Todo todo el mundo tiene ideología, hasta el más apolítico: precisamente el apoliticismo en si ya es una ideología. En 2006, Fernando Díaz Villanueva entrevistó al hispanista Stanley G. Payne, con motivo de la publicación del libro 40 preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil. Esta entrevista nos dejó muy clara la postura del historiador tejano.
¿Existe la neutralidad al escribir sobre la Guerra Civil?, pero ¿es que realmente se puede ser neutral? ¿Se es neutral al escribir sobre la II Guerra Mundial? ¿Acaso no estamos de parte de los aliados? Pues con la Guerra Civil debiera de pasar los mismo. Pero no, aquí no, aquí había una revolución embrionaria que había que eliminar de raíz, y si había que eliminarla. ¿Porqué eliminaron primero al gobierno moderado que estaba constituido el 18 de julio y después acabaron con la II República? Podría ser sencilla la pregunta, pero la historiografía revisionista se ha encargado que esto no sea así.
Stanley G. Payne es uno de esos eslabones, que están empecinados en la tarea de presentar a la II República como un régimen nefasto que iba a servir como palanca de una revolución bolchevique. Hay una corriente científica empeñada en esta teoría, no lo dicen claramente, pero dejan toda las señales posibles para que los lectores de sus obras lleguen a esa conclusión. Fernando del Rey Reguillo junto a Álvarez Tardío nos mostraron en Palabras como puños esta corriente revisionista apoyada por el academicismo. Malefakis después de leer el libro anteriormente citado escribió:
“Al leerlo tuve la sensación de que era un ejemplo más de una reciente tendencia historiográfica que me inquieta enormemente y que se centra hasta tal punto en las deficiencias y errores de la República que corre el riesgo de llevar a los lectores a olvidar sus muchas virtudes y a minusvalorar el papel, verdaderamente fundamental, que tuvo en la evolución de la democracia en España. La destrucción de los mitos y leyendas es una parte esencial de quienes se entregan al estudio de la historia, sin duda, pero la celebración de los grandes ideales y de quienes intentaron hacerlos realidad por primera vez debería constituir una tarea igualmente importante en nuestra profesión”.
En la entrevista, Fernando Díaz Villanueva le preguntó al historiador tejano:
A lo que Stanley G. Payne respondió:¿La España de julio de 1936 era todavía una democracia con todas las garantías?
No, ya no por esa fecha. Era una democracia con la mayor parte, no todas, de sus garantías. Desde febrero, debido a la política del Gobierno frentepopulista, de no aplicar la Ley y de vulnerar la Constitución, la democracia se había devaluado. Durante aquellos meses las actividades de los movimientos revolucionarios, las manifestaciones ilegales y la violencia generalizada ponía muy cuesta arriba la vida democrática. Para el mes de julio se puede decir que ya no se vivía en una democracia propiamente dicha, sino en algo parecido a un país latinoamericano.Estas afirmaciones le dan una grosera patada a todo lo que se lleva publicando desde que Franco murió. Para saber como, y tal vez porqué Payne hace este uso tan inclinado hacia la historiografía neofranquista, es necesario leer el último número de la revista Hispania Nova, les puedo asegurar que a nadie le va a resultar indiferente. Son más de 300 pags. de lectura empírica y documentada que dejan pocas dudas.
Era una situación sin precedentes en Europa occidental. Durante los años críticos que siguieron a la Paz de Versalles, en Alemania o en Italia se vivieron procesos revolucionarios pero, al menos, se guardaron las formas democráticas. Éstas, en la España de julio de 1936, se habían perdido. La verdad es que la rebelión militar fue un alzamiento más contra de la ausencia de democracia que contra el exceso de la misma. Si se hubiera mantenido la democracia, los militares que no eran demócratas no hubieran podido quejarse y esto habría hecho mucho más difícil el levantamiento. Lo que pasó al final es que no se recuperó la democracia con el alzamiento sino que se edificó otra clase de república.
Stanley G. Payne en la actualidad ha dejado de lado a Pío Moa, pero en 2006 esta era la opinión del hispanista sureño sobre Moa:
Moa ha conseguido abrir el debate y llevar a cabo un análisis muy importante sobre la República y los orígenes de la Guerra Civil que es, a mi juicio, su aportación más importante. La mayor contribución de Moa han sido sus investigaciones sobre el periodo que va de 1933 a 1936. Ha efectuado un análisis realmente original y ha llegado a conclusiones que no han sido todavía refutadas. Le han denunciado, le han vetado pero no han logrado rebatir con pruebas las tesis de Moa sobre la República.Moa ni abrió debate, ni sus análisis eran importantes, y mucho menos originales. Y por supuesto sus tesis, que eran y son las mismas que las de los más añejos hagiógrafos del franquismo, hacía tiempo que estaban rebatidas con pruebas.
Payne podrá ser todo lo académico de rancio abolengo que se quiera, pero el descrédito en el que se ha sumido nos hace lamentar que el hispanista pueda ser referencia para nadie, por mucha obra que tenga a sus espaldas, y por mucho sillón de la RAE que caliente con sus nobles posaderas. No hará falta recordar que en una obra pagada con fondos públicos y avalada por la RAE decían que FRANCO NO FUE UN DICTADOR.
El historiador Manuel Aguilera Povedano ha salido en defensa de Payne criticando a Viñas y haciendo mención de una guerra historiográfica, que es cierto que existe:
En el último mes ha ocurrido algo especialmente grave e inédito en las cruzadas de improperios entre cronistas. Ángel Viñas ha dedicado un número completo de la revista científica Hispania Nova a atacar a su colega Stanley Payne. Trece artículos de trece investigadores españoles contra uno de los mejores hispanistas de EEUU. Le acusan de haber publicado una biografía de Franco con interpretaciones complacientes con el dictador. Dicen que la obra es «neofranquista», «manipuladora», «banal» y «revisionista ilegítima», una especie de panfleto político nada profesional. Lo dicen de un miembro de la Real Academia de la Historia, con más de 20 libros publicados, que sufrió la censura franquista y que la derecha criticó por decir que la II República fue «la primera democracia española».Si Payne es uno de los mejores hispanista de los EEUU, no queremos ni imaginar como será el peor. Esa fama de Stanley Payne, le viene de lejos cuando tuvo la necesidad de publicar en Ruedo Ibérico, después parece que sufrió una metamorfosis en favor de la derecha antirepublicana de la II República.
En efecto, 13 artículos de 13 investigadores españoles. 13 artículos como 13 soles que no se pueden ni se deben obviar. Las críticas a uno de los mejores hispanistas de EEUU, son muy acertadas, que se le va a hacer, los mejores también se equivocan. Sobre todo cuando escriben mirando más a hacer caja que a la Evidencia Primaria Relevante de Época (dixit Ángel Viñas).
Manuel Aguilera Povedano acaba su defensa del gran hispanista sureño afirmando que "Las críticas son legítimas. Promover bandos y campañas que intentan infundir miedo a salirse del guión oficial es de otra época. Así no se escribe la Historia". Tampoco se escribe la historia falseándola -eso también es de otra época- tal y como hacen Payne y Palacios, que entre otras cosas vuelven con el mito de que Franco fue el general más joven de Europa. Y no creemos que hacer una crítica bien fundamentada promueva bandos ni mucho menos genere ningún tipo de miedo. No nos imaginamos a Payne mirando debajo de la cama cada vez que se vaya a acostar.
Desde que surgió el revisionismo patrocinado por meros publicistas como Moa o Vidal, la lucha por la historia se hizo latente. Fue la llegada al poder de una derecha reforzada la que empezó a usar la historiografía como arma política. El PSOE y en general la izquierda revolucionaria fue responsable de la Guerra Civil que no empezó en el 36, sino en el 34 con la revolución de octubre (dixit Pío Moa) ¿Estas son las tesis y el análisis original de Moa que defiende el gran hispanista de los EEUU? Esto no es sino un refrito que proviene del mismísimo 18 de julio. Si se han creado bandos historiográficos, es obvio al que pertenece Stanley G. Payne.
Yo no entiendo como Reig Tapia, acusa a Franco de la represión asturiana, le parece dificil reconocer que la responsabilidad en todo caso sería del legitimo gobierno republicano. Por cierto, Reig Tapia un intelectual amigo del proceso separatista, hace acusaciones sin fundamento de antisemitismo franquista. Para ello se basa en Gonzalo Álvarez Chillida, pero este último comete graves errores respecto a un supuesto antisemitismo falangista y franquista, ver el caso de los almacenes propiedad de judios suizos, SEPU : https://es.wikipedia.org/wiki/Arriba_(peri%C3%B3dico)
ResponderEliminarSi pero el legitimo gobierno republicano, en aquellas fechas lo dirigian Lerroux y Gil Robles. muy cercanos a la ideología de Franco.
EliminarRBV
Estimado Alfonso, cuando intente extrapolar sucesos para conformar un discurso politizado recuerde que el resto de lectores no son idiotas, y por lo tanto no los trate como tal. La represión en Asturias, como le han indicado ya, aconteció durante el bienio radical-cedista, es decir, el de derechas; fue insólita en la península, ya que aplicaron técnicas propias de las campañas rifeñas, provocando un exterminio de población civil nunca antes visto en territorio peninsular, lo cual se da por que a ello coadyuva un racismo ideológico, propio de alguien que leía cada mañana el boletín anticomunista de Acción Francesa, (hablo de Franco por si los conocimiento de wikipedia se quedan escasos para entender la historia). Entonces hágase el favor de, o bien informarse mejor, (y esto no lo va a conseguir si no entiende al resto de planteamientos a debate), o bien pensar un poco antes de soltar discursos fascistoides como verdades absolutas.
EliminarPor eso era "legítimo"...hombre!!.
EliminarQue lo iba a decir si no.
Quisiera defender también a Jesús Palacios de la malevolencia de Reig Tapia, en efecto es cierto que los hermanos Palacios fueron miembros en los 70 de la neonazi CEDADE, como otros eran por aquella epoca miembros de grupos maoistas, terroristas y estalinistas, el que esto escribe pudo ver en la hemeroteca de la biblioteca mnicipal de Orense publicaciones traducidas al español de Corea del Norte para sus seguidores; pero Reig Tapia no menciona que en 1994 los hermanos Jesús PALACIOS e Isidro Juan Palacios dirigeron la revista Proximo Milenio en la que colaboraron gitanos como Joaquín Albaicin y judios argentinos como Mario Satz.
ResponderEliminarIntercalas "terroristas" entre los que te interesa......Nada subliminal como aquello de meter fotogramas de algo vendible en medio de una peli..
EliminarVenga, hombre, ¿que no eran también terroristas los grupos de extrema derecha, nostalgicofranquistas, que asesinaron y pusieron bombas ? Con ver el "material" que vendían...ya sabemos lo que había....y no me hace falta ir a ninguna hemeroteca...;estos ojitos lo han visto; estas manitas los han tocado...y estos oidos han escuchado las cancioncitas.
Eso no quita, que pasando el tiempo, algunos fueran diluyendo sus ideas y pasaran del "Arriba España" a otras exclamaciones; bien por no quedarse en las afueras de la evolución, bien por intereses económicos, bien porque "vieran la luz" -que no han sido los únicos-.
Para sus seguidores tenían traducidas varias publicaciones nazis, entre otras "Mi lucha"...
No me gustan ni Mao ni Stalin, no critico a unos por defender a otros...,yo de estos no defiendo ni a uno.
Estimado anónimo la represión asturiana estuvo envuelta en la polemica de la propaganda de izquierda y derecha http://www.libertaddigital.com/opinion/ideas/capitulo-vi-la-realidad-de-la-represion-ii-322.html
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