martes, 10 de enero de 2023

La matanza de Casas Viejas no fue el prólogo de la Guerra Civil ni el principio del fin de la Segunda República


 Muy conocida es la matanza de anarquistas en Casas Viejas. Los escribidores de la prensa española de vez en cuando escriben sobre aquel luctuoso hecho. En El Confidencial, Julio Martín Alarcón ha escrito un artículo achacándole a Azaña la culpabilidad de la masacre y tildando de prólogo de la Guerra Civil aquel asesinato: "Los tiros, a la barriga": Azaña y la masacre de Casas Viejas o el prólogo de la Guerra Civil".

Implantar el comunismo libertario sin tener los medios necesarios, fue una temeridad de los líderes anarquistas, o más bien una irresponsabilidad, como lo fue la Revolución de Asturias. Algo que merece nuestra crítica, porque los que ponen los muertos no suelen ser los líderes de los sindicatos y de los partidos. Lo ocurrido en Casas Viejas, primero fue culpa de quien mandó levantarse a los campesinos hambrientos de pan y justicia y segundo de los represores que actuaron por su cuenta y riesgo.

Como es normal, las autoridades mandaron a los cuerpos de seguridad del Estado a acabar con la ilegal insurrección, lo sucedido en aquella matanza fue responsabilidad de quien ordenó disparar y ese no fue Azaña.

Escribe Julio Martín Alarcón:

Seisdedos y otros 24 anarcosindicalistas, además de tres guardias de asalto, morirían acribillados por las fuerzas de seguridad según órdenes del Gobierno de Azaña de sofocar la revuelta "sin prisioneros". El Confidencial...👈

¿Ordenó Manuel Azaña liquidar a todos los revolucionarios anarquistas ("sin prisioneros")? La historiografía ya desmontó tamaña mentira pero el Sr. Alarcón insiste en reditar viejas falacias. 

En el diario Público también hablan de Casa Viejas, para Henrique Mariño (siguiendo al escritor Ramón Pérez Montero), aquel suceso fue el "el principio del fin de la Segunda República", pero no le echa la culpa a Manuel Azaña:

El presidente del Consejo de Ministros asegura en sus diarios que él no mandó disparar a matar. Sin embargo, se había fiado del testimonio del capitán Rojas, al mando de la Guardia de Asalto, quien luego declaró en un juicio que había recibido una orden de la Dirección General de Seguridad: "Ni heridos ni prisioneros. Los tiros, a la barriga". De poco sirvió que fuese condenado a 21 años de cárcel, aunque solo permaneció dos años entre rejas, antes de pasarse al bando franquista. La leyenda negra ya había ensombrecido a Azaña y al Gobierno republicano. Público...👈

Julio Martín Alarcón no nos dice que los "tiros a la barriga", y el no dejar "ni heridos ni prisioneros", fue una justificación de quién realmente ordenó aquella matanza, el malvado capitán Rojas, quien acabaría luchando junto a los golpistas. Realmente existen muchos inicios del principio del fin de la II República igual que muchos prólogos. Eso depende los gustos. Algunos dicen que fue durante la revolución de octubre de 1934 en Asturias, otros apuntan al asesinato de José Calvo Sotelo. Pero lo que demuestran los datos reales es otra cosa.

En 1932 se subleva el General Sanjurjo, no es apoyado por el Ejército y es detenido. Todas las insurrecciones anarquistas fueron resueltas a favor de los gobiernos republicanos. La Revolución de Asturias fue aplacada con la ayuda inestimable de la Legión (Franco y Yagüe ya estaban de por medio). Pero el 17 de julio en Ceuta, Melilla y el Protectorado, parte del Ejército se subleva contra el Gobierno burgués republicano (ni PSOE, ni el PCE estaban en ningún ministerio); el 18 de julio el golpe de Estado se traspasa a la península y los sucesivos días el golpe se extiende como una mancha de aceite por el resto de España. 

El golpe semifracasa o semitriunfa: gran parte del Ejército se une a los golpistas, pero otra parte se mantiene fiel y recibe el apoyo de las masas obreras. Este es el inicio de la Guerra Civil y no otro. España queda partida en dos. Los golpistas por una lado, y por el otro  el Gobierno legítimo de la II República. Este es el verdadero principio del fin de la II República. Mientras los militares cumplieran con su deber y obedecieran con el poder constituido, los gobiernos pudieron continuar con su mandato por muchas revueltas obreras y militaradas que se sucedieran. Pero si una parte sustancialmente grande del Ejército se sublevaba contra los que ostentaban las riendas de la nación, estos no tenían capacidad para mantener la República en paz. Y así sucedió.

Ahora bien, en todas las historias hay un prólogo, y el prólogo de la Guerra Civil lo escribieron José Calvo Sotelo y su grupo alfonsino con la aquiescencia de Alfonso XIII, cuando los monárquicos tomaron contactos con Benito Mussolini para reinstaurar la monarquía en España. En 1935 le insinuaron a Mussolini que si en las próximas elecciones ganaban las izquierdas, ellos darían un golpe de Estado. La jugada les salió medio bien, porque consiguieron la ayuda demandada y pudieron intoxicar a muchos militares con la creación de la UME y los fondos italianos, pero las expectativas se le truncaron al morir, primero Calvo Sotelo, que era el líder civil de la revuelta, y poco después José Sanjurjo (otro monárquico reconocido) en un tonto accidente de aviación cuando regresaba de Portugal para dirigir el golpe y la posterior Guerra Civil.

Según Carlos Píriz, es su trabajo, En Zona Roja, sobre la Quinta columna, en 1935 hubo un preparativo de golpe de Estado abortado por la entrada de la Gil Robles en el Gobierno de Alejandro Lerroux. En estos preparativos también estaba implicado Franco

Alfonso XIII se quedó huérfano al morir estos dos próceres alfonsinos. Franco se quedó con España durante cuarenta años y no fue hasta su muerte cuando se restableció el reinado de los borbones. Franco muy cínicamente había declarado que España era un reino sin rey, aunque el propio Franco hiciera las veces de monarca. No se cortó ni un ápice al conceder títulos nobiliarios, privilegio de la realeza del que se había apropiado el dictador. En realidad, Franco robó todo lo que quiso.

Esos títulos de nobleza deberían haber decaído con la muerte del sátrapa, pero no, no han sido derogados hasta este 2022 pasado con la entrada de la Ley de la Memoria Democrática. Y vamos más allá, al morir Franco hubiéramos tenido que haber conectado con la II República, eso hubiera sido lo verdaderamente justo. Pero para que nos vamos a engañar, fue Juan Carlos I quien pilotó con ayuda de Suárez el proceso transitorio, con lo que íbamos a tragarnos a los borbones por muchas décadas más estaba cantado.

La relación de los monárquicos alfonsinos con Benito Mussolini, la ha descrito a las mil maravillas Ángel Viñas en su libro ¿Quién quiso la Guerra Civil?. Muy mal por El Confidencial, aunque de la prensa de derechas no podemos exigirle nada, sería tanto como pedirle peras al olmo. Y muy mal por Público, aunque no se hace caso de monsergas revisionistas, la simpatía por los revolucionarios anarquistas (que eran una piedra en el zapato para la II República), les lleva a comprar una irrealidad que la historiografía anarquista tiene muy arraigada.

Y un servidor puede entender a los campesinos que estaban muy cansados de los caciques y de las reformas burguesas que iban a paso de tortuga. Pero cambiar los vicios ancestrales que padecía España, no era cosas de dos días, y aquellas revueltas armadas solo servían para que murieran campesinos y trabajadores, mientras la mayoría los líderes anarquistas, socialistas y comunistas estaban cómodos en el calor de su casa. Es aconsejable también acercarse a la obra de Eduardo González Calleja, Cifras Cruentas, para que veamos el resultado de tanto pistolerismo durante la II República. Pistolerismo azuzado también por la extrema derecha. No existe historia sencilla.


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