusas desesperadas e indecentes, para justificar a unos asesinos sedientos de sangre. Nadie en sus cabales pensaría (sabiendo que los rebeldes asesinaban sin piedad) que estarían a salvo del ejército fascista por ir acompañados de niños mujeres y ancianos, es más, los civiles lastrarían la huida. Una columna de milicianos avanzaría más rápido si iban solos.
Es una poca vergüenza.
ResponderEliminarFueron miles de personas las que tuvieron que huir por la carretera Málaga-Almeria para intentar salvar el pellejo. Es natural que fueran las familias al completo.¿Que otra cosa podían hacer?. ¿Separarse y aguardar un futuro incierto?. En 1937 ya sabían perfectamente como se las gastaban los golpistas.
La realidad es que los fascistas perpetraron un genocidio cruel e inhumano, como consecuencia de los terribles ametrallamientos que efectuaron por mar y aire sobre las indefensas personas. Muchos cayeron sepultados bajo las enormes piedras que se desprendieron por efectos de los bombardeos.
Lo de la columna de los 8000 es una situación idéntica. Estos miserables se atreven a afirmar que se utilizó a los familiares como escudos humanos y se quedan tan tranquilos los muy sinvergüenzas. Todo ello sin aportan la más mínima prueba, como de costumbre.
Tienen el odio incrustrado en lo más profundo y desatan las más bajas pasiones de algún que otro descerebrado que les siguen el rollo.
Pero no lograron sus propósitos estos deslenguados enterradores de la verdad. Ésta prevalecerá por encima de ellos.