lunes, 19 de febrero de 2024

Adiós a Podemos, Sumar se la pega, y el trevijanismo ha sido derrotado en Galicia

 Me he visitado varios canales del MCRC (la secta que fundó Antonio García-Trevijano) para ver su reacción en las elecciones gallegas, y solo he podido recopilar dos vídeos de dos personas que han ido a sus colegios electorales para romper el voto delante de la mesa electoral.

Las dos personas que aparecen en el vídeo primero pronuncian un discurso y después rompen el voto. Uno de ellos dice...

... He decidido no votar, darle la espalda a este régimen porque la ley electoral es un desastre (...). No elegimos directamente a nuestros representantes, como sucede en otros países, como ustedes pueden comprobar (...). Tampoco quiero las autonomías, así como la Constitución y todo el sistema que hay. Por eso no voto.

Después de decir que no votaban rompían un sobre, y acto seguido le daban la mano a los componentes de la mesa. Como la abstención es un acto pasivo, los trevijanistas tuvieron la feliz idea de ir al colegio electoral para romper el voto en un acto reivindicativo. García-Trevijano para diferenciarse del abstencionista común, el que no vota porque todo le da igual, los llamó abstencionarios, que según la secta del MCRC, son aquellas personas que no votan en cualquier elección, pero que a diferencia del abstencionista, se encarga de luchar por cambiar el sistema, para lo cual se encuentra motivado por sus convicciones morales y políticas. Y para cambiar el sistema sin votar y ser visibles, se presentan en el colegio electoral y rompen el voto delante de la urna.

Sin embargo, el abstencioniario y el abstencionista técnicamente son la misma cosa. Ninguno de los dos depositan el voto en la urna, con lo cual los dos pasan a formar parte de la misma estadística bajo el nombre de abstención. Por eso es imposible saber quien es el abstencionista y quien el abstencionario. Otra de las chorradas de Antonio García-Trevijano, y que algún tarado tiene a bien a escenificar en algún colegio electoral perdido. La verdad es que cada vez resultan más patéticos al comprobar los resultados electorales.

La realidad fuera del mundo trevijanista es radicalmente distinta: los ciudadanos votan. En estas elecciones gallegas, a las cinco de la tarde la participación ciudadana era del 49,17%, 6 puntos por encima de los tres últimos comicios. Pero la participación al final del escrutinio dio un vuelco esperable: "La participación de las elecciones en Galicia se dispara por encima del 67%, 18 puntos más que en las últimas" (ver enlace...👈). La participación de estas elecciones ha sido de la más alta con respecto a las realizadas durante los últimos años: 13% superior con respecto a las elecciones de 2016, y 12% más alta si la comparamos con los comicios de 2012. Como observaran los "abstenciariarios" del MCRC y de la pseudo JDE de Rubén Gisbert, pedir la abstención es una enorme inutilidad. Por no decir que ir a pie de urna a romper el voto es un acto más inservible todavía.

Y es que romper el voto delante de la mesa electoral es una protesta individual, y ese tipo de protestas no sirve para nada. Las protestas deben de ser colectivas y en masa. Imagínense si los agricultores se manifestasen en sus tractores individualmente. ¿Patético, no? Pues así se ven los trevijanistas que van a romper el voto en el colegio electoral.

La abstención entonces, llámese abstencionista o abstencionario, nunca va a dejar de ser un acto pasivo. Por eso y por mucho que le pese al MCRC, la abstención activa no existe, y no existe porque se diluye dentro de la abstención general. Si en las elecciones gallegas la abstención ha sido del 32,82%, ¿cuánto de ese porcentaje pertenece a la abstención activa? Y si pensamos que la participación en Galicia ha subido un 18% respecto a las anteriores, estamos en condiciones de afirmar rotundamente que el régimen democrático del 78 no va a caer por falta de votantes. 

Solo durante la II República las campañas abstencionistas del anarquismo  funcionaban, y desgraciadamente lo hacían a favor de todo el espectro de la derecha, pero no hacían caer al régimen. El Frente Popular ganó las elecciones, en 1936, y por la mínima, porque prometieron una amnistía (habían detenido a 15.000 personas durante la Revolución de Asturias, muchos de ellos afiliados a la CNT), y los anarquistas no hicieron campaña a favor de la abstención. Si los libertarios se hubieran abstenido, la CEDA y el resto de la derecha hubieran ganado las elecciones.

Y no podemos culpar a la gente que participa en las elecciones de nada. El pueblo es soberano y el decide. Tampoco podemos culpar a la prensa de manipular a la ciudadanía, porque si la democracia en EE. UU. era la ideal para Antonio García-Trevijano, allí la prensa se mueve en los mismos parámetros oligarcas que la prensa de Europa.

La política es cruel y el régimen sabe engullirse a quien no le conviene. Podemos ha desaparecido de Galicia consiguiendo 3.854 votos (han quedado por debajo del PACMA) y Sumar que pretende ocupar el espacio de Unidas Podemos, aunque  ha superado con creces a los podemitas, 28.171 votos, no consigue representación en el parlamento gallego. Podemos y Sumar juntos tampoco hubieran conseguido un mísero escaño y se colocarían detrás de Vox quienes se han llevado 32.493 votos. En las elecciones del 23-J, Sumar se llevó de los gallegos 178.691 papeletas. En estas elecciones han perdido 150.520 votantes. Declive total.

Podemos ya puede ir pensando en que el futuro es más negro que el carbón porque de Galicia prácticamente han desaparecido, y Yolanda Díaz ya puede ir deshaciéndose de la idea de ser la primera presidenta del Gobierno de España al perder 150.000 votos de una sentada. Aquellos gloriosos 71 escaños de los podemitas han pasado a la historia y algunos lo recordaremos con nostalgia. Pareciera por un breve espacio de tiempo como si el miedo hubiera cambiado de bando. Tan solo fue un falso espejismo.

Pero hay que saber resignarse y aceptar democráticamente los resultados, el único consuelo que nos queda a los antifascistas es que Vox también se ha quedado fuera del parlamento de Galicia, aunque eso allí no es nada nuevo. El otro consuelo es que los nacionalistas de izquierdas del BNG han cosechado 467.074 votos y 25 escaños. Y no pensemos que la comunidad gallega es de derechas. Si sumamos los votos del PSOE y del BNG, obtenemos 674.675 papeletas, que restados a los 700.491 del PP, la izquierda con representación institucional en Galicia se queda a 35.726 votos de los conservadores. Las mayorías absolutas a veces nos dan falsas sensaciones. Pero lo cierto es que pese a todo, el PP tiene mayoría absoluta y con resultados así, la oposición no vale para nada.


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