Un servidor opina que el juicio al procés ha sido una farsa; que los altos tribunales están muy politizados; y que en ocasiones algunos órganos judiciales me recuerdan excesivamente al TOP. Por supuesto que el Régimen del 78 no tiene nada que ver con aquella dictadura pestilente que tanto añoran algunos políticos de Vox. Pero no por ello, dejo de ver algunos tics autoritarios que si me recuerdan aquellos años de plomo. La Ley Mordaza, o la ofensa a los sentimientos religiosos son dos leyes con ciertos elementos dictatoriales. Y por supuesto, el juicio al procés también tiene este tufillo añejo a "rojigualda".
De ese juicio al separatismo catalán huyó Puigdemont. Juicio que se ha saldado con penas de 9 a 13 años por proclamar una independencia que no se llevó a consumar (ni de lejos), y que los mayores palos se los llevaron los que salieron a votar. He mantenido, siguiendo a ciertos juristas, que no hubo ni sedición ni rebelión. Tras varios intentos de traer a España a Puigdemont para ser juzgado, a principios de enero la justicia belga le ha vuelto a cerrar la puerta en las narices a la judicatura española (anteriormente fue un juez de un länder alemán) y no extraditará a Puigdemont. Por todo esto, concluyo que el expresident catalán huyó de España para no ser condenado injustamente, y que por ello es un exiliado por razones políticas. Y por razones políticas se exiliaban durante el franquismo.
Es cierto que no se puede comparar los exiliados republicanos que fueron apiñados en campos de concentración con el exilio de Puigdemont, pero por otra parte el exilio de Puigdemont se parecería más a la situación de Indalecio Prieto y el Gobierno republicano en el exilio (esto ya lo expliqué en la entrada anterior). No tengo ninguna duda de que Pablo Iglesias en ningún momento buscó ningún paralelismo entre los que tuvieron que cruzar la frontera francesa andando y la huida de Puigdemont. Ese paralelismo lo han hecho, para mi irracionalmente, quienes no han analizado la situación fríamente.
El que esto escribe ya ha dado buenas señas de militar, a su manera, en la memoria histórica. Incluso hasta me ha costado un juicio por lo civil. Cualquier afrenta a los represaliados por el franquismo me sienta excesivamente mal.
Llevo con hoy, tres días discutiendo por las RR.SS con izquierdistas (socialistas del PSOE y comunistas del PCE) que sin percatarse le están haciendo la cama al Régimen del 78. Me estoy desgañitando para nada, porque alguien cuando da su veredicto, lo mantiene hasta el final sin revisar los argumentos contrarios. Les digo que estudien un poquito de historia, pero luego caigo en la cuenta de que Julián Casanova también ha participado en este aquelarre:
450.000 personas -170.000 mujeres, niños y ancianos- tuvieron que pasar a Francia en el primer trimestre de 1939. Muchos fueron internados en campos de concentración. Era el resultado de la victoria incondicional de Franco, prolongación de la persecución y humillación. Respeto.
¿A que entre esas 450.000 personas no estaban ni Prieto ni Negrín? El gran Negrín al acabar la guerra se fue a Francia, posteriormente al Reino Unido y acabó residiendo en México. Ellos, Prieto y Negrín, tenían medios para escapar con holgura de los represores franquistas, y no "fueron internados en campos de concentración" como el resto de sus conciudadanos. Ellos, los republicanos, también huyeron "de la persecución y humillación", como también ha huido Puigdemont de esa "persecución y humillación" que la Justicia del Régimen borbónico pretendía administrarle. Eso es lo que trató de reflejar Pablo Iglesias.
Lo que me ha acabado de rematar el día, es un artículo de la memorialista Natalia Junquera demandándole desde El País a Iglesias que pida perdón:
Está el republicanismo tricolor ofendidísimo porque piensan que Iglesias ha comparado a sus padres con Puigdemont. Seguro que los descendientes de Prieto están convenientemente callados. Natalia Junquera nos mostró varias opiniones de exiliados:
“Me quedé impresionada al oírlo. Sin entrar a juzgar a Puigdemont, que por otro lado viene de la burguesía catalana, ¿cómo es posible que un vicepresidente del Gobierno equipare el sufrimiento del republicanismo español, que sufrió un atentado contra un Gobierno legítimo..." (Dolores Cabra, historiadora y secretaria general de la Asociación Guerra y Exilio).
“Es una falta de respeto absoluta comparar el éxodo republicano y todo lo que conllevó con la situación de un señor que vive en una mansión. Puigdemont se autoexilió; los que se exiliaron en el franquismo se exiliaron por miedo a que los fusilaran. Iglesias no lo vivió en primera fila, pero nosotros sí. Mi padre ―vicepresidente del Gobierno vasco en el exilio― murió en el exilio. Nosotros pudimos volver porque teníamos pasaporte francés, y vivíamos nueve en 60 metros cuadrados. Yo soy partidario del indulto a los presos del procés, pero no son presos políticos, son políticos presos y comparar a Puigdemont con el exilio republicano es una barbaridad. Por muy imperfecta que sea, nuestra democracia no es comparable con una dictadura.” (Gorka Landaburu)
Esta democracia es imperfecta, como dice Gorka Landaburu, y esa imperfección ha llevado, gracias a unos jueces parciales, a que Puigdemont tenga que exiliarse y a que un puñado de políticos acaben presos. Por eso no puedo estar de acuerdo con el Sr. Gorka Landaburu: son presos políticos. Que esta monarquía parlamentaria no sea igual de feroz que el franquismo, no debe de distraernos del fondo de la situación. Juicios parciales eran los del franquismo, y el del procés también lo ha sido. Y ahí quiso llegar Pablo Iglesias.
Emilio Silva, a quien le tengo en alta estima ha dicho, según Natalia Junqueras:
“Cualquier comparación entre el Estado del que se fue Puigdemont y la España de la que huyeron los republicanos es desafortunada. La violencia del franquismo no se debe relativizar porque asesinó física y civilmente a millones de personas”.
Ha dicho una obviedad incuestionable, pero como llevamos repitiendo hace tres días. Nadie está comparando el franquismo con el borbonismo, solo que en ocasiones: "veo muertos". La única alegría que me he llevado en estos tres "tortuosos días" ha sido gracias a Zapatero. El expresidente en una entrevista en el programa 'La Noche en 24 Horas', recogida por Europa Press, dijo que "la comparación la hace quien pregunta", refiriéndose a Gonzo cuando le preguntó a Iglesias "¿Considera [a Puigdemont] como un exiliado, como se exiliaron muchos republicanos durante la dictadura del franquismo, por ejemplo, los puede comparar?". La pregunta tenía mala leche. Un colega en broma me dijo que Gonzo pudo ser más cabrón aún. Podía haberle preguntado que si consideraba a Puigdemont un exiliado como el golpista venezolano Leopoldo López. Ahí le habría dado todo un golpe bajo.
En la respuesta que le ofreció Iglesias a Gonzo, no había ningún atisbo de comparación del sufrimiento republicano con la situación de Puigdemont. Iglesias aducía motivos ideológicos (y no entraba en las condiciones de cada exilio). Dijo que el problema Puigdemont "fue motivado por sus convicciones". Aquí coincido plenamente con el vicepresidente.
¿Se equivoca Iglesias y los juristas que no ven ni sedición ni rebelión en el procés? Todo puede ser, entonces un servidor también estaría equivocado. Hay que tener en cuenta que Iglesias hizo un juicio partiendo de una premisas (justicia parcial en el Régimen del 78) y de ahí llegó a la conclusión por la que se pueda comparar los exiliados del franquismo con Puigdemont, que a fin de cuentas ambos exilios fueron por motivos políticos e ideológicos.
Como bien ha dicho sobre estas comparaciones de Pablo Iglesias, el doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona, Edgar Straehle: "comparar no es equiparar". Lo mismo pasó cuando Pablo Iglesias dijo que los crímenes de ETA tenían explicación política. En seguida saltaron los energúmenos a decir que Iglesias estaba blanqueando a los asesinos etarras. Aquí entonces habría que decir que: "explicar no es justificar".
Y lo que ya es para descojonarse, aunque toda esta basura no me haga ni pizca de gracia, es que en la derecha hay quien está preocupado por la memoria histórica del exilio republicano. Si fuese de corazón esta preocupación, me alegraría enormemente y podría pensar que todo esto habría merecido la pena con el fin de atraer a los derechistas, por fin, al movimiento memorialista republicano. Pero que cojones, estamos hablando de Ciudadanos, leches. Estos se apuntan al fememinismo y a lo que haga falta con tal de arañar un puñado de votantes despistados. Según leía en El Mundo:
Madrid retira las calles a los ex dirigentes socialistas Largo Caballero e Indalecio Prieto en aplicación de la Ley de Memoria de Zapatero
La iniciativa presentada por Vox en el Ayuntamiento de Madrid ha contado con los votos favorables de PP y Ciudadanos para quitar sus nombres, sus estatuas y una placa en Chamberí. Leer más...👈.
¿Pero esto qué es? Por un lado Ciudadanos aprueba quitarle dos calles a dos exiliados, Prieto y Largo Caballero, uno de ellos internado en un campo de concentració nazi, y por otro lado vemos promoviendo una reprobación de Pablo Iglesias por su «insulto al exilio republicano». ¡Y llaman populistas a Podemos.
También el programa del Wyoming -que no es de Woyomig sino de Atresmedia- se apuntó al mismo carro que Natalia Junquera. El Intermedio era el único reducto que me quedaba en la parrilla de televisión, y ya ni eso. Nada, más tiempo para leer e investigar o ver alguna película de provecho.
Puedo prometer y prometo que jamás he sido independentista. España es un país para recorrerlo de punta a punta sin dejar de admirarse pero viendo toda esta bazofia españolista que veo entre la izquierda purista y un tanto arcaica, y la otra izquierda de centro que igual vale para pactar con Ciudadanos que con Podemos; o esa izquierda de derechas que tiene como referentes a Alfonso Guerra y a Felipe González, me entra ganas de pirarme a Euskal Herría o a los Països Catalans, y divorciarme de esta España carpetovetónica e insoportable. Lastima que me pille un tanto mayor.
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