ARTÍCULO POR ANTONIO ALFONSO HERNÁNDEZ
No parece tener otro cometido el
libro al que nos referimos, que el desmontar las leyendas urbanas originadas en
Badajoz tras la ocupación. Este es un debate antiguo que no tiene hoy en día
ningún interés, máxime si tenemos en cuenta que historiadores de la importancia
de Francisco Espinosa las tiene
indudablemente por no ciertas. Tal vez, en la década de los años ochenta
hubiera tenido sentido un trabajo de estas características, cuando todavía
estas historias estaban muy latentes, pero no ahora que lo que nos interesa es
saber la verdad en cuanto a la magnitud de lo sucedido y no
sí Manolete estoqueó
republicanos.
“Cuando Yagüe
se apoderó de Badajoz (…) hizo
concentrar en la Plaza de Toros a todos los prisioneros milicianos y a y quienes, sin haber empuñado las armas,
pasaban por gente de izquierda. Y organizó una fiesta. Y convidó a esa fiesta a
los cavernícolas de la ciudad , cuyas vidas habían sido respetadas por el
pueblo y la autoridad legítima. Ocuparon los tendidos caballeros respetables, piadosas
damas, lindas señoritas, jovencitos de San
Luis y San Estanislao de Kotska,
afiliados a Falange y Renovación, venerables eclesiásticos, virtuosos frailes y
monjas de albas tocas y mirada humilde. Y entre tan brillante concurrencia,
fueron montadas algunas ametralladoras. Dada la señal –suponemos que mediante
clarines-, se abrieron los chiqueros y
salieron a la arena, que abrasaba el sol de Agosto, los humanos rebaños de los
liberales, republicanos , socialistas, comunistas y sindicalistas de Badajoz.
Confundíanse los viejos y los niños. También figuraban mujeres: jóvenes
algunas, ancianas otras; gritaban , gemían, maldecían, increpaban, miraban con
terror y odio hacia las gradas repletas de espectadores. ¿Qué iban a hacer con
ellos? ¿Exhibirlos? ¿Contarlos? ¿Vejarlos? Pero pronto, al ver las máquinas de
matar con los servidores al lado, comprendieron. Iban a ametrallarlos,
Quisieron retroceder, penetrar nuevamente en los chiqueros. Pero fueron
rechazados, a golpes de bayoneta y de gumía, por los legionarios y cabileños
que estaban a su espalda. Y se apelotonaron, lívidos, espantados, esperando la
muerte . Yagüe estaba en el palco,
acompañado de su segundón, Castejón.
Le rodeaban, obsequiosos y rendidos, terratenientes, presidentes de cofradías,
religiosos, canónigos, señoras damiselas vestidas con provinciana elegancia.
Levantö un brazo y sacó un pañuelo. Y
las ametralladoras comenzaron a disparar (…) “Quieren matar a cien mil
madrileños(…) Por otra parte han prometido a los moros y a los del Tercio dos
días de saqueo, para indemnizarles de sus fátigas y peligros actuales. En el botin, como es
natural entran las mujeres ( Ya sabe el pueblo de Madrid lo que le aguarda, si
no quisiera defenderse (…) La muerte para muchos. La esclavitud para los demás
(…) Ya dejaron en Badajoz las pruebas sangrientas de que su amenazas no son
vanas”….
Me he permitido transcribir en gran parte, la
información aparecida en el diario
madrileño La Voz, aparecida en Octubre de 1936, con la
pretensión de que conozcamos realmente el contenido de lo que tantas veces se
ha hablado, y a la cual se refieren los
revisionistas en el libro que nos ocupa, con la
intención de desmontar o
desmitificar este hecho.
En primer lugar cabe preguntarse
¿Puede alguien medianamente sensato e informado sobre estos temas, dar
credibilidad a este folleto que acabo de transcribir?
Podemos observar perfectamente en
la parte final del artículo, las verdaderas intenciones de los autores. Esta,
no es otra que la de movilizar y motivar
a la población madrileña ante la proximidad de la COLUMNA DE LA MUERTE . Es un hecho muy habitual en todas las
guerras, servirse de la mentira para arengar a los tuyos, provocar la reacción
ante supuestos hechos atroces cometidos por el enemigo.
No olvidemos que en el apartado de la propaganda de guerra pura y dura, los
del otro bando tampoco se andaban con tonterías en el arte del engaño.
Durante muchos años dijeron hasta
la extenuación que “los rojos” habían
incendiado Guernica. Luego acabaron reconociendo la triste verdad, de que
fueron ellos los causantes de aquellos inhumanos bombardeos, que tantas muertes
provocaron y porque no decirlo, tanto
influyó en la aparición del nacionalismo extremista y violento, que después
vino.
Pasaron de decir que sólo los rojos cometieron
barbaridades, a que en la guerra también ellos cometieron algún exceso, para
pasar finalmente al que ellos dan por definitivo, en la guerra se cometieron
exceso por igual en ambos bandos.
Por tanto tenemos que decir, que
la famosa fiesta nunca ocurrió en la Plaza de Toros, aunque esto no quiere
decir que allí no ocurriera nada. Los revisionistas pretenden anotarse el tanto de que son ellos
los que desmontan esta mentira, pero la triste realidad para ellos es que esta
estaba ya suficientemente desmontada. Nadie en su sano juicio da credibilidad hoy en día a tamaña barbaridad. Los propios
autores de tendencia izquierdista, han reconocido que esta información era
absolutamente falsa. Entonces ¿Por qué razón insisten en algo que no es motivo de debate?
La respuesta es muy sencilla, tal
y como hacen siempre aprovechan una parte, para atacar el todo, o lo que es lo
mismo, llevarnos tendenciosamente hacia
la idea de que en la Plaza de Toros de Badajoz no se fusiló absolutamente a
nadie. Nos detendremos en este aspecto para desmontar nuevamente a los autores
del libro, y airear sus constantes manipulaciones y contradicciones.
Se sabe que los fusilamientos en la Plaza de
Toros de Badajoz, comenzaron en la madrugada que va del 14 al 15 de Agosto y
que duraron aproximadamente hasta finales de ese mes. Lo sabemos por los
innumerables testimonios que hemos oído o leído en todos estos años. ¿Por qué razón iban a mentir tantas personas?
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Imagen del blog de Pilo |
Pero es que el mismo
Francisco Pilo, si el mismo que en el
libro mantiene otra postura , me reconoció lo que a continuación transcribo y
esto ocurrió en su propio blog.
Al preguntarle yo ¿Cree usted que el estado en que se
encontraba la plaza de toros el 15 de
Agosto, por lo visto en la foto que ustedes publican, imposibilita que
allí se produjeran ejecuciones desde la
noche del 14 de Agosto?
Siendo esta su respuesta.
No, la fotografía en sí no
demuestra que allí no se produjeran ejecuciones durante la noche.
Se hicieron, nadie lo duda y yo
soy el primero en reconocerlo y cuando la fotografía se tomó ya habían sido
retirados. Mario Neves describe
perfectamente la escena que vemos en la fotografía. Es decir, que los dos
cuerpos que aparecen bien pudieron ser asesinados durante la mañana, una vez
retirados los cuerpos de los asesinados durante la noche y antes de la visita,
no sólo de Mario Neves, sino de por lo menos ocho periodistas más de distintas
nacionalidades.
Cualquiera que tenga curiosidad, puede comprobar
cuanto digo acercándose al blog de Pilo
y observar la última entrada suya titulada, Golpistas, y en el apartado de comentarios figura lo que
acabo de expresar.
O sea, que aunque en el libro no
reconoce los muertos que hubo en la Plaza de Toros, de ahí que hablen de los
450 0 500 muertos que según ellos hubo en la ciudad, entre represión y muertos
en combate entre los días 14 y 18 de Agosto, al final acaba reconociéndolo.
Por tanto, acaba admitiendo muy
veladamente, que en el trabajo que hizo con los otros autores lo único que
parecen demostrar es la falsedad de la información del diario La Voz. Pero eso si se olvidan de
contar los muertos que hubo en los fusilamientos de la plaza de toros.
Nosotros, los que pensamos
distintos a los revisionistas, somos sobradamente más honestos que ellos. Hemos
admitido que Jay Allen exageró y que probablemente no estuvo en Badajoz, también hemos admitido que los 4000 de Whitaker aparte de ser una cifra
excesivamente alta , posiblemente fuera
una invención, pues no aparece en ningún periódico de la época, aunque lo cite
en uno de sus libros. Tampoco dimos credibilidad nunca a la información del
diario La Voz… aún así han dedicado todo
un libro para desmontar estas cosas, las cuales ya estaban suficientemente
desmontadas.
Pero ellos en cambio, nos
recuerdan continuamente estas falsedades y aprovechan para reducir
considerablemente lo que ocurrió.
Ellos repiten continuamente sus
mismas falsedades y tergiversaciones, y nosotros tenemos la obligación moral de
responderles, para que la mentira no venza a la verdad. Se lo debemos a la
memoria de aquellos que entregaron sus vidas, por defender unas ideas que ellos
creían justas.
Ellos
nos recuerdan machaconamente lo de Carrillo, García Atadell y su checa de
Fomento….pero no dicen nada de Díaz
Criado, Haro Lumbrera, Gómez
Cantos, por citar sólo a algunos de los que sembraron el terror en aquellos
años por Extremadura. Lógicamente a ellos no les interesa recordarnos las
actuaciones de estos psicópatas, pero nosotros si que podemos contarle al
personal , las fechorías de estos sujetos, más bien desconocidos para una
inmensa mayoría de extremeños. Próximamente si
Juan Antonio, lo tiene a bien
prometo recordar a todos , quienes fueron estos fulanos y lo que hicieron. Es
justo que sepamos los nombres y apellidos de aquellos que tiñeron de sangre los
campos extremeños y el resto del país.
Por último y como pequeño homenaje , reproduzco un pequeño fragmento
del testimonio del “hombre de la
camioneta” tal y como aparece en el
libro de Pilo “Ellos lo vivieron” y
que también lo sacan en “La matanza de
Badajoz ante los muros de la propaganda”. Recomiendo a todo aquel que le
interese, la lectura completa del relato de este señor, por ser de innegable
interés sobre lo que ocurrió en la Plaza de Toros de Badajoz.
(…) “A eso de las tres y media de
la mañana llegamos a la Plaza de Toros y los civiles se bajaron. Allí había
muchos legionarios y Civiles, todos hablaban muy alto y se les veía muy
nerviosos. Por aquel entonces la plaza
tenía otro muro que daba a la Ronda y la rodeaba `por fuera y se entraba por
una puerta que quedaba enfrente a la de entrada al ruedo. Nos dijeron que
pusiéramos el camión dentro y entonces me fije que en los chiqueros había mucha
gente vigilados por legionarios y muchos gritaban y lloraban. Dentro del ruedo
a mano izquierda, según se entraba había varios muertos en fila y nos dijeron
que los cargáramos en el camión y nos lo lleváramos al cementerio. A un lado
había varios civiles de pié como si estuvieran formados. Un legionario sacó a
dos de los presos y les mando ayudarnos a cargar a los muertos. Esta vez no los
conté porque me impresionó mucho, ya que
aún estaban calientes. Recuerdo que uno de ellos se quejó al dejarle caer en la
plataforma y un legionario sacó una pistola y le dio un tiro en la cabeza.
Yo estaba zurrado de miedo y no me atrevía ni hablar. “ …) “Salimos hacia Puerta Pilar y aun que era
noche obscura y no había luz, se veían muchos soldados y sobre todo moros que
andaban para arriba y abajo, buscando no sé que. Al salir por Puerta Pilar también había
muchos muertos aquí y allí desparramados por el campo, muchos de ellos eran
moros” (…)