Recientemente ha llegado a mis
manos un excelente trabajo del que fuera profesor en el
Colegio Guadalupe de Badajoz, Antonio Regalado Guareño, que lleva por
título INFANCIA EN EL BADAJOZ INTRAMUROS (1934-1944). En él además de aportarnos datos interesantísimos de cómo
era el Badajoz de aquella época, se cuentan las vivencias del autor cuando era
sólo un chiquillo sobre los acontecimientos de la guerra civil y la posterior
posguerra. Recomiendo su lectura.
Hay que tener en cuenta que
debido a su temprana edad, en los hechos narrados se entremezclan los recuerdos
del Sr. Regalado junto con los
testimonios que le dejaron sus familiares más directos.
En lo concerniente a las fechas
previas al alzamiento relata cómo era el ambiente que se respiraba en la
ciudad. Entre otras cosas dice lo siguiente sobre un hecho que vivió su padre.
“En
los primeros días de julio todo estaba bastante revuelto. Papá paseaba por la
calle de San Juan con su amigo Alfonso, ambos del mismo gremio. (Los albañiles
se diferenciaban por llevar una chambra blanca, pantalones de pana y alpargatas
también blancas). A la altura del café Mundial deambulaba una pareja de
milicianos que se fijaron en ellos, nunca se supo el porqué. El más bajito de
los dos dijo a su compañero.” Pégales un tiro a esos albañiles del “Pintao” que
son todos unos carcas”. Ni corto ni perezoso el
inconsciente se echó el fusil a la cara y lanzó un disparo que a papá le
quemó una de las zapatillas. Echaron a correr ambos y, tanto miedo llevaban en
el cuerpo, que mi padre no esperó a a
que le abrieran el cerrojo de la puerta y se coló por el postigo. El pánico se
apoderó de toda la familia. Papá, presionado por los compañeros de trabajo y
desorientado, se hizo cargo a trancas y barrancas de un fusil. Cuando llegó a
casa, tanto mi madre como las vecinas se pusieron las manos en la cabeza y lo
convencieron para que devolviera con rapidez el arma, cosa que hizo afortunadamente”
Afortunadamente el padre del
autor lo pudo contar ya que la cosa tal y como hemos visto no pasó a mayores.
Lo curioso fue que vivió una experiencia similar pero en esta ocasión tras la
entrada de los golpistas en la ciudad. En esta ocasión bastó la denuncia de un
ciudadano para que fuera apresado y diera con sus huesos en el cuartel de la
Guardia Civil. La intermediación de un amigo salvó la situación tan peligrosa
que vivió, según confiesa el propio autor:
“Los
prendieron y los ingresaron en el Cuartel de la Guardia Civil. Se sabía que los
que allí entraban tenían la vida en peligro extremo.
Es decir, se salvó de perder la
vida en manos de los milicianos y posteriormente de los fascistas.
Hay un detalle del libro que me
ha llamado poderosamente la atención y que a mi juicio demuestra lo profunda
que llegó a ser la represión de los franquistas en la ciudad. Por lo que
podemos observar nada escapó al control de éstos para “cazar” a los que
consideraban izquierdistas.
Va en relación con un mitin que
dio Dolores Ibárruri en la ciudad días antes del golpe de Estado.
Madre
amamantando a su hijo
en un mitin en Badajoz, 1936 .Por David Seymour.
(De la web de la revista La Aventura de la Historia)
“En
la primera quincena de julio papá asistió en los glacis al mitin que dio
Dolores Ibárruri. Por cierto que la explanada estaba abarrotada de gentes
venidas también de pueblos cercanos. Contaba mi madre que su marido se presentó
con camisa apropiada a tan esperada disertación. El fotógrafo Pepe, que tenía
su estudio en la calle Menacho, cerca de la Cubana, sacó innumerables fotos del
acontecimiento. Cuando mi padre llegó a casa, explicó a su esposa lo visto y
oído. Comentó que le había gustado, pero que no comulgaba con ciertas
proposiciones de la “Pasionaria”. Eso de ¡Hijos si, maridos no! ¡Juventudes, el
amor es libre! ¡Ha llegado la libertad sexual!.-Pero ¿no te ha gustado?
Preguntaba con insistencia mi madre.-Si, pero por ahí no paso. Cuando se tomó
Badajoz el 14 de agosto, sigue contando mi madre requisaron a Pepe los
negativos, que tenía escondidos, con el fin de identificar a las personas que
habían asistido al célebre mitin”
Por lo visto no tuvieron
suficiente con los registros que hicieron a las sedes de los partidos de
izquierda en la ciudad y otras medias para identificar a “los peligrosos rojos”. Querían más. No repararon en medios con tal
de asegurarse la filiación política o simpatías que mostraran los ciudadanos.
Ejercer el legítimo derecho de
asistir a un acto público se convirtió en una ratonera para cientos de
personas. ¿Cuántos de los asistentes al mitin acabaron siendo fusilados?
¿Cuántos acabaron en la cárcel? Probablemente nunca lo sabremos pero es fácil
intuir que debieron ser muchos.
Es fácil llegar a estas
deducciones a sabiendas de cómo se las gastaban. Si por el hecho de simpatizar con un partido moderado de
izquierda, los hermanos Pla acabaron siendo asesinados, aún tratándose de una
familia muy conocida y pudiente del Badajoz de entonces que incluso tuvo como
mediador para salvar sus vidas al mismísimo Obispo de la diócesis, ¿Qué
esperanza podían tener los pobres desheredados de la tierra que además
fueran entallados “in fraganti” nada
menos que en un mitin de la extremista Pasionaria? Quién iba a mediar por ellos. Por si fuera poco
tenían la prueba del “delito” , es decir las instantáneas del fotógrafo Pepe que las haría el hombre sin atreverse a pensar
ni por asomo en las funestas consecuencias.
Aún tratándose de un dato más que
para muchos puede resultar anecdótico y
para otros , algo digno de ser investigado, no deja de ser cierto que nos puede aproximar al alcance de los
asesinatos cometidos por los fascistas en Badajoz. Incluso tiene más visos
de credibilidad si además tenemos en
cuenta que tanto el padre del autor como un tío de éste se integraron en las
fuerzas del general Franco en la guerra. Por tanto no estamos hablando de
personas que estuvieran en el otro bando.
Me pregunto si estos y otros
aspectos de la represión les interesarán
lo suficiente como para poderlos investigar,
a aquellos que andan últimamente obsesionados sobre donde durmió Jay Allen la
noche que escribió su famoso artículo.
Me puedo imaginar la respuesta.
ANTONIO ALFONSO HERNÁNDEZ
5 de Noviembre de 2012
Había que extirpar el mal de raíz. Qué mejor forma que reconociendo sus rostros. podrían cambiar de nombre, pero no de rostro. Serían hijos de la grandisima..., ellos..., y todos los que defienden a los asesinos fascistas
ResponderEliminarO sea que aunque no estuvieras afiliado a ningún partido con aparecer en la foto del mitin podías acabar en las paredes del cementerio.
ResponderEliminarEfectivamente amigo Tony. Desconocemos mucho de la carnicería que montaron aquí los hijos de la grandísima.... pero estos datos y otros invitan a pensar que masacraron a los que defendieron la ciudad,a los afiliados a alguna organización sindical o política de izquierdas, a los simpatizantes de estas, a los que intervinieron como interventores o puestos similares representando a partidos de izquierdas en las elecciones, a los que repartieron propaganda electoral de partidos considerados de izquierda-hermanos Pla-, a los que asistieron a mitines dados por políticos de izquierdas, a los maestros,a los masones, a los que fueron víctimas de alguna denunciada cursada por algún vecino enrabietado por alguna cuestión personal, a los hermanos e hijos de comunistas,ect.ect.... y así podría seguir hasta pasado mañana.
ResponderEliminarA mi me han contado desconozco si será cierto, que en Badajoz se cargaron a uno por el simple hecho de apellidarse Rojo. Insisto que no sé si será cierto o no pero es algo que he oido en más de una ocasión.
Así más o menos creo yo que fueron las cosas.Todo esto ocurría al mismo tiempo que anunciaban que nada tenían que temer aquellos que no tuviesen las manos manchadas de sangre.
Ah. Se me ha olvidado mencionar a aquellos que asesinaron por haber votado a una determianda formación política.
ResponderEliminarYa entro bien en tu blog Coyote.Debio ser un problema de mi ordenador.
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