domingo, 5 de abril de 2020

INTERVIU - Un genocidio que aterró al mundo (segunda parte)



...Viene de la página anterior. "La sangre corría por las calles como si fuese agua. Es una cosa que se dice y no se cree. Para los extremeños debe de ser el 14 de agosto y la plaza de toros una reivindicación única de todos los antifascistas masacrados, reivindicación que no se ha hecho con la fuerza que debíamos, debido al miedo que todavía tenemos cuando nos acordamos de aquellos innombrables crímenes".

La ciudad de Badajoz tenía en agosto de 1936 unos 40.000 habitantes escasos. Unos tres mil milicianos sin preparación militar y 500 soldados tenían que hacer frente a los 3.000 hombres de las dos columnas que mandaba el teniente coronel Juan Yagüe Blanco. La aviación Alemana e Italiana bombardeaba con los "Ju-52" despegando de los aeródromos portugueses,  mientras que parte de las tropas moras entraban en Badajoz atravesando la frontera, sorprendiendo a los republicanos por la espalda. El 11 de agosto la columna que dirigía Tella había cortado el ferrocarril y la carretera Madrid-Badajoz, después de apoderarse de Mérida.


CARNICERÍA HUMANAS


"Mérida resistió la invasión de moros y legionarios durante unas treinta horas" -señala Jorge Morales, que vivió refugiado en Francia hasta hace pocos años- mientras que muchas mujeres, niños y personas mayores que no empuñaban ningún arma se refugiaron en las ruinas del teatro romano. Cuando los moros y los legionarios de Tella lograron entrar, cortaron el cuello a la mayoría de los que estaban dentro de la ruinas. Muchos fueron colgados y permanecieron varios día expuestos al sol. Todavía hay un bar en Mérida, el bar Medea, donde hicieron estragos con los presos, sobre todo con las niñas. Las violaban y luego las mataban metíéndoles las bayonetas y las gumías por las vaginas y abriéndolas en canal. Uno de los más notables asesinos fue el falangista José Luna Menéndez, que luego llegaría hasta las cimas de la Vicesecretaría General del Movimiento".


Llerena fue uno de los pueblos que más resistencia ofreció. Hoy sus fosas comunes están repletas de muertos. Pero también están llenos de fosas comunes pueblos como Don Benito, Villanueva de la Serena, Herrera del Duque o Jérez de los Caballeros. En Guareña eran quemados los cuerpos después de ser ejecutados. El cura de Zafra, Julián Galán Bermejo, era el encargado de señalar los que hiban a morir. A preguntas de Marcel Dany, de la Agencia de Havas, el cura de Zafra respondía que "todavía no hemos tenido tiempo de legislar cómo y de qué manera será exterminado el marxismo en España. por esta razón todos los procedimientos de exterminio de estas ratas son buenos, Dios en su inmenso poder y sabiduría los aplaude". A Juan Galán Bermejo que siempre llevaba la pistola de dotación encima de la sotana, se le achacaba setecientas cincuenta ejecuciones directas.  "En Guareña acababan con todos los que querían a puñaladas -nos sigue diciendo Jorge Morales- y muchos quedaban semivivos en el montón. Luego eran rociados con gasolina y les prendían fuego. Cuando llegó el mes de octubre del 36 Guareña se había convertido en un pueblo vacío  y maldito, pues los cruzadistas cristianos. como solía denominar Juan Galán Bermejo a los moros y a los legionarios, lo habían convertido en un lugar de asesinato continuos".


Las tropas de Yagüe que llegaron a las puertas de Badajoz en l3 de agosto llevaban como servicios complementarios pelotones de requetés, falangistas y voluntarios de derechas que se comportaban como policía política en los terrenos ocupados. Y eran los encargados de señalar a los rojos que luego irían a parar a la plaza de toros o eran inmediatamente degollados por las gumías de los rojos que formaban el Tabor de los Regulares. La resistencia de la capital Extremeña duró escasamente un día.


"Inmediatamente después vino la primera matanza salvaje. Los moros sueltos como perros rabiosos -señala Juan Tenorio- y armados hasta los dientes, cayeron sobre la ciudad martirizada y asesinando alevosamente a todo aquel que se atrevía a salir a la calle. Hubo quien murió acuchillado simplemente porque llevaba una cadena de oro o un reloj que despertaba la codicia de los moros mercenarios. En Badajoz se vieron cadáveres con cuchillos clavados hasta la empuñadura. Algunos oficiales alemanes al servicio de Franco se dieron el gusto de fotografiar cadáveres castrados por los moros y fue tal la sacudida de espanto que, Franco ordenó a Yagüe que cesaran las castraciones y los ritos sexuales con el enemigo muerto. Pero eso lo siguieron haciendo luego en Toledo, Bilbao, Madrid, y donde entraban a sangre y fuego". Continuará...



Son muchas las personas en Badajoz las que están convencidas de que la sangre corría por las calles badajocenses como si fuesen ríos. Esto por la naturaleza de la misma sangre sería muy difícil de que fuera así, debido a que antes se coagularía. No obstante las calles quedaron teñidas con la sangre de los innumerables cadáveres que regaron las calles pacenses. Más tarde, cuando limpiaran las calles con agua, sería cuando se vieran esos ríos de sangre. Como dijo una vez Cayetano Ibarra, lo que estaría por ver sería el tanto por ciento que había de sangre en el agua con la que asearon las calles.

Una gumía es, según la RAE, un "Arma blanca, como una daga un poco encorvada, que usan los moros". Que asesinasen a sus víctimas con esa arma blanca, no sería nada extraño, ahora bien que después de violar a las "niñas" las abrieran en canal con las gumías y bayonetas suena excesivo.

Que después de asesinar a sus víctimas en Guareña les prendieran fuego, es algo que ya hemos visto en otras localidades, como por ejemplo, en Mérida, Badajoz o Llerena, pero es poco lógico que algunos quedasen "semivivos". Siempre les solían dar el tiro en la nuca para rematarlos, aunque es bien cierto que algún que otro fusilado salvó la vida al no ser rematado, Tal y como fue el caso del famoso humorista Gila:
Después llevaron a los detenidos a un descampado. “El piquete de ejecución lo componían un grupo de moros con el estómago lleno de vino, la boca llena de gritos de júbilo y carcajadas, las manos apretando el cuello de las gallinas robadas”, escribió Gila. El alcohol distrajo a los verdugos de formalidades (no hubo “listos, apunten, fuego”) o protocolos: dispararon a los 14 hombres una sola vez, sin rematarlos con un tiro de gracia, y siguieron bebiendo mientras asaban las gallinas robadas.
“Por mi cara corría la sangre de aquellos hombres jóvenes”, dijo Miguel Gila, un chaval de 19 años, que se quedó toda la noche haciéndose el muerto en el barro bajo la lluvia mientras sus captores bebían y comían. Al amanecer, cuando ya se habían ido, se incorporó, buscó otros supervivientes y encontró solo uno: el cabo Villegas.
 Le hizo un torniquete en el muslo para que dejara de sangrar y le cargó en su hombro para recorrer los 18 kilómetros que separan El Viso de Los Pedroches de Villanueva del Duque (Córdoba). “Me fue difícil cruzar el río [Guadamatilla], sucio y revuelto por las lluvias. El cabo Villegas no pesaba mucho y yo era un muchacho fuerte, pero el terror del fusilamiento había aflojado mis piernas”, confesaba Gila. (El País).
En Llerena según el testimonio oral de Fructuoso:
El día 2 de septiembre de 1936 fusilaron y quemaron en el Arroyo de Romanzal. Mary Castillo [nieta de María morgado, fusilada] se puso en contacto conmigo y llamé a mi tío , que tenía cuando pasó aquello 14 ó 15 años. Él me contó que a las 7 de la mañana fue un camión, ya estaba la fosa hecha, los pusieron en fila, y según iban dando, iban cayendo. Había 20 hombres y 11 mujeres. Mi tío estaba cuidando las cabras en un cerro, estuvo viendo lo que pasaba sin saber que una de las personas fusiladas era su madre. Después de matarlos, los echaron gasolina, estuvo ardiendo todo el día. Llerena 1936. Ángel Olmedo, Premio Arturo Barea 2009
Las exageraciones del artículo que estamos comentando, no debe de desviar la atención y hacernos pensar que la represión franquista es un cuento chino inventado por los "rojos".

Tampoco es cierto que los moros sorprendieran a los republicanos entrando por Portugal, eso es sencillamente absurdo. El relato de Marcel Dany sobre el criminal cura de Zafra, Julián Galán Bermejo, lo recogió el periodista Peter Wyden en su libro La guerra apasionada.


Revista Fotos. Entrevista a Julián Galán Bermejo.

El artículo dice que el cura de Zafra llevaba las pistola por fuera de la sotana. Esto tampoco es muy acertado. Este cura, sencillamente no usaba sotana. Vestía de legionario, con su correaje correspondiente. A este sacerdote los entrevistó F. Sánchez Sampedro en la revista fotos, año 1, nº 32:
... El alférez capellán que viste traje completo de legionario...
Según relató Moisés Domínguez, Julián Galán Bermejo fue herido tres veces en el frente. Y Antonio Bahamonde y Sánchez de Castro escuchó decir al alférez capellán:
Aquí donde usted la ve, esta pistolita lleva quitado de en medio más de cien marxistas.
Citas obtenidas gracias al libro de José Mª Lama, La amargura de la memoria. Premio Arturo Barea 2003.



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