jueves, 25 de octubre de 2018

Barragán-Lancharro comparece ante la Comisión de Cultura, Igualdad, Juventud y Deporte en referencia al Proyecto de Ley (PLEY-19) de la Memoria Histórica y Democrática


Los días 15 y 16 (mañana y tarde)  dentro del periodo informativo del Proyecto de Ley (PLEY-19), de Memoria Histórica y Democrática de Extremadura, varios historiadores, arqueólogos, representantes de las asociaciones  y en general personas interesadas en la memoria histórica comparecieron en la Asamblea de Extremadura.

Los comparecientes fueron invitados por las distintas formaciones políticas. El PP debió de ser quien invitó al licenciado en historia Antonio Manuel Barragán-Lancharro, persona que en otras ocasiones ya mostró su inquina en contra de la LMH. Este hombre fue quien nos denunció a un servidor y a mi amigo Antonio Alfonso Hernández (colaborador de este blog) ver enlaces:

Cada compareciente tenía alrededor de 10 minutos para exponer sus argumentos a favor o en contra del Proyecto de Ley (PLEY-19), de Memoria Histórica y Democrática de Extremadura. Como era de esperar el alegato de Barragán-Lancharro no fue favorable a dicho Proyecto, algo normal a juzgar por lo que antaño escribía en su blog (Historia de Monesterio).

La primera parte de la intervención de Barragán-Lancharro (se le veía algo nervioso) se basó en el discurso de la "posverdad" (aunque se pasó toda la intervención obsesionado con la posverdad):
En mi opinión, la Memoria Histórica es la versión española de la posverdad (...). El poso de la posverdad sigue estando en forma de nebulosa en el Proyecto de Ley (...) ¿Saben ustedes cuantas veces consta la palabra reconciliación en este Proyecto de Ley? Ni una sola vez; ¡esto es la posverdad!

Es el mantra que lleva repitiendo toda la derecha (la de centro, la extrema y la de más allá): la memoria histórica nos quiere rescribir la historia. En todo caso, la posverdad, o dicho con todas las palabras, la mentira, es la que argumentan los antimemoria histórica, o sea, la derecha española. 

Lo ciertod es que la LMH poca historia relata, pero si hace constar que la floja democracia española debe de buscar a los que nunca fueron buscados (como muy bien argumentó Cayetano Ibarra en su comparecencia) y retirale todo los honores a la longeva dictadura fascista de Franco. Todavía no logro entender en donde está el problema.

A pesar de lo que pueda parecer; o, a lo que a algunos les gustaría que fuese; en general, la  LMH a priori no es una Ley de reconciliación nacional, sino una ley que pretende traer justicia a los que nunca se beneficiaron de la justicia del Estado por ser víctimas de la Guerra Civil o de la Dictadura. 

Si en España ha habido reconciliciación está ya se consumó. Los nietos de la Guerra Civil -es mi caso- no buscamos reconciliación sino justicia y reparación. El Estado ya reparó a las víctimas de los rojos

Esto es lo que pasa cuando se cambia de Régimen sin cortar con el anterior, que el actual Estado vive en eterno "pecado" original y hereda todos sus males. Es por esto que las víctimas de la vesania roja -que las hubo y en consideración- no deben de aparecer en las leyes de la memoria histórica. Repito, el Estado ya reparó un tipo de víctimas:




La Ley de Memoria Histórica la inventó un dictador, Francisco Franco, cuando sólo era un general golpista. No la llamó así, pero no hay, en el texto arrancado con esfuerzo a las fuerzas democráticas en 2007, nada que el Caudillo no hubiera hecho 70 años antes. Fue Franco el primero en pedir un censo de desaparecidos de la guerra; el primero en encargar a un grupo de expertos un protocolo de exhumación, y el único en preservar por ley las fosas comunes para que no se construyera sobre ellas. Todo únicamente para las víctimas de su bando.

Para llevar a cabo la "piadosa finalidad" de devolver a las familias los cadáveres de sus seres queridos, una ley de mayo de 1939 facultó a los Ayuntamientos para no exigir los impuestos que "gravan las inhumaciones, exhumaciones y traslados de cadáveres víctimas de la barbarie roja", obedeciendo a "la verdadera necesidad de rendir el postrero homenaje de respeto a los restos queridos de personas asesinadas en circunstancias trágicas o muertas en el frente y cuyo enterramiento se ha verificado muchas veces en lugares inadecuados". Otra orden de 1940 publicaba el "modelo de acta de exhumación" que había elaborado su comité de expertos, en este caso, el Consejo General de los Colegios Oficiales de Médicos. El protocolo de exhumación incluía la expropiación temporal de un terreno cuando los restos se hallaran en fincas privadas y la declaración del lugar de "tierra sagrada". El País...
En realidad cuando se me ocurrió escribir sobre la intervención de Barragán-Lancharro  lo hice con un solo motivo, traer a colación el libro que en su comparecencia cita, que no es otro que, 1936. Fraude y violencia en la elecciones del Frente Popular de Roberto Villa y Manuel Álvarez Tardío.

Según Barragán-Lancharro, dicho mamotreco es la prueba de que el "debate" sobre la "legitimidad" de la República sigue vigente y aún no está resuelto: 
"...este es el peligro de legislar sobre la historia, al final se acabará nadando en el océano de la posverdad".
No es cierto que el debate siga vigente. El libro de Álvarez Tardío y Roberto Villa, bien podría enclavarse en lo que Barragán-Lancharro adejetiva como posverdad (mentira), puesto que es un libro que ha sido debidamente desmontado

Dice el compareciente Barragán-Lancharro que... 
"...con el pretexto de la legalidad republicana entre 1936 y 1939  se cometieron por el Frente Popular, crímenes horrendos en España y en Extremadura. El Proyecto de Ley (...) debiera de llamarse Ley de la Memoria Histórica del Frente Popular (...). En este Proyecto de Ley no se hace distinción entre las víctimas del franquismo que tienen las manos llenas de sangre, de las que no la tienen; y esto es también, posverdad".
 Para saber quién tenía las manos manchadas de sangre debemos de acudir a los juicios franquistas y a la falaz Causa General. Ninguna de las dos figuras tienen garantía jurídicas suficientes para acusar a nadie de nada. Por ello este proyecto de Ley no puede ni debe catalogar a ninguna víctima por su culpabilidad o por su inocencia. 

La Causa General puede ser útil, pero no vale para cargar ningún crimen a las espaldas de nadie. Si los historiadores antimemoria histórica no saben eso, entonces "esto también es posverdad" y están "navegando en el océano de la posverdad". De los juicios franquistas es mejor no hablar.

Tampoco es cierto que se asesinase "con el pretexto de la legalidad republicana" y que el Frente Popular como entidad fuese el responsable de los asesinatos en la retaguardia republicana. Los asesinatos hay que encuadrarlos cada uno en su propio contexto. Es decir, no hubo una represión planificada o acordada por el Frente Popular, puesto que el Frente Popular fue una coalición de partidos para incurrir a las elecciones de 1936, una coalición que quedó rota después de dichas elecciones. El PSOE se negó a entrar en el Gobierno y los comunistas también iban a lo suyo. Por supuesto que los anarquistas no formaban parte de esa coalición, tan solo hicieron campaña a favor del voto del Frente Popular. Parece que alguien está "nadando en el oceano de la posverdad".

Volviendo al libro  1936. Fraude y violencia en la elecciones del Frente Popular. Este ladrillo ha sido debidamente desmontado por diversos historiadores. Si Barragán-Lancharro lo ignora es algo que lamentamos, mas no se puede obviar la infinidad de artículos que se pueden consultar en la Red:

También recientemente Eduardo González Calleja y Francisco Sánchez Pérez, han publicado en la web Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco un magnífico ensayo, Revisando el revisionismo. A propósito del libro 1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular:
El propósito de este ensayo es discutir con datos contrastados las dos principales afirmaciones que, a juicio de los autores, articulan la obra en cuestión, esto es, el pretendido fraude que favoreció decisivamente la victoria electoral del Frente Popular y la consecución de su mayoría absoluta, y el empleo sistemático de la violencia colectiva para alcanzar ese objetivo, facilitado por la dimisión de Portela Valladares. Por último, también se discute el peso de la amenaza de golpe de estado en las decisiones de Portela, factor prácticamente ausente de esta obra. Acceder al ensayo...

Si se quieren autoengañar están en su derecho, pero para poder hablar de las posverdad al menos debieran de estar bien informados.


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