domingo, 27 de mayo de 2018

José ALBERT Primo de RIVERA

Albert Rivera lo ve todo en rojo y amarillo, él no ve ni patrones ni obreros tan solo ve españoles. Esto nos recuerda bastante a la ideología nacionalsindicalista (fascismo) que preconizaba el sindicalismo vertical: todos juntos -patrones y obreros- pero jamás revueltos.

 El programa falangista de Primero de Rivera en el punto seis del mismo proclamaba que “Nuestro Estado será un instrumento totalitario al servicio de la integridad patria. Todos los españoles participarán en él a través de su función familiar, municipal y sindical. Nadie participará a través de los partidos políticos. Se abolirá implacablemente el sistema de partidos políticos con todas sus consecuencias: sufragio inorgánico, representación por bandos en lucha y parlamento del tipo conocido". 

El nacional-sindicalismo fua una corriente fascista nacida en los años 30 en España y basada en un hondo sentimiento nacionalialpopulista, con un especial acento en las ideas de patria e imperialismo. De carácter antiparlamentario y contrario a los partidos políticos, defiende un estado totalitario articulado por un sindicato único y vertical en el que se aglutinarían empresarios y trabajadores. siendo los primeros los que mayores beneficios obtenían.

No sabemos sí Albert Rivera es cosciente de ello, pero el adjetivo que tanto le gusta usar para descalificar a Podemos, populista, es perfectamente aplicable a su formación, que vemos que el color naranja que los identifica bien podía tornarse en azul mahón; como aquella camisa que "tú bordaste en rojo ayer".

Interesante editorial de CTXT:

Contra el nacionalpopulismo


<p>Ciudadano Kant</p>
Ciudadano Kant
PEDRIPOL
23 DE MAYO DE 2018

Hay españoles jóvenes y mayores, trabajadores y empresarios, sanos y enfermos, centrípetos y centrífugos, ricos y pobres, de derechas y de izquierdas, conservadores y progresistas, hombres y mujeres, cristianos, judíos, musulmanes y no creyentes, heterosexuales y homosexuales, republicanos y monárquicos, del campo y de la ciudad. Hay españoles libres y españoles presos, españoles con vivienda y sin ella, con trabajo y sin él, jubilados y estudiantes. Hay españoles que quieren dejar de serlo, otros que están hartos de que algunos quieran dejar de serlo, y otros a los que les da igual quién sea o sienta español y quién no. Hay castellanoparlantes, gallegoparlantes, catalanoparlantes y vascoparlantes. Hay insulares y peninsulares, drogodependientes y traficantes, corruptores y corrompidos, defraudadores y patriotas fiscales, pensionistas y medio-pensionistas. Y todos son españoles.
Todos los españoles son españoles, pero no a todos les gusta el programa de Ciudadanos sobre la juventud y la tercera edad, sobre el trabajo y la empresa, sobre la salud pública, sobre la organización territorial, sobre la pobreza y la riqueza, sobre la igualdad y la libertad, sobre la seguridad y la lucha contra la delincuencia, sobre las pensiones y los impuestos, sobre el uso y promoción de las lenguas, el derecho a usarlas y el deber de hacerlo, sobre la educación y sus contenidos. 
La plataforma “España ciudadana” quiere serlo todo al mismo tiempo, salvo nacionalista y populista. De momento, sin embargo, es sólo “nacionalpopulista”, porque como banderín de enganche no se esmera en dirimir más conflicto que el nacional, y esconde los demás conflictos en un concepto amorfo de pueblo abducido por la nación. Pero eso dura poco y no cuesta trabajo comprender que lo que hay es otra cosa. “España ciudadana” sí tiene proyectos y propuestas para los diferentes conflictos sociales que hay en España, y son proyectos de partido: es el programa de Ciudadanos. No cuesta ningún trabajo entender que en “España ciudadana” el sustantivo España es retórico, y que lo importante es el adjetivo. Lo importante es Rivera y su partido. “Sea español, vote Ciudadanos”: ese es el mensaje. España como enganche a favor de un partido y de un programa enfrentado a otros partidos y otros programas que hasta hoy también se creían españoles.
La literatura política de todos los tiempos está llena de reproches al patriotismo que se blande entre compatriotas, al patriotismo identitario y excluyente y al patriotismo de quienes se suben encima de la patria para que se les vea. Son olas destructoras las que levanta esa pulsión. Sobre todo son olas desleales, siempre lo han sido, porque instrumentalizan un sentimiento y un patrimonio inapropiables. Cuanto más se asocie la bandera a una de sus partes, más crecerá la parte pero menos valdrá la bandera. Y ese es el camino que decididamente ha emprendido Rivera: crecer electoralmente a costa de una España beligerante, haciendo de ella un sentimiento tan acogedor para unos como antipático para otros, tan integrador para integrados como excluyente para los distintos, tan ilusionante para unos como hostil para otros. Quien pretende hacer de su partido una nación, acaba haciendo de su nación un partido. 
 Rivera ha transgredido una línea roja: la de la deslealtad con su país. Los réditos electorales que obtenga serán coyunturales, pero el daño puede ser de mayor duración. Más aún lo será si los demás partidos deciden competir en españolismo con Ciudadanos, como es de temer. Mucho más eficaz e inteligente, a corto y largo plazo, será desinflar “España ciudadana” dejándola reducida a lo que es: “Ciudadanos”, un partido de derecha ultraliberal y xenófobo si los sondeos animan a serlo. Lo más útil para enfrentarse a este remedo low cost de Obama y Macron con tintes joseantonianos será dejar a España a un lado y hurgar en lo que importa: obligar a Rivera y a su formación política a pronunciarse sobre a qué españoles va a beneficiar y a cuáles menos. Porque todos los españoles son españoles, pero unos son ricos y otros no, unos son monárquicos y otros republicanos, unos son unionistas y otros no, unos necesitan abaratar costes sociales y otros pugnan por más salario, unos dependen de impuestos y políticas sociales y otros menos, unos quieren más seguridad y otros más libertad, unos más identidad y otros más derechos. 
¿Por qué hablar de “nación” cuando lo que queremos decir es “partido”?

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