sábado, 17 de agosto de 2019

EL PATRIOTA, Y NO ES MEL GIBSON, SINO ALFONSO GUERRA





Anda muy enojado don "Arfonzo" porque para cierta parte de la izquierda la palabra España le molesta: "Hay una izquierda boba, hay una izquierda de salón, una izquierda impostora, que incluso tiene miedo a usar la palabra España (...), hay que ser muy tonto". Cuando don "Arfonzo" hablaba de de izquierda boba, de salón, impostora, por un momento me creí que se estaba refiriendo a él mismo, pero cuando usó la palabra España me di cuenta de que no. Claro, como se va a retratar él mismo.

El señor Guerra entiende que para las personas mayores el sentido patriotero sea nulo porque el franquismo se adueñó de la palabra España, pero ya no entiende que la gente más joven siga con la misma actitud, ya que ni siquiera han vivido la dictadura.




Para conocer la dictadura de Franco no necesariamente hay que haberla vivido. Sr. Guerra, resulta que hay mucha gente joven que le bufa todo el asunto de España -para bien o para mal- También existe una mayoría patriota de jóvenes, pero estos se sitúan a la derecha, y otra mayoría de jóvenes se decantan por renegar de la historia reciente de España. Hay una izquierda joven que lee libros, que se informa, y por eso no puede aceptar la bandera roja y amarilla como suya. Sabe que esa maldita bandera se volvió a imponer a costa de 500.000 muertes con las ayuda del nazismo y el fascismo, y que tras una silenciosa y olvidadiza transición, nos hicieron aceptar  -o les hicieron aceptar a una izquierda débil- aquella ignominiosa afrenta.

 El 15 de agosto de 1936 Franco y Queipo de Llano volvían a hacer oficial en la España fascista la bandera bicolor. Y en 1939 la bandera traidora, o de los traidores, se hacía extensible a toda España. Las personas honradas no podemos hacer esa ignominiosa bandera como nuestra.

Mire sr. Guerra, mírelo bien. Esta fotografía es de una manifestación en Badajoz:



Mírelo bien don "Arfonzo", son gente joven manifestándose y cortando una de las principales vías de Badajoz. Protestan, y precisamente no portan la bandera roja y amarilla, sino la bandera de la II República, la tricolor; esa misma bandera que de no ser por el fascismo hoy seguiría  ondeando en todos los edificios públicos de España. Sería la bandera que todos portaríamos cuando la Roja ganase partidos de fútbol.

Sr. Guerra, no nos tome usted por bobos, ni por tontos, ni mucho menos por impostores. Tal vez el tonto, el bobo, el impostor y el izquierdista de salón lo sea usted y Felipe González, por no aplicar políticas de memoria cuando tuvieron todas las facilidades del mundo, cuando la derecha estaba en sus horas bajas y los socialistas arroyaban con sus mayorías absolutas. ¿No será que de aquellos barros estos lodos? ¿No tendrá usted y González parte de culpa de eso que a usted tanto le molesta hoy?

Ustedes, socialistas de salón e impostores y falsarios izquierdistas, se adueñaron de las siglas del PSOE y lo siguen haciendo hoy en día. Por favor, disuélvanse, desaparezcan, hagan mutis por el foro y dejen de mancillar el buen nombre de un socialista de verdad, Pablo Iglesias Posse. Monten un nuevo partido político, están en su derecho, y olvídense de las palabras socialista y obrero: el IBEX 35 ni es socialista ni obrero. 

¡MENUDOS SINVERGÜENZAS!

2 comentarios:


  1. Nueve consejos para Podemos (VIII)
    No rechazar ni imponer un color a la bandera española . Merece la pena leer entero el artíco pero aquí un fragmento : "Y puestos a hacer un poco de memoria, la bandera rojigualda no es la bandera exclusiva del franquismo ni siquiera de la monarquía. Ni tampoco la bandera tricolor de la II República fue la bandera del antifranquismo: durante los primeros meses de la Guerra Civil también fue la bandera de los golpistas de Franco y militares fascistas fueron enterrados con todos los honores bajo la bandera tricolor. La bandera rojigualda, que tiene un origen militar en el siglo XVII, en concreto para uso en la Marina de guerra, se usó como bandera nacional en la Revolución española liberal de 1808, en las Cortes de Cádiz. Fueron fundamentalmente las milicias nacionales, la expresión armada y popular más progresista habida en el siglo XIX, las que extendieron el uso de la bandera rojigualda como símbolo nacional. La bandera borbónica que ondearon los carlistas, en su enfrentamiento contra el liberalismo y el constitucionalismo, era blanca con el aspa roja de Borgoña. En 1843 Isabel II decreta la bandera rojigualda como bandera nacional frente a la bandera del absolutismo carlista que ondeó durante las tres guerras civiles de aquella centuria. Este hecho hizo identificar aún más a la bandera rojigualda con las posiciones políticas más avanzadas frente a la bandera carlista que representaba el inmovilismo y la reacción. Durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874), en su etapa de Gobierno Provisional o en su etapa de Primera República española, se ondeó la bandera rojigualda (con distinto escudo) como bandera oficial. Es decir, la bandera bicolor fue la insignia que representó al periodo más democrático y progresista de todo el siglo diecinueve incluyendo la primera experiencia republicana de nuestra Historia. La rojigualda también ha sido bandera republicana.

    Con esta breve y sintética semblanza histórica no queremos caracterizar a la bandera rojigualda como la elegida para representar un futuro proyecto nacional de progreso y democracia. Pero tampoco creemos oportuno ni correcto que se la identifique con la bandera de la reacción y los valores antidemocráticos (cosa diferente sería hablar de los escudos habidos) . De hecho, en el siglo XIX los colores de esta bandera significaron precisamente lo contrario. Incluso en el siglo XX, el propio General Vicente Rojo, el que fuera Jefe del Estado Mayor del Ejército Popular de la II República, criticó el cambio de color en la bandera nacional que se realizó y defendió mantener la rojigualda.

    Por lo tanto, nos parece que el rechazo o crítica actual a la bandera rojigualda por connotaciones políticas, no sólo supone un error historiográfico sino una insensatez estratégica. La guerra a banderazos (manifestación simbólica del inútil y peligroso izquierdas/derechas) no va a facilitar la constitución de una mayoría social para el cambio y creemos que PODEMOS debería desmarcarse de la identificación con una u otra bandera ."

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  2. La cruz de Borgoña no fue un emblema carlista hasta 1934-1935, cuando Fal Conde reorganizó el Requeté. Atribuírsela retrospectivamente a los carlistas de las guerras civiles de 1833 y 1872 y oponerla a una supuesta rojigualda liberal es una fantasía moderna (para empezar, la rojigualda de la Milicia Nacional era del modelo de 1820, con las 3 franjas de igual anchura). Fantasía extendida, sí, pero falsa. De hecho, en la guerra civil de 1872 los carlistas ondeaban básicamente la rojigualda, bandera de España y del ejército desde finales de 1843 (y en 1936 el bando franquista se decantó por la rojigualda -manteniendo el escudo de la II república hasta 1938- por exigencia de los carlistas). Se da la paradoja de que las enseñas reglamentarias de los ejércitos liberales en las guerras de 1833 y 1872 ahora a la gente le parecen carlistas porque lucen una cruz de Borgoña (ejemplo, bandera de artillería, guerra de 1872, bando liberal: morada con aspa roja de Borgoña)(otro ejemplo, bandera batallona reglamentaria de infantería, bando isabelino, guerra de 1833: blanca con un aspa roja de Borgoña).

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