¿Es ético que una empresa que genere beneficios despida a trabajadores. Para Juan Ramón Rallo es lo más normal del mundo. Para estos economistas la obtención de capital es lo importante, si una empresa ha generado beneficios, este hombre ve normal que las empresas despidan a trabajadores, si estos despidos conllevan a que los empresarios engorden más la barriga. Según la ideología de los neoliberales como Rallo, las empresas no deben existir para crear empleos sino para forrarse a costa de la mano de obra:
"Lo primero a destacar es que la tarea principal de las empresas no es generar empleo, sino crear riqueza. Su cometido es dar lugar a una organización de factores productivos capaz de engendrar bienes y servicios por los que los consumidores estén dispuestos a pagar un precio lo suficientemente elevado como para rentabilizar esa organización".
Lo importante para una empresa, según Rallo, es engendrar bienes y servicios, o lo que vendría a ser productos para consumir y ofrecer servicios tales como: limpieza, asistencia sanitaria, etc, etc, para que los "consumidores" compren esos servicios y productos a "un precio lo suficientemente elevado" (cuanto más mejor) para que las empresas den unos pingües beneficios, cuanto más mejor. Pero ¿quiénes son eso consumidores que pagarán ese precio suficientemente elevado? Esos consumidores son los propios trabajadores de esa empresa -y de otras-, que para optimizar sus beneficios no tendría escrúpulos en despedirlos.
¿Qué es lo que pasa cuando un trabajador es despedido? Que deja de ganar dinero y no puede pagar ese precio elevado (lo suficientemente) de los productos que generan las empresas para obtener beneficios económicos. Para Ramón Rallo no debiera ser problema despedir trabajadores estos se podrían recolocar, si estos no encuentran otro trabajo la culpa la tienen los sindicatos y el Gobierno:
"Por supuesto, despedir a trabajadores puede ser un drama dentro de una economía donde las rigideces institucionales impidan su pronta recolocación; un drama para el consumidor que no se beneficiará de una expansión en el número de bienes y servicios y un drama sobre todo para el trabajador, que si no ha logrado amasar un patrimonio que le proporcione rentas alternativas, se verá privado de su única fuente de ingresos. Pero la responsabilidad de ello no corresponde a las empresas que economizan sus recursos, sino a los políticos y sindicatos que mantienen unas instituciones que obstaculizan o impiden la creación de empleo; y por ello no debería ser la empresa la que pagara los platos rotos". Estas palabras las produjo Rallo en julio de 2011, esas rigideces de las que habla el neoliberal no eran tales, pero de todas formas el tiempo no le ha dado la razón: la reforma laboral del PP, eliminaba esas supuestas rigideces y lo único que se ha conseguido es crear puestos de trabajos precarios.
Ramón Rallo sabrá, o debiera, que el consumidor y el trabajador es la misma persona, y que si a ese consumidor no se le proporciona un trabajo y, bien remunerado, no podrá acceder a ningún "bien de consumo", es más, sin dinero no hay vida.
Olvidémonos por un momento del vil metal. Supongamos que en esta vida todo lo necesario para vivir lo cogemos de la naturaleza, sino hay acaparadores no hay ningún problema. ¿Qué pasaría si un acaparador construye una gran presa y se hace con el control de todo el agua de la comunidad?, que esa comunidad perece. ¿Para qué quiere alguien más agua que la que ha de necesitar? ¿Para qué quiere Bill Gates 76.000 millones de dolares?
Supongamos también que todo ese dinero oculto en paraísos fiscales estuviera en los bolsillos de los consumidores/trabajadores. Fácil: las tiendas llenas, los bares abarrotados, las clínicas privadas aumentarán la cartera de clientes, seguros privados, y ese largo etc que genera la sociedad de consumo. Por el contrario, si las empresas despiden tan solo pensando en el lucro, o si esas empresas explotan al trabajador mediante una pírrica remuneración, la sociedad desaparece, o subsiste con grandes dificultades y desigualdades.
Está muy bien que existan los empresarios, pero estos deben estar al servicio de las sociedad y no al revés. Sino es así, las empresas no tienen ningún sentido. Para que la sociedad avance se necesita trabajar y son las empresas las que generan trabajo. Esto, o nacionalizamos el trabajo, pero para nacionalizar los recursos económicos hace falta gente honrada, no esta camada de impresentables que nos ha gobernado hasta ahora.
A cualquier presidente le pedimos trabajo, pero son los empleadores los que los crean. Como todos los empresarios sigan los consejos de estos gurús del mercado volvemos al principio de la revolución industrial. Ricos muy ricos y pobres muy pobres.
Dice Rallo: un médico sí podría coherentemente trabajar para la sanidad estatal defendiendo al mismo tiempo la conveniencia de privatizarla y un economista liberal sí podría colaborar con una televisión estatal que defiende privatizar. Ni es coherente que un médico liberal trabaje para la pública, ni es coherente que alguien que quiere privatizar un medio público se lucre a costa de lo que denigra, aunque este lucro sea ínfimo, es decir, si se piensa que se malgasta el dinero del contribuyente en los medios públicos, un neoliberal coherente no tendría que recibir ni tan solo un céntimo de ese dinero. El sindicato CNT renunció a ser financiado por un Estado en el que no creía. Para estos "liberales" cuando la bolsa suena la ideología puede Esperar.
Pues haber si la izquierda se aplica el cuento en temas similares e identicos en el fondo a la cuestón planteada, coherencia personal y laboral : La profesora de religión despedida por casarse con un divorciado no será readmitida este curso
ResponderEliminarResurrección Galera recibió la notificación del Obispado de Almería, que desoye al Tribunal Constitucional, que consideró nulo su despido http://www.publico.es/espana/441827/la-profesora-de-religion-despedida-por-casarse-con-un-divorciado-no-sera-readmitida-este-curso
No entiendo porqué una divorciada no va a poder dar clases de religión. Acaso sus neuronas tienen menos capacidad que la de una casada por la iglesia: estamos hablando de una asignatura que se da en un colegio público que para más inri se llama Ferrer Guardia. El sueldo lo paga el Estado no lo pagan los curas. Incoherencias y mas incoherencias en un Estado aconfesional.
ResponderEliminarPara la Iglesia, el principal titulo, aparte los conocimientos indispensables de la materia que se enseña, es el de la coherencia con la doctrina cristiana, principal garantía de que las clases correspondientes se atengan al guión de la asignatura.
ResponderEliminarEsta exigencia es de sobra conocida por el profesorado, que pasa el correspondiente examen de idoneidad exigido por la Iglesia. Una profesora que aborta voluntariamente, por ejemplo, no tiene ninguna autoridad moral para defender la vida conforme la doctrina de la Iglesia. El mismo criterio se aplica a quien se divorcia o contrae matrimonio civil con un divorciado. En realidad, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía tan solo ha abordado el caso del despido de la señora Galera desde una mera perspectiva jurídica civil, sin tener en cuenta las circunstancias morales que implica la enseñanza de una materia tan ligada al testimonio personal como es la Religión. De ahí que en los acuerdos entre la Iglesia y el Estado se haya reservado a la Iglesia el derecho a proponer al profesorado de Religión. Sería absurdo que, en nombre de la libertad religiosa, fuese obligatorio admitir a un ateo o un enemigo de la Iglesia como profesor de Religión, por muchos que sean sus conocimientos de la materia.
La Iglesia no entra para nada en el derecho de la señora Galera a vivir como le plazca, pero iría contra sus propios principios si, después de contravenir la doctrina que imparte, en este caso el matrimonio civil con un divorciado, admitiese de nuevo a la profesora como persona “idónea”. A este propósito cabe preguntarse hasta qué punto la polémica sentencia del TSJA, puede obligar al obispado almeriense a actuar en contra de lo que dispone el Derecho Canónico, que no ha tenido en cuenta el Tribunal como si no existiese, sino de su obligación de garantizar a los padres de los alumnos que eligen libremente la clase de Religión, una rigurosa selección de los candidatos a impartir la asignatura. Lo mínimo que puede exigirse a estos profesores es que sean coherentes con las enseñanzas que imparten. Lo contrario sería atentar contra el sentido común.
http://www.analisisdigital.org/2012/01/13/la-iglesia-y-la-ensenanza-de-religion-una-polemica-sentencia-del-tsja-que-va-contra-el-sentido-comun/
ResponderEliminarEsa es la opinión de la Iglesia, la mía es que mientras el Estado siga financiando la educación religiosa se tiene que amoldar a las leyes terrenales.
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