El viejo liberal

“En este momento crítico que atraviesa España era indispensable que yo me pusiese al lado de los militares. Ellos son los únicos que pondrán orden porque tienen el sentido de la disciplina y saben imponerla. No haga caso de lo que se dice de mí. No me he convertido en un hombre de derechas, no he traicionado a la libertad. Pero, de inmediato, es urgente instaurar el orden. Verá cómo, dentro de algún tiempo, no dentro de mucho, seré el primero en reanudar la lucha por la libertad”

Estas palabras era la confesión que le hacía miguel de Unamuno al escritor griego Nicos Kazantzakis. El anciano Unamuno cometió el más grave error que puede cometer un liberal. Confiar la salvación de su país a unos militares que eran de todos menos liberales. El viejo Unamuno desde su arresto domiciliario después del incidente del paraninfo le escribió a su amigo Quintín Torres: “Esto es una campaña contra el liberalismo no contra el bolchevismo”.

Unamuno no se consideraba de derechas pero cuando en el 33 las mismas accedieron al poder, nos cuenta que le dio su voto a los agrarios, es decir, a los monárquicos. Castigaba así a una República de izquierdas que no le gustaba nada. Lógico, él tenía el plato de comida caliente sobre las mesa todos los días. Por eso, no sabemos el interés que el campesinado analfabeto y hambriento podía despertar en su persona; tan distinguida y tan señorial. Despreciaba al frente popular por su Marxismo y bolchevismo. Frente Popular  que pretendía dar pan y cultura a los desheredados de la tierra. Parece que el viejo liberal estas cuestiones se las traían al pario. Le preocupaba más el pseudo-laicismo de la República.

Se equivocó a todas luces. Apoyó a los enemigos de la libertad y lo pagó con la propia suya. Porque más preocupante que la laicidad de la República era el mantenimiento de los privilegios de las castas dominantes. Pero claro, ese punto de vista era más fácilmente alcanzable desde el marxismo, que desde la burguesía Liberal.