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lunes, 11 de septiembre de 2017

Roberto Muñoz Bolaños sobre el golpe de Estado de 1936


Según Roberto Muñoz Bolaños, quienes se "sublevaron" (dieron un Golpe de Estado contra un Gobierno legítimo) el 17 de julio de 1936 fue "un frente contrarrevolucionario cívico-militar en el que, junto a los oficiales del Ejército, participaron la casi totalidad de las organizaciones políticas que no se habían integrado en la coalición izquierdista Frente Popular (FP) –vencedora de las elecciones del 16 de febrero de 1936–, cuyos simpatizantes superaban el 40% de los votos emitidos en esos comicios". Se desmentiría así, según el propio Muñoz Bolaños, la creencia generalizada de "una parte muy importante de la sociedad española, de que su origen estuvo en un golpe de Estado militar fascista, apoyado única y exclusivamente por la élite económica del país, cuyo objetivo era acabar con el proyecto progresista representado por la II República, que gozaba de las simpatías de la casi totalidad del pueblo español".

Lo cierto es que si la sociedad está malamente informada es porque no se le ha educado en ese respecto. También es cierto que se justifica la represión franquista (asesinatos, cárcel, trabajos obligados, torturas...) y la posterior dictadura de 40 años, alegando que Franco hizo muchas cosas buenas, entre ellas pantanos -patético-. Por esto, las creencias de "una parte muy importante de la sociedad española" están sustentadas en vagas generalizaciones. Y por ello, empezar un artículo de historia bajo esa premisa, a nuestro juicio, es errático.

Está estudiado hasta el dedillo en que consistió el Golpe de Estado y quienes fueron sus actores:

"Los monárquicos calvosotelistas empezaron a preparar la sublevación meses antes del asesinato de su líder", dice Viñas
 "Los monárquicos calvosotelistas empezaron a preparar la sublevación meses antes del asesinato de su líder. Dado que Juan March (importante banquero español que financió el golpe de Estado militar) les envió medió millón de libras en marzo de 1936, por lo que entiendo que es entonces cuando se plantearon los contactos que ya habían comenzado en 1932 y reeditado en 1934", señala a Público Ángel Viñas que apunta que "las armas se necesitaban para una guerra que se presumía corta". 
El dirigente de la CEDA, José Mª Gil Robles donó a los golpistas 500.000 mil pesetas (de la época) de la campaña electoral. Habían tenido excedentes económicos.

El Golpe de Estado del 36 fue diseñado por los militares y dirigidos por los militares (ya habían protagonizado uno en agosto del 32), La parte cívica se dedicó a conseguir  recursos económicos y armamento de guerra y a preparar un escenario caótico en la primavera del 36. Era cierto que Calvo Sotelo arengaba desde las Cortes al Ejército, También es cierto que el fascista Primo de Rivera ya había contemplado en solitario un golpe de Estado. Pero fueron los militares los que llevarían la voz cantante en todo momento, durante el Golpe y en la posterior Guerra Civil.
Para Roberto Muñoz Bolaños, "Todo empezó en 1931"
Ese frente cívico-militar fue el resultado de una dinámica acumulativa cuyo origen puede fijarse el 11 de mayo de 1931, cuando se produjo una explosión anticlerical en Madrid y otras ciudades de España, ante la pasividad del Gobierno Provisional de la II República. Ese día, las masas católicas conservadoras comenzaron a percibir que la izquierda tanto burguesa como obrera no estaba dispuesta a respetar sus derechos religiosos porque las consideraban excluidas del nuevo régimen. Percepción que se convirtió en una realidad legal con la aprobación de la Constitución republicana gracias a la mayoría de izquierdas, a la que las masas conservadoras nunca consideraron aceptable. Ante esta disyuntiva, a las organizaciones políticas de la derecha y a sus simpatizantes se les plantearon cuatro posibles alternativas.
Según la bibliografía consultada por nosotros, ese origen del frente cívico-militar podría datar del mismo 14 de Abril:
LA PRIMERA REUNIÓN orientada a abortar la recién proclamada república tuvo lugar el mismo 14 de abril (...). Tuvo lugar en la casa de Rafael Benjumea Burín, conde  de Guadalhorce, y asistieron Eugenio Vegas Latapie, Fernando Gallego de Chaves, marqués de Quintanar, Ramiro de Maeztu, José Calvo Sotelo, José Yanguas Messía y José Antonio Primo de Rivera. La mayor parte de ellos monárquicos y ultracatólicos. Estaban relacionado de un modo u otro con la dictadura de Primo de Rivera. Allí se decidió "la constitución de una escuela de pensamiento contrarrevolucionaria para derrocar por todos los medios a la Nueva República". Ese mismo mes hubo otra reunión en Leiza (Navarra) en el domicilio de Baleztena Azcárate, promotor y financiador de la trama carlista, "en la que se acordó la organización de los requetés eb grupos paramilitares para enfrentarse a la República" (...). Estas primeras iniciativas desembocaron en el golpe de Sanjurjo de 10 de agosto de 1932 (Por la religión y la patria. Francisco Espinosa Maestre y José Mª García Márquez).
Se suele argumentar entre la derecha historiográfica, que en los actos anticlericales de mediados de mayo del 31, el Gobierno Provisional de la II República actuó con total pasividad. Incluso se llega a insinuar que dejó hacer a los incendiarios anticlericales. En el libro La Segunda República española (VVAA) se insinúa otra cosa bien distinta:
...las causas parecen muchos más complejas (...) entraron en juego circunstancias propias de la coyuntura política: el ambiente de tensión en las relaciones entre Iglesia y Estado provocado por la pastoral de Segura, los iniciales incidentes promovidos por los monárquicos, la violencia preconizada por la extrema izquierda (en concreto, el club jacobino del Ateneo) y la debilidad del Gobierno que por temor a un baño de sangre, actuó de forma tardía y dubitativa. Los incidentes los protagonizaron elementos radicalizados al margen de los grandes partidos y sindicatos de izquierda, en un sentido tan antimonárquico como anticlerical... Página 207.

Seis días después de la quema de edificios religiosos, el cardenal de Tarragona Francesc Vidal i Barraquer presentó una queja ante Niceto Alcalá-Zamora. La contestación del Presidente de la II República (católico y de la derecha republicana) no pudo ser de otra forma; señalando los esfuerzos realizados por el Gobierno. Entre ellos:
 ...la declaración del estado de guerra, los juicios sumarísimos en que han habido penas severas hasta perpetuas, las destituciones numerosísimas de funcionarios de toda categoría, y las guardias militares y de fuerzas de orden público para proteger las comunidades.
Podemos ver imagenes de como el gobierno sacó tanquetas blindadas y personal de seguridad para contener a los radicales incendiarios:



En Madrid no hubo víctimas mortales, no así en Alicante, Málaga y Córdoba los días 11 y 12 de mayo. Donde las fuerzas del orden abatieron a "nueve revoltosos en diversos incidentes incendiarios" (Cifras Cruentas. Eduardo gonzález Calleja. Página157).

Ni todo empezó en los incendios del 11 de de mayo de 1931, ni el Gobierno de la II República se mantuvo de brazos cruzados ante la oleada incendiaria.

Prosigue Bolaños:
...el temor a una revolución proletaria, convertido en una realidad tras la sublevación armada de las Alianzas Obreras, encabezadas por el PSOE, en octubre de 1934, revolución que si bien había fracasado, podría convertirse en una realidad desde el Gobierno, pues los mismos líderes que la habían encabezado, especialmente el socialista Francisco Largo Caballero, se habían convertido en los triunfadores de las elecciones del 16 de febrero de 1936.
Es justo pensar que si bien el PSOE había ganado las elecciones de 1936, no tenía capacidad para armar, desde el Gobierno, otra revolución. El PSOE había ganado las elecciones pero hasta antes de la Guerra Civil no formó parte del Gobierno de la Nación:
                                                                   
                                                             7 de abril de 1936

  • Presidencia: Manuel Azaña Díaz (Izquierda Republicana)
  • Estado: Augusto Barcia Trelles (Izquierda Republicana)
  • Justicia: Antonio Lara Zárate (Izquierda Republicana). Fue ministro de Hacienda en los sucesivos gobiernos que, entre el 12 de septiembre de 1933 y el 3 de marzo​ de 1934, presidió Alejandro Lerroux.
  • Gobernación: Amós Salvador Carreras (Izquierda Republicana)
  • Guerra: general Carlos Masquelet Lacaci (Ministro de Guerra con Lerroux y militar fiel a la República)
  • Marina: José Giral Pereira (Izquierda Republicana)
  • Hacienda: Gabriel Franco López (Izquierda Republicana)
  • Instrucción Pública y Bellas Artes: Marcelino Domingo Sanjuán (Izquierda Republicana)
  • Obras Públicas: Santiago Casares Quiroga (Izquierda Republicana)
  • Agricultura: Mariaro Ruíz-Funes García (Izquierda Republicana)
  • Trabajo-Sanidad-Previsión Social: Enrique Ramos Ramos (Izquierda Republicana)
  • Comunicaciones-Marina Mercante: Manuel Blasco Garzón (Unión Republicana)
  • Industria-Comercio: Plácido Álvarez Buylla (Unión Republicana, católico)
No es hasta que estalla la Guerra Civil cuando socialistas, comunistas y anarquistas -todos ellos socios en Asturias- entran a formar parte del Gobierno. Por ello es difícil que desde instancias oficiales los socialistas hicieran nada en las primavera del 36.

Los Gobiernos surgidos de la victoria del Frente Popular fueron de la izquierda burguesa, aquella izquierda de la que recelaba precisamente la extrema izquierda. Querer hacer ver que la conflictividad política es la responsable de la Guerra Civil, y sobre todo de la radicalización de las izquierdas, sería tanto como asumir que entre la derecha eran todos unos "angelitos", Los militares (algunos)  tenían motivos personales contra la II República, o más bien contra la democracia liberal, o ambas cosas juntas:

Seguimos con Roberto Muñoz Bolaños:
...Mola sería la figura clave de toda la operación. De ideología liberal y republicana hasta 1931, de tal manera que incluso había protegido al dirigente socialista Indalecio Prieto tras la fracasada sublevación republicana de Jaca, de 1930; su postura política cambiaría radicalmente tras la proclamación de la II República como consecuencia de la persecución a la que le sometió el Gobierno de Azaña, que terminaría provocando su expulsión del Ejército. Reintegrado en el mismo durante el Bienio radical-cedista (1934-1935), alcanzaría en este periodo el destino más importante del Ejército español: la Jefatura Superior de las Fuerzas Militares de Marruecos. Pero, de nuevo, la llegada de Azaña sería acompañada de su cese, siendo enviado a Pamplona como gobernador militar de Navarra. En su persona, por tanto, se unían dos elementos: el rencor hacia la izquierda y el temor a una revolución proletaria. Estos dos elementos, particularmente el segundo, eran comunes a un porcentaje elevado de los militares españoles. Pero Mola presentaba otras dos características particulares: inteligencia y capacidad. Así lo reconoció el político socialista, antiguo miembro de la Federación Universitaria de Estudiantes (FUE) e hijo del general Cabanellas, Guillermo Cabanellas: “Entre lo opaco del generalato español, la figura de Mola destacaba por su inteligencia y capacidad".
Para Muñoz Bolaños, el problema de la radicalización de Mola fue la persecución que la II República, o más bien, el Gobierno de Azaña proyectó sobre Mola. ¿Y porqué le persiguió? Esto sería un tema importante, pero el historiador no escribe nada al respecto.

Si seguimos a Juan Carlos Losada (En el combate por la historia, 2012), el general Emilio Mola fue "un fanático africanista". Dámaso Berenguer ascendió a Mola a Director de Seguridad:
Ese cargo le permitió aflorar y poner en práctica el estremecedor simplismo entre buenos y malos que había ido adoptando, siendo los últimos un conglomerado de marxistas, judíos, masones, separatistas y todos sus cómplices liberales. Era un sencillo traspaso maniqueo de la guerra de África entre españoles y moros.

Mola estaba convencido de que los males de España eran  agitados por las fuerzas conspiradoras extranjeras que usaban las huelgas y los disturbios como sus armas preferidas. Siguiendo a Losada, el general Emilio mola viajó a un acto político que ofreció Alcalá-Zamora en Valencia (abril de 1930). En dicho acto se declaró republicano y de aquel viaje nacieron íntimas relaciones con policías ultrarreaccionarios tales como Martín Báguenas y Rodríguez Chamorro. Mola creó una red de espías para controlar el Ejército, la Universidad y los círculos intelectuales como los ateneos. Con este motivo puso en marcha una junta anticomunista compuesta por juristas y militares. De esta junta brilló con luz propia  el coronel José Ungría, el que fuera secretario de la Entente Internacional contra la III Internacional. El general conspirador por aquellos días estaba muy influenciado por la propaganda antibolchevique "de rusos blancos exiliados  y compartía todas sus retahílas de demenciales y simplistas preceptos ideológicos" (Juan Carlos Losada).

Emilio Mola Vidal fue acusado por los sucesos de San Carlos ocurridos en la Facultad de Medicina de Madrid el 25 de marzo de 1931, en donde resultaron muertos un joven y un guardia civil y donde también hubo que lamentar 16 heridos. El uso de la fuerza fue brutal e indiscriminado. Una vez proclamada la II República y oliéndose un futuro entre rejas, Mola decidió esconderse durante una semana. El 21 de abril se entregaba a Azaña e inmediatamente fue juzgado e ingresado en una prisión militar.. A principios de julio las autoridades le suavizaron la pena carcelaria gracias a un simple arresto domiciliario. Finalmente el caso quedó sobreseído.

Existe la leyenda que dice que Mola para poder subsistir se dedicó a vender muñecos de madera que el mismo fabricaba. Esto no es cierto porque a pesar de estar retirado cobraba  el 80% de sus haberes más lo que le correspondía por antigüedad y condecoraciones. Cuando, tras la Sanjurjada, pasó a la reserva (1932), recibió su sueldo completo como general. Ahora bien, su carrera parecía acabada y su
odio hacia Azaña era intenso, con lo que se completa el perfil tipo del golpista de 1936: africanismo, orden público y antiazañismo, unido al agravio profesional directo.

Mola se acogió a la nueva ley de amnistía del Gobierno de Lerroux reincorporándose al Ejército en abril de 1934.  Con Gil Robles en el Ministerio de Guerra y Franco en la Jefatura del Estado Mayor Central fue nombrado comandante militar de Melilla y después jefe de todas las fuerzas de África (1935). Por entonces ya se entrevistó en Madrid con Franco y Gil Robles para estudiar una intervención militar contrarrevolucionaria en caso de ser necesaria. No es de extrañar que el Gobierno Azaña de febrero de 1936 le destituyese y lo mandase a Pamplona, donde podía estar más neutralizado y tenía desde luego bastante menos tropa a su mando. Esto fue un error, allí tenía menos vigilancia y podía conspirar a placer.

Emilio Mola fue el director del golpe de Estado y a él tenemos que achacarle la terrible represión que se desató en la zona que él controló militarmente. Se asesinaron a 30.000 personas, descomunal y terrible ya que ni Navarra ni por supuesto Álava, Castilla-León, Cantabria, Galicia o La Rioja eran regiones izquierdistas, en las que el Frente Popular tuviese alguna hegemonía determinante. Muy al contrario, eran de las más conservadoras de España.

Carlos Blanco Escolá explica sencillamente quienes fueron los protagonistas del golpe de Estado:
No deben de ser muchos los españoles que alcancen hoy hoy a comprender, en toda profundidad, el desastre que para España significó el levantamiento en armas ejecutado el verano de 1936 por los generales africanistas, con el apoyo de las fuerzas reaccionarias

Al mando estuvieron  los generales africanistas apoyado por la crem de la reacción (fascistas, monárquicos, carlistas y cedistas). El golpe fue contra la izquierda en general y el liberalismo. Las reformas de Azaña no gustaron nada entre los más extremistas del Ejército, aquellos que denominamos como africanistas. Fue un decreto publicado en 3 de junio de 1931, en el que se disponía que los ascensos concedidos al margen de la leyes vigentes por el dictador Primo de Rivera (padre del fascista José Antonio) carecían de validez, y que, consecuentemente, deberían quedar anulados, el que desataría la ira de los llamados africanistas. Esta norma afectaba directamente a Sanjurjo, Goded, Franco, Fanjul y Mola, que se beneficiaron directamente de la arbitrariedad del dictador.

El golpe de Estado no triunfó porque muchos militares permanecieron leales al Gobierno de La II República, amen de los ciudadanos que cogieron las armas para defenderse de la reacción española que acabó siendo sino  una suerte de fascismo. Esto es lo que tuvimos cuando Franco creó su España, "Una Grande y Libre". España se volvió fascista al abrigo del Eje. Nadie nace siendo fascista. ni el mismísimo Mussolini. No olvidemos que Il Duce se forjó en el partido socialista, partido que lo expulsó debido a su orientación y deriva ideológica. ¿Porqué no pudo ser Franco un fascista?







6 comentarios:

  1. Tony, te quiero felicitar por esta exhaustiva y muy trabajada entrada que has hecho. Si señor. Estoy en líneas generales de acuerdo con tu análisis.

    Creo que está claro que la mayor parte de los golpistas del 36 no aceptaron de buen grado el advenimiento de la II República. Ya he explicado en otras ocasiones, dediqué incluso una entrada al respecto, los intereses profesionales y-o personales que motivaron a muchos de ellos al golpe de Estado.

    Por otra parte, creo que hubo un garrafal error por parte del gobierno cuando se aventuró a pronosticar que el impacto del golpe del 36 sería similar a la Sanjurjada del 32. Es decir, lo infravaloraron. De ahí que algunos hayan especulado con la posibilidad de que interesaba no parar la sublevación para así poder estrangularla de manera definitiva.

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  2. Gracias, Tony, por el enlace. De haberlo escrito hoy, cambiaría algunas cosas, algunos matices, incorporaría nuevos datos.... pero bueno, en líneas generales mantengo lo escrito.

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  3. Sí: vamos leyendo, vamos avanzando.Cuando me embarqué en estudiar la II República y la posterior Guerra civil, jamás pude pensar que habría tanto contraste entre los distintos historiadores. Roberto Muñoz Bolaños dice que el General Mola era un liberal republicano (hasta 1931), y Juan Carlos Losada ("En el combate por la historia, 2012"), dice el general Emilio Mola fue "un fanático africanista", incluso antes de 1931.

    También hubo muchos generales, y no precisamente bolcheviques, que se mantuvieron fieles a la II República. ¿Ellos no vieron el peligro revolucionario?

    De historiadores profranquistas podemos esperarnos cualquier cosa, lo que ya es más preocupante son los análisis de los "equidistantes", sus conclusiones van a la par del neofranquismo. Nada más tienes que ver que desde webs claramente filofranquistas reivindican a Payne:

    Conferencia de Stanley G Payne: “El camino al 18 de julio”

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  4. Si, es increíble comprobar como los historiadores, según la cuerda ideológica que tengan, estén tan distantes en determinados temas. En el caso de Mola, como en otros muchos, hay disparidad de criterios. Otro ejemplo aparte del que has puesto. Algunos mantienen que era una persona intelectualmente mediocre, en cambio otros, han manifestado lo contrario. Es increíble que se pongan de acuerdo sólo en poquitas cosas. De ahí, entre otras cosas, claro, que a día de hoy el tema de la Guerra Civil siga siendo tan controvertido.

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  5. En el libro donde me he documentado califican a Mola de fanático africanista, y que estaba muy intoxicado por la desvariada propaganda anticomunista de rusos blancos afincados en España, pero sí reconocen su valía intelectual al escribir tres libros, dice que era más culto que Franco.

    Por otro lado Blanco Escolá afirma que Mola "hizo un bachiller brillante pero ya no volvió a estudiar, no realizó curso alguno y estuvo mucho tiempo en África. Escribió libros, sí, pero ¿qué libros?, porque el que dedica a Azaña no es más que un panfleto rencoroso"

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