Hoy conmemoramos uno de los momentos más importantes de la historia española, el primer intento de democratizar a los españoles vía república. Por ello comparto con mis amables lectores la reflexión de Julián Casanova que podrás encontrar por las RRSS:
Una República parlamentaria y constitucional, sometida a desafíos desde abajo y desde arriba. Pero derribada por las armas por los poderosos grupos de orden que nunca la toleraron.
España fue, a partir del 14 de abril de 1931, una República parlamentaria y constitucional.
En los dos primeros años de República se acometió la organización del Ejército, la separación de la Iglesia del Estado y se tomaron medidas radicales y profundas sobre la distribución de la propiedad de la tierra, los salarios de las clases trabajadoras, la protección laboral y la educación pública. Nunca en la historia de España se había asistido a un período tan intenso y acelerado de cambio y conflicto, de avances democráticos y conquistas sociales.
Pero al mismo tiempo la legislación republicana situó en primer plano algunas de las tensiones germinadas durante las dos décadas anteriores con la industrialización, el crecimiento urbano y los conflictos de clase. Se abrió así un abismo entre varios mundos culturales antagónicos, entre católicos practicantes y anticlericales convencidos, amos y trabajadores, Iglesia y Estado, orden y revolución.
Como consecuencia de esos antagonismos, la República encontró enormes dificultades para consolidarse y tuvo que enfrentarse a fuertes desafíos desde arriba y desde abajo. Pasó dos años de relativa estabilidad, un segundo bienio de inestabilidad política y unos meses finales de acoso y derribo.
Los primeros desafíos fuertes, y los que más se vieron porque solían acabar en enfrentamientos con las fuerzas de orden público, llegaron desde abajo, desde la protestas sociales, y después insurrecciones, de anarquistas y socialistas. El golpe de muerte, el que la derribó por las armas, nació, sin embargo, desde arriba y desde dentro, desde el mismo seno de sus fuerzas armadas y desde los poderosos grupos de orden que nunca la toleraron.
Vaya mi recuerdo y respeto a todos los que lucharon, pagando en muchos casos con sus propias vidas, por la libertad y la democracia que representó la II República.
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