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lunes, 30 de marzo de 2015

ENIGMAS EN EL ASESINATO DE GARCÍA LORCA. (3)


La mañana siguiente de la detención del genial poeta y dramaturgo granadino,  José Rosales se entrevista con el gobernador militar, González Espinosa, del que obtiene una orden para liberar a García Lorca.  Cuando llega al Gobierno Civil con el escrito, Valdés Gúzman le dice que se han llevado esa misma noche a Lorca y que ahora se preocupe de su hermano Luís, al que acusarían posteriormente de haber protegido al poeta.  Esto al menos es lo que  Pepiniqui  le contó al historiador y periodista, Vila-San Juan, para su libro, García Lorca, asesinado: toda la verdad, publicado en 1975.  Sin embargo, a Molina Fajardo, Los últimos días de García Lorca, le dijo que  Espinosa le mandó que se dirigiera al Gobierno Civil y desde allí le llamase para darle la orden de libertad.

No obstante, conviene señalar que  Pepiniqui le comenta  a Penón  en la entrevista que mantuvo con él el 10 de marzo de 1955, que  Federico permaneció varios días en el Gobierno Civil, mientras que a Gibson y a Molina Fajardo les dijo varios años después que el poeta sólo estuvo unas horas detenido en este lugar.

Por otra parte, José Rosales le confesó en una entrevista concedida a Gibson pocos días antes de morir , que en la discusión que mantuvo con Valdés la noche anterior, 16 de agosto,  había visto sobre la mesa la denuncia contra Lorca firmada por Ruiz Alonso.

A día de hoy sigue siendo un gran enigma,  y motivo de controversia, el tiempo que Lorca estuvo detenido en el Gobierno Civil. Es por otra parte un asunto de especial trascendencia, si queremos aproximarnos a la verdad de lo acontecido en su asesinato. Luego lo analizaré de manera pormenorizada. Ahora sigamos con la secuencia de los hechos.

En una fecha aún por determinar, García Lorca es sacado de las dependencias del Gobierno Civil junto a Dióscoro Galindo González. Galindo había nacido en el municipio vallisoletano de Ciguñuelas en 1877, aunque siendo niño se trasladaron todos a vivir a Madrid, lugar donde algunos años después perdió una pierna como consecuencia de un accidente. Se traslada a Valladolid donde consigue sacar la carrera de Magisterio.  Ejerce la docencia en diversos municipios sevillanos hasta llegar a Pulianas, Granada, en 1934, lugar en el que desempeñaba su trabajo cuando fue detenido a primeras horas del 18 de agosto, según los datos que facilitó su familia. Era de tendencia republicana  humanista y había participado en las mesas electorales por el Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. Según Gibson, fue denunciado por el secretario del ayuntamiento de Pulianas al producirse el levantamiento militar.

García Lorca y Dióscoro Galindo son trasladados a Viznar, junto a la Sierra de Alfacar, enclave donde los golpistas  establecieron defensas  de forma permanente para repeler cualquier ataque republicano que se pudiera producir desde las poblaciones cercanas a Granada. Además, es un lugar de triste recuerdo para los granadinos pues allí los sublevados, en sus inmediaciones, realizaron centenares de fusilamientos.

Como comandante del sector de Viznar se encontraba José María Nestares Cuéllar. Militar con el grado de capitán y falangista de cierta relevancia, estableció su cuartel general en el Palacio del Arzobispo Moscoso y Peralta. Nestares tenía protegidos en Viznar a algunos catedráticos a los que había librado de las ejecuciones y utilizaba ahora como enterradores. Lo mismo había ocurrido con Manolo, el comunista, chaval de diecisiete años que fue el que facilitó a Ian Gibson los datos del posible lugar de enterramiento de Lorca.

A los presos los llevaban a un edificio, Villa Concha, conocido por los lugareños como La Colonia. Otrora, no muchos años atrás, lugar de esparcimiento y vida  para  multitud de chavales que veraneaban allí, ahora se hallaba convertido en lúgubre estancia, antesala de la muerte para centenares de inocentes.

De las últimas horas de Lorca nos ha quedado el testimonio que les dejó a Penón y a Gibson, José Jover Tripaldi. El joven, tenía veintipocos años, veraneaba en Viznar y al parecer le pidió a Nestares que le evitara ir al frente, encomendándole éste la custodia de los presos en La Colonia.  Contó que a los presos que iban llegando les decía en un principio que estaban allí para reparar carreteras y cosas por el estilo. Ya cuando se aproximaba la hora de las ejecuciones les contaba la verdad y les preguntaba si necesitaban la asistencia de algún cura. Según él, Lorca  requirió la presencia del religioso cuando éste ya se había ido, razón por la que habría ayudado a rezar al poeta .

Sin embargo, Miguel Caballero, autor de  Las trece últimas horas en la vida de Lorca, ha tenido acceso al expediente personal de Jover en Falange y ha logrado averiguar que éste perteneció a la cuarta bandera de esta organización política, siendo la primera bandera la que estuvo a las órdenes de Nestares en Viznar. Por otra parte, Caballero no logró encontrar en los expedientes ninguna operación que él realizara con la primera bandera.  Con estos datos queda seriamente en entredicho lo narrado por Jover Tripaldi, que bien pudo haber sido producto de su invención.


Federico García Lorca, Dióscoro Galindo y los banderilleros anarquistas, Francisco Galadí  y Joaquin Azcollar, que habían resistido en El Albaicín, son sacados de madrugada y  asesinados junto a un olivo en un punto intermedio de la carretera que une Viznar y Alfacar.

Aunque Juan Luís Trescastro se jactó de haber sido uno de los que dispararon a Lorca, parece que investigaciones relativamente recientes descartan esta posibilidad.

Según la investigación que realizó Ian Gibson, plasmada en  Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, existe la posibilidad de que el poeta no muriera de inmediato habiendo sido rematado por uno o varios tiros de gracia, hecho que se habría producido después de levantarse y gritar ¡todavía estoy vivo!

Por otra parte, Angelina Cordobilla, cuidadora de los hijos de Concha García Lorca, le relató al hispanista, que por aquellas fechas, ¿19 de agosto?, un miembro de la Escuadra Negra, individuos que se dedicaron a la represión en Granada, se personó en el domicilio de los García Lorca con una nota escrita por el poeta granadino. En ella le rogaba a su padre que entregase 1000 pesetas como donativo para las fuerzas armadas. El padre pagó creyendo que de esa forma podría contribuir a salvar la vida de su hijo.  La nota no se ha encontrado y al parecer, Don Federico García la llevó siempre consigo hasta el día de su muerte.

Entramos pues en el complicado asunto del tiempo que permaneció detenido Federico García Lorca en el Gobierno Civil antes de ser trasladado a Viznar para ser asesinado.

Agustín Penón, ciudadano norteamericano de origen español, fue de los primeros que investigó concienzudamente el crimen. Anteriormente habían visto la luz los trabajos: La faz de España, de Gerald Brenan,  1950, que en el capítulo seis, Granada, aborda el tema del asesinato de Lorca. Y el reportaje de Claude Couffon, Ce que fut la mort de Federico García Lorca, publicado en 1951. Para  realizar sus investigaciones , Penón se traslada en febrero de 1955 a Granada permaneciendo allí hasta septiembre de 1956, fecha  en la que regresa a Estados Unidos al sentirse vigilado por la policía franquista. También logra entrevistar en Madrid a Ramón Ruiz Alonso. Desgraciadamente, nunca vio publicado el resultado de sus investigaciones. Falleció en 1976.

El escritor norteamericano, William Layton, que lo acompañó en Granada,  puso los “papeles” de Penón a disposición de Ian Gibson que acertadamente realizó la edición en 1990 del libro, Agustín Penón. Diario de una búsqueda lorquiana (1955-56)


El investigador norteamericano efectuó multitud de entrevistas, siendo las realizadas a las personas más próximas al círculo familiar de Lorca las que mostraron su convencimiento de que estuvo recluido unos cuantos días en el Gobierno Civil, excepto el testimonio de José Rosales, al que ya me referí,  que si bien no formaba parte del entorno familiar del poeta, sí se manifestó en esta ocasión de manera coincidente a éste.

Fue el caso de Clotilde García Picossi y Carmen García González,  primas de Lorca, las cuales le expresaron, que sin lugar a dudas, Federico estuvo detenido varios días en el Gobierno Civil. Clotilde le aseguró que lo habían matado el veinte de agosto. Una hermana de Angelina Cordobilla, a la que nos hemos referido en varias ocasiones, le contó a Penón que su hermana le llevó tres días seguidos comida y otros enseres a Federico, el 17, 18 y 19 de agosto, fecha esta última en la que ya no se encontraba en el Gobierno. Angelina le corroboró posteriormente este dato confirmándole que vio al poeta dos mañanas seguidas. Aunque en un principio aseguró que fueron dos las veces que visitó el lugar, posteriormente achacándolo a un fallo de la memoria, le aseguró que fueron tres. Es decir, según estos últimos testimonios a Lorca se lo habrían llevado en las primeras horas del 19 de agosto de 1936.

Aparte de otras cuestiones que veremos más adelante, en contra de esta posibilidad encontramos lo declarado por Francisco Valdés Escobar, hijo de José Valdés Guzmán gobernador civil de Granada en esas fechas, quien le dijo a Eduardo Molina Fajardo,  para su libro, Los últimos días de García Lorca,  que era incierto lo contado por Angelina pues  existían unos guardias de forma permanente que no dejaban pasar a nadie. A su misma madre le costaba entrar en el Gobierno Civil.

Llegados a este punto conviene detenerse en la versión de los hechos que el hijo del gobernador le expresó al periodista granadino. Según él, Queipo de Llano dio la orden de que se trasladase a García Lorca al Gobierno Civil para poder garantizar su seguridad debido principalmente a que en casa de los Rosales los hombres estaban casi siempre fuera. Su padre se habría prestado, lógicamente, a este mandato de Queipo no considerándolo, por tanto, responsable de la suerte que corrió el poeta. Aclara que ese día, 16 de agosto, Valdés permanece casi todo el día fuera del Gobierno Civil, y que todo lo ocurrido fue  durante su ausencia en él y que cuando hace acto de presencia los hechos ya se habían consumado. Es decir, mientras ejerce de gobernador  el teniente coronel retirado de la Guardia Civil, Velasco Simarro.

Obviamente, esta versión de los hechos contrasta seriamente con lo que en su momento expresaron los miembros de la familia Rosales y Ruiz Alonso.  Este último manifestó en distintas declaraciones que al llegar al Gobierno Civil en la mañana del 17 de agosto, Valdés le comunicó que se habían llevado a Lorca por la noche.

Gibson, en Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, baraja como fecha posible de su asesinato el 18 de agosto. Se basa en la entrevista que le realizó a Agustina Cordobilla algunos años después de la efectuada por Penón.  Además, ofrece el dato de que la familia de Dióscoro Galindo, el maestro de Pulianas asesinado junto a Lorca, informó en su momento  que su familiar había muerto el 18 de agosto. El hispanista llega a la conclusión de que Angelina pudo equivocar las fechas de sus visitas a Federico, habiendo realizado sólo dos y no tres.

Esta versión se ve reforzada por el hecho de que se sabe que Galindo y el poeta salieron juntos del Gobierno Civil, existen diversos testimonios, y que fueron asesinados junto a Galadí y Azcollar.

Ian Gibson, en el libro suyo antes citado, destaca que Valdés lleno de dudas sobre la conveniencia de la ejecución de García Lorca ante los efectos negativos que pudiera tener, decide consultarlo con Queipo de Llano, máxima autoridad militar de Andalucía,  quien según algunos testimonios, le habría respondido que había que darle “café, mucho café”,  expresión que podría significar su deseo de que fuera fusilado, no descartándose otras interpretaciones. Independientemente de la implicación o no de Queipo en el crimen, el hispanista considera que Valdés podría haber conseguido sin apenas dificultad evitar el trágico suceso. Las razones que le habrían llevado a deshacerse de Lorca serían sus ideas políticas, el contenido de algunas de sus obras, sus ataques a la clase media católica granadina.... y por último, su intención de aterrorizar a la población matando a alguien tan significativo, dejando a las claras que podían matar a cualquiera que se les pusiera por delante.

 Gibson, nacido en Dublín en 1939 y con la nacionalidad española desde 1984 es considerado por muchos el biógrafo oficial de Lorca al que dedicó largos años de investigación. Fruto de este trabajo son sus obras; La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca. (Paris, 1971), Federico García Lorca. I. De Fuente Vaqueros a Nueva York, (Barcelona, 1985), Federico García Lorca. II.  De nueva York a Fuente Grande (Barcelona, 1987), Guía de la Granada de Federico García Lorca (Barcelona, 1989), Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, (1988), El hombre que detuvo a García Lorca, (Madrid, 2007), Lorca y el mundo gay, El asesinato de  García Lorca, y La fosa de Lorca: Crónica de un despropósito, entre otros.

El investigador Gabriel Pozo, autor del libro, Lorca, el último paseo, también ve posible  que el asesinato se cometiera el 18 de agosto pero establece una pequeña variante.  Explicó  en una entrevista concedida para el  Canal TG7 CULTURA, que considera probable que a Lorca lo sacaran del Gobierno Civil el 17 de agosto, que durmiera esa noche en La Colonia y lo asesinaran al día siguiente.

Desde mi punto de vista, el hecho de que García Lorca pudiera permanecer detenido en el Gobierno Civil hasta primeras horas del 18 de agosto, sólo se podría entender si tomamos en consideración la necesidad que Valdés tendría de consultarle a Queipo qué hacer con él. Esta opción además, tendría cierto sentido si tenemos en cuenta que las comunicaciones telefónicas entre Sevilla, lugar donde tenía instalado su cuartel general Queipo de Llano, y Granada fueron cortadas por los republicanos los días 16 y 17 de agosto, siendo restablecidas el 18. Sólo existe un problema.  Que no sabemos a qué hora se reanudaron las comunicaciones telefónicas. Según distintas informaciones, la hora del asesinato de García Lorca se sitúa entre las 3 y las 5 de la madrugada, aproximadamente. Por tanto, el restablecimiento de las líneas que permitiera la comunicación entre Valdés y Queipo, debería haberse producido entre las 0 horas y las 5 de la mañana. De no ser así, esta hipótesis se podría considerar muy cuestionable.

Hay que reconocer no obstante, que nos faltan datos para poder dar por buena esta posibilidad. También hay que subrayar que no existe ninguna prueba de la participación de Queipo de Llano en el crimen.

Sin embargo, hay otras investigaciones que nos llevan a la posibilidad de que el poeta fuera asesinado en las primeras horas del 17 de agosto.  Son dos los trabajos, sin desmerecer otros, que a mi entender ahondan mejor en esta opción;  Los últimos días de García Lorca, de Eduardo Molina Fajardo y Las trece últimas horas en la vida de García Lorca.

Molina Fajardo (Granada 1914-1979) dirigió diversos  medios de comunicación, Yugo, Odiel, Patria. Además, militó en Falange lo cual le permitió acceder a diversos testigos que se encontraban en aquellas fechas en el sector de Viznar. Investigó durante largos años el asesinato de Lorca entrevistando a más de medio centenar de personas.

Resulta especialmente relevante la entrevista que le hizo a José María Nestares, jefe del sector de Viznar, donde éste le dio muchos detalles de la llegada del poeta aquella noche a La Colonia, que él sitúa entre las 23,30 y las 0 horas. Otros testimonios que recogió el periodista granadino fueron coincidentes con los de Nestares, lo que da como resultado la más que segura presencia de éste en Viznar cuando ocurrieron los hechos.



Hay un dato que resulta prácticamente definitivo a la hora de situar el fusilamiento de García Lorca aquella noche del 17 de agosto.  Molina tuvo acceso al expediente personal de Nestares y pudo comprobar que durante los días 18 y 19 de agosto fue sustituido como jefe del sector por el teniente retirado de la legión,  Jerónimo Morillas Arenas, por orden del gobernador militar de Granada. Éste restableció en su puesto a Nestares el 20 de agosto, lo cual demuestra que se encontraba en el lugar el 17 de agosto, fecha más que probable del asesinato del poeta. Por lo tanto, quedarían descartadas las fechas de los días posteriores.

Esto nos plantea un interrogante, ¿Se equivocó la familia de Dióscoro Galindo al señalar la fecha en que éste fue asesinado?  Al cabo de los años, ¿Equivocó  Angelina Cordobilla estas visitas con las que realizó durante casi un mes a la cárcel donde se encontraba Fernández-Montesinos?

Miguel Caballero accedió para el trabajo antes señalado al mismo expediente que manejó en su momento Molina Fajardo, encontrándose que la hoja referida a 1936 había desaparecido, sin que por ello ponga en duda la verosimilitud de la  investigación realizada por el periodista.

Miguel Caballero Pérez, nacido el 25 de abril de 1959 en Sierra de Yeguas (Málaga), investigador histórico perteneciente al instituto de Estudios del Sur de Madrid Jiménez de Gregorio, ha dado un giro espectacular a las investigaciones sobre el asesinato de García Lorca a través de, La verdad del asesinato de García Lorca. Historia de una familia, escrito junto a María Pilar Góngora Ayala,  y el ya citado, Las trece últimas horas en la vida de García Lorca. Además, ha publicado, Federico García Lorca, vocal de la Junta Nacional de Música y Teatros Líricos (1932-1934): García Lorca en África. Crónica de un viaje al protectorado español de Marruecos.

En el trabajo de investigación que realizó junto a María Pilar Góngora Ayala, llegaron a las raíces de las rencillas ocurridas entre Federico García, padre de Lorca, y la familia Roldán. Al carecer Lorca de adscripción política, descartándose las motivaciones políticas en el crimen,  se buscó en los antecedentes y problemas familiares, en los asuntos económicos y de política local las causas que pudieron originar su asesinato.

Ya me he referido con anterioridad a los conflictos, origen de las diferencias, que se derivaron de la construcción de una fábrica de azúcar en la Vega granadina. El padre de Lorca logró paralizar a través de una denuncia la actividad de esta fábrica, de la que era accionista la familia Roldán, y provocando que la remolacha azucarera  fuera a pasar a la industria de la que él era accionista, con el consiguiente perjuicio económico que este hecho produciría en los Roldán.

Posteriormente, habrían de surgir nuevas divergencias en relación con la política en el ayuntamiento de Granada. El padre de Lorca había conseguido la elección como concejal por el Partido Liberal de Maura. El patriarca de Los Roldán, Alejandro Roldán Benavides, pretendió la consecución del mismo objetivo y con esa finalidad se presentó a las elecciones de 1918 por el Partido Conservador. El motivo de fricción fue la anulación de las elecciones por parte de una Junta, de la que formaban parte de forma mayoritaria  miembros del partido del padre de Lorca, por posibles irregularidades cometidas por  Trescastro, el propio Roldán y algunos de sus seguidores que habrían irrumpido en un colegio electoral y, empleándose con cierta violencia,  habrían llenado una urna de votos favorables a su partido.

En Las trece últimas horas en la vida de García Lorca, Caballero expresa su convencimiento de que tanto la familia Roldán como Los Alba,  estaban al corriente del contenido del drama rural, La casa de Bernalda Alba, donde  salían mal parados como consecuencia de algunas partes que Lorca se había inventado, pues pocos días después de la llegada del poeta a Granada se desarrolló un acto donde se le dio lectura   en el Carmen de Fernando Vilches Jiménez

Miguel Caballero, sitúa la detención de Lorca, 16 de agosto, a las 13.30 horas, su salida del Gobierno Civil, antes de que llegara Valdés a su despacho, éste llegó sobre las 21.45 h. y la llegada al puesto de Viznar se habría producido entre las 23.30 y las 0 horas;  recordemos que este último dato se lo había facilitado el capitán Nestares a Molina Fajardo, siendo asesinado esa misma madrugada. Es decir, en las primeras horas del 17 de agosto.

Caballero defiende la tesis de que la familia Roldán aparece cerca de varios episodios relacionados con el crimen y piensa que el poeta ya era “esperado” por esta familia cuando regresa a Granada.

Sí  logra muy eficazmente,  a través de sus investigaciones, establecer los distintos vínculos que existían entre algunos elementos que participaron de una manera u otra en el destino de Lorca, con la familia Roldán; El gobernador civil, José Valdés Guzmán, compañero de armas de un miembro de la familia, con quien al parecer  tiene buenas relaciones, es vecino de una hermana de Horacio Roldán. Con éste, perteneciente en su momento a Acción Popular que dirige Gil Robles, se ha visto en la Vega granadina  el 7 de agosto, dos días antes del registro en La Huerta de San Vicente en la que han participado Horacio y un hermano suyo. No podemos saber si hablaron de ese tema o si se trató de una simple coincidencia. Juan Luis Trescastro, destacado miembro de Acción Popular y compañero años atrás de Alejandro Roldán en el Partido conservador, es además viejo amigo de la familia. Sabemos que acompañó a Ramón  Ruiz Alonso en la detención de García Lorca. Éste, perteneciente también a Acción Popular, partido que forma parte de la CEDA, trabajó  en el periódico Ideal, de la Editorial Católica, de la que era accionista Alejandro Roldán Benavides. Velasco Simarro, que actúa el 16 de agosto como gobernador civil en ausencia de Valdés, tiene  buenas relaciones con la familia a la que ha hecho algunos favores importantes .

Aunque Miguel Caballero cree que es Velasco Simarro el que ordena que el poeta sea conducido a Viznar  aprovechando que Valdés no está,  la cuestión plantea ciertas dudas sobre el papel desempeñado por éste en el asunto. Ruiz Alonso dijo en su momento que fue él  el que le ordenó la detención de Lorca. Además, Nestares declaró a Molina Fajardo que al ver en el puesto de Viznar la orden de Valdés sobre el destino de Lorca, la rasgó porque le parecía una canallada.

En cualquier caso, parece más que probable que Valdés y Simarro estuvieran de acuerdo en este asunto. De otra forma no se explica, que ante el hecho de que presumiblemente Simarro hubiera cometido un acto de indisciplina, decidir la suerte de Lorca sin consultarlo con él, Valdés no tomara con posterioridad algún tipo de medida disciplinaria o abriera alguna investigación al respecto.

Tampoco se puede establecer con seguridad la participación de algún miembro de la familia Roldán en el crimen de Federico García Lorca. Están muy bien desarrollado los móviles que les pudiera haber llevado a actuar de forma vengativa contra Federico García, asesinando al miembro más destacado y popular de su familia, pero que sepamos, no existen pruebas de que realmente lo llevaran a cabo.

(Continuara)

Antonio Alfonso Hernández, 28 de marzo de 2015

OBRAS CONSULTADAS
VIDA, PASIÓN Y MUERTE DE FEDERICO GARCÍA LORCA. Cap.12. Ian Gibson. 1998. Plaza  & Janés. Editores, S.A. 2003, para esta edición. Ediciones Folio, S.A. Edita ABC, S.L.

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE GARCÍA LORCA. El libro-documental fundamental sobre el caso Lorca. Eduardo Molina Fajardo, 2011. Editorial Almuzara, S.L.

LAS TRECE ÚLTIMAS HORAS EN LA VIDA DE  GARCÍA LORCA. Miguel Caballero Pérez. La esfera de los libros, S.L, 2011

AGUSTÍN PENÓN.  Diario de una búsqueda lorquiana (1955-56)  Edición a cargo de Ian Gibson, Plaza & Janés, 1990.

ENTREVISTA A GABRIEL POZO. Canal  TG7 Cultura.








jueves, 26 de marzo de 2015

Badajoz o la historia de nunca acabar: H. Alonso y Puigdengolas

Artículo por Francisco Espinosa Maestre

Constituye un lugar común que de todo libro es posible sacar alguna enseñanza o provecho, incluso de los malos. Pues bien, con el libro de Héctor Alonso García El coronel Puigdengolas y la batalla de Badajoz (Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2014), estamos ante uno de estos casos. Por diversos motivos creo conveniente hacer algunos comentarios sobre él antes de olvidarlo, comentarios que en modo alguno quieren ser una reseña.

La terminología denota la ideología del autor, que, en este caso, por más que se disimule a veces, se percibe claramente. En numerosos ocasiones H. Alonso escribe de lo que ignora. No ya porque dé por muerta durante los sucesos de Casas Viejas a “La Libertaria”, cosa totalmente incierta, sino porque incluso recoge la vieja leyenda de “¡Tiros a la barriga!” de Manuel Azaña, al que también se culpa de haber tratado en el 36 a Puigdengolas como “cabeza de turco”, tal como según cree ya hizo en el 1933 con Rojas. Habrá que ver de dónde ha cogido lo de los “tiros a la barriga”, porque este es otro misterio del libro: de numerosas afirmaciones no se dice la procedencia. Supongo que a veces es porque las toma directamente de Arrarás o de cualquier otra fuente de parte. Por otro lado, un libro en que se alude a la “Benemérita” y a los “nacionales” ya de entrada choca.

Pero la ignorancia de H. Alonso no solo abarca la República sino también el golpe militar y la represión que le acompañó. No le basta con decir que el alcalde de Badajoz, Sinforiano Madroñero, era socialista, sino que fue un “socialista radical”. ¿De dónde lo saca? Sin embargo, el guardia civil Carracedo, un fascista manifiesto, no era un golpista radical. Quizás H. Alonso piensa que por eso Madroñero fue asesinado a los pocos días de la ocupación de la ciudad y el otro sobrevivió hasta hace poco. Una afirmación como la de que desde febrero la oficialidad del regimiento de Infantería de Badajoz “había sido profundamente depurada, consiguiendo dividirla y enemistarla”, parece escrita por Ricardo de la Cierva o simplemente por una persona que lamenta el fracaso del golpe en Badajoz. Y el general Matallana, ¿qué pinta ahí? ¿Su marcha a Madrid con el general Castelló Pantoja descabeza la sublevación en Badajoz? En el enorme sumario que se abrió al regimiento no hay la más mínima alusión a dicho general y sí a quienes realmente estaban intentando preparar la guarnición para el golpe, caso de García Pumariño. Sería interesante conocer la fuente que le permite afirmar tal cosa.

Por su parte el comandante Vega Cornejo, “cuyo carácter cobarde e indeciso le había impedido apoyar la sublevación”, recibe el mismo trato que la historiografía franquista y neofranquista le han dado siempre. Si hubiera colaborado con el golpe no dirían eso de él. Y es que H. Alonso se cree todo lo que pone en ciertos documentos, sobre todo si estos son de los golpistas vencedores. Es de temer la lectura que hace de ese cúmulo de calumnias llamado Causa General. ¿Y qué decir de los informes de la Policía Municipal tras el golpe? Y sobre las víctimas habidas en Badajoz uno de los que cita es Moa, un conocido experto en la materia como todos sabemos. Se permite decir que fue en algunos pueblos donde se produjeron los primeros actos represivos, olvidando que la violencia y el terror fueron consustanciales al golpe del 18 de julio. De hecho salva a la Guardia Civil, avanzadilla del golpe en buena parte del país. Para ello uno de los ejemplos que cita es Azuaga. No resulta a estas alturas muy complicado saber que fue el guardia civil fascista Miranda Vega el que en fecha tan temprana como el domingo 19 de julio, con motivo de una manifestación pacífica, ordenó disparar sobre la gente causando la muerte de 17 vecinos (cayó también un guardia civil). La primera víctima de derechas se produjo el 31 de dicho mes.

Para H. Alonso los milicianos que para la defensa de la ciudad se instalaron en la torre de la catedral “estuvieron importunando” y causaron algunas bajas a los legionarios. Ahora resulta que los defensores de la ciudad, en este caso civiles, “importunaban” a los atacantes, las fuerzas de choque de los sublevados. Y por si fuera poco, se nos dice que los oficiales de dichas fuerzas frenaban la insaciable violencia de la tropa legionaria. ¡Gran novedad esta! Va a ser como la de que Franco acabó con la represión en cuanto supo de ella… El colmo ya es que justifique la represión efectuada por las columnas en su ignorancia de lo ocurrido en los diferentes lugares, “sobrepasando sin duda las instrucciones que habían recibido”. Esto lo podría haber escrito hace décadas Martínez Bande.

¿Y qué hemos de pensar cuando se califica a un individuo como el guardia civil Gómez Cantos de “personaje polémico y de un gran carácter [que] demostró su gran valor y decisión al sublevarse y hacer frente a los milicianos, a los que causó bastantes bajas”?  Añade además que el temible Gómez Cantos “sufrió persecuciones…”. Olvida que nadie quería tener un sujeto semejante, un sádico violento, en su pueblo, porque allá donde iba creaba problemas de todo tipo. Evidentemente era el hombre ideal para un golpe brutal y sangriento como el de julio del 36 (para desgracia de Villanueva de la Serena). Era de los elementos que hacía ya mucho tiempo que debían haber estado fuera de la Guardia Civil. No obstante, no es el único. De otro ex militar fascista y propietario, Luis Alarcón de la Lastra, se nos habla de su “brillante participación en la guerra”. Un individuo que desde Sevilla fue bombardeando los pueblos de la ruta hacia Madrid y a H. Alonso solo se le ocurre comentar la brillantez de su participación. Hacía tiempo que no veíamos tanto despropósito junto. Creíamos ingenuamente superadas ciertas cuestiones.

Las citas merecerían un capítulo aparte: no ya solo por las menciones de Arrarás. También vemos, y no pocas veces, entre otros, al Tebib Arrumi (seudónimo de Ruiz Albéniz), Martínez Bande, Sánchez del Arco, Luis Suárez, H. Thomas, Ortiz de Villajos, Moa, Leopoldo Nunes (un periodista portugués mentiroso compulsivo), Calleja (el “biógrafo” de Yagüe), Martín Rubio… Por citar cita, tomándolo de otro libro, incluso al fascista Agustín Carande, un alto cargo de la Falange pacense, diciendo que la represión no fue tanta. Además, respecto a la documentación, no existe una manera coherente de citar: unas veces se hace de un modo y otras de forma diferente. Otras citas (Vila, Reig Tapia, Chaves o yo mismo) merecerían otro análisis.

H. Alonso muestra gran habilidad en tergiversar lo que hemos escrito los demás. Sería tedioso y absurdo enumerar una por una estas tergiversaciones. Comentaré  solamente una para que se vea el estilo. Dice que el comunicado de Yagüe a Franco en el que se leía: “No tengo nada ocupado de la muralla. Al sur…” fue enviado a las 11.45 y no, como yo digo, a las 10.45 del día 14 de agosto. Esto le permite decir en nota a pie de página “Espinosa confundió la hora…”. Pues no, no la confundí. En el documento original se lee claramente que fue enviado a las 10 h. 45 minutos del 14-8-36. Mi duda es: ¿realmente ha visto el documento? Lo cita mal: “AHMA, DN, Leg. 344”. La verdadera cita es “AHMA, DN, Leg. 344, carpeta 5, documento 63”. Es solo un ejemplo.

¿De dónde saca los datos? En Villafranca no fueron detenidas 80 personas, sino más de cien. Tampoco el convento de las monjas se convirtió en hospital de sangre. Según parece, no ha investigado este pueblo pero sabe mucho de él. Por cierto se le ha olvidado que, antes de marcharse, el capitán Meléndez llevó a cabo una pantomima de consejo de guerra por la que fueron asesinadas 56 personas, número equivalente a los encerrados en la sacristía. En Villafranca no fue asesinado ningún derechista. ¿No le parece esto algo digno de reseñar a H. Alonso? Sobre Villafranca le aconsejo mi libro Masacre (Aconcagua, Sevilla, 2011). Así podríamos seguir con otros pueblos de los que el autor, sin saber nada, se permite, opinar: Mérida, La Nava, Lobón (donde diga lo que diga no fue asesinado nadie de derechas)...

Las notas de Puigdengolas plantean numerosas dudas. Todo va orientado a justificar su huida. Podemos entender que huyera, pero no por eso hay que tomar al pie de la letra todo lo que escribió. Estamos ante la versión de Puigdengolas. Cayó el Comité de Defensa de la ciudad (Almarza, De Miguel, Trejo, Terrón de la Cámara, Sempere, Madroñero, Fatuarte y Flecha) y los máximos responsables militares (Cantero, Vega y Pastor). H. Alonso olvida esto, lanza basura sobre algunos, y más bien parece “el defensor del coronel”. Otras veces el autor raya en la ingenuidad, como eso de creer que los “fusilamientos” lo realizaba “personal civil militarizado”. Para él, que en el caso del alcalde Madroñero la tarea la llevasen a cabo militares, constituye una excepción. H. Alonso debe saber que en la represión, en los asesinatos, intervinieron militares, guardias civiles, legionarios y regulares, soldados, policía municipal y personal paramilitar, es decir, todos. Hasta curas.

Finalmente, en dos ocasiones, H. Alonso alude a que yo dispuse de una copia de los “manuscritos” de Puigdengolas, que me llegaron por un amigo de la familia. Se extraña de que no hiciese gestión alguna para contactar con la familia. Esto es lo que se llama “descubrir el Mediterráneo”. Llama la atención que el autor ignore que en 2012 y en la misma editorial valenciana, dentro de mi libro  Guerra y represión en el sur de España  (Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2012, pp. 177-193), se publicó un artículo titulado “Badajoz, 1936. Crónica del general Puigdengolas. Comentarios”.  Yo tuve acceso a las notas de Puigdengolas tres meses después de la publicación de La columna de la muerte (Crítica, Barcelona, 2003) por medio de Rafael Suay Artal, compañero de trabajo de un nieto del coronel, que me entregó una copia con permiso de la familia. El nieto y Suay también me hicieron llegar copia del nombramiento del coronel por el ministro de guerra como comandante militar de todas las fuerzas leales de la República en la provincia de Badajoz. Para cuando me llegó dicho documento ya habían salido tres ediciones de La columna de la muerte. En las siguientes ediciones también resultó muy difícil integrarlo, de forma que lo reserve para otra ocasión. Como el objetivo de mi trabajo no era Puigdengolas no tuve nunca ningún interés en hablar con la familia, que bastante había hecho proporcionándome las notas que el militar dejó sobre el desastre de Badajoz. Todo esto fue contado con detalle en el libro antes aludido de la PUV, cosa que el autor, pese a estar hablando de la misma editorial, parece ignorar. Por otra parte, como bien sabrá H. Alonso García, los escritos de Puigdengolas, no son inéditos desde que en 2006 alguien los hizo públicos en Internet. Quizás todo eso explique que en esta ocasión, sorprendentemente, las notas de Puigdendolas no se incluyan en documento aparte. Si ya pasaron por Internet hace unos diez años y yo las publiqué en 2012, ¿para qué repetirlas ahora?


Vuelvo al principio y matizo más. Cualquier libro puede aportarnos algo por uno u otro motivo, pero en este caso no solo no avanzamos sino que volvemos atrás, a cuestiones que creíamos ya superadas. Desde luego hay cosas mucho más interesantes que leer.

ENIGMAS EN EL ASESINATO DE GARCÍA LORCA. (2)

Artículo por Antonio Alfonso Hernández

La casa de la familia Rosales es un edificio de tres plantas  con un inmenso patio de estilo andaluz rodeado de muchas habitaciones.  En la última planta, se decide  alojar a Lorca. En ella vive “la tía Luisa”, Luisa Camacho, hermana de la madre de los Rosales, Esperanza.

Es importante que tengamos en cuenta bajo qué circunstancias aceptan alojarlo allí.  Luis Rosales le comentó al investigador Agustín Penón, a mitad de los años cincuenta, que en ningún momento la familia de Lorca pensó que la vida de éste corriera peligro.  Tampoco Rosales vislumbró esa posibilidad. Se trataba de darle cobijo para evitarle las molestias de los registros. Por esa razón se acordó acogerlo en la inmensa casa.  No obstante, como ya expliqué en el capítulo anterior, Luis se ofreció para pasarlo a zona republicana,  pero Federico no estuvo de acuerdo.

Se siente a gusto desde el principio, rodeado de las atenciones de las mujeres de la casa; Esperanza Camacho, su hija, Esperanza, al que el poeta llama, “mi divina carcelera”, tía Luisa y Basilisa, la criada. Los varones, por sus muchas ocupaciones lo ven menos, excepto Luis, quien habla con él con cierta frecuencia y Gerardo, el pequeño.

El día 15, se produce un nuevo registro en la Huerta de San Vicente. Esta vez vienen a detenerlo. Encabeza el grupo  Francisco Estévez. Lo revuelven todo buscando tal vez algo que pueda  comprometer al poeta. Parece ser que amenazan con llevarse al padre si no  les dicen dónde se encuentra.

Durante mucho tiempo ha existido la creencia de que, probablemente fuera su hermana Concha, quien  ante la posibilidad de que prendieran al padre habría confesado aterrorizada el lugar donde estaba su hermano.  Sin embargo, en los últimos años han aparecido otros trabajos donde se apunta a otras posibilidades, que veremos después,  creando ciertas dudas de si realmente fue ella la que habría cedido ante las amenazas que sufrieron.
Luis Rosales, en el escrito exculpatorio que envió a las distintas autoridades, se habla que mandó siete, donde tenía que defenderse de la acusación de haber protegido al poeta, comentó que en el último registro efectuado en La Huerta de San Vicente, el del día 15 de agosto, siguiendo su mandato, la familia notificó que estaba en su casa.

También que Federico estuvo  en calidad de invitado, no oculto, como lo demuestra el hecho de que lo hubieran visto muchas personas, nombrando a algunas de las mismas. Igualmente, trató de aclarar que en el tiempo en que estuvo alojado no  fue requerido  en ningún momento por parte de las autoridades, y que ahora, al existir ese requerimiento,  se cumplían las órdenes dadas por él a la familia en el sentido de que fuera puesto a disposición de la justicia en el primer requerimiento que se produjera. Además, puntualiza que en los días transcurridos mientras permanece en la vivienda no ha habido ninguna actuación contra él y que tan pronto como ésta se ha producido, ha obrado dándole cumplimiento de inmediato.

Como podemos ver, es justo lo contrario de lo que le dijo a la familia García Lorca. Que bajo ningún concepto dijeran dónde estaba. Hay que entender que Luís Rosales trataba de salvar el pellejo. Sabía perfectamente cómo se las gastaban.  Es humanamente comprensible que en aquellas circunstancias, decidiera cambiar la historia para intentar salvarse.  No podemos tener ninguna clase de dudas, a nivel humano, del comportamiento ejemplar de aquella familia, que asumieron en aquellos momentos  un riesgo importante al proteger a Lorca. En general, podríamos calificarlo de intachable aunque algunos de sus miembros pudieran no estar de acuerdo con la decisión tomada.
Aunque en esta ocasión no nombró  a nadie concreto en relación con la presunta delación, en cambio, casi veinte años después, Luis, le contaría a  Penón, investigador norteamericano de origen hispano que investigó durante 1955-56 el caso de Lorca, que probablemente fuera su hermana Concha la que les dijo que Federico estaba pasando unos días en la casa de los Rosales, remarcando que estaba invitado por esta familia.

No obstante, la aparición de trabajos relativamente recientes nos ofrecen otras posibilidades.
Es el caso de El silencio de los Rosales. Última huella de Federico García Lorca, 2002. El autor, Gerardo Rosales, hijo del  más pequeño de los varones, Gerardo, narró de manera novelada los detalles que le ofrecieron sobre las últimas semanas de Lorca, tanto su padre como su tío Luis. Según la información aparecida en el libro,  fue Antonio, su tío y también falangista, el que fue “interrogado” por  Rojas, (supongo que se refiere al militar que encabezó uno de los registros a La Huerta) , viéndose obligado a desvelarle el paradero del poeta.  Antonio, le comentó a su padre que Rojas  ya lo sabía y sólo buscaba que él se lo confirmara.

En el libro, Lorca, el último paseo, de Gabriel Pozo, 2009, se da a conocer el contenido de una carta manuscrita que le envió la actriz Enma Penella, hija de Ruiz Alonso, al autor del libro,  donde explica la confesión que le hizo su padre sobre estos hechos antes de morir. La actriz puso la condición de que no se publicara hasta que ella falleciera. Cosa que ocurrió en agosto de 2007.
Alonso le habría dicho a su hija  que fue el mayor de los Rosales (Miguel), el que le dijo en un desfile falangista, que Lorca estaba en su casa y que no estaba de acuerdo con  que estuviera invitado y quería que se fuera. El padre de la actriz informó a sus jefes de la CEDA y prepararon la denuncia contra Lorca.

También dijo en el escrito, que Queipo estaba al corriente del asunto de Lorca. Llamó al Gobierno Civil, ya lo habían llamado antes a él desde allí para consultarle, y ordenó que le dieran un gran susto a Lorca para que confesara lo que sabía sobre Fernando de los Ríos y, además, firmara una denuncia contra él. Según esta versión, De los Ríos sería realmente el objetivo que buscaban.
Ruiz Alonso le habría contado a su hija, además,  que el hijo mayor de los Rosales le entregó a Lorca sin esposar y así fue llevado.
Estos datos vendrían  a refrendar la sospecha que siempre existió, de que Ruiz Alonso estaba detrás de la denuncia.

 Seguimos con el relato de los hechos. La madrugada del  16 de agosto, domingo, es asesinado Manuel Fernández Montesinos, cuñado de Lorca. Es de suponer que éste  se entera de la notica  a través de su familia, y a partir de ese momento  es previsible que comenzara a temer seriamente por su vida. Se da la circunstancia, según lo que  declaró  Esperanza Rosales a Agustín Penón  en 1956, que precisamente ese día habían hablado de la posibilidad de trasladarlo a otro lugar más seguro.
A primera hora de la tarde,  15.30 a 4 de la tarde, aproximadamente, de aquel fatídico día, 16 de agosto, un coche, marca Oukland, para en las inmediaciones del domicilio de los Rosales. En el citado vehículo viajan, Ruiz Alonso, Juan Luis Trescastro Medina, abogado, también de la CEDA y emparentado familiarmente con el padre de Lorca y al menos una persona más. Existe cierta controversia  aún sobre el nombre de esta tercera persona, por lo que omitiré los nombres que se barajan. En cualquier caso la participación de este individuo y la de Trescastro se limitó a la de meros acompañantes. Es decir, no intervinieron en la detención y posterior entrega del poeta, algo que recayó únicamente en Ruiz Alonso, como el mismo reconoció en diferentes ocasiones.
Esté  se apea del coche y se dirige solo a la casa de la familia Rosales para proceder a la detención del poeta granadino. Es fácil imaginarse los momentos de tensión  que debió vivir éste, cuando avisado por Esperanza Rosales, “mi divina carcelera”, se entera del motivo de aquella inesperada visita. Según parece, al tratarse de una persona con escasa presencia de ánimo, muy posiblemente afrontara con evidentes signos de nerviosismo y angustia aquellos dramáticos minutos.
Parece confirmado que el despliegue que organizan  en los accesos a Angulo, 1, es enorme, con innumerables policías y guardias civiles apostados en la calle y hombres armados en los tejados,  lo cual demuestra claramente que la detención de Federico García Lorca debió  ser un asunto de especial trascendencia para sus perseguidores.
Los miembros varones de la familia se encuentran todos fuera del hogar. Luis Rosales, en la zona de Motril, de la que es jefe de sector. Su hermano, José, “Pepiniqui”, se ha desplazado para intentar salvar la vida de una persona llevando consigo el preceptivo indulto.  Miguel, jefe de una escuadra falangista, está en el Cuartel de Falange, y parece ser que el pequeño, Gerardo, se encuentra en esos momentos en el cine. Por tanto, las mujeres de la casa deben afrontar solas aquella dificilísima situación.

La madre,  intenta comunicar con su marido o alguno de sus hijos, logrando  finalmente contactar por teléfono con Miguel, el mayor.  Se llega al acuerdo de que Ruiz Alonso se persone en el Cuartel, cosa que hace, para explicarle a Miguel los detalles de la detención. Éste, queda conforme, qué remedio, y juntos se dirigen a  casa de los Rosales.
Sin embargo, el ex diputado  que concedió escasas entrevistas para relatar su experiencia en aquellos días, siempre mantuvo  que primero se dirigió al Cuartel de Falange para informar a Miguel Rosales sobre la orden de detención que le habían dado. Es decir, según él,  no estuvo previamente en el domicilio de la familia. La razón que esgrimió fue que yendo en dirección a Angulo, 1,  se encontró en la puerta de la Comisaria de Policía con Julio Romero Funes, policía y persona próxima al Gobernador Civil, José Valdés. Al enterarse de hacia dónde se dirigía, le informó que allí vivía la familia Rosales, extremo que al parecer desconocía Alonso. Por esa razón consideró mejor informar antes a Miguel.

Cabe preguntarse cómo es posible que una persona como él, bien relacionada, que llevaba varios años en Granada, pudiera desconocer el domicilio de una familia tan popular en la ciudad. ¿Cómo es posible que ninguno de sus acompañantes, ni el gobernador civil, que según él, le dio la orden, le advirtieran de la situación?

Siempre nos quedará la duda. En la entrevista que le hizo Molina Fajardo se quejó de que los Rosales sabían que se puso en contacto con Miguel antes de proceder a la detención.
Al periodista granadino también le contó, que fue Queipo de Llano el que llamó a Valdés para notificarle el lugar en que se encontraba García Lorca, pero al parecer, desconociendo que fuera la casa de los falangistas Rosales. Que  Valdés fue el que le dio la orden para conducirlo al Gobierno Civil.  Desmintió que hubiera gran movilización de fuerzas cuando detuvieron a Lorca  y aclaró que aunque éste fue conducido al Gobierno Civil en el vehículo de Trescastro, éste no les acompañó.
En el trayecto hacia la casa, Miguel le preguntó a Ruiz Alonso por los motivos de la detención. Le respondió entre otras cosas, que el poeta hacía más daño con sus escritos que algunos con las pistolas.
Al llegar, según lo que Rosales le comentó a Penón, se encuentran a  Federico tomando café en el patio , en compañía de algunos miembros de su familia, no recuerda quienes, protegidos  bajo un inmenso toldo que cubría toda la estancia y que la familia instalaba todos los veranos. Nada más llegar, el poeta se da cuenta de la situación al ver el semblante de Miguel. Le dijo que se tenía que venir con él al Gobierno Civil y trató de tranquilizarlo. Ruiz Alonso le indicó que serían sólo unas preguntas. Subió a cambiarse, estaba medio en pijama,  bajó las escaleras y salió a la calle junto a Ruiz Alonso y Miguel Rosales. Ya fuera, se agarró al brazo de éste mientras se dirigen al coche que les conduciría al Gobierno Civil no parándole de repetir que localizara a su hermano Pepe.
Pepe, “Pepiniqui”, era sin duda, el único de los hermanos que podía a través de su influencia resolver el problema. Esa tarde, como decía antes, intentó salvar la vida de un hombre a través de un indulto que ha conseguido, pero llegar tarde cuando ya la ejecución se ha consumado. Esto es lo que le contó Miguel Rosales a Agustín Penón.

Cuando llegan al Gobierno Civil, algo después de las 6 de la tarde, Rosales tiene la preocupación lógica de que puedan torturar a Lorca. Habla con unos amigos del Gobierno y estos le dan su palabra de que tal hecho no se producirá.  Esa tarde, ejerce de Gobernador Civil, supongo que con todos los poderes, el teniente coronel de la Guardia Civil, retirado, Nicolás Velasco Simarro, debido a que Valdés lleva toda la tarde supervisando unas posiciones en La Alpujarra no llegando hasta a eso de las diez de la noche al Gobierno Civil. Rosales logra hablar con Velasco, el cual le asegura  igualmente que no le harán nada.

Miguel y Federico se dan un fuerte abrazo de despedida, será la última vez que se vean, y según declaró a Penón,  intenta localizar lo más rápidamente posible a  su hermano José. Es consciente que el tiempo corre en su contra y no puede perder ni un segundo.

Es conveniente que haga un alto en el camino para hacer la siguiente puntualización. El relato  de las actuaciones de Miguel Rosales aquella tarde, las hago basándome principalmente en lo que éste le  contó a Penón. Obviamente, si  se tuviera en cuenta el escrito de Enma Penella sobre la confesión que le hizo su padre antes de morir, donde éste implica en la delación del poeta a Miguel, el relato naturalmente sufriría importantes cambios.  No obstante, hay que decir, que esta presunta implicación de uno de los Rosales en los hechos, no está ni mucho menos demostrada ya que no podemos tener la certeza absoluta de que Ruiz Alonso dijera  la verdad a su hija, o que debido a los muchos años transcurridos, no pudiera equivocar algunos datos. Podemos tener la certeza, además, de que este hombre nunca contó toda la verdad en las distintas entrevistas que concedió, e incurrió en diferentes contradicciones. El contenido del escrito que mandó la actriz a Pozo,  se publicó en su momento y me limito simplemente a exponerlo aquí. Después, que cada cual saque sus conclusiones.

Sigamos pues. Miguel Rosales abandona el Gobierno Civil e intenta de manera infructuosa localizar a algunos de sus hermanos, especialmente a “Pepiniqui” Algunas horas después, ya de noche, José, Miguel y  Luis Rosales, acompañados de un falangista amigo de la familia, Cecilio Cirre, van al Gobierno Civil para procurar la liberación de Lorca. Velasco Simarro les dice que Valdés aún no ha llegado, lo cual probablemente sea cierto, y tiene lugar un encontronazo entre Luis Rosales y Ruiz Alonso en una sala bastante grande. Rosales le preguntó gritando por qué se ha presentado en casa de un superior suyo y ha detenido a un amigo, a lo que Alonso le responde:
"Bajo mi única responsabilidad".
Según explicó Rosales, fueron tres las veces que se lo preguntó, tantas como se produjo la misma respuesta. Después, Cirre lo zarandeó y le ordenó que se retirara
Ruiz Alonso, negó a Ian  Gibson haber participado en aquella escena, mientras que Cirre confirmó que la escena ocurrió tal y como se ha descrito.

No consta que ninguno de los Rosales viera en aquella ocasión a Federico García Lorca.
Más tarde, aquella misma noche, suponemos que después de las diez, José Rosales vuelve al Gobierno Civil donde intenta nuevamente conseguir que suelten al poeta.  Con cierta furia llega hasta el despacho de Valdés que se encuentra en compañía de algunos de sus colaboradores. Tienen una discusión muy subida de tono, donde José Valdés le explica que existen  unas acusaciones contra  García Lorca. Le  enseña la denuncia, y después de que José la haya leído le dice:
         "Si no fuera por esta denuncia, yo dejaría que te lo llevaras, pero no puede ser porque mira todo lo que dice".
Antes de irse, Pepiniqui ve a Lorca unos momentos  y le da su palabra que irá pronto a sacarlo de allí.

OBRAS CONSULTADAS

VIDA, PASIÓN Y MUERTE DE FEDERICO GARCÍA LORCA. Ian Gibson. 1998. Plaza & Janés. Editores, S.A. 2003, para esta edición. Ediciones Folio, S.A. Edita ABC, S.L.
LOS ÚLTIMOS DÍAS DE GARCÍA LORCA. El libro-documental fundamental sobre el caso Lorca. Eduardo Molina Fajardo, 2011. Editorial Almuzara, S.L.
EL SILENCIO DE LOS ROSALES. Última huella de Federico García Lorca. Gerardo Rosales. Editorial Planeta, 2002.
LAS TRECE ÚLTIMAS HORAS EN LA VIDA DE GARCÍA LORCA. Miguel Caballero Pérez. La esfera de los libros, S.L, 2011.
LORCA, EL ÚLTIMO PASEO. Gabriel Pozo, 2009. Información aparecida en El País, 10-12-2009, con información sobre el libro citado.









lunes, 23 de marzo de 2015

ENIGMAS EN EL ASESINATO DE GARCÍA LORCA.(1)

Por motivos técnicos he permanecido varios días sin un pc. en condiciones para poder publicar en el blog. Una vez subsanadas todas las dificultades volvemos a la carga.
Como no hay mal que por bien no venga, en esto días Antonio Alfonso nos ha preparado un pequeño trabajo, en tres entregas, sobre la muerte y asesinato del gran poeta Federico García Lorca.
A pesar de los años transcurridos, casi ochenta, aún están por resolverse algunos puntos esenciales del asesinato de nuestro poeta  más importante del siglo XX.  No sabemos a  día de hoy a ciencia cierta, quién o quiénes firmaron la denuncia contra él, aún siendo éste el aspecto que más claro parece, quién o quiénes revelaron el lugar donde se encontraba cuando fue detenido, cuántos días estuvo en el Gobierno  Civil, quién o quiénes fueron los que dieron la orden de su asesinato,  por qué  lo mataron  y por último, dónde se encuentran los restos del poeta.

No pretende este modesto análisis de los últimos días de Lorca  esclarecer los hechos, cosa harto difícil,   pero s, al menos, poner el mayor número de datos  sobre la mesa y que cada cual saque las debidas conclusiones.  A fin de cuentas,  después de todo lo leído sobre este trágico suceso, he llegado a la conclusión de que estamos ante algo parecido a un enorme libro al que le faltan  muchas páginas o un gigantesco rompecabezas con multitud de piezas que no encajan en el tablero.


La inexistencia de muchos documentos oficiales, los destruyeron las autoridades franquistas o desaparecieron,  o ambas cosas a la vez,  unido al hecho de que los distintos testimonios de las personas que vivieron aquel dramático acontecimiento incurran a menudo en contradicciones, agravan, sin duda, el esclarecimiento de lo ocurrido.

El gran poeta y dramaturgo granadino llega a Granada el 14 de julio de 1936 procedente de Madrid. Allí, sus amigos de la residencia de estudiantes, entre ellos Luis Buñuel, le aconsejan  que no se desplace a la capital andaluza pues estiman que se va a encontrar más seguro en la capital de España. Lorca, que está viviendo con tremenda amargura los acontecimientos violentos que se vienen sucediendo en Madrid y debido, probablemente, a  su carácter asustadizo, llega a la conclusión de que estará más seguro en Granada, arropado por su familia y amigos, pero el ambiente de preguerra que se respira en su tierra lo hace un lugar sumamente peligroso, acaso no mucho más que otras poblaciones españolas.

Hay que tener en cuenta, que en tierras granadinas no son pocos los que sienten animadversión hacia él. No le perdonan su homosexualidad, ni el éxito grandioso obtenido con sus obras, ni su modernidad en el vestir,  ni su innegable popularidad, ni el contenido de algunos  de sus textos , como,  Romance a la Guardia Civil española, incluido en El  Romancero gitano, que irritó a un sector de la derecha  y de la burguesía granadina, a la que él mismo calificó en una entrevista reciente, como la peor burguesía de España.  

Obviamente, esto no quiere decir que las personas en las que despertaba este odio debido a los motivos mencionados tuvieran algo que ver en su asesinato. Las razones del execrable crimen bien parece que fueron otros. Simplemente, describo la opinión que suscitaba desde algunos sectores minoritarios de la sociedad granadina cuando regresa a la ciudad el 14 de julio. Hay que decir, que salvo estas minorías, la mayoría de los ciudadanos sentían cariño, respeto y admiración por el poeta.

Otro hecho que bien pudo agravar el odio que desde ciertos sectores generaba el poeta de Fuente Vaqueros, fue la obra teatral, La casa de Bernarda Alba.  Aunque la había acabado a comienzos de junio de ese año, aún no se había publicado ni representado, esto último ocurriría en 1945 con la magistral interpretación de Margarita Xirgú en el papel principal,  la realidad es que el autor la había dado a conocer dándole lectura en diversos lugares,  principalmente en Madrid, por lo que no está descartado del todo, que  las familias retratadas en el texto lorquiano, Los Roldán  y los Alba, no estuvieran  al corriente de su existencia.  Vecinos de Asquerosa, estas familias  estaban  emparentadas entre sí.  De igual forma, la familia del padre de Lorca que también tenía parentescos familiares con los Roldán, mantuvo viejas rencillas, a partir principalmente de la instalación de una azucarera en la vega granadina a principios del siglo pasado, de la que debido a diversas circunstancias, salió beneficiado el padre de Lorca y perjudicada la otra familia.

La obra, denuncia la tiranía, representada en Bernalda Alba, Francisca Alba  en  la realidad, y ensalza la libertad que representa una de las hijas de Bernalda. Francisca, no era la madre tirana que aparece en el texto lorquiano, producto, pues, de la imaginación del autor. De hecho, parece que la madre de éste, Vicenta, le aconsejó que cambiara el apellido del personaje para no agraviarla. Por desgracia nunca sabremos si finalmente hubiera accedido  a esta petición materna.

En  cualquier caso, no está demostrado que estas familias estuvieran al tanto de la existencia de  La Casa de Bernarda Alba.

Lo cierto es que, la  guarnición granadina se subleva el 20 de julio y tres días después la ciudad está completamente bajo el control de las fuerzas insurgentes.  En el barrio de El Albaicín se ha producido una heroica resistencia  a los fascistas.  Aplastada cruelmente a sangre y fuego, cae finalmente el 23 de julio.  El nuevo gobernador civil, es el comandante José Valdés Guzmán. Natural de Logroño, es además jefe de milicias de Falange en Granada. Ha participado en la preparación del golpe en esta ciudad  y es enemigo visceral de la República.

Este individuo habría de tener una importancia capital en el desarrollo de los acontecimientos relacionados con la suerte que correría García Lorca.

El comandante militar de Granada, general Miguel Campins y  Aura, se mostró en principio  algo dubitativo entre sublevarse o no. Estas dudas habrían de costarle la vida posteriormente aunque finalmente se uniera a los sublevados. Sus encontronazos con José Valdés, que lo denunció, le pusieron la puntilla. Fue sometido a Consejo de Guerra y fusilado el 16 de agosto pese a las peticiones de clemencia que Franco le hizo al jefe del ejército del sur, el irascible Queipo de Llano. Posteriormente, el caudillo de España por la gracia de Dio, se vengaría del llamado virrey de Andalucía desestimando las peticiones de éste para evitar el fusilamiento del general Domingo Batet ocurrido en febrero de 1937.

El día que se sublevan en la capital granadina, 20 de julio, es detenido el alcalde socialista Manuel Fernández Montesinos, marido de Concha que es hermana del poeta.  Permanece en  la cárcel hasta  que el 16 de agosto, el mismo día que detienen a Lorca, es  asesinado en compañía  de veintinueve  personas más,  junto a las tapias del cementerio  de Granada en respuesta a unos bombardeos de la aviación republicana. Esta práctica represiva fue muy habitual en aquellos días, pues hay que señalar que la ciudad se encontraba sitiada por las fuerzas gubernamentales.

En  Granada también se encuentra un individuo  que  tuvo un destacado protagonismo en los hechos que  precedieron a la muerte de García Lorca. Nos referimos a Ramón  Ruiz Alonso, padre de las actrices, Enma Penella,  Terele  Pávez y Elisa Montes ,  miembro destacado de la CEDA, y diputado por Granada en la anterior legislatura, se le considera muy bien mirado por Gil Robles que le ha ayudado en su ascenso en la formación que dirige. Ha  sido reelegido en las elecciones de febrero de 1936 pero se ve fuera del Parlamento Nacional al anular el  Gobierno del Frente Popular las elecciones  en la capital andaluza al detectarse posibles irregularidades.  Este hecho, incrementó su odio a las izquierdas, que según él,  le venían perjudicando desde tiempos  atrás.  El “obrero  amaestrado”, apodo que según parece le colocó José Antonio Primo de Rivera, guarda  asimismo un enfermizo resentimiento a Falange por la que se siente  ninguneado y despreciado.

Lorca se instala con su familia en La  Huerta de San Vicente, lugar en el  que solían pasar los veranos. Aquí, se suceden de manera continuada distintas “visitas” de los facciosos que no hacen sino incrementar el temor del poeta que se encuentra continuamente  amenazado.

El 6 de agosto, llega a  La Huerta  un escuadrón falangista para efectuar un registro dirigido por el capitán Manuel Rojas, considerado por la justicia  responsable de la matanza de Casas Viejas en enero de 1933. Fue condenado a veintiún años pero fue amnistiado por el gobierno de derechas en 1934. En estos momentos es jefe de milicias de Falange en Granada.

Al día siguiente, se produce una nueva intervención de los partidarios del golpe en la residencia veraniega de la familia de Lorca. Van en busca de Alfredo Rodríguez Orgaz, amigo de Lorca y arquitecto municipal de Granada.  Finalmente, el registro no logra felizmente sus frutos y el arquitecto es puesto a salvo por la intermediación del padre del poeta  que contacta con unos campesinos que lo ponen a salvo en zona republicana.

Es el día 9 cuando las cosas se ponen realmente serias , al irrumpir  en la finca un grupo de hombres armados que intentan localizar a  tres hermanos del casero de La Huerta de San Vicente , Gabriel Perea Ruiz, acusados de haber matado a dos personas en la población granadina  de Asquerosa el 20 de julio.  Entre otros, intervienen en la operación, los hermanos, Miguel y Horacio Roldán Quesada, terratenientes y vecinos de Asquerosa, actual  Valderrubio.  Como decía antes, estas personas tenían parentesco familiar con Federico García Rodríguez, padre de Lorca.

En esta ocasión, el grupo actúa con extremada violencia golpeando a distintas personas  que se encuentran presentes. La persona que cuida a los hijos de Concha García Lorca, Angelina, le contó al hispanista Ian Gibson en 1966, que azotaron a Gabriel, pegaron y tiraron por las escaleras a la madre de éste, Isabel, a Lorca y a ella misma. También le explicó  que amenazaron con matarlos a todos pero que ella logró huir con los hijos de Concha poniéndolos a salvo y que se refugió en una finca cercana desde donde pidieron auxilio. Otro grupo llegó con posterioridad evitando que la cosa pasara a mayores. Aclaró que al  padre de García Lorca no le hicieron nada.

Gabriel Perea, acusado de proteger a sus hermanos, fue interrogado y puesto en libertad. Según Gibson la acusación contra los hermanos era falsa. Es evidente que a partir de ese momento, García Lorca teme seriamente por su vida.

Ese mismo día, en vista del cariz que estaban tomando los acontecimientos, Lorca decide contactar con Luis Rosales, poeta también y amigo suyo, para  ponerlo al corriente de todos estos hechos  y pedirle ayuda. Los Rosales formaban  parte de una importante  familia de Granada,  además, algunos de sus miembros fueron  destacados falangistas. El propio Luís, jefe del sector de Motril, sus hermanos, Miguel, jefe de una escuadra de Falange,  José, “Pepiniqui”, el más influyente de todos, llega a ser jefe de Falange en Granada y tiene un papel destacado en los preparativos del levantamiento del 20 de julio, y por último, Antonio,  que también pertenece a Falange.  El padre, Miguel Rosales Vallecillos, es en esos momentos dueño de los  almacenes La Esperanza y según le confesó Luis Rosales a Ian Gibson, era de tendencia conservadora liberal y antifalangista.

Rosales se persona tan pronto como puede en La Huerta de San Vicente y allí se reúnen todos para tratar de encontrar una solución. Les propone sacar a Federico a zona republicana para lo cual no debe encontrar mucha dificultad, pero a  Lorca no le gusta la idea. Posiblemente, siente el temor de que puedan tomar acciones de represalia contra su padre en el caso de que él huya. En cualquier caso, se baraja la opción de alojarlo en casa de los Rosales, en lo que todos están de acuerdo. Antes de irse, Luis les pide que bajo ningún concepto revelen el paradero de Federico.

Esa misma noche, 9 de agosto, un coche hace parada en la calle Angulo, 1,  domicilio de la familia Rosales Camacho,  a sólo  unos trescientos metros del Gobierno Civil, en la que iba a ser la última morada en libertad del poeta de Fuente Vaqueros.

OBRA CONSULTADA
Vida, pasión y muerte de Federico García  Lorca. Ian Gibson.


Antonio Alfonso Hernández, 19 de marzo de 2015

  

miércoles, 18 de marzo de 2015

Héctor Alonso García vs. Francisco Espinosa Maestre.

Francisco Espinosa es notablemente conocido por su gran aportación a la historiografía de la Guerra Civil, entre sus obras más destacables se encuentra "La Guerra Civil en Huelva" y "La Columna de la Muerte". A Héctor Alonso García lo conocemos por una reciente biografía del coronel Puigdengolas, El coronel Puigdengolas y la batalla de Badajoz, un libro donde solo sale bien parado Puigdengolas, los demás leales o eran unos incompetentes (caso de Miguel Granados Ruiz, Gobernador civil de Badajoz por Izquierda Republicana) o unos cobardes (caso del comandante de la Guardia Civil José Vega Cornejo). Según Héctor Alonso García el comandante Vega “era indeciso y cobarde lo cual le impedía apoyar la sublevación” (pag 116). por otro lado, el golpista Gómez Cantos “tenía gran carácter, con gran valor y decisión lo que le llevo a sublevarse”. De nuevo el mundo al revés, los leales eran unos cobardes y los asesinos como Gómez Cantos poseían un gran carácter y valor. Sobre el represor Gómez Cantos -la vergüenza de la guardia Civil- recientemente podemos encontrar en el mercado el libro "MANUEL GÓMEZ CANTOS. HISTORIA Y MEMORIA DE UN MANDO DE LA GUARDIA CIVIL", del doctor en historia y profesor del I.E.S Bioclimático de Badajoz, Francisco Javier García Carrero.

El libro sobre Puigdengolas es otro canto al neo-revisionismo, en Badajoz pasó poco o muy poco, siguiendo las tesis de Pilo y Moisés Domínguez o del sacerdote Martín Rubio. Héctor Alonso García trata de corregir a Francisco Espinosa en algunos errores que habría cometido en "La Columna de la Muerte". Escribe el autor:
Por lo que se refiere al personaje de Granados, Espinosa Maestre intenta exculparle de haber sido ninguneado por el Comité [de Defensa], según él, porque al llegar Puigdengolas a Badajoz con plenos poderes (...), el Gobernador Civil quedó como mero figurante. No es correcta esa consideración ya que la reunión en la que se formó el "Comité de Defensa" tuvo lugar el 19 por la tarde y Puigdengolas llegó el día 25, o sea seis días después de que se tomase la decisión. Es por ello más acertada la interpretación de que como mínimo era reconocido como un incompetente. En su afán exculpatorio, Espinosa alude a la orden que dio Granados de detener al alcalde de Corte de Peleas, Juan Miranda Flores detenidos por los sucesos de la cárcel del día 6. Ni siquiera Enrique Santos, secretario de Granados, disculpó al Gobernador Civil (...). Granados, para guardar las apariencias, también ordenó la detención de Pedro Cienfuegos (...).
No vemos a Héctor Alonso García que pretenda ser riguroso con sus afirmaciones. ¿Qué apariencia tenía que guardar el gobernador Civil? Su trabajo era intentar mantener el orden en aquel caos que supuso el Golpe de Estado y dentro de sus limitaciones obró en consecuencia.
 Enrique Santos ( es el autor del libro El Secretario), sería el supuesto secretario de Miguel Granados, nadie tiene constancia de que E. Santos fuera su secretario. Han rebuscado en la documentación y hasta la fecha nadie ha aclarado el misterio, también lo que se cuenta en ese libro debe de ser puesto en cuarentena.

Veamos lo que escribió Espinosa al respecto:
(...) Miguel Granados Ruiz -uno más de los Gobernadores de Izquierda Republicana- plantea ciertas dudas, pues si, por un lado, parece haber existido cierto interés en presentarlo como un personaje anulado por el Comité, por otro es normal que, con la llegada del coronel Puigdengolas con plenos poderes, quedara en la sombra (...).

Que el Comité de Defensa se formara el día 19, no quita que con la llegada el día 25 de Puigdengolas, este tomara el control de la situación, prevaleciendo sus decisiones sobre la del Gobernador Civil, solo hay seis días desde que se forma el Comité, hasta la llegada del coronel.

Según se puede desprender por el bando que firmó Miguel Granados, este estaba más preocupado por la reacción al Golpe, que por el propio Golpe militar.

Héctor Alonso garcía, tampoco se cree la versión de Luis Pla Ortiz de Urbina, que cuenta que su tío y su padre junto a un doctor fueron a interceder por los presos de derechas en el intento de asalto a la prisión. Le da fe al informe que el director de la Prisión Miguel Pérez Blasco realizó al día siguiente con el objeto de llevarse toda la gloria y poner en duda la honorabilidad del Gobierno. El director de la prisión, Miguel Pérez Blasco, no dudó en armar a ciertos presos derechistas.

martes, 17 de marzo de 2015

En España no se respetan los derechos humanos.


Que nadie me hable de los derechos humanos en Venezuela, por favor, que nadie diga nada. Al final van a conseguir que pensemos que la democracia es una burla para el sentido común. Al menos esta democracia que nos ha tocado vivir.

Por favor que hagan una resolución contra la democracia española que no respeta los derechos humanos en Vene..., perdón, en España. ¿Quién había dicho que en España no se hacen colas para conseguir productos básicos? En Venezuela te pegas horas para conseguir papel higiénico o pasta de dientes. En España te pegas horas en una cola para no morirte de hambre:


       Cola en Valencia en un banco de alimentos.


                        Cola en Paterna (Valencia)

En este enlace verás más fotografías de Venezu..., perdón, de España, de la España que no tiene para comer. http://kaosenlared.net/mas-fotos-de-la-tierra-hostil-en-espana-y-sus-colas-del-hambre-que-la-prensa-del-capital-no-quiera-que-veas/#.VQhc6NnTXj0.facebook

Hoy nos hemos enterado de que ocho personas han sido condenadas a prisión por manifestarse pacíficamente durante el 22-M. La Audiencia Nacional, los absolvió y el Tribunal Supremo ha anulado la sentencia y ha decretado prisión para los ocho acusados. Tres años de cárcel por manifestarse pacíficamente.

Los ciudadanos pacíficos pedimos que desde el Parlamento europeo dicten una resolución contra la falta de democracia en Venezu..., perdón en España.

Y para culminar este choteo que padecemos en España, que les parece ese ayuntamiento del Partido Popular que le ha quitado una parque a Pablo Picasso para entregarselo a un franquista, Eugenio Molina Muñoz, alcalde franquista y Jefe del Movimiento franquista de la ciudad de Alcázar de San Juan (Ciudad Real):
(...). el Ayuntamiento de la localidad va a rendirle homenaje y a bautizar con su nombre un parque de la ciudad.
 Tras el homenaje, para el que el Consistorio alcazareño ya ha enviado las invitaciones a ciudadanos y colectivos, el Ayuntamiento tiene previsto dedicarle un parque en la ciudad, el próximo domingo 22 de marzo. Este parque, situado en la confluencia de la calle Arroyo Mina con calle Cardenio, no es de nueva construcción, sino que ya existe y está dedicado al pintor malagueño Pablo Picasso.
Según fuentes socialistas, el Partido Popular ya intentó nombrar a Eugenio Molina hijo predilecto de la ciudad e inició para ello el correspondiente expediente, pretensión que decayó ante la frontal oposición del grupo municipal socialista.
Fuentes socialistas señalan que “sin entrar a valorar la gestión que realizó hace más de 40 años, sí es cierto que fue alcalde durante la última dictadura que ha sufrido España, que fue nombrado por Franco, y no elegido por los alcazareños”.
 Así, apuntan que esto es una muestra más de cómo el PP gobierna en Alcázar de San Juan y en Castilla-La Mancha, “ensalzando figuras de la época franquista e intentando volver a costumbres y usos del pasado más oscuro. Parece que en la región no sólo no miran al futuro, sino que se fijan en modelos de hace 50 años”. (eldiario.es).

Dice Aguirre, la "señá" Esperanza, que si gana Podemos ya no volverán a haber elecciones libres. Esto es un problema sobre todo para los que se aprovechan de las mamandurrias, pero que no cunda el pánico: Podemos ni tiene interés, ni capacidad, ni apoyos, ni es su estilo el liderar dictaduras. Tal vez otros políticos tengan más claro de como gobernar en dictadura bajo una apariencia democrática. Y alguno dirá: -pero que dices hombre,  Si tú puedes decir lo que quieras. Y yo replicaré, -si pero yo no soy molesto, estas palabras no la leerán más de 60 personas. Si yo digo que los "delincuentes están en el Parlamento", pues aquí no pasa nada. Dilo en un campo de fútbol y ya verás. http://www.cadizdirecto.com/multa-de-3-001-euros-al-cadiz-por-permitir-la-pancarta-en-carranza-los-delincuentes-estan-en-el-parlamento.html

finalizaremos esta entrada con un artículo de La Marea que demuestra la importancia que tienen de los derechos humanos en Venezuela para los populares, habría que decir para los populistas: http://www.lamarea.com/2015/03/17/venezuela-y-la-preocupacion-por-los-derechos-humanos-del-pp/