Franco, colaborador de la Gestapo.

Para el historiador Manuel Barragán-Lancharro, esta fotografía es "una declaración de intenciones". Si a la Gran Vía madrileña le habían cambiado su nombre original, primero por el de avenida de Rusia y después por el de avenida de la Unión Soviética la cosa está clara pues: Negrín quería montar un gulag en España. Así de claro y así de sencillo.

Da la casualidad de que al acabar la Guerra Civil, Negrín no buscó refugio en la URSS (aún a sabiendas del próximo conflicto mundial), primero partió a Gran Bretaña y más tarde se exilió en sudamérica (Méjico), ni Largo Caballero (al que sus enemigos le llamaban el Lenin español) partió a Rusia. Se quedó en Francia. En sus memorias contó que no podía alejarse de la España fascista mientras su hijo estuviera preso en las cárceles de Franco. Esa obstinación le costó una temporada en un campo de concentración nazi.

De lo que no tenemos ninguna duda es de la clase de régimen que se montó al acabar la guerra internacional en suelo español: "un estadio totalitario armonizará"... Al menos hasta que Hitler perdió la guerra España fue un Estado fascista en toda regla. Y no fue un disfraz. Me dicen que Franco no fue un fascista. Tal vez, pero su Estado lo llegó a ser. Más tarde, al acabar la IIGM, el saludo fascista dejó de ser oficial y empezaron a "desaparecer" las esvásticas. Había que hacerse perdonar, lo tenía fácil, España era un lugar estratégico y su anticomunismo sería más visible que su filofascismo. O al menos los EEUU -colaboradores de dictaduras militares filofascistas- le perdonarían su pasado totalitario. No es de extrañar, los sacrosantos yanquis permitían el reciclaje de ciertos fascistas y nazis si a estos les sacaban rendimiento. EEUU dio cobijo a asesinos nazis a cambio de sus conocimientos científicos. Una barbaridad.

Franco no entró en la IIGM, no por su sagacidad. Sencillamente no podía. Había ganado la guerra gracias a Italia, Alemania y Portugal; no por ser un genio militar ni por contar con los mejores héroes. Tenía un ejército deshecho y la República se había gastado la peseta-oro en hacer frente tres años al nazi-fascismo. Franco para imponer su voluntad totalitaria se había endeudado hasta las cejas y no contaba con liquidez para rearmarse ni una industria  competente para fabricar armas. Para entrar en el conflicto Franco puso condiciones. Inspirándose en la  antigua España imperial, quiso que Hitler le consiguiera el Marruecos Francés además de armas y avituallamiento para su pertrecho ejército. El nacionalsocialista sencillamente lo ignoró. El franquismo se declaró no beligerante (idea de Mussolini). Ni si, ni no, sino todo lo contrario. Suñer mandó a 50.000 españoles a jurar lealtad al Führer. No tenía importancia, ellos luchaban en otra guerra. El wolframio también le venía muy bien a la industria armamentística nazi. Las palabras de Suñer hermanándose con los nazis, que oímos en el vídeo de arriba, tampoco tienen desperdicio. El pasado totalitario del franquismo es ignorado por su cohorte de agiógrafos. La República jamás fue bolchevique. Franco si fue totalitario, aunque Juan José Linz nos quiso vender la moto del autoritarismo y Luis Suárez escribió: «Franco no fue nunca ni presidente ni dictador (…) ejerció sin título de rey las funciones propias de un monarca». Muchos justificadores para tan mala bestia.