jueves, 18 de diciembre de 2014

Cuatro mentiras gruesas sobre el Valle de los Caídos


Cuatro mentiras gruesas sobre el Valle de los Caídos, con este título Luis Felipe Utrera, por el apellido podéis imaginar de quién es hijo, pretende desmontar cuatro afirmaciones sobre el Valle de los Caídos:
Una obra faraónica en tiempos de miseria. El Valle de los Caídos no costó una sola peseta al erario público. El 75% de su coste se financió con el sobrante de la “suscripción nacional”, las donaciones voluntarias al bando nacional durante la guerra civil y el 25% restante con los ingresos derivados de dos sorteos extraordinarios de Lotería Nacional a partir de 1957.
El Valle de los Caídos costó la friolera cifra de, 1.086.460.381, una cifra escalofriante para la época que, independientemente de su procedencia, ese dinero podría haber sido destinado para otros menesteres más perentorios. De todas formas afirmar que el Valle no costó ni una sola peseta a la maltrecha economía franquista es una mentira más que gruesa. Los Gobiernos se nutren de los impuestos que pagamos los ciudadanos y las empresas: IVA., IRPF., etc, etc. esa "sucripción nacional", o "donaciones voluntarias" no fueron tan voluntarias (el miedo era un factor a favor de la supuesta voluntariedad), y podemos considerarlas como un impuesto revolucionario.

Francisco Serrat Bonastre, primer "ministro" de Asunto Exteriores de Franco, dejó escrito en sus memorias:
Aunque es cierto que la guerra puede justificar mucha arbitrariedad, era lastimoso ver qué espíritu de falta de orden y de respeto por el bien ajeno se gastaba por allí. El abuso de las requisas llegó a tal extremo que hubo que nombrar a Arsenio Martínez Campos para que fuera a Andalucia a poner orden, porque la población empezaba a dar muestras de estar harta de tanta vejación. (ÁngelViñas 2014).
De todas formas, las "donaciones" voluntarias o no, una vez que llegaban a su destino formaban parte del erario público. lo mismo que los ingresos por las loterías nacionales. Según Fernando Olmeda: "Siempre se ha dicho que fue mediante donativos. En todo caso, fuera de donde fuera, me da la sensación de que el dinero que se gastó fue excesivo en un país con necesidades mucho más acuciantes, sobre todo pan para comer e infraestructuras para recuperar un país arrasado por la guerra". 

Prosigue Luis Felipe Utrera:
Construido por mano de obra “esclava”. En su construcción participaron principalmente trabajadores libres y un porcentaje menor de presos (inferior a 2.000 en total y nunca más de 750 a la vez), entre los años 1942 y 1950, en régimen de redención de penas. Todos ellos eran voluntarios, que debían solicitar ser destinados a dicha obra con lo que reducían el tiempo de su condena por este medio (primero 3 días de condena por día de trabajo y luego 6 días de condena por día de trabajo), además de cobrar un salario exactamente igual al de los trabajadores libres. Además, disponían de una serie de ventajas (seguros sociales, amplia libertad de movimientos y trato normal con empleados libres, visitas, estancias y colegio para familia e hijos, mejor alimentación, etc.). Muchos de ellos continuaron trabajando como libres después de redimir su tiempo de condena.
Según una pluma nada sospechosa de bolchevismo, como Juan Pablo Fusi, fueron 20.000 los presos los que pasaron por el Valle de los Caídos. Los presos eran contratados por las empresas encargadas de la construcción que pagaban al Estado un tercio menos que a un trabajador libre, y una mínima parte de ese dinero iba a una cartilla a nombre del preso. Las empresas se lucraban con una mano de obra que, si no la podemos llamar esclava, habría que buscar una denominación nueva para este tipo de contrato. Imaginemos si hoy en día te contratan por la tercera parte del sueldo base, es decir, por doscientos euros; si eso no es esclavismo...

Las condiciones alimenticias de los presos que trabajaban en cuelgamuros eran mejores por dos razones: los obreros no pueden trabajar muertos de hambre. También hay que tener en cuenta la terrible desnutrición y la alta mortandad en las cárceles del primer franquismo, cualquier mejora debería parecer que estaban comiendo en un restaurante de cuatro tenedores.

Que todos los presos iban voluntarios a Cuelgamuros también debe ser puesto en duda: Nicolas Sánchez-Albornoz, fue obligado a trabajar en Valle. Según Anasagásti, Juan Ajudearra, político vasco, fue encarcelado en Burgos y le propusieron trabajar en Cuelgamuros, la negativa del dirigente vasco le llevó a soportar condena extra. También cuentan testigos de época (Andrés Iniesta) que de las cárceles sacaban camiones de presos para ir a trabajar a la sierra madrileña sí, o sí. (esto haría falta confirmarlo por otras fuentes)

Como siempre la historia represiva franquista, es negada, o en el mejor de los casos dulcificada:
“Miles de muertos” en su construcción.- El médico de las obras, D. Angel Lausín a la sazón, preso redimiendo condena contabilizó un total de 15 accidentes mortales entre 1943 y 1962, tanto de trabajadores libres como de presos que redimían condena, lo que teniendo en cuenta las colosales dimensiones de la construcción, la duración de la misma y las medidas de seguridad entonces vigente.
Oficialmente se tienen constancia de esas 15 muertes. Nicolas Sánchez-Albornoz en una entrevista en el País, año 1976; dijo:
Durante cinco meses trabajé en el destacamento que construía el monasterio. En la época nuestra no ocurrió ningún accidente grave. Sin embargo, se comentaba que en el período anterior, en la etapa en que se excavó el túnel de la cripta, murieron muchos presos políticos. Se daban nombres... Luego, cuando se colocaron los brazos de la cruz, yo ya estaba en el exilio, también corrieron noticias; en este sentido.
Tampoco sabemos jamás cuantos obreros murieron posteriormente a causa de la silicosis. En la actualidad una obra de esa envergadura no produciría enfermos de silicosis, pero en la forma en que se tuvo que construir el mausoleo megalómano  franquista fue normal que se enfermara.

Sigue LFU.:
El “mausoleo” de Franco. Todo parece indicar que Francisco Franco jamás pensó en ser enterrado en el Valle de los Caídos. Nada dejó por escrito y tampoco dijo nada a su familia. De hecho, tanto él como su mujer tenían preparado un pequeño panteón en el cementerio de El Pardo-Mingorrubio que Franco visitó y al que eliminaron algunos adornos por haberlo considerado excesivamente suntuoso. La decisión la tomó el Consejo de Ministros presidido por el Rey Juan Carlos, tras preguntar a su familia si había dejado alguna indicación al respecto, firmando el primero y único de sus Decretos con la fórmula tradicional de “yo el rey”. Comunicado a la comunidad benedictina, hubo que hacer un agujero a toda prisa en la parte posterior del presbiterio desviando los conductos de calefacción que pasaban por dicho lugar (lo que explica bien que nunca se pensó que aquél lugar alojase ningún enterramiento). Uno de los monjes recordaba que al enterrar a José Antonio, la primera de las losas de granito que sirvió una cantera de Collado Villalba fue desechada por no tener las dimensiones requeridas, por lo que llamó a la cantera por si la conservaban. Ante la respuesta afirmativa, pidió que grabaran por la parte posterior el nombre de “FRANCISCO FRANCO”. Así que el reverso de la lápida que hoy puede verse en la Basílica lleva escrito el nombre de “JOSÉ ANTONIO”.

Franco no dejó nada escrito al respecto, y es verdad que la orden de enterrar a Franco parte del Rey, de todas formas el Rey nunca ha declarado si estaba cumpliendo con los deseos de Franco. Según Fernando Olmeda que ha publicado un estudio sobre el Valle de los Caídos:"Franco fue previsor, y aunque no hubiera una voluntad expresa, sí que lo expresó a su manera a algunos colaboradores, incluso había alguna persona que asegura ser testigo de un momento en el que Franco le manifiesta esta voluntad de tener un lugar ahí. En el año 74, con la primera enfermedad de Franco se monta un gabinete de crisis en Moncloa. Gabriel Cisneros informa al embajador norteamericano sobre la previsión de honras fúnebres para Franco en caso de fallecimiento, y se habla de que Franco sea enterrado en El Pardo. Un año después es enterrado en el Valle. De tal manera que nadie ha establecido con documentos cuál era la voluntad de Franco. Aunque se manejaron otras posibilidades al final de su vida, como el panteón de El Pardo, donde está Carmen polo ¿Dónde iba a ser enterrado mejor que en su gran obra?" Lo que sí está claro que el mausoleo franquista no fue pensado para que José Antonio Primo de Rivera presidiera junto a Franco el monumento franquista, pero vino de perlas para magnificar la memoria del "ausente", y apuntalar, más todavía, la dictadura de Franco.

Muchos esfuerzos para restarle importancia al mausoleo de Cuelgamuros, muchos e infructuosos, porque fueran muchos o pocos los presos y los muertos que se dieron en Cuelgamuros, y quisiera o no Franco presidir su "magna" obra, el caso es que el visitante que acceda a la Basílica del Valle se encontrará al creador del partido fascista español y al dictador Francisco Franco, presidiendo un monumento donde hay enterrados republicanos asesinados por la dictadura. Se calcula que están sin identificar entre 15.000 y 17.000 restos. El caso español es único en toda Europa, y el Gobierno actual no hace nada para remediar esta vergüenza democrática. Ni que decir tiene que los gobiernos anteriores hicieran demasiado; tanto populares como socialistas.

Según un artículo de Hispania Nova: 
El cambio electoral en España, con la proclamación de Felipe González como presidente del Gobierno, tampoco introdujo transformaciones sensibles, a pesar de que hasta en dos ocasiones (1982 y 1984) el gobierno socialista convocó sendas comisiones de expertos para determinar qué posibles variaciones se podrían realizar en el recinto, sin llegar a ninguna conclusión definitiva. Y, aunque en el año 1982 se modificó el régimen de funcionamiento de Patrimonio Nacional, el Valle de los Caídos no se vio afectado a ningún nivel. De hecho, durante aquel período continuaron llegando restos a sus criptas desde diferentes puntos de España. El último apunte en el libro de registro data del 3 de junio de 1983.

Y ya para terminar: Eduardo Palomar Baró -de la FNFF- justifica el gasto del mamotreto franquista  de una forma muy peculiar:
Ante las críticas recibidas por países extranjeros, sobre todo los estadounidenses, podemos decir, que un avión de bombardeo, conocido como fortaleza volante, y que fue utilizado para destruir ciudades alemanas, tenía un coste de 1.500 millones de pesetas, y como sea que de este tipo de avión se construyeron centenares y que años más tarde fueron convertidos en chatarra, no es de recibo esta reprobación, máximo comparando los fines bélicos americanos con la obra emblemática del Valle de los Caídos.
Hay que ir con la verdad por delante: un Boeing B-17 Flying Fortress (Fortaleza Volante) costaba por la fecha de la II Guerra Mundial no más de 240.000 dólares, un dinero curioso sin ninguna duda, pero muy lejos del 1.500.000 millones de pts. de los que habla Eduardo Palomar Baró. No sabemos las unidades que se fabricaron, pero pocas fueron para deshacernos de Hitler. O solo iban a poder fabricar los alemanes bombarderos con los que destruyeron ciudades inglesas -y alguna española-. No dude el sr. Baró que los americanos gastaron muchísimo más de 1.500 millones en la IIGM. Tampoco es comparable el poderío económico estadounidense con la maltrecha economía franquista, no olvidemos que gracias al Plan Marshall, la Europa de posguerra superó rápidamente el trauma de la IIGM.

1 comentario:

  1. Sobre la voluntad de Franco de querer ser enterrado en Cuelgamuros, el periodista Daniel Sueiro en su libro la Verdad sobre el Valle de los caídos, investigó este tema y obtuvo las declaraciones que hizo Franco, de forma muy breve pero muy clara de ser enterrado allí, al lado del fundador de La Falange. Franco, en su régimen de terror, hacía que todo lo que se le entregaba a él, desde el Pazo de Meirás a los cien mil "regalos" y menciones honoríficas, fuera hecho por iniciativa de los demás y nunca a petición suya. Es conocida la anécdota de los joyeros de la Gran Vía cuando la mujer del genocida visitaba esta calle, de tener entre todos un seguro para pagar las joyas que se llevaba la señora Polo pues creía que se las regalaban. Franco, por supuesto que dejó claro dónde le tenían que enterrar.

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