martes, 15 de agosto de 2023

El Ángel Rojo salvó a centenares de inocentes y de fascistas

 


El anarquista Melchor Rodríguez logró parar las sacas de las cárceles madrileñas con dificultad y riesgo. Talvez su condición de obrero y de que pisó la cárcel más de treinta veces le hizo ser el mejor candidato para parar aquellas masacres, y sobre todo a su anarquismo humanista, o lo que es igual, gracias a ser una buena persona.

Melchor Rodríguez requisó un palacio madrileño para convertirlo en su cuartel general, el palacio Marqués de Viana, en la calle Duque de Rivas. Allí dio cobijo a diversos personajes que eran fusilables en el Madrid del 36. Respetó el contenido y el continente del palacio, e incluso hasta permitía misas clandestinas. Hizo un inventario con todo lo de valor, y al acabar la Guerra Civil lo entregó todo intacto. Aun así en su consejo de guerra se le acusó de montar una checa.

El ministro de Justicia, Juan García Oliver, confió en nuestro insigne protagonista para que fuera delegado de prisiones por su capacidad humana. Y hemos de decir que no se equivocó al designar a García Melchor para tan comprometido puesto. Las malas lenguas de historiadores manipuladores como es el caso del hispanista Julius Ruiz, afirman que Melchor Rodríguez fue despedido del cargo "por excederse de sus poderes"...

... Con el despido de Rodríguez, García Oliver restauró el ambiente permisivo que toleraba  que el Consejo de Investigación de la DGS realizara las masacres. El terror rojo, Pág 310.

Sin embargo esto no es cierto, Melchor Rodríguez fue acusado por sus compañeros de la CNT de dar cobijo a la Quinta Columna y de proteger a fascistas, algo que era cierto, aunque él ingenuamente se resistía a creerlo. Por poner un ejemplo, su chofer y su secretario eran miembros de la Falange clandestina que organizaron la Quinta Columna. También le salvó el pellejo al general Muñoz Grandes, al que le dejó salir de Madrid y que se reincorporó al Ejército de Franco. Luego en la posguerra pasaría a comandar la División Azul.

Tras esa acusación de defender a los fascistas, con la que Melchor no estaba de acuerdo, discutió enconadamente con García Oliver y dimitió del cargo. Fue Melchor Rodríguez quien abandonó su puesto, y nadie le puso de patitas en la calle como sugiere Julius Ruiz.

Más adelante, el propio García Oliver le rogó que volviera a ejercer de delegado de prisiones y este se volvió a poner al frente de las cárceles madrileñas, logrando de nuevo parar las sacas. Sufrió un atentado por parte de sus propios compañeros anarquistas que intentaron asesinarlo mientras viajaba en su vehículo. Se lo querían liquidar porque afirmaban que estaba protegiendo a los fascistas. Según el autor Alfonso Domingo, sus enemigos eran los comunistas, pero también se granjeó la enemistad de cierta parte del anarquismo. Como hemos apuntado era cierto que a la vez de proteger la vida de miles de inocentes, ciertos fascistas también se beneficiaron de la ingenuidad de Melchor Rodríguez, y eso en una guerra, reconozcámoslo, es letal.

Estuvo de acuerdo con el golpe de Estado del coronel Casado, que no fue otra cosa, que otra puñalada trapera contra la II República. Aunque pueda parecer mentira, según escribe Alfonso Domingo en El ángel rojo, fueron los comunistas los que se sublevan...

... informa Melchor de la gravedad de la situación, de como la batalla está en su punto crucial, su salvación en las tropas que comanda Mera, Ciprianito, que están luchando por aplastar la sublevación comunista. El ángel rojo, pág 370.

Más adelante escribe Alfonso Domingo...

... El Consejo de Defensa y el PCE terminan por firmar un acuerdo. Las tropas vuelven a los lugares de origen y son fusilados los coroneles Barceló, Ortega y el comisario Conesa, responsables directos de la insurrección. El ángel rojo, Pág, 375

Lo que en realidad ocurrió, es que el Ejercito de la República (fueran comunistas o no) no logró neutralizar el golpe de Estado de Casado, y se tuvieron que rendir ante un ilegal Consejo de Defensa formado por Casado, Wenceslao Carrillo, Julián Besteiro, Cipriano Mera y otros. Y los coroneles Barceló, Ortega y el comisario Conesa no fueron fusilados sino asesinados debido a que los que se sublevaron no fueron los comunistas, sino Casado, Besteiro y Cipriano Mera... (a quienes realmente hubiéramos tenido que fusilar por alta traición). 

La historia al revés (como los franquistas). No todo vale para justificar un golpe de Estado. A Alfonso Domingo le ha quedado, como se suele decir en estos casos, un libro militante, aunque él no sea anarquista (algo que no sé ni me importa).

El 1 de marzo de 1937, al acabar el peligro revolucionario (tanto comunista como anarquista), Melchor Rodríguez fue sustituido del cargo de las prisiones y fue nombrado concejal de los cementerios en representación de la CNT. Al finalizar la guerra ejerció de alcalde en funciones (el que había se había marchado al exilio) para entregarle el ayuntamiento madrileño a los golpistas.

Rodríguez debía de estar tranquilo porque sabía que no tenía las manos manchadas de sangre, sino todo lo contrario, había salvado la vida de centenares de personas aunque muchas de ellas fueran fascistas. Y alguna de estas personas eran relevantes personajes de la derecha que luego ocuparían cargos durante el franquismo.

El premio que le dieron los franquistas por sus servicios prestados fueron dos consejos de guerra, y dos condenas. En el primer consejo de guerra salió absuelto por falta de pruebas, pero como a las autoridades franquistas no les gustó el resultado, volvieron a repetir el juicio, pero esta vez amañándolo y presentando testigos falsos.

Lo condenaron a muerte pese a que el general Muñoz Grandes testificó a su favor presentando un documento con el aval de dos mil firmas de personas a las que Melchor Rodríguez salvó la vida. No fue testimonio suficiente. La pena de muerte se le conmutó por veinte años de cárcel, de los cuales solo cumplió tres. Se pensará el lector que pocos años fueron. Demasiados si pensamos que era totalmente inocente, y que en vez de cárcel lo que tuvo que hacer Franco fue montarle un monumento en lo más visible de Madrid.

En el lecho de muerte gravemente enfermo, Melchor Rodríguez le dijo a su sobrino Pepe Ramos, que se moriría sin ver morir a Franco y sin ver llegar la III República. Su sobrino se extrañó y le contestó que cómo quería otra república con lo mal que le trató la otra. La República era mejor que el franquismo para nuestro querido protagonista. Obvio, pero seguimos sin ver la III República, y seguimos con la monarquía que instauró el franquismo.

Alfonso Domingo pinta en todo momento como víctima de la II República al anarquismo. Y sin embargo, el anarquismo fue uno de los mayores enemigos de la II República. Durante el bienio reformista, donde se hacía lo que se podía para acabar con la precariedad de los obreros y campesinos, los anarquistas protagonizaron dos insurrecciones armadas, como la de Casas Viejas que acabó en una inconmensurable tragedia. Por la mañana, rodearon armados con escopetas y algunas pistolas, donde un grupo de anarquistas asaltaron el cuartel de la Guardia Civil en Casa Viejas, donde se encontraban tres guardias y un sargento. Se produjo un intercambio de disparos y el sargento y un guardia resultaron gravemente heridos (el primero moriría al día siguiente; el segundo dos días después). Luego llegó el capitán Rojas (un asesino que se pasó al bando franquista), y asesinó vilmente a 19 personas entre los que se encontraban los asaltantes, que hay que recordar que fueron otros asesinos.

Alfonso Domingo culpabiliza a Azaña de la masacre de Casas viejas. Según él, Azaña ordenó no hacer prisioneros (mentira), un bulo propalado por la derecha de la época, al que los libertarios se abonaron alegremente. Las huelgas eran y son legítimas, pero no así las insurrecciones armadas, mal armadas en estos casos. Mientras los libertarios de base protagonizaban las insurrecciones (donde habían victimas entre las fuerzas del orden e insurrectos), los líderes anarquistas que las inducían estaban al resguardo de los tiros de la Guardia Civil. Así yo también soy anarquista: que la revolución la hagan otros.

También Alfonso Domingo nos quiere hacer creer que Margarita Nelken salía por las noches a asesinar a presos de derechas. Esta es otra mentira que se inventó García Oliver y que Alfonso Domingo sin contrastarla se ha atrevido a dejarla plasmada en su libro sobre Melchor Rodríguez.

El ángel rojo de Alfonso Domingo es una versión anarquista de la II República y de la Guerra Civil, no sé si es adrede o sin pretenderlo, pero ha escrito una obra anticomunista y casi antirrepublicana. De todas formas, es un relato digno de una película. Se nota que Alfonso Domingo es muy hábil con la pluma. El momento donde la familia encuentra medio muerto y tendido en el suelo de su domicilio al ángel rojo, logró hacerme saltar las lágrimas. Llegó a mostrar la crudeza de la muerte cuando la parca te visita en tu solitario domicilio.

Melchor Rodríguez fue muy bueno para los demás, pero quedó abandonada a su familia más directa (su mujer la bailaora Paca y su hija Amapola) con sus incesantes entradas en prisión. Su mujer Paca, le advirtió que estaba dando cobijo a miembros de la Quinta Columna, ella misma los llegó a oír en una conversación maquinando contra el Gobierno de Madrid. Melchor Rodríguez prefirió no creer a Paca. No sé si fuese ese el motivo, o fue la gota que colmó el vaso, pero Paca la bailaora lo abandonó rompiendo el matrimonio.

Cuando Casado crea ilegalmente el Consejo Nacional de Defensa, o lo que es lo mismo, cuando da el golpe de Estado, Alfonso Domingo nos cuenta que "solamente el partido comunista se manifiesta violentamente contra él, por lo que el resto de los consejeros municipales ordena al alcalde a destituir a cinco concejales, cuatro comunistas y uno de las juventudes socialistas". Para colmo de todos los males, los comunistas no podían ni siquiera protestar contra el golpe de Estado de Casado. Melchor Rodríguez en nombre del resto de los concejales golpistas dijo unas palabras...

... Condenamos con todas las fuerzas de nuestra alma el movimiento criminal y sedicioso de un partido político, el Partido comunista, el mas desastroso, el más cruel, el más antiespañol, el más criminalmente antipatriótico que ha tenido el Frente Popular antifascista español. Reprocho al alcalde anteriores elogios, apoyados por la minoría comunista, a un nombre tan fatídico y funesto, tan antiespañol como el doctor Negrín. El ángel rojo, Pág, 377

Bonita forma tuvo Melchor Rodríguez de justificar la traición de Casado y sus compinches, llamar sediciosos a los que se mantenían dentro de la legalidad. Fueron los comunistas, junto al Dr. Juan Negrín López ayudados por la URSS, quienes pusieron orden en la retaguardia republicana y profesionalizaron a las indisciplinadas milicias, sobre todos las anarquistas. Fueron los comunistas los que organizaron las Brigadas Internacionales. Si no es por los comunistas, Franco se hace con la República en un abrir y cerrar de ojos. Y ya que habla de criminales Melchor Rodríguez, que decir de la masacre que los anarquistas perpetraron no solo en Madrid, que también, sino en toda Cataluña, donde dejaron a Lluis Companys con menos poder que un pelele, y en general donde eran fuertes.

 

El historiador, arabista y profesor de la UCM, José Luis Garrot Garrot, en el vídeo de arriba hace un profundo análisis de lo nefasto que llegaron a ser los anarquistas insurrectos y abstencionistas durante la República en paz y durante la guerra. Las insurrecciones y las campañas abstencionistas debilitaban al resto de la izquierda.

La filosofía libertaria; la que es humanista, vegetariana, animalista..., puede enamorar a cualquiera con sentido común, pero son los propios anarquistas españoles los que durante la II República nos demostraron con creces que el anarquismo jamás funcionaría, ya que dentro del libertarismo se movían otras corrientes más beligerantes y muy poco pacíficas. Y hemos de pensar, que cualquier Estado, sea democrático o no, tiene los suficientes medios coercitivos para acabar con cualquier insurrección que pretenda derrocar el poder legítimo o no, de un Estado nación.

Y después de mi crítica al comunismo libertario, en otra ocasión podríamos criticar también al PSOE y a al PCE por la revolución de Asturias, otro baño de sangre inútil; quiero incidir en que a pesar de las sombras de Melchor Rodríguez, estas empequeñecen si repasamos la gran obra humanitaria que hizo en el Madrid de los bombardeos y de las sacas. 

Más personas como el ángel rojo hicieron falta en el resto de la retaguardia republicana. También en el bando franquista personas como Rodríguez hicieron falta, pero allí una persona de las características nuestro querido protagonista, no hubiera durado más de una semana vivo. Lo hubieran fusilado de inmediato por ayudar a los rojos.

3 comentarios:

  1. Felicidades por el excelente artículo y gracias por citarme.

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    1. Tu vídeo sobre los anarquistas es muy aclaratorio y en general todos los que subiste a Youtube. Los he visto todos

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  2. Una precisión: Efectivamente, Barceló y Conesa fueron fusilados por los casadistas, Ortega, sin embargo, lo fue por los franquistas en Alicante en julio del 39.
    Estoy totalmente de acuerdo contigo en la valoración de los anarquistas

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