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Podemos seguir escribiéndolo durante 100 años, y el conservadurismo católico ultraradical seguirá repitiendo lo mismo una y otra vez, sin cansarse y sin que le tiemble el pulso.
Pedro Fernández Barbadillo ha entrevistado, para una web clerical al propagandista católico José Manuel Otero Novas (ministro de Adolfo Suárez), con motivo de la publicación de un libro - Lo que yo viví (Prensa Ibérica)- donde dice algunas verdades y algunas incorrecciones:
En la revolución rusa participó el ejército y el pueblo, aunque sí que fue liderada por una élite. Es muy osado llamar revolución nacional-socialista a la llegada de Hitler al poder. Y sí, la Transición sometió al pueblo a las decisiones de las élites. Cierto totalmente cierto.La revolución rusa no la hicieron los campesinos, sino Lenin y unos cuantos amigos. Y también la revolución nacional-socialista en Alemania la hicieron unos pocos.La Transición española también la hicieron minorías, pero una de las diferencias no despreciables entre ese movimiento de élites de 1975-1976 y los anteriores es que nosotros sometimos al pueblo nuestras decisiones.
Escudo franquista (preconstitucional -1977-) que estuvo vigente durante toda la Transición y que no fue derogado hasta 1981. fue aprobado por el rey nombrado por un dictador. |
También la caída de la Monarquía de Alfonso XIII fue un movimiento de élites, de la que la más importante no fue el Partido Socialista ni el Partido Radical, sino la masonería, que tuvo 156 diputados en las Cortes Constituyentes.La Monarquía alfonsina fracasó tras unas elecciones municipales que fueron tomadas como plebiscitarias, fue el pueblo el que obligó a Alfonso XIII a que partiera hacia el exilio: "Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo" (ABC 1931).
Fue la política la que intentaba controlar la masonería, no al revés. Dentro de las logias convivían tanto políticos conservadores como progresistas. Mucho militares golpistas eran masones y no por eso decimos que la masonería era la culpable del golpe de Estado. Es cierto que muchos políticos (y militares) eran masones, pero no por ello la masonería es política.
- Pedro Fernandez Barbadillo: -Pero en la Constitución se prohíben las sociedades secretas…
- José Manuel Otero Novas: -No sé cuál fue el origen, pero se redactó un artículo, el 22, donde se prohíben las asociaciones secretas y las de carácter paramilitar. Han pasado 40 años y el artículo no se ha desarrollado legislativamente. No ha pasado al Código Penal. Cabe preguntarse: ¿Y en 40 años por qué no lo hemos hecho? Quizás tenga algo que ver con si existe la masonería en España…
El apartado 4 del artículo 2.8 de la Ley orgánica 1/2002, por su parte dispone que: "Se prohíben las asociaciones secretas y las de carácter paramilitar". Aunque a veces la Constitución se convierte en papel mojado, la masonería ni es paramilitar ni una sociedad secreta, o tan secreta como el Opus Dei. El día en que prohiban la masonería habría que ilegalizar también al Opus -infiltrado en el Gobierno del PP y en las élites financieras-.
En primer lugar debo señalar que el Opus Dei no es una sociedad secreta, el mito sobre el Opus fue creado por la Falange Española que acusó al santo español Escrivá de Balaguer de masón y judío (aviso a navegantes, no veo nada de malo en ser masón, numerario del Opus o judío). La persecución del Opus Daei por el franquismo (y posteriormente por la izquierda) la explica muy bien 'Opus Dei', John L. Allen en su libro sobre el Opus. Te recomiendo que lo leas, ahra permitame un copypaste para aclarar definitivamente ekl asunto : Escrivá fue muy cuidadoso de no dar sus opiniones en el campo político. En los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil, cuando el himno nacional sonaba en las ceremonias oficiales, casi todo el mundo –también muchos obispos y sacerdotes- saludaban con el brazo en alto, según el uso adoptado por la Falange y el régimen de Franco. Escrivá nunca lo hizo, y no tanto por mostrar oposición, sino para no identificarse con ningún grupo político. Así, consiguió no influir sobre los miembros de la Obra ni retraer de la dirección espiritual a nadie que no compartiera sus opiniones en estos campos.
ResponderEliminarAdemás, Escrivá no dudó en tratar a quienes mantenían posturas contrarias al régimen o eran juzgadas impopulares entonces. La viuda de una persona que estuvo en la cárcel porque se sospechaba que pertenecía a la masonería escribió al fundador del Opus Dei para agradecer la amistad y atención a su marido, en momentos en que nadie, ni siquiera sus más íntimos, se atrevieron a manifestarle su afecto.
Este respeto a la libertad sentó mal en ambientes falangistas, que veían una amenaza a sus aspiraciones en cualquier grupo que no estuviera bajo su control directo. Así, la revista “¿Qué pasa?” y otras publicaciones falangistas publicaron crudos ataques contra la Obra y su fundador, permitidos por los censores oficiales del régimen.
ResponderEliminarCierto día, alguien que trabajaba en la Secretaría General de la Falange entregó a Fray José López Ortiz, agustino buen amigo de Escrivá, una investigación sobre “la organización secreta Opus Dei” llevada a cabo por el servicio de información de la Falange. Además de referirse al Opus Dei como una organización clandestina, se le atacaba por su internacionalismo, su oposición a la nación y al régimen y su supuesto antipatriotismo. También acusaba a la Obra de ser contraria a la Falange y de maquinar sectariamente para hacerse con el control de la universidad. Fray José, que describió el documento como una atroz calumnia, no pudo contener las lágrimas al leerlo al fundador. Para su asombro, Escrivá le miró, sonrió y dijo: “No te preocupes, Pepe, porque todo lo que dicen aquí, gracias a Dios, es falso: pero si me conociesen mejor, habrían podido afirmar con verdad cosas mucho peores, porque yo no soy más que un pobre pecador que ama con locura a Jesucristo” [1] . En lugar de romper el documento, Escrivá se lo entregó a Fray José para que se lo devolviera a su amigo y éste no tuviera problemas después.
La persecución fue más allá de las calumnias. Una mañana, dos hombres siguieron al padre Mariano Gayar Moquedano, que regresaba a su casa después de celebrar Misa en el centro de la calle Lagasca. Cuando les preguntó qué querían, le informaron de que eran policías encargados de vigilar la casa. Estaban allí para investigar las actividades que se desarrollaban porque existía la sospecha de que pertenecía a la masonería.
El Opus Dei fue denunciado ante el Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo, acusado de pertenecer a la rama judía de la masonería. Como los miembros de la Obra no llevaban ningún distintivo ni pregonaban su pertenencia, los acusadores concluyeron que se trataba de una sociedad secreta. Y como juzgaban que la masonería era el arquetipo de las sociedades secretas, concluyeron que el Opus Dei debía ser catalogado de tal. En broma, un profesor contaba que alguien quiso encontrar la conexión judía por la similitud de las siglas de SOCOIN –Sociedad de Colaboración Intelectual- con el nombre de un antiguo grupo judío de asesinos llamado Socoim... Aunque hoy cause risa la acusación de ser la rama judía de la masonería, se trataba de un asunto muy serio en la España de posguerra. Para el bando ganador entonces gobernante, la masonería y el comunismo eran el compendio de todo contra lo que habían luchado en la guerra, y estaban decididos a erradicar cualquier rastro de su influencia en el país.
http://opusdei.es/es-es/article/la-oposicion-de-la-falange/