En estos días que celebramos
el aniversario de nuestra
Constitución , se me ha venido al recuerdo, una persona cuya labor
en aquellos duros años de la transición, fue fundamental en el desarrollo de los acontecimientos que
desembocarían en la aprobación del texto constitucional.
Me estoy refiriendo a Torcuato
Fernández Miranda (Gijón, 1915,
Londres, 1980), al que creo, no se le ha
hecho la justicia que merece en reconocimiento a la importante labor que
desempeño en aquella época.
Su generosidad y alejamiento de cualquier interés o ambición
personal, quedó a las claras cuando al
ofrecimiento que le hizo el monarca, de elegir entre la presidencia del
gobierno o la de las Cortes-todavía no
se había aprobado la Constitución- sin dudarlo un segundo respondió que él le podría resultar más útil
presidiendo las Cortes, tal y como reveló el propio Rey a José Luís de Vilallonga en el libro biográfico que éste
escribió, El Rey.
El rey Juan Carlos, que
heredó todo el inmenso poder que dejó Franco, tenía perfectamente claro que
ese poder debía ser devuelto a su legítimo dueño, la sociedad española. ¿Pero cómo lo hacía? Su fiel colaborador
le dio la solución; se trataba de desmontar el franquismo pero de la mano de
las leyes, “de la ley a la ley, a través de la ley”, fueron sus
palabras. De esta forma se dispuso a desmontar toda la maquinaría de poder
franquista.
Fue, sin duda, el artífice de dos
hechos históricos fundamentales que culminarían con la aprobación de la Constitución. Esto es, la elección de Adolfo Suárez como presidente del gobierno,
y la aprobación de la Ley para la
reforma política.
En lo primero, y a petición del Rey, que ya había pensado en Adolfo Suárez para pilotar la nave, algo en lo que, como
hemos visto, estaba Torcuato
perfectamente de acuerdo, tuvo que componérselas para convencer a los
procuradores franquistas que lo
incluyeran en la terna de tres nombres que necesitaba el Rey. Ese era el sistema que heredó del franquismo para la elección
del presidente del gobierno. Las Cortes elegían tres candidatos y el
Jefe del Estado elegía de entre
ellos al que más le convenía. Lógicamente, la cosa tenía truco. En otros
tiempos se trataba de incluir en la
terna al que previamente Franco había seleccionado para el puesto.
En lo segundo, tarea mucho más
dificultosa, tuvo que ingeniárselas, con la colaboración de Adolfo Suárez, para convencer a los
procuradores franquistas que votaran a favor de una ley que liquidaba
absolutamente la dictadura, y daba paso a la democracia que con todas sus
imperfecciones disfrutamos en la
actualidad. Esta Ley para la Reforma
Política, fue obra absolutamente suya. Fue aprobada por Las Cortes el 18 de Noviembre de 1976, y refrendada mayoritariamente por los españoles,
el 15 de diciembre del mismo año con un
ochenta por ciento de votos a favor. L La
Después de este importante hecho
, luego de ocupar por breve tiempo el puesto de senador por designación real, se retiró silenciosamente de la vida pública
trasladándose a vivir a Londres, ciudad en la que murió en 1980. Al parecer los desencuentros con Suárez tuvieron algo que ver en esta
decisión. Al parecer, los distintos ofrecimientos que se le hizo para ocupar
cargos públicos importantes no surtieron efecto.
A partir de este momento, el protagonismo político recayó en el
presidente Suárez, que convocó las
primeras elecciones democráticas en
nuestro país, 15 de junio de 1977,
después de las últimas, celebradas en febrero del 36.
La legalización del PCE y la
aprobación de la Constitución fueron
hechos históricos importantes que cabe atribuirles , en la parte que le corresponde a Adolfo Suárez, pero ¿Hubiera sido posible sin la labor
desempeñada con anterioridad por Torcuato
Fernández Miranda? Probablemente
no.
No se trata, no obstante, de
quitar ni poner méritos a nadie, pues como bien decía en televisión en fechas
recientes, el historiador Paul Preston,
la transición fue una función que contó con un empresario, El Rey, un guionista, Torcuato
Fernández Miranda, y un actor, Adolfo
Suárez González. Éstos son a mí entender los principales artífices de la transición de la dictadura a la
democracia, sin olvidarnos, por
supuesto, de la indispensable
contribución de distintas
personalidades, como Felipe González,
Alfonso Guerra, Abril Martorell, Santiago
Carrillo, Manuel Fraga, los líderes nacionalistas….. y sobre todo
el importante papel desempeñado por
la sociedad española que apostó
inequívocamente por la democracia.
Vaya pues, mi modesto homenaje a
este hombre que considero el gran
desconocido por parte de muchos españoles.
ANTONIO ALFONSO HERNÁNDEZ, 7 de
diciembre de 2013
Debo hacer una puntualización para intentar no confundir al personal.
ResponderEliminarCuando digo que "la obra de la Ley para la reforma política es obra absolutamente de Fernández AMiranda" conviene que haga las siguientes matizaciones:
Este hecho fue así en cuanto a que él fue el ideológo de esta ley, de hecho el proyecto que se presento al gobierno lo ralizó el mismo. No obstante no sólo participó él, pues un pequeño equipo de personas dirigidas por el entonces ministro de justicia, Landelino Lavilla se encargaron de realizar los retoques necesarios para presentar la referida ley a las Cortes.
A cada cual lo suyo.
que triste que un supuesto republicano enaltezca la obra y pretendido talante de un falangista y monárquico, jerifalte estatal durante la represión del continuismo. Contribuir a la mitificación de lo que llaman democracia y no lo es (por tantas razones, empezando por la imposición del modelo de Estado, sin refrendo popular específico) es burla o ignorancia
ResponderEliminarSalud y República!!