lunes, 15 de abril de 2024

La quema de iglesias en 1931 y la reacción de condena del Gobierno y del PSOE


 En la imagen superior vemos la manifestación ciudadana antimonárquica que se concentró en frente del Círculo Monárquico Independiente que acabó en la quema de edificios del clero en mayo de 1931. Observará el lector el número alto de personas con sombreros y trajeadas que se manifestaban contra los monárquicos alfonsinos. 

Existe una creencia generalizada de que fue la izquierda quien trajo la II República, pero es falso, la izquierda no tenía tanto empuje. El movimiento antimonárquico español, o anti Alfonso XIII, fue un movimiento transversal que afectó a distintas capas de la sociedad, como ha escrito recientemente Francisco Sánchez Pérez, en El germinal español (ver enlace...👈 ). 

Esto no quiere decir tampoco que en la quema de edificios religiosos participaran todo el mundo. Como demostraremos a continuación. La tea incendiaria anticlerical, fue un movimiento espontaneo, carente de liderazgo político, que iba precisamente contra la II República recién instaurada hacía tan solo hace un mes. El PSOE, y sus dirigentes, como Indalecio Prieto, condenaron la quema de Iglesias y frenaron el intento de huelga general que los alborotadores intentaron proclamar.

La derecha, y la extremaderecha revisionista, tienen el desparpajo de culpar al PSOE, en general a toda la izquierda, pero en especial al PSOE, de la Guerra Civil, y no a los verdaderos culpables: monárquicos alfonsinos del protomártir José Calvo Sotelo, falangistas, carlistas y militares traidores a su juramento, y al Gobierno de la II República. El golpe de Estado de 1936 no logró acabar con el Gobierno republicano/burgués de la II República, y este al defenderse de los golpistas (que estaban asesinado a diestro y siniestro allá donde se hacían fuertes) provocó que estallase una cruenta y larga guerra entre paisanos, y no entre hermanos como suelen aducir los equidistantes. Una guerra civil nunca es fratricida.

La derecha tiene que justificar de alguna manera el golpe de Estado del 36. Son muchas las excusas que han sacado a la luz. La primera, es la que la II República llegó ilegítimamente tras unas elecciones municipales que incluso hasta perdió. Sin embargo, esto no es cierto. Las elecciones del 12 abril de 1931 fueron tomadas como un plebiscito por el propio Alfonso XIII, que antes de marcharse dijo en el diario monárquico ABC: «Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo...». Alguien que gana unas elecciones no dice tal frase. En las grandes urbes ganaron por goleada las candidaturas republicanas.


Para conocer como fueron aquellos comicios debemos acercarnos al libro El Germinal español, de Francisco Sánchez Pérez:

...  El autor relata cómo en las grandes urbes, y en muchas no tan grandes, un amplio movimiento liberal interclasista, liderado por las elites culturales del país, pedía democracia y cómo, tras aquellos comicios, la multitud invadió las calles, promoviendo una auténtica fiesta popular jamás presenciada en España. El régimen, roto e incapaz de gestionar la crisis, optó por pactar un final de trayecto. Leer más...👈


También se suele argumentar que las elecciones de 1936 fueron un tongo y que en realidad el Frente Popular perdió las elecciones. No obstante, la derecha perdedora de las elecciones no denunció ningún pucherazo, ni en las instrucciones reservadas del general Emilio Mola Vidal se hablaba nada de ningún tongo electoral. Si se hicieron "trampas", tan responsables fueron las derechas como las izquierdas, y por eso en algunas suscripciones se tuvieron que repetir las elecciones. 

El último intento en demonizar las elecciones de 1936, la vemos en el libro 1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular, de Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García (ambos colaboradores asiduos de FAES del expresidente José María Aznar). Mi amigo el arquitecto Javier Teijeiro Fuentes, que se ha leído dicha obra con especial interés, me comentó que al final no se demuestra que el Frente Popular perdiera las elecciones, si no más bien todo lo contrario. Realmente ganó los comicios el Frente Popular.

La tercera vía justificativa es la violencia política ejercida por las izquierdas. Y para eso se nos recuerda la quema de edificios religiosos por parte de las izquierdas. Quema que comenzó el 10/11 de mayo, tan solo un mes después de proclamarse la II República española. Se suele argumentar que los gobiernos de las izquierdas se mantenían impasibles ante la escalada de la violencia política que producían elementos izquierdistas, y que durante la quema de iglesias en 1931 el Gobierno no hizo nada. Otra falsedad de la historiografía conservadora y/o filofranquista.

En una entrada anterior hemos demostrado de forma suficiente que esto es totalmente falso. La Guardia Civil siempre salía a reprimir a los violentos (con el consabido número de víctimas), y en el caso de la quema de edificios religiosos sacaron al Ejército a la calle y proclamaron el estado de guerra.

El diario liberal Ahora publicaba una fotografía del general Queipo de Llano con un pie de foto que decía: "El general Queipo de Llano leyó él mismo el bando de proclama del estado de guerra y dirigió una vibrante alocución a las masas, invitándolas a respetar la República y conservar el orden".

Según el diario Ahora, las algaradas incendiarias comenzaron tras un incidente en un centro monárquico recién inaugurado:

En este momento llegó al número 67 un taxi, que al parecer conducía Francisco Hurtado Vivancos, iba ocupado por dos individuos. Estos se asomaron a las ventanillas y gritaron ¡Viva el Rey! y ¡Viva la monarquía! El chófer protestó de esos gritos subversivos contrarrestándolos con los de ¡Viva la República! e inmediatamente uno de los ocupantes del vehículo agredió al chófer.

Esto fue el motivo por que la que la gente que transitaba por el lugar, en unión de los que salían del Retiro de escuchar a la Banda, se pronunciaron en favor del chófer, y como los del grupo monárquico continuaron con su actitud levantisca, fue preciso el auxilio de la fuerza pública.

Del Círculo Monárquico salieron algunos de los socios, que se sumaron a los de un grupo con los vítores al Rey. Los grupos que había alrededores contestaron vigorosamente con vivas a la República. Los vivas y muertes se fueron sucediendo por una y otra parte con mayor energía, y los ánimos se excitaron ya de tal modo que empezó a cundir la alarma en los alrededores.

El ambiente se fue caldeando todavía aún más y ordenaron cerrar las puertas del Circulo Monárquico Independiente. Se avisó al ministerio de Gobernación para que mandase protección. Mientras llegaban las fuerzas del orden, los más exaltados prendieron tres automóviles. El jefe de policía Superior, el comandante Borrero trató de calmar a la muchedumbre allí congregada. Los bomberos llegaron a apagar los coches incendiados.

También se acercó al Circulo Monárquico Independiente el ministro de la Gobernación Miguel Maura, que tampoco consiguió aplacar los ánimos exaltados. Otro nutrido grupo se personó en la sede del ABC con intenciones incendiarias. Para guardar el orden sacaron a la Guardia Civil, entonces se empezaron a suceder los tiroteos y los heridos ante la muchedumbre que no se arredraba. Al final, la Guardia Civil logró disolver a los manifestantes. En la puerta del ABC murieron dos personas. Martín Ulloa Pecharromán "de treinta y seis años, domiciliado en la calle de Serrano, 38, portería", y el niño "Pedro Alonso Fernández de trece años, habitante en el Pasaje de la Alhambra, 1". Al parecer según Ahora, se pensaba que la herida del niño que le produjo la muerte no fue producida por una bala "y se supone sea de flecha". Caramba con los monárquicos alfonsinos, tenían complejo de Robin Hood armados con arcos y flechas. Pero en este caso a la inversa: robar a los pobres para dárselo a los ricos.

También se intentó agredir a un albiñanista detenido por las fuerzas del orden. Los manifestantes, que se calculaban entre 2.000, intentaron linchar al albiñanista: "Para calmar los ánimos tuvo que salir a la calle Marqués de la Ensenada, don Ángel Galarza, Fiscal de la República, y subido a una silla, dirigió la palabra. Rogó que se tuviera calma".

Todo esto derivó en la quema de edificios religiosos por parte de una masa incontrolada y sin dirección política de ninguna clase. El Gobierno actuó sacando a los militares a la calle y decretando el estado de guerra. Ahora explicaba así la actitud del general Queipo de Llano...

... El capitán general llegó a la Puerta del Sol a la madrugada, y al ser reconocido por los grupos fue aclamado. El general Queipo de Llano les pronunció unas palabras para recomendar cordura y sensatez a todos y confianza en el Gobierno Republicano.

Indalecio Prieto, uno de los principales líderes socialistas no dudo en salir a la calle para pedir calma:

Poco después de ocurrir los lamentables sucesos de la Cava Baja, y teniendo noticias que en Puerta Cerrada y otros lugares de aquel barrio los ánimos estaban exaltadísimos, don Indalecio Prieto se dirigió a aquellos sitios y visitó tabernas, bares y demás sitios céntricos donde se hallaba reunido el público, arengándoles y rogando que se calmaran, porque el Gobierno de la República haría justicia y no dejaría sin sanción a ningún culpable alto ni bajo.

El Sr Prieto, que era por aquel entonces ministro de Hacienda, no dudo en salir a la calle a tratar de calmar los ánimos. También se estaba llamando a la huelga general por varios grupos levantiscos. El PSOE y la UGT publicaron varios comunicados instando en no hacer caso a los alborotadores y a ejercer mano dura contra ellos. Aquí uno de esos comunicados:

LA CASA DEL PUEBLO DESAUTORIZA EL INTENTO DE HUELGA GENERAL Y EXPRESA EL DESEO DE QUE SE CASTIGUEN CON RIGOR LAS PROVOCACIONES DE LOS PERTURBADORES.

Reunido conjuntamente las Comisiones ejecutivas del partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores, para juzgar el intento de la huelga general producido hoy en Madrid a instigación de miembros irresponsables, no es fácil determinar, y menos justificarlo, por los sucesos ocurridos ayer.

El estado de excitación popular creado por la provocación de los enemigos del régimen republicano, e inducido por agentes provocadores, han hecho que parte de los trabajadores de Madrid se haya dejado arrastrar momentáneamente a un movimiento de huelga general, cuya finalidad oculta no podía ser otra que la de dificultar la obra de consolidación de la República.

Las ejecutivas del partido Socialista y la Unión General de Trabajadores han dado órdenes expresas para que se reanude el trabajo, a la vez que desautoriza, mediante la presente nota, el intento de huelga.

(...) Al mismo tiempo, las ejecutivas hacen constar el deseo expreso de que se castiguen con el rigor de las circunstancias y la seguridad del régimen exigen, la provocación de elementos que llamándose guardadores del orden, provocan el desorden con manifiesto insulto a la República naciente y la voluntad popular.

Desde la historiografía conservadora revisionista, cuando no directamente franquista, se ha intentado hacer ver que la quema de edificios religiosos se producían gracias a la pasividad de los gobiernos de la II República, y esto es totalmente falso. En mayo de 1931 el Gobierno obró en consecuencia, y la UGT y el PSOE estuvieron por mantener el orden y la paz.

Durante la Guerra Civil hasta hubo izquierdistas que protegieron a los religiosos y religiosas. A los hermanos Pla, después de haberlos asesinado los juzgaron. Los familiares de los Pla tuvieron que soportar, para colmo, una fuerte multa en concepto de responsabilidades políticas por los dos hermanos  fallecidos que murieron asesinados por el Tte. coronel Yagüe, sin embargo, durante el juicio celebrado en 1940, se les reconoció haber intercedido por los presos derechistas y por un grupo de religiosas:

En los domicilios de dichos señores [de los hermanos Luis y Carlos Pla] fueron amparados, no solo señalados derechistas que por ello eran objeto de grave persecución de los rojos, sino religiosas que fueron recogidas y mantenidas igualmente hasta el momento de la liberación como tiene manifestado la misma Superiora de ellas. Documento cedido por Luis Pla Ortiz de Urbina.

 

 El alcalde de Zafra, José González Barrero, también protegió a las religiosas de su ciudad. Según consta en un documento escrito por la abadesa del convento Santa Clara:

Se apercibió el alcalde de la algarada y todo nervioso haciendo calle por entre las turbas se hacercó (sic) al torno de las religiosas y dijo ¿M. Abadesa? que le han ordenado a Vds. Sr, Alcalde que inmediatamente nos hechemos (sic) a la calle y volviéndose a las turbas y porraceándose el pecho dijo a todos: Vdes. no son nadie, el alcalde soy yo, el Presidente soy yo, el pueblo soy yo y si en cinco minutos no os dispersáis llamo a la Guardia Civil y os arrasan a todos. Se fueron marchando y decían unos a otros arracándose los galones y las corbatas encarnadas ¿entonces para que queremos esto? y así se quedó el patio y la calle sin un alma... José María Lama. La amargura de la memoria, Pág. 558

Más tarde, y ya de madrugada, el alcalde metió a las religiosas en un camión y las puso fuera del alcance de las turbas. José González Barrero huyó de Zafra antes que la ciudad cayera en mano de los golpistas. Al acabar la Guerra Civil de regreso a Zafra, lo detuvieron y lo internaron en el campo de concentración de Castuera, donde fue asesinado sin saber el paradero de su cuerpo a día de hoy. El alcalde de Zafra, al igual que los hermanos Pla, siendo hombres justos fueron asesinados por los fascistas a pesar de que fueron defensores de las derechas. Y la represión del clero, hay que enmarcarla dentro de represión general a todos los colectivos de las derechas. Se asesinaba por el mismo motivo a un cura, obispo, militar golpista o votante de las derechas. 

Cuando se explica la parte de la historia que el franquismo quiso y quiere ocultar, el relato ya no es el mismo. Existen infinidad de matices que hacen más comprensible la realidad de lo que ocurrió durante la II República y después en la Guerra Civil. No se puede justificar la quema de Iglesias durante la II República (que fue el reflejo de lo que ocurriría después en la guerra), pero no podemos culpar a los gobiernos republicanos. De hecho a nadie se le ha ocurrido culpar a Alfonso XIII de que en 1909 durante la Semana Trágica, es decir durante siete largos días, la masa enfurecida estuviera quemando edificios religiosos y civiles.

Historiadores filofranquistas como Ángel David Martín Rubio (prologuista del libro la matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda) son los que alimentan las falsificaciones de la II República y la Guerra Civil:

... fue el Partido Socialista quien finalmente destruyó aquella República de la que, además, iba a gestionar su agonía sometido a los dictados de Moscú ya en los días del presidente Negrín. El predominio del Partido fundado por Pablo iglesias fue posible por la necesidad de una base social para sustentar el régimen naciente. A la vista del resultado electoral, Azaña descartó a los republicanos radicales de Lerroux y dio entrada en su Gobierno a un partido marxista cada vez más escorado hacia la ruptura revolucionaria con las instituciones democráticas. Revista Afán. FNFF

Los socialistas jamás estuvieron a los dictados moscovitas, eso era en todo caso, función del PCE, y las órdenes directas del Kremlin eran las de colaborar con las democracias occidentales para combatir el fascismo, no de montar un Soviet Supremo en la República española. De ahí las creaciones de los frentes populares en Francia, España y México. Como hemos observado a lo largo de este escrito, los socialistas estuvieron por poner orden y parar los conatos huelguísticos durante el primer bienio. Todo cambia durante el segundo bienio, cuando Alejandro Lerroux junto a Gil-Robles paralizan todas las reformas necesarias para modernizar el país. 

Martín Rubio nos recuerda las arengas mitineras de Largo Caballero en la campaña electoral de 1933: "Vamos legalmente hacia la evolución de la sociedad. Pero si no queréis, haremos la revolución violentamente. Esto, dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil. Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil....". Pero se le olvida citar también los discursos previos y filofascistas de José María Gil-Robles:

Tenemos que dar a España una verdadera unidad, un nuevo espíritu, una nueva política totalitaria (...). Tenemos que fundar un nuevo Estado, limpiar el país de masones judaizantes (...). necesitamos todo el poder y eso es lo que pedimos (...). Para cumplir ese ideal no vamos a perder el tiempo con formas arcaicas. La democracia no es un fin, sino un medio para la conquista del nuevo Estado. Cuando llegue el momento o lo hacemos desaparecer (...). ¡En pie todos para la lucha! Estamos movilizados, no dejaremos las armas hasta que tengamos en las manos la victoria final. La Segunda Republica Española, Pág. 551

Aquellas palabras de José María Gil-Robles, de nada se diferenciaban de los discursos fascistas, o bien filofascistas que se estaban prodigando por el resto de Europa, como según ha explicado Julián Casanova...

... Las dictaduras que se establecieron en la mayoría de los países del este y sureste de Europa en los años veinte y treinta, tras el derrumbe de los viejos imperios, no fueron fascistas, aunque imitaron y admiraron el estilo fascista del gobierno de Mussolini y, posteriormente, el de Alemania nazi. Europa contra Europa, Pág. 142

En 1933, justo después de las elecciones, el PSOE no amenazó con ninguna huelga revolucionaria. Eso ocurrió un mes después, cuando ya Alcalá Zamora le había dado el Gobierno a Alejandro Lerroux, y ante "los rumores de la llegada del general golpista Manuel Goded a la Subsecretaría  del Ministerio de Guerra, lo que se interpretó como la antesala de un movimiento fascista"...

... Prieto recordó las amenazas de golpe de Estado pronunciadas por el líder cedista durante la campaña electoral [de 1933], y amenazó a Lerroux como potencial encubridor de esa "amenaza dictatorial":

Las palabras del señor Gil Robles en su discurso sobre lo que deberían hacer las derechas si se cerraba el camino al Gobierno, encubren el propósito de un golpe de estado. En este caso, el Partido Socialista contrae pública y solemnemente el compromiso de desencadenar la revolución. La Segunda Republica Española, Pág. 953.

Se pretendía hacer llegar al general Goded a la subsecretaría de Estado, y eso sonaba como una afrenta a la izquierda, ya que dicho general había participado en el golpe de Estado del general Sanjurjo en agosto de 1932, y posteriormente fue amnistiado por Alejandro Lerroux. El centro derecha de Lerroux, y la derecha de la CEDA de Gil-Robles, estaban creando el ambiente perfecto para provocar a las izquierdas. Provocación que acabó en la revolución de Asturias. Movimiento subversivo que fue neutralizado por el Gobierno conservador con la ayuda del Ejército africano. Pero lo que ocurrió en el segundo bienio y como todo acabó con la victoria del Frente Popular y el segundo golpe de Estado ejercido por los militares, merece un artículo aparte.

Fuentes: 

  • Diario Ahora
  • El Germinal Español. Francisco Sánchez Pérez
  • La amargura de la memoria. José María Lama
  • Expediente de la causa contra los hermanos Pla 
  • La Segunda República Española. VV. AA.
  • FNFF, artículo firmado por Ángel David Martín Rubio
  • El Debate. Discurso de José María Gil-Robles elecciones 1933
  • Europa contra Europa. Julián Casanova


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