PROPAGANDA PROFRANQUISTA. GUERNICA Y LAS MENTIRAS DE LA PRENSA AFÍN A LOS FASCISTAS.

Se ha criticado mucho a Jay Allen por parte de los actuales herederos de la ideología franquista a causa del artículo que escribió sobre las escabechina que Yagüe sometió a los "rojos" pacenses. A pesar de las exageraciones de Jay Allen, su artículo («Slaughter of 4,000 at Badajoz, City of horrors») está plagado de verdades, aunque en ocasiones las cuenta a su manera. “Subí a la azotea para mirar atrás. Vi fuego. Están quemando los cuerpos”. Es cierto que se habían quemado infinidad de cadáveres, solo que dudamos que él los pudiera ver. Afirmaría haberlos visto para darle más credibilidad a su relato. Allen nos narra el saqueo de la ciudad por los moros, El intento de secuestro del sr. Granados por parte de falangistas, el asesinato de los hermanos Pla, el intento de asalto a la cárcel de Badajoz. Da una cifra de asesinados de 1.800 durante el primer día. No es de las más altas. Mario Neves hablaba de 2.000. Confirma que el periodista Mario Pires sufrió una depresión mental pasajera. Tampoco es una invención suya, Sánchez Albornoz recibió un informe donde se confirmaba este extremo. Tampoco se inventó la cifra de 4.000 muertos durante los primeros 9 días de la toma de Badajoz. El mismo informe en poder de Sánchez Albornóz hablaba de 4.000 ó 4.500. Es obvio, así lo deja claro Paul Preston, que Jay Allen era partidario de la República y que sus actuaciones obraban en el sentido de defender al Gobierno salido de las urnas. Eso no es ningún delito.

Por otra parte estaba la prensa pro-rebelde que, discúlpenme la expresión, estos sí que mentían más que corrían. En la reedición de La destrucción de Guernica de Herbert R. Southworth, edición de Ángel Viñas -excelente estudio- me he topado con un artículo de Richard G Massock -de la Associated Press- que escribió un artículo sobre la destrucción de Guernica y que apareció en Le Journal el 8 de mayo:

El lunes por la mañana, un avión sin signos de identificación se puso a dar vueltas sobre Guernica. Poco a poco, fue descendiendo de altitud. De improviso, en el centro de la plaza mayor, se vio a una sección de gudaris -soldados separatistas- desplegar cuatro sabanas yuxtapuestas. Con un tizón apagado, trazaban en el blanco signos desconocidos. desde el avión cayó un paracaídas con un pequeño paquete en medio del grupo de milicianos. Era la señal.

 La soldadesca se dividió: mientras unos, dando palmadas, expulsaban a los transeuntes y les ordenaban que se pusieran a cubierto, otros descargaban un camión lleno de bidones. Cada hombre cogía su parte de gasolina y marchaba corriendo a un lugar designado. Allí con una leve cuchillada, agujereaba el fondo del bidón y empezaba su tarea de regar el lugar. Luego unos silbidos reunió a la tropa incendiaria, que se dirigió a la manufactura de armas . La maniobra duró más de una hora. Entonces volvió a aparecer el avión fantasma y volvió a volar muy bajo,. Y de pronto empezaron a caer con regularidad las bombas especiales, bastantes ligeras pero dotadas de un enorme poder incendiario. nidada monstruosa del rapaz anónimo que parecía hacer la ronda sobre los humos de un osario. Algunos proyectiles arañaron los techos. Pero los que caían encima prendían, de golpe, una red de mallas líquidad que propagaban el fuego a lo largo de las paredes en las callejas y por los techos. Esa fue la única manioba bien planeada y conseguida por los rojos, en el transcurso de la actual campaña en el País vasco.