La burbuja asomaba en medio de un cóctel irresistible tipos de interés bajos, crédito barato y un invitado sorpresa: la nueva ley del suelo, la varita mágica que en teoría iba a bajar de las nubes el precio de la vivienda. Así lo afirmaba Rafael Arias Salgado, ministro de Fomento: "El objetivo es incrementar el parque de viviendas y disminuir su precio"... Leer más...👈
La burjuba inmobiliara se sostuvo de forma ficticia gracias a los créditos: las constructoras tenían dinero para construir y los clientes dinero para comprar. ¿De quién fue la culpa, de los que pedían créditos, o de los que los otorgaban con suma facilidad? Si yo le dejo dinero a un insolvente, el problema lo tendré yo porque no podré recuperar el dinero prestado. La prensa le dio la vuelta a la tortilla, la culpa fue de los ciudadanos que vivimos por encima de nuestras posibilidades, no de los bancos que prestaron por encima de sus posibilidades.
Hay que maquillar la lógica siniestra del capitalismo culpando a las víctimas de este sistema moribundo. Los ciudadanos otra vez fuimos víctimas propicias del sistema y el propio sistema es el que culpabilizó a los que sufrieron las consecuencias de la crisis de 2008. Nada nuevo. Si una persona se quedaba sin trabajo a causa de la crisis de 2008 (que fue mundial y procedía una vez más de EE. UU.), y no podía pagar la hipoteca, el responsable único de tal desgracia era la persona que había pedido el crédito y no el propio sistema capitalista.
Mucha gente por aquellos días tenía un amigo que había vivido por encima de sus posibilidades, se había comprado una segunda vivienda. También existían otros que con el crédito de la hipoteca se habían amueblado el pisito y comprado un utilitario. Eran unos insconcientes. Pero eso era tan solo una vista inducida por la prensa de los borregos, porque esas personas dejaron de pagar las hipotecas por faltarle la forma de conseguir un sueldo con el que sastifacer sus compromisos crediticios, o lo que es lo mismo, la crisis de 2008 los arruinó y no pudieron hacer frente a las hipotecas.
En esta gráfica obsevamos como cuando con Aznar gana las elecciones en 1996, el paro baja hasta cotas desconocidas hasta entonces. La nueva Ley del suelo de 1998 hizo que el paro bajara hasta el 10,6%, esa dinámica continuó con Zapatero llegando el paro al 8,3%, el dato más bajo de toda la serie que comprende desde el año 1990 hasta el 2021. De toda esta serie los datos más altos los tuvo M. Rajoy, 25,8 %, pero ni Zapatero fue tan bueno ni Rajoy tan malo, sencillamente fueron víctimas de la dinámica económica de su época. Zapatero cogió la herencia envenenada de Aznar, unas leyes y circunstancias que creaban mucho empleo, pero que era pan para hoy y hambre para mañana.
Se le recriminó a Zapatero no haber hecho antes los recortes demandados por Bruselas pero realmente los hizo, y esta circunstancia agravó mucho más la situación. Rajoy continuó con los recortes y el paro siguió aumentando desmedidamente. La crisis del coronavirus no ha sido tan letal en términos laborales, no ha subido el paro como en 2012, porque la política europea esta vez ha sido la contraria a la de 2008. Si en 2008 demandaban recortes, con el coronavirus nos han inyectado ingentes cantidades de dinero, ha sido en cierta medida una vuelta al keynesianismo. Las mismas medidas hubo que haber tomado en 2008.
Entonces si miramos los datos friamente, con Zapatero el paro bajó hasta límites desconocidos y con Rajoy subió hasta cotas insoportables. El milagro de Rato fue un bluf. Zapatero continuó con las mismas políticas de Aznar hasta que estalla la crisis de 2008. Rajoy, por su parte, cuando ganó las elecciones subió todos los impuestos e hizo mayores recortes que Zapatero. Aquí nadie está libre de pecado, pero el que sembró las bases de la burbuja inmobiliaria fue nada más y nada menos que Aznar. La crisis de 2008 fue mundial y la produjo los sacrosantos EE. UU. En España hubo más paro que en ningún sitio debido a la falta de industrias. La desindustralización de Felipe González, que hizo para entrar en la CCE, fue nefasta y todavía hoy la seguimos pagando.
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