La sangre del toro es la vergüenza "cultural" española

Isabel Ayuso en las Ventas. 

El ministro de Cultura de Sumar, Ernest Urtasun, ha eliminado el Premio Nacional de Tauromaquia. Un acto noble pero que no sirve absolutamente para nada, excepto para poner furiosos a los taurinos, como ha sido el caso de Rubén Amón, que desde que abandonó El País y recaló en El Confidencial, se nos ha vuelto un reaccionario (si es que no lo era ya). Ha dicho de Urtasun "Es usted un cobarde, Urtasun, pero muchas gracias". "El brochazo populista de retirar el Premio Nacional de Tauromaquia beneficia la causa taurina porque se quita de encima la limosna gubernamental y reafirma su reputación transgresora y contracultural".

Los toreros españoles son transgresores y contraculturales, qué imbecilidad más enorme. Me perdonará el Sr. Amón, pero dentro de la pseudocultuta toreril, lo que vemos es a muchos catetos y demasiados garrulos.  Desde La Razón tachan a Urtasun de ignorante que no tiene ni jota idea de lo que es la cultura en España: " El ministro Urtasun desconoce casi todo sobre la cultura, especialmente uno de sus aspectos más importantes, que es que la cultura no depende de lo que opine un ministro, sino de lo que expresa un pueblo en libertad". Y el alcalde de Madrid dice que es un sectario y se acuerda de Federico García Lorca: "Los toros son la fiesta más culta que hay hoy en el mundo" (Federico García Lorca). "La tauromaquia es parte de la cultura de España. Madrid, orgullosa capital del toreo, lo defenderá siempre frente al sectarismo".

Como escribiría Antonio Machado, en este país de...

... La España de charanga y pandereta,

 cerrado y sacristía,

devota de Frascuelo y de María,

de espíritu burlón y de alma quieta,

ha de tener su mármol y su día,

su infalible mañana y su poeta...

... hay que ser muy valiente, y no un cobarde como dice Rubén Amón, para contradecir a los españolitos que disfrutan con el espectáculo asqueroso y sangriento como son los toros. Con doce años me llevaron a ver una corrida de toros en Logroño, y el ascazo que sentí me dura hoy a mis 60 años. De niño no logré entender aquel dantesco espectáculo, de mayor lo entiendo aún menos.

Martínez Almeida tira de una supuesta cita de Federico García Lorca para justificar el espectáculo sanguinolento de los toros. He rebuscado por Internet para ver de donde obtienen los taurinos dicha cita, pero lo máximo que he encontrado es que lo dijo en una entrevista, no citan la revista o el periódico, con lo cual puede ser un invento, pero no puedo asegurarlo. Los que niegan la memoria histórica tirando de un asesinado por la derecha durante la Guerra Civil. Ver para creer.

Sea como fuere, en España han habido otros intelectuales que han renegado del espectáculo taurino. En 2018 vio la luz el libro Clásicos contra los toros y los toreros: "El libro abarca textos desde el siglo XIII (con las leyes de Las siete partidas de Alfonso X) hasta el siglo XX. Juan de Mariana, Feijóo, Tirso de Molina, Quevedo, Lope de Vega, Jovellanos, Larra, Ramiro de Maeztu, Pardo Bazán, Baroja, Azorín, Unamuno, Gómez de la Serna, A. Machado son treinta y nueve los autores recogidos en este libro que no puede dejar indiferente" (ver enlace...👈). Llama la atención que el españolazo Ramiro de Maeztu se posicionara en contra de las corridas de toros.

Virginia Cowles

Se menciona a Ernest Hemingway como gran aficionado taurino. Como si por ser un intelectual ya se hubiera ganado el cielo. La famosa reportera estadounidense, Virginia Cowles, vino a España en 1937 a cubrir la Guerra Civil. Recaló en Valencia y acompañada por dos aviadores franceses, Jean y Henri, acudió a ver una típica corrida de toros. En sus memorias resaltó el mal trago que pasó:

Nunca había visto una corrida de toros, y la imagen de un toro escarbando el suelo mientras la sangre se derramaba por sus lomos, me parecía un espectáculo nauseabundo. Durante casi toda la corrida tuve que mantener la vista apartada. Desde las trincheras, Pág.39

Pocos argumentos a su favor tienen los taurinos para derramar la sangre violentamente de un animal con el fin de divertir a unos cafres. Los indígenas de América cuando se cristianizaron dejaron de sacrificar animales para contentar a sus dioses, pero los indígenas españoles, a pesar de ser muy católicos todos ellos, siguen sacrificando animales para contentar a los idiotas.