El libro sobre Puigdengolas es otro canto al neo-revisionismo, en Badajoz pasó poco o muy poco, siguiendo las tesis de Pilo y Moisés Domínguez o del sacerdote Martín Rubio. Héctor Alonso García trata de corregir a Francisco Espinosa en algunos errores que habría cometido en "La Columna de la Muerte". Escribe el autor:
Por lo que se refiere al personaje de Granados, Espinosa Maestre intenta exculparle de haber sido ninguneado por el Comité [de Defensa], según él, porque al llegar Puigdengolas a Badajoz con plenos poderes (...), el Gobernador Civil quedó como mero figurante. No es correcta esa consideración ya que la reunión en la que se formó el "Comité de Defensa" tuvo lugar el 19 por la tarde y Puigdengolas llegó el día 25, o sea seis días después de que se tomase la decisión. Es por ello más acertada la interpretación de que como mínimo era reconocido como un incompetente. En su afán exculpatorio, Espinosa alude a la orden que dio Granados de detener al alcalde de Corte de Peleas, Juan Miranda Flores detenidos por los sucesos de la cárcel del día 6. Ni siquiera Enrique Santos, secretario de Granados, disculpó al Gobernador Civil (...). Granados, para guardar las apariencias, también ordenó la detención de Pedro Cienfuegos (...).No vemos a Héctor Alonso García que pretenda ser riguroso con sus afirmaciones. ¿Qué apariencia tenía que guardar el gobernador Civil? Su trabajo era intentar mantener el orden en aquel caos que supuso el Golpe de Estado y dentro de sus limitaciones obró en consecuencia.
Enrique Santos ( es el autor del libro El Secretario), sería el supuesto secretario de Miguel Granados, nadie tiene constancia de que E. Santos fuera su secretario. Han rebuscado en la documentación y hasta la fecha nadie ha aclarado el misterio, también lo que se cuenta en ese libro debe de ser puesto en cuarentena.
Veamos lo que escribió Espinosa al respecto:
(...) Miguel Granados Ruiz -uno más de los Gobernadores de Izquierda Republicana- plantea ciertas dudas, pues si, por un lado, parece haber existido cierto interés en presentarlo como un personaje anulado por el Comité, por otro es normal que, con la llegada del coronel Puigdengolas con plenos poderes, quedara en la sombra (...).
Que el Comité de Defensa se formara el día 19, no quita que con la llegada el día 25 de Puigdengolas, este tomara el control de la situación, prevaleciendo sus decisiones sobre la del Gobernador Civil, solo hay seis días desde que se forma el Comité, hasta la llegada del coronel.
Según se puede desprender por el bando que firmó Miguel Granados, este estaba más preocupado por la reacción al Golpe, que por el propio Golpe militar.
Héctor Alonso garcía, tampoco se cree la versión de Luis Pla Ortiz de Urbina, que cuenta que su tío y su padre junto a un doctor fueron a interceder por los presos de derechas en el intento de asalto a la prisión. Le da fe al informe que el director de la Prisión Miguel Pérez Blasco realizó al día siguiente con el objeto de llevarse toda la gloria y poner en duda la honorabilidad del Gobierno. El director de la prisión, Miguel Pérez Blasco, no dudó en armar a ciertos presos derechistas.
Lo del libro de Alonso García no hay por donde cogerlo. Como bien dices, describir a Gómez Cantos como méritos "gran valor y decisión", es para nota, y de las buenas.
ResponderEliminarY así, casi todo. Una pena de trabajo, si es que ese "estudio" ha supuesto algún trabajo, claro.
Me leí con infinita paciencia El secretario, de E.Santos y efectivamente, determinados datos que aparecen son bastante cuestionables.
ResponderEliminarSe puede decir cuando menos que se trata de un personaje enigmático.
El libro de Alonso García es su tesis doctoral. Hombre, investigar lo habrá hecho, distinto son las conclusiones a las que llega. En una entrevista que le hacen por Internet dice de los que huyeron de Badajoz y de Puigdengolas que " fue uno de los últimos en "abandonar el barco". Hubo pocos militares y políticos que así lo hicieran aunque algunos otros ni siquiera pudieron escapar de la ciudad". ¿No pudieron o no quisieron? Defender así la honorabilidad de Puigdengolas es algo torticero. El coronel republicano carga la culpa de su huida al chófer, que por su cuenta decide abandonar la ciudad. Es humano sentir miedo por tu vida. ¿Yagüe en el caso contrario que habría hecho? No hay forma de saberlo, por eso es mejor dejar los juicios de valores aparte, cuando la línea entre el valor y la cordura es tan difusa.
ResponderEliminarHola Juan Antonio, tu entrada me animó a desarrollar unas notas que tomé cuando leí el libro de H. Alonso García. Si me pasas un e-mail te envío lo que he escrito y tú haces lo que creas conveniente. Saludos, Francisco Espinosa Maestre.
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