"Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas cualidades entrañables, la Patria, el Pan y la Justicia". Esta cita se podía leer en dicho monumento al fascismo, unas palabras pronunciadas por un preso que muy posiblemente sabía cual iba a ser su trágico final. Una frase que muy bien pudo haberla pronunciado mucho antes ("Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas cualidades entrañables"), en vez de alentar el Golpe fascista cuando todavía estaba en libertad. A J.A. Primo de Rivera cuando estaba preso en la cárcel se le encontró una pistola -ese instrumento que le causaba tanta adimiración junto a los "puños"-, y se ha llegado a saber que durante un tiempo pudo seguir dirigiendo, desde su celda, y con la connivencia de las autoridades carcelarias, a La Falange Española y de las JONS, que sepamos a sus hombres no los enviaba con mensajes de paz precisamente. Puro cinismo vemos en las intenciones pacíficas de J.A. Primo de Rivera cuando supo que le iban a matar.
Esta vez tenemos que darle las gracias al PP, por permitir que un monumento fascista deje de ensuciar las calles de España. El alcalde y Presidente del PP local, César Asencio, ha sido el responsable de la retirada del monolito. Parece que a los fachas del pueblo no les ha gustado nada la decisión del Ayuntamiento. Unos energúmenos, amparándose en el anonimato han realizado una pintadas tachando de traidores al PP. Ójala en la dirección nacional y en el Gobierno de Rajoy tomaran ejemplo del alcalde de Crevillent.
Odio el copiar y pegar, pero laocasión lo merece : Indalecio Prieto, el socialista que además de ver en él a «un hombre de corazón» le dedica varias páginas en el primer tomo de Convulsiones de España, donde comienza recordando cuando en junio de 1934 el Congreso aprobó el suplicatorio del Tribunal Supremo para procesar a José Antonio Primo de Rivera y al también socialista Juan Lozano, ambos por el delito de tenencia ilícita de armas. En el salón de sesiones fue Prieto el que se encargó de impugnar el dictamen referido defendiendo a los dos por igual: «Me pareció que el rasero debía ser el mismo para amigos y adversarios y defendí con igual vehemencia al fundador de Falange. Éste, terminada la votación, que le fue favorable, atravesó los bancos de los diputados de la Ceda, dirigiendo duras frases a quienes de éstos votaron en contra, y llegando a mi escaño me tendió la mano y me dio las gracias muy conmovido». Reproduce varios párrafos de su testamento, hace referencia al proyectado Gobierno nacional, al conocido discurso de Cuenca, y a otros escritos de José Antonio. En una carta que escribe a su amigo Agustín Mora, le cuenta su intervención decisiva para evitar que el fundador de Falange, su hermano y su cuñada, fuesen matados, sin juicio previo.
ResponderEliminar«El presidente de la República, don Manuel Azaña, y el jefe del gobierno, don José Giral, luchaban de modo inútil a fin de evitarlo. El gobernador se veía impotente para complacerles. Sus esfuerzos eran nulos […]. Entonces, aunque yo no formaba parte del Gobierno, se apeló a mí. Llamé por teléfono a Antonio Cañizares, prestigioso líder proletario […] y le pedí que hiciese lo posible por ahorrar a la República semejante bochorno. Cañizares, echando sobre los componentes del comité toda la fuerza de su limpia historia política y sindical, logró persuadirles que no debían interponerse en la acción de la justicia. Si no la vida de José Antonio Primo de Rivera, ejecutado luego en cumplimiento de fallo legal, se salvó la de su hermano Miguel y la de su cuñada Margot». Y Prieto termina preguntando: «¿Conocieron los falangistas aquella gestión mía». Por último, recuerda una afirmación filosófica en el sentido de que en todas las ideas hay algo de verdad, cuando le vinieron a la memoria «los manuscritos que José Antonio Primo de Rivera dejó en la cárcel de Alicante. Acaso en España no hemos confrontado con serenidad las respectivas ideologías para descubrir las coincidencias, que quizá fueran fundamentales, y medir las divergencias, probablemente secundarias, a fin de apreciar si ésas valían la pena de ventilarlas en el campo de batalla».
El que fue presidente del Gobierno en el exilio, Félix Gordón Ordás, cree que fue posible lograr una cooperación de José Antonio
«con la República de izquierda si, con la acción y la retórica que amaba por igual, se le hubiera sabido atraer a nuestro régimen, pues yo no he olvidado que delante de mí le dijo un día a don Indalecio Prieto, por quien sentía afecto y admiración, que él se inscribiría en el partido socialista si éste se declaraba nacional. El nacionalismo exacerbado de aquel muchacho inteligente, reflexivo y audaz, a pesar de su aparente frivolidad señoritil, y su fiero antimonarquismo, engendrado por la ingratitud de Alfonso XIII para el general don Miguel, se habrían podido atraer y aprovechar si en los momentos en que la República era todavía una gran ilusión nacional hubiese habido alguien con perspicacia y autoridad suficientes para haber comprendido lo que en su cerebro encerraba José Antonio de positivo y la utilidad que de ello podía haber obtenido el nuevo régimen, necesitado de todas las cooperaciones españolistas inquietas por el porvenir para afianzarse, sin grandes resistencias, en el alma de todos los españoles progresivos." http://elmunicipio.es/2014/11/testimonios-sobre-jose-antonio-primo-de-rivera/