domingo, 29 de mayo de 2011

Mucho miedo y muy poca vergüenza.


Cuando se proclamó la II República el 46% de la población española vivía del sector primario, es decir, casi la mitad de la población  trabajaba en la agricultura o la minería. El sector primario contaba con una remuneración que dejaba mucho que desear. Miles de personas ganaban lo justo para sobrevivir. Sus mermados sueldos a penas le daban para comer, había personas que comieron por primera vez carne cuando estalló la Guerra Civil. De muchas localidades salieron huyendo los caciques dejando sus posesiones solas. En una localidad Andaluza los obreros sacrificaron las reses bravas dejando el resto de ganado vivo. ¡Por fin conocieron el sabor de la carne! Hoy en día sería impensable que un trabajador español no pueda acceder al consumo cárnico.

La II República intentó cambiar esta gran desigualdad, pero las derechas se opusieron con gran ímpetu a cualquier signo de cambio progresista, cambios que pretendían modernizar una sociedad sumamente empobrecida, analfabeta y atrasada. La dictadura de Primo de Rivera había agudizado la crisis que nos llegaba del otro lado del charco.

Y aquí llega la temida palabra: Revolución. Miedo a la Revolución. Los obreros gracias a la democracia se organizaban en sindicatos(CNT, UGT...)
El movimiento anarcosindicalista contaba con un gran número de afiliados. En el resto de Europa el Anarquismo estaba casi extinto, pero aquí en España tenían mucha influencia. Los campesinos hartos de las cacicadas de los poderoso terratenientes necesitaban un sindicato fuerte y la CNT cumplía esas expectativas. La idea de un comunismo libertario, como es lógico y natural, seducía a una gran masa de campesinos, que con este régimen se verían libre del yugo caciquil.

¿Qué es lo que hizo la derecha contra el miedo a la revolución? Muy sencillo, confabularse con el ejército para acabar con la República. No hubo un intento de acercarse al problema de los trabajadores, no hubo un intento de diálogo por parte de sus principales voceros (Calvo Sotelo y Gil Robles). Para la derecha todo tenía que seguir como siempre. Para ellos la iglesia tenía que seguir aborregándonos y los caciques explotándonos.

Revolución. Miedo a la Revolución. Cómo decía mi difunta madre: “Mucho miedo y muy poca vergüenza” 

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