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jueves, 26 de marzo de 2015

Badajoz o la historia de nunca acabar: H. Alonso y Puigdengolas

Artículo por Francisco Espinosa Maestre

Constituye un lugar común que de todo libro es posible sacar alguna enseñanza o provecho, incluso de los malos. Pues bien, con el libro de Héctor Alonso García El coronel Puigdengolas y la batalla de Badajoz (Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2014), estamos ante uno de estos casos. Por diversos motivos creo conveniente hacer algunos comentarios sobre él antes de olvidarlo, comentarios que en modo alguno quieren ser una reseña.

La terminología denota la ideología del autor, que, en este caso, por más que se disimule a veces, se percibe claramente. En numerosos ocasiones H. Alonso escribe de lo que ignora. No ya porque dé por muerta durante los sucesos de Casas Viejas a “La Libertaria”, cosa totalmente incierta, sino porque incluso recoge la vieja leyenda de “¡Tiros a la barriga!” de Manuel Azaña, al que también se culpa de haber tratado en el 36 a Puigdengolas como “cabeza de turco”, tal como según cree ya hizo en el 1933 con Rojas. Habrá que ver de dónde ha cogido lo de los “tiros a la barriga”, porque este es otro misterio del libro: de numerosas afirmaciones no se dice la procedencia. Supongo que a veces es porque las toma directamente de Arrarás o de cualquier otra fuente de parte. Por otro lado, un libro en que se alude a la “Benemérita” y a los “nacionales” ya de entrada choca.

Pero la ignorancia de H. Alonso no solo abarca la República sino también el golpe militar y la represión que le acompañó. No le basta con decir que el alcalde de Badajoz, Sinforiano Madroñero, era socialista, sino que fue un “socialista radical”. ¿De dónde lo saca? Sin embargo, el guardia civil Carracedo, un fascista manifiesto, no era un golpista radical. Quizás H. Alonso piensa que por eso Madroñero fue asesinado a los pocos días de la ocupación de la ciudad y el otro sobrevivió hasta hace poco. Una afirmación como la de que desde febrero la oficialidad del regimiento de Infantería de Badajoz “había sido profundamente depurada, consiguiendo dividirla y enemistarla”, parece escrita por Ricardo de la Cierva o simplemente por una persona que lamenta el fracaso del golpe en Badajoz. Y el general Matallana, ¿qué pinta ahí? ¿Su marcha a Madrid con el general Castelló Pantoja descabeza la sublevación en Badajoz? En el enorme sumario que se abrió al regimiento no hay la más mínima alusión a dicho general y sí a quienes realmente estaban intentando preparar la guarnición para el golpe, caso de García Pumariño. Sería interesante conocer la fuente que le permite afirmar tal cosa.

Por su parte el comandante Vega Cornejo, “cuyo carácter cobarde e indeciso le había impedido apoyar la sublevación”, recibe el mismo trato que la historiografía franquista y neofranquista le han dado siempre. Si hubiera colaborado con el golpe no dirían eso de él. Y es que H. Alonso se cree todo lo que pone en ciertos documentos, sobre todo si estos son de los golpistas vencedores. Es de temer la lectura que hace de ese cúmulo de calumnias llamado Causa General. ¿Y qué decir de los informes de la Policía Municipal tras el golpe? Y sobre las víctimas habidas en Badajoz uno de los que cita es Moa, un conocido experto en la materia como todos sabemos. Se permite decir que fue en algunos pueblos donde se produjeron los primeros actos represivos, olvidando que la violencia y el terror fueron consustanciales al golpe del 18 de julio. De hecho salva a la Guardia Civil, avanzadilla del golpe en buena parte del país. Para ello uno de los ejemplos que cita es Azuaga. No resulta a estas alturas muy complicado saber que fue el guardia civil fascista Miranda Vega el que en fecha tan temprana como el domingo 19 de julio, con motivo de una manifestación pacífica, ordenó disparar sobre la gente causando la muerte de 17 vecinos (cayó también un guardia civil). La primera víctima de derechas se produjo el 31 de dicho mes.

Para H. Alonso los milicianos que para la defensa de la ciudad se instalaron en la torre de la catedral “estuvieron importunando” y causaron algunas bajas a los legionarios. Ahora resulta que los defensores de la ciudad, en este caso civiles, “importunaban” a los atacantes, las fuerzas de choque de los sublevados. Y por si fuera poco, se nos dice que los oficiales de dichas fuerzas frenaban la insaciable violencia de la tropa legionaria. ¡Gran novedad esta! Va a ser como la de que Franco acabó con la represión en cuanto supo de ella… El colmo ya es que justifique la represión efectuada por las columnas en su ignorancia de lo ocurrido en los diferentes lugares, “sobrepasando sin duda las instrucciones que habían recibido”. Esto lo podría haber escrito hace décadas Martínez Bande.

¿Y qué hemos de pensar cuando se califica a un individuo como el guardia civil Gómez Cantos de “personaje polémico y de un gran carácter [que] demostró su gran valor y decisión al sublevarse y hacer frente a los milicianos, a los que causó bastantes bajas”?  Añade además que el temible Gómez Cantos “sufrió persecuciones…”. Olvida que nadie quería tener un sujeto semejante, un sádico violento, en su pueblo, porque allá donde iba creaba problemas de todo tipo. Evidentemente era el hombre ideal para un golpe brutal y sangriento como el de julio del 36 (para desgracia de Villanueva de la Serena). Era de los elementos que hacía ya mucho tiempo que debían haber estado fuera de la Guardia Civil. No obstante, no es el único. De otro ex militar fascista y propietario, Luis Alarcón de la Lastra, se nos habla de su “brillante participación en la guerra”. Un individuo que desde Sevilla fue bombardeando los pueblos de la ruta hacia Madrid y a H. Alonso solo se le ocurre comentar la brillantez de su participación. Hacía tiempo que no veíamos tanto despropósito junto. Creíamos ingenuamente superadas ciertas cuestiones.

Las citas merecerían un capítulo aparte: no ya solo por las menciones de Arrarás. También vemos, y no pocas veces, entre otros, al Tebib Arrumi (seudónimo de Ruiz Albéniz), Martínez Bande, Sánchez del Arco, Luis Suárez, H. Thomas, Ortiz de Villajos, Moa, Leopoldo Nunes (un periodista portugués mentiroso compulsivo), Calleja (el “biógrafo” de Yagüe), Martín Rubio… Por citar cita, tomándolo de otro libro, incluso al fascista Agustín Carande, un alto cargo de la Falange pacense, diciendo que la represión no fue tanta. Además, respecto a la documentación, no existe una manera coherente de citar: unas veces se hace de un modo y otras de forma diferente. Otras citas (Vila, Reig Tapia, Chaves o yo mismo) merecerían otro análisis.

H. Alonso muestra gran habilidad en tergiversar lo que hemos escrito los demás. Sería tedioso y absurdo enumerar una por una estas tergiversaciones. Comentaré  solamente una para que se vea el estilo. Dice que el comunicado de Yagüe a Franco en el que se leía: “No tengo nada ocupado de la muralla. Al sur…” fue enviado a las 11.45 y no, como yo digo, a las 10.45 del día 14 de agosto. Esto le permite decir en nota a pie de página “Espinosa confundió la hora…”. Pues no, no la confundí. En el documento original se lee claramente que fue enviado a las 10 h. 45 minutos del 14-8-36. Mi duda es: ¿realmente ha visto el documento? Lo cita mal: “AHMA, DN, Leg. 344”. La verdadera cita es “AHMA, DN, Leg. 344, carpeta 5, documento 63”. Es solo un ejemplo.

¿De dónde saca los datos? En Villafranca no fueron detenidas 80 personas, sino más de cien. Tampoco el convento de las monjas se convirtió en hospital de sangre. Según parece, no ha investigado este pueblo pero sabe mucho de él. Por cierto se le ha olvidado que, antes de marcharse, el capitán Meléndez llevó a cabo una pantomima de consejo de guerra por la que fueron asesinadas 56 personas, número equivalente a los encerrados en la sacristía. En Villafranca no fue asesinado ningún derechista. ¿No le parece esto algo digno de reseñar a H. Alonso? Sobre Villafranca le aconsejo mi libro Masacre (Aconcagua, Sevilla, 2011). Así podríamos seguir con otros pueblos de los que el autor, sin saber nada, se permite, opinar: Mérida, La Nava, Lobón (donde diga lo que diga no fue asesinado nadie de derechas)...

Las notas de Puigdengolas plantean numerosas dudas. Todo va orientado a justificar su huida. Podemos entender que huyera, pero no por eso hay que tomar al pie de la letra todo lo que escribió. Estamos ante la versión de Puigdengolas. Cayó el Comité de Defensa de la ciudad (Almarza, De Miguel, Trejo, Terrón de la Cámara, Sempere, Madroñero, Fatuarte y Flecha) y los máximos responsables militares (Cantero, Vega y Pastor). H. Alonso olvida esto, lanza basura sobre algunos, y más bien parece “el defensor del coronel”. Otras veces el autor raya en la ingenuidad, como eso de creer que los “fusilamientos” lo realizaba “personal civil militarizado”. Para él, que en el caso del alcalde Madroñero la tarea la llevasen a cabo militares, constituye una excepción. H. Alonso debe saber que en la represión, en los asesinatos, intervinieron militares, guardias civiles, legionarios y regulares, soldados, policía municipal y personal paramilitar, es decir, todos. Hasta curas.

Finalmente, en dos ocasiones, H. Alonso alude a que yo dispuse de una copia de los “manuscritos” de Puigdengolas, que me llegaron por un amigo de la familia. Se extraña de que no hiciese gestión alguna para contactar con la familia. Esto es lo que se llama “descubrir el Mediterráneo”. Llama la atención que el autor ignore que en 2012 y en la misma editorial valenciana, dentro de mi libro  Guerra y represión en el sur de España  (Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2012, pp. 177-193), se publicó un artículo titulado “Badajoz, 1936. Crónica del general Puigdengolas. Comentarios”.  Yo tuve acceso a las notas de Puigdengolas tres meses después de la publicación de La columna de la muerte (Crítica, Barcelona, 2003) por medio de Rafael Suay Artal, compañero de trabajo de un nieto del coronel, que me entregó una copia con permiso de la familia. El nieto y Suay también me hicieron llegar copia del nombramiento del coronel por el ministro de guerra como comandante militar de todas las fuerzas leales de la República en la provincia de Badajoz. Para cuando me llegó dicho documento ya habían salido tres ediciones de La columna de la muerte. En las siguientes ediciones también resultó muy difícil integrarlo, de forma que lo reserve para otra ocasión. Como el objetivo de mi trabajo no era Puigdengolas no tuve nunca ningún interés en hablar con la familia, que bastante había hecho proporcionándome las notas que el militar dejó sobre el desastre de Badajoz. Todo esto fue contado con detalle en el libro antes aludido de la PUV, cosa que el autor, pese a estar hablando de la misma editorial, parece ignorar. Por otra parte, como bien sabrá H. Alonso García, los escritos de Puigdengolas, no son inéditos desde que en 2006 alguien los hizo públicos en Internet. Quizás todo eso explique que en esta ocasión, sorprendentemente, las notas de Puigdendolas no se incluyan en documento aparte. Si ya pasaron por Internet hace unos diez años y yo las publiqué en 2012, ¿para qué repetirlas ahora?


Vuelvo al principio y matizo más. Cualquier libro puede aportarnos algo por uno u otro motivo, pero en este caso no solo no avanzamos sino que volvemos atrás, a cuestiones que creíamos ya superadas. Desde luego hay cosas mucho más interesantes que leer.

7 comentarios:

  1. Gracias Paco por tus opiniones,que comparto.
    Es agradable tener noticias tuyas
    Rafael B.Vega

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  2. Ya le escribi a esta individuo hace unos meses , no me ha contesdo, sobre sus crtterios que los que se sublevaban eran unos hombres valeroso y los que no lo hacian unos cobardes.
    Lo sosprendente es que el libro es una Tesis Doctoral, me gustaria saber que opinaron los cinco del tribunal de la Universidad de Valencia
    Rafael B.Vega

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  3. Agradecemos a Francisco Espinosa que haya compartido con los lectores del blog este interesante y esclarecedor artículo. También es de agradecer la presencia en el blog de Rafael Barrientos Vega, nieto del Comandante de la Guardia civil, José Vega Cornejo, asesinado por los golpistas que entraron en Badajoz el 14 de agosto de 1936.

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  4. Gracias Juan Antonio
    Ahora voy ha tratar de trabajar en quienes fueron los miembros del tribunal que aceptaron este texto en Tesis Doctoral y ademas le publican un libro.
    Como tu sabes le escribi alñ al autor y no me contesto.
    RB Vega

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  5. Excelente y esclarecedora entrada del maestro Francisco Espinosa que nos honra con su presencia en el blog. Gracias.

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  6. ¡excelente por el profesor francisco Espinosa!,no soy experto en la guerra civil española, pero si puedo decir que hace años que no leo un historiador de derechas que no sea un vulgar mixtificador, el caso es que también ocurre con los historiadores extranjeros que leo como Stanley payne ó roger moorhuse.No sé creo que el último historiador de derechas escrupuloso y riguroso con las fuentes que leí es Carlos Seco Serrano; aunque no sé si Seco era de derechas ó .socialdemócrata.

    En su.entrada de hoy,angel viñas .también le da un buen puntapíe al nuevo duo neofranquista Payne y Palacios en lo que promete ser una buena paliza en las próxismas semanas.

    http://www.angelvinas.es/?p=404

    Rafael granados.Madrid

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  7. Javier Tusell, también era de derechas, pero no era un pro-franquista.

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