martes, 9 de julio de 2024

Pilo, De la Iglesia y Moisés Domínguez, la gran estafa historiográfica para defender a Juan Yagüe

 

El general Juan Yagüe saluda a Adolf Hitler durante una visita del militar fascista a Berlín en 1939

El estudio más completo hasta la fecha, sobre la gran matanza de Badajoz, lo concluyó Francisco Espinosa Maestre con el libro La columna de la muerte, editado en 2003 (la última edición es del año 2017). Es un estudio muy completo con un enorme acervo documental. La importancia de rebuscar en los archivos y hemerotecas es innegable, y aquí la documentación concluye que estamos asistiendo a una obra muy bien documentada y justificada.

Fueron varios los periodistas los que avisaron al mundo de que en Badajoz el bando faccioso había cometido un crimen de guerra. Eran los propios militares quienes confirmaron el elevado número de víctimas. Castejón afirmó el día 16 que fueron 1.500 las víctimas a la entrada de moros y legionarios en Badajoz, Un oficial de Yagüe en una recepción en Portugal el día 17, con la presencia de la Cruz Roja portuguesa, confirmó a sus aliados portugueses que habían eliminado a 2.000 comunistas. Cifra idéntica es la que ofrece Mario Neves cuando le pregunta a Yagüe por esos rumores de que habían eliminado a 2.000 personas.

Según Pilo, De la Iglesia y M. Domínguez (los tres autores), "era imposible de conocer con exactitud" (pág. 184) la cifra de cadáveres al no haber recogido todos los muertos. Es obvio que entre el día 16 y el 17 deberían tener bastante claro el número de víctimas republicanas. Marcel Dany y Jacques Berthet coinciden en afirmar que el día 16 se habían eliminado a 1.500 republicanos. Marcel Dany escribía el día 16: "A lo largo de la tarde de ayer y de hoy siguen las ejecuciones en masa en Badajoz. Se estima que el número de los ejecutados ya supera los 1.500". Según los tres autores, Dany y Berthet o mienten, o exageran. La realidad es que estos dos periodistas se estaban nutriendo de las informaciones que les suministraban los propios golpistas. Repito en voz muy alta, y siguiendo a Mario Neves: "Las autoridades fueron las primeras en divulgar que las ejecuciones eran muy numerosas". Debería de quedar claro, y de una vez por todas, que las cifras que obtuvieron los periodistas las mostraban, como dijo Neves, las propias autoridades. No estaban mintiendo.

¿Cómo desmienten los tres autores de La matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda estas cifras tan abultadas que confirmarían la enorme matanza de republicanos en Badajoz? Pues acudiendo a la prensa portuguesa, que por cierto, estaba controlada por la censura del dictador Antonio Oliveira de Salazar. Que el Gobierno republicano o el bando faccioso, censurara la prensa, era natural en cualquier guerra. Aunque Portugal no estaba en guerra con nadie, Salazar era un dictador y por eso no había libertad de imprenta. No hay más explicación.

Y con una prensa dominada por el dictador portugués, los tres autores pretenden decir que en Badajoz pasó muy poco o casi nada. No pueden negar la matanza, gracias a que Jacques Berthet  grabó las imágenes del cementerio de Badajoz, pero si sugieren que no fueron asesinadas más de 250 personas (no dicen como llegan a esa cifra), las que fueron asesinadas por los golpistas. A pesar de que los propios militares confirmaban las cifras de 1.500 y 2.000.

Por ejemplo, los tres autores usan una emisora portuguesa filofranquista y varios diarios de la dictadura de Salazar:

Referente a este tema de las ejecuciones en masa, el Diário de Notícias del día 18 publicó una nota basada en las informaciones radiadas por Radio-Club Portugués (...):

Informaciones dignas de todo crédito, que ayer recibimos, muestran la manifiesta exageración de fusilamientos llevados a cabo en Badajoz (...). Los castigos sin duda muy dolorosos, impuestos a los comunistas por los soldados del Tercio no exceden las reglas normales de justicia militar adoptadas en España en estos casos. Radio-Club Portugués confirmó ayer estas rectificaciones. La matanza de Badajoz ante... Pág, 193

Y como toda la prensa portuguesa y Radio-Club Portugués, desmentían la masacre en Badajoz, asunto resuelto y no se hable más. Por Internet hay artículos que hablan de la emisora portuguesa Radio-Club Portugués, pero hoy vamos a darle voz a Francisco Espinosa Maestre:

Ellos eran los que sostenían el Radio-Club Portugués, dirigido por el capitán Jorge Botelho Moniz, la más potente emisora de propaganda fascista al servicio del golpe militar; y ellos fueron, con Gil Robles en cabeza, los que se encargaron de reunir dinero y armas para los militares sublevados e incluso para los falangistas. La columna de la muerte, Pág. 121

¿No saben los tres autores quien era Jorge Botelho y a que se dedicaba la emisora Radio-Club Portugués? Además de la propaganda franquista Radio-Club Portugués junto a Gil Robles y la alta alcurnia monárquica, se dedicaron a proporcionales armas a los golpistas. Los españoles que sostenían el Radio-Club Portugués, Según Francisco Espinosa, era el "Comité Rebelde de Lisboa". Dicho comité estaba compuesto por José María Gil Robles (que era quien dirigía el Comité), el marqués de Quintanar, el conde de las Cortes, el marqués de la Foronda, el conde Rojas, la marquesa de Argüelles, el duque de Maura y el abogado de Maura. Un verdadero contubernio monárquico dirigido por el católico jefe de la CEDA.

Según Francisco Espinosa Maestre...

... fue el propio Arcadio Carrasco el que en julio de 1937 informó de que

la compra de armas fue autorizada por el entonces gobernador militar hoy general Yagüe, quien facilitó el paso a la frontera y la adquisición de armas hechas en Portugal, que lo fueron por conducto de representación del Estado español en Lisboa. Las pesetas importe de la operación fueron entregadas personalmente a Don José María Gil Robles, quien hizo las gestiones oportunas por la compra de armas... La columna de la muerte, Pág.151

Los biógrafos o más bien los hagiógrafos de Gil Robles, autor de No fue posible la paz, suelen escamotear estos escabrosos detalles del líder de la CEDA. No fue posible la paz, muy cierto, pero porque hubo unos golpistas que se empañaron en que en España no hubiera paz, y el autor de No fue posible la paz, contribuyó a esa imposibilidad buscando armas para los facinerosos.

Desde que el Frente Popular gana las elecciones, hasta el 17 de julio que comienza el golpe de Estado, todos los gobiernos salidos de las elecciones de febrero y marzo de 1936, estaban formados por miembros de la izquierda burguesa republicana. Ni comunistas, ni socialistas quisieron participar en la democracia burguesa republicana, y no es hasta que estalla la guerra cuando entran en los distintos gobiernos gente del PCE, del PSOE y de la CNT (estos últimos antinatura).

En una reciente obra de Manuel Álvarez Tardío y Fernando del Rey Reguillo, para justificar de alguna manera el golpe de de Estado de 1936, han escrito un voluminoso libro, Fuego cruzado, donde se revisa la violencia política desde que el Frente Popular gana las elecciones hasta el 17 de julio. Vuelven a usar el viejo truco de las citas de Largo Caballero (como si durante la II República no hubieran más actores), para de alguna manera insinuar que los extremistas de izquierdas fueron los responsables de la Guerra Civil:

Nosotros declaramos que no renunciamos a nada. No dejaremos de ser socialistas marxistas. ¿Cómo puede haber alguien que sospeche que íbamos en coalición a vender nuestras ideas y el porvenir de la clase trabajadora por un plato de lentejas. (...). No, no. Hay que hablar claramente. ¿Es que creían que por ir en la coalición íbamos a renunciar nuestras ideas? Fuego Cruzado, Pág, 24

Esto lo dijo Largo Caballero en la campaña electoral el 21 de enero de 1936. Discursos parecidos los tuvo en la campaña de las elecciones de 1934, después de que el "posibilista" de Gil Robles dijo que no le importaría hacer desaparecer al Estado:

Tenemos que dar a España una verdadera unidad, un nuevo espíritu, una nueva política totalitaria (...). Tenemos que fundar un nuevo Estado, limpiar el país de masones judaizantes (...). necesitamos todo el poder y eso es lo que pedimos (...). Para cumplir ese ideal no vamos a perder el tiempo con formas arcaicas. La democracia no es un fin, sino un medio para la conquista del nuevo Estado. Cuando llegue el momento o lo hacemos desaparecer (...). ¡En pie todos para la lucha! Estamos movilizados, no dejaremos las armas hasta que tengamos en las manos la victoria final. La Segunda Republica Española, Pág. 551

No es de extrañar entonces, que la izquierda calificara al abogado José María Gil Robles como un auténtico fascista, aunque en la práctica no lo fuera. Pero eso de "fundar un nuevo Estado" con una política totalitaria, y limpiando "el país de masones judaizantes", no sonaba ni católico ni democrático. Sino, más bien, fascista.

Las masivas huelgas (que también las hubo en la vecina Francia) o los discursos incendiarios de Largo Caballero, que eran en su mayoría fanfarronadas mitineras, iban dirigidos contra el Gobierno republicano de 1936. Y el Ejército español se tuvo que poner del lado  del Gobierno legítimo de la II República. Tal y como hizo en la huelga revolucionaria de 1934. Otro golpe de Estado contra un Gobierno legal y legítimo de Lerroux y Gil Robles. Pero aquí todo el Ejército estuvo dentro de la ley. Como tiene que ser.

También escriben Álvarez Tardío y Del Rey Reguillo que...

... hay que partir de la base de que, en aquellos meses [la primavera de 1936], en España "se conspiró mucho y desordenadamente por parte tanto de civiles como militares", articulando una conspiración que al principio fue más contra el Frente Popular que contra la República. Fuego Cruzado, Pág. 499

Esta afirmación no es muy afortunada, porque la coalición del Frente Popular, era una asociación creada ad hoc exclusivamente para las elecciones de 1936, y desaparece como un azucarillo en el agua al acabar en marzo dichos comicios. Y no hubo una conspiración, ni mucho menos desordenada de civiles y militares. La conspiración fue muy bien organizada, como ha descubierto Ángel Viñas en los archivos italianos, por los monárquicos alfonsinos de José Calvo Sotelo, que le dijeron a Mussolini en 1935, que si las izquierdas vuelven al poder nos sublevamos. O sea, la sublevación estuvo bien organizada y subvencionada por la Italia fascista de Mussolini. Todo esto lo descubrió Viñas en el libro, ¿Quién quiso la Guerra Civil?.

Es curioso porque en el apartado de fuentes bibliográficas, Álvarez Tardío y Del Rey Reguillo, citan esta obra de Viñas. ¿Habrán abierto si quiera el libro? En toda la obra citan a Ángel Viñas. Da vergüenza comprobar la cara dura de algunos historiadores profesionales. Si así de chapuceros son los historiadores como Manuel Álvarez Tardío, que decir de los simples aficionadillos.

Negar la gran masacre de Badajoz es fácil, solo hay que utilizar la tácticas de los neonazis con la Shoah, o sea, negarlo todo. Si dicen que los periodistas hablaban de 1.500 y 2.000 personas, te dicen que mentían porque eran reporteros prorrepublicanos. Si les dices que eran los propios militares quienes dieron esas informaciones a los periodistas, te dicen que los militares también estaban mintiendo. Y ya en el colmo de la desvergüenza, exhuman decenas de artículos de la prensa portuguesa que desmienten matanza alguna. El título del libro que usaron los tres autores es muy significativo: La matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda. El problema es que ellos no saben distinguir la propaganda de la realidad.

También es fácil de desmentir la matanza de Badajoz, porque si acudimos a los registros de defunciones, las víctimas registradas en agosto no dan muestra de una enorme masacre. Martín Bastos y otros autores, han documentado 216 "fusilados" en agosto de 1936, de los que 129 lo fueron entre el 14 y 18 de agosto, que fueron los días que Yagüe permaneció en Badajoz. Esta es la matanza que están dispuestos a reconocer los filofranquistas. Sin embargo, tanto Espinosa como Martín Bastos, sostienen la hipótesis de "que hubo muchas más". Baste saber que a la muerte del sátrapa, se les concedieron también pensiones a las mujeres de los republicanos muertos en la Guerra Civil. En ese tiempo hubo un aluvión de registros de víctimas de la Guerra Civil que no fueron registradas como tales.

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