jueves, 2 de febrero de 2012

JESÚS PUEYO LUCHÓ POR DIGNIFICAR LA MEMORIA DE SUS FAMILIARES ASESINADOS POR EL FRANQUISMO

Jesús Pueyo estaba muy ilusionado porque estaba citado para declarar en el juicio contra Garzón. Desgraciadamente ha fallecido antes de poder contar su caso. Hoy hubiera sido cuando hubiera hablado por primera vez ante un tribunal. Lo que iba a relatar Jesús era una de las tanta historias que habían permanecido silenciada durante 75 años:

El 30 de julio de 1936, los falangistas mataron a su tía Francisca. “Solo por ser de izquierdas”. Después, mataron a sus dos hijas, Lourdes y Rosario, de 20 y 24 años, “por haber cosido una bandera republicana que les había encargado el PSOE”. A ellas dos no solo las mataron, según denunció Pueyo en sus memorias: “Las violaron y las quemaron”. “Lo sabemos porque los asesinos presumían y la gente les oyó”. “El suceso conmocionó el pueblo porque todo el mundo las conocía, eran muy buenas costureras, y muy guapas”. El padre de las dos chicas y marido de Francisca murió poco después. “De dolor y de pena”, decía Jesús.

Fueron las cuatro primeras víctimas. Los falangistas no tardaron en ir a buscar al padre de Jesús. “Mi madre y mis hermanos nos quedamos mudos, no pudimos hacer nada”. A la mañana siguiente, Jesús vio el camión en que se lo llevaban con un grupo de hombres. “Mi padre se tapó la cara porque no quería que le viera en ese estado. Estaban todos ensangrentados, habían sido golpeados con saña. Uno de ellos, el carpintero, amigo de mi padre, tenía un ojo salido. Fue horroroso verlos así”. Ya no volvieron a verle. Era 2 de agosto de 1936. Jesús Pueyo Prat tenía 44 años y cinco hijos, que durante los siguientes años oirían muchas veces: “Ahí van esos rojillos”.

Los falangistas mataron a otros dos tíos suyos. De modo que la abuela de Jesús, Magdalena Prat, viuda —su primer marido había muerto en la guerra de Cuba y al segundo, en la de África—, perdió a manos del franquismo a sus cuatro hijos, y a dos nietas. No pudo enterrar a ninguno.

Jesús no quería hablar solo de su familia hoy en el Supremo. Había documentado hasta 138 asesinatos de vecinos de Uncastillo, entre ellos el del alcalde, Antonio Plano, que los falangistas anunciaron para que sus paisanos vieran cómo le mataban en la plaza del pueblo. “Una vez abatido, le siguieron toda clase de burdos gestos ante su cadáver, patadas, tiros. Uno de sus verdugos, Juanillo, el hojalatero, frenético con la algarabía formada ante el cadáver, le cortó las dos piernas con una azada”, escribió en sus memorias. “Después, se lo llevaron y nunca se supo dónde lo dejaron”.


Jesús Pueyo en el año 77 le escribió una carta la monarca para reclamarle ayuda para encontrar las fosas donde se encontraban los pobres infelices que sucumbieron ante la barbarie del Golpe de Estado. obtuvo una callada por respuesta. También se atrevió mandarle otro escrito a Aznar. Lógicamente la respuesta fue la misma que la del Borbón. Pero el colmo de los colmos es la respuesta que obtuvo de la Iglesia. Rouco Varela les mandó un panfleto que hablaba sobre "la necesidad de perdonar al enemigo". Cinismo en estado puro. La iglesia lleva años glorificando a los curas muertos en la Guerra Civil.

Jesús murió el 5 de enero sin poder acudir a la cita de su vida. Ahora su esposa Ana se compromete a continuar la lucha que su marido ha mantenido durante toda si vida:

“Lo que quería Jesús era que la justicia le reconociera que a su padre, a sus tíos, a sus primas... se los habían llevado sin que hubieran hecho nada malo. Que los mataron. Y que le ayudaran a buscarlos. Quería decirle al tribunal que tomara cartas en el asunto de una vez por todas. Que los familiares solos no pueden averiguar dónde están los desaparecidos. Que una democracia que tiene a miles de españoles todavía en fosas y cunetas, tiene los pies de barro”. Nadie pareció entenderlo, hasta que, tras recibir varias denuncias como la de Jesús en la Audiencia Nacional, el juez Garzón interpretó que podía tratarse de crímenes de lesa humanidad y abrió una causa contra el franquismo.





3 comentarios:

  1. Hola Juan Antonio, leer este testimonio y miles como este me hacen sentir verguenza ajena...menudo asco de país, que poca honorabilidad de políticos,de estamentos judiciales, de secta religiosas...mantener la callada como respuesta...mientras el pueblo, setenta años después sigue buscando a sus familiares por las cunetas de España.....
    Gracias amigo, dignidad para los que nunca la tuvieron..

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  2. Conmovedora y terrible la historia de este buen hombre. Hasta al más insensible de los mortales le tiene que enternecer los testimonios de este hombre. Yo me leí el libro que publicó y aún me pregunto como pudieron llegar a ser tan crueles los asesinos fascistas, a la vez que se autoproclamaban católicos. Muchos de ellos iban a misa y todo. Canallas.

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