La historiografía franquista siempre ha mantenido que el abominable asesinato del líder del Bloque Nacional fue un crimen de Estado. Por otra parte los golpistas lo utilizaron para su propio beneficio , haciendo creer a los españoles que este hecho precipitó el estallido del golpe de Estado, cuando hay que subrayar que la conspiración se llevaba gestando desde meses antes, más bien desde el triunfo del Frente Popular, es decir, Febrero de 1936. Por mucho que se empeñen es imposible disociar este triste episodio con la espiral de violencia que se desató en España en fechas anteriores . Repasemos algunos datos sobre la conflictividad y actos de terror extremo que se dieron.
disparo efectuado presumíblemente por el teniente de los guardias de asalto, José Castillo. Este hecho provocó ansias de venganza hacia el teniente, que desde aquel día fue anotado en la lista negra de la ultraderecha , con el resultado que luego veremos.
A principios del mes de Julio, se produjo una huelga de la construcción en Madrid. En esas fechas ocurrieron algunos enfrentamientos sonados en el parlamento nacional con agresiones entre diputados de los diferentes grupos.
“El día 3 de Julio, se descubre el cadáver del hijo de un empresario del circo Price. No es falangista pero tiene amigos simpatizantes de Falange. Ese mismo día, aparece amarrado a un árbol en la carretera de Toledo el cuerpo de Justo Serna Enamorado, un capitán retirado, de 30 años de edad y simpatizante de Falange, con 33 puñaladas.
En esos días dos falangistas y un cliente son acribillados cuando están sentados en la terraza de un bar de Madrid. Esa misma tarde y como respuesta dos miembros de UGT del ramo de la leche son asesinados por un grupo que los ametrallan desde un coche, al salir aquellos de la Casa del Pueblo de la calle Hortalezas” (1)
Imagen del entierro del guardia civil Anastasio de los Reyes
El 12 de Julio es abatido el teniente José Castillo por cuatro encapuchados, cuando se dirigía al cuartel de Pontejos, en donde prestaba servicio como guardia de asalto. Castillo entrenaba a las milicias socialistas y por tanto su vinculación con la izquierda era bien conocida. Como hemos visto anteriormente, se la tenían jurada desde los sucesos que se produjeron en el entierro de Anastasio de los Reyes. No se ha podido determinar con exactitud la autoría de este asesinato, aunque Ian Gibson en su libro, El asesinato de Calvo Sotelo, ofrece la posibilidad de que ésta fuera obra de los Requetés del Tercio de Madrid. El controvertido y poco fiable Cesar Vidal, se atreve a conjeturar que el asesino fuera el falangista Alfonso Gómez.
Calvo Sotelo se había colocado en el punto de mira de la izquierda por su radicalismo político. Llegó a justificar de alguna manera la actuación del ejército ante los hechos que se venían desarrollando. Esto decía en la sesión parlamentaria del 16 de Junio de 1936.
“Frente a este Estado estéril yo levanto el concepto del Estado integrador, que administre la justicia económica y que pueda decir con plena autoridad: ¡No más huelgas, no más lock-outs, no más intereses usurarios, no más fórmulas financieras de capitalismo abusivo, no más salarios de hambre, no más salarios políticos no ganados con un rendimiento afortunado, no más libertad anárquica, no más destrucción criminal contra la producción, pues la producción nacional está por encima de todas las clases, de todos los partidos y de todos los intereses! A ese Estado le llaman muchos Estado Fascista; pues si ése es el Estado fascista, yo, que participo en la idea de ese Estado, yo, que creo en él, me declaro fascista” (…) “ Cuando se habla por ahí del peligro de militares monarquizantes, yo sonrío un poco, porque no creo-y no me negaréis una cierta autoridad moral para formular este aserto- que exista actualmente en el ejército español, cualesquiera que sean las ideas políticas individuales, que la Constitución respeta, un solo militar dispuesto a sublevarse a favor de la Monarquía y en contra de la República. Si lo hubiera, sería un loco, lo digo con toda claridad, aunque considero que también sería loco el militar que al frente de su destino no estuviera dispuesto a sublevarse a favor de España y en contra de la anarquía , si ésta se produjera”. (2)
El presidente del gobierno Casares Quiroga le llegó a decir:
“Sí parte del ejército se sublevase le haría a usted el máximo responsable”
En la sesión parlamentaria del 1 de Julio se le atribuyó al diputado socialista Ángel Galarza las siguientes palabras, que no obstante no aparecen en el diario de sesiones.
Ángel Galarza, diputado socialista que tuvo una encendida polémica en el parlamento con el líder derechista asesinado
“Contra quien pretende ser el jefe del movimiento fascista y conquistar el poder por la violencia, para llevar a los que militan en los partidos de izquierda a los campos de concentración o a las cárceles, la violencia es legítima y se puede llegar en tal caso hasta el atentado personal” ( 3)
Por otra parte Josep Tarradellas comentó que Dolores Ibarruri al finalizar su intervención el líder monárquico dijo: “Este hombre ha hablado por última vez”, algo que La Pasionaria siempre negó.
Volvamos al día 12 de Julio. Ya he comentado que ese Domingo fue asesinado el teniente José Castillo. En la Dirección General de Seguridad donde se instaló la capilla ardiente, aparte de la comprensible indignación que el suceso produjo, se vivieron momentos de enorme tensión en los cuales se determinó por parte de algunos de los presentes, la necesidad de acometer algún tipo de acción violenta. Ian Gibson sostiene la siguiente interpretación:
El teniente José Castillo a la izquierda de la imagen, donde aparece José Calvo Sotelo
“A las doce de la noche, una comisión de oficiales compuesta por tres capitanes y un teniente de Asalto, se hizo recibir por el ministro de Gobernación, y le exigieron permiso para llevar a cabo una redada general de “fascistas”. Asintió el ministro Juan Molés, y dio las órdenes oportunas para que les entregaran los ficheros de sospechosos de pertenecer a Falange” (4)
Según esta versión que tiene visos de realidad, si tenemos en cuenta que el periodista de origen irlandés lo basó en los testimonios que le ofrecieron algunos testigos de los hechos, estaríamos hablando de que al Ministro de alguna forma se le presionó para que hiciera algo al respecto. Es decir, no partieron de él las iniciativas. Más bien da la sensación de que se pudo ver desbordado por los acontecimientos sin que tuviera la suficiente autoridad o fuerza para evitarlos.
Hay que decir que los que sostienen que el asesinato fue obra del Estado lo basan únicamente en los testimonios aparecidos durante la tramitación de la Causa General, que como todos sabemos fue una tarea de investigación que acometieron los vencedores de la guerra sobre las actuaciones de los vencidos durante el periodo republicano y la guerra civil. Por tanto no es nada fiable. De hecho está repleta de inexactitudes, de importantes omisiones, falsedades, y notables tergiversaciones.
“A partir de ese suceso,(se refiere al asesinato del teniente Castillo), los jefes y oficiales del Cuerpo de Asalto del cuartel de Pontejos, inmediato al Ministerio de la Gobernación celebran conferencias con este ministro, con el presidente del Consejo de ministros y ministro de la Guerra, Casares Quiroga, y con el director general de Seguridad, Alonso Mallol.
Las principales figuras que conferencian con las altas autoridades del Gobierno de la República son el comandante Ricardo Burilo Stolle, el teniente Máximo Moreno y el capitán Fernando Condes, de la Guardia civil este último, todos ellos de la entera confianza del Frente Popular” (5)
Es curioso observar que así como Gibson ofrece los datos de los temas que se trataron en esas reuniones, en cambio la Causa General se limita a decir que se reunieron pero ya está. Es como si quisieran dejar en el ambiente la sospecha de que a lo mejor en esas conferencias, se aprobó el asesinato de Calvo Sotelo. Como vemos, todo de una manera muy sutil.
Indalecio Prieto
La prueba de que lo expuesto por el Irlandés es correcto, es que se produjeron esa noche más de doscientas detenciones de falangistas y demás ultraderechistas, sospechosos de haber podido tener participación en el crimen de Castillo o con antecedentes de haber participado en acciones violentas.
En cuanto a la detención y posterior asesinato del líder derechista, ya se sabe sobradamente como ocurrieron los hechos. Baste decir que la comitiva del vehículo nª 17 del Cuerpo de Asaltos, que partió del cuartel de Pontejos, lo comandaba el capitán de la Guardia Civil Fernando Condés, quien junto a algunos miembros de la guardia de asalto y jóvenes socialistas pertenecientes a la “motorizada”, grupo que se encargaba de la protección personal de Indalecio Prieto, se dirigieron al domicilio de José María Gil Robles. Al encontrarse éste fuera de su domicilio, se les ocurrió ir a por el líder del Bloque Nacional. El autor de los disparos fue uno de los integrantes de la motorizada, Victoriano Luis Cuenca. El cádaver fue dejado en el cementerio del Este.
La Causa General es a la que recurren con frecuencia los que mantienen que fue un crimen de Estado. Veamos lo que dicen los investigadores franquistas a partir de la declaración de uno de los escoltas que tuvo el político monárquico.
“El 29 de Junio de 1936, el agente de la policía de la plantilla de Madrid, Don Rodolfo Serrano de la Parte es llamado a la Dirección General de Seguridad, que desempeña José Alonso Mallol, para que, en unión del también agente José Garriga Pato, se encargue de la escolta del Señor Calvo Sotelo, sustituyendo a la anterior, (…) “El nombramiento del señor Serrano de la Parte fue debido, a considerársele, además de paisano, amigo del Sr. Casares Quiroga, y el de Garriga Pato, por ser masón y plenamente afecto al Frente Popular” (6)
El presidente del gobierno, Casares Quiroga
Según ésta información son citados ante el jefe de personal, Lorenzo Aguirre Sánchez, el cual les “hace saber que su misión cerca del Sr. Calvo Sotelo no sería de protección, sino de espionaje, debiendo dar cuenta diaria y detallada de las personas con quienes se relacionara”(7)
“Dos días más tarde, Aguirre, después de tratar inútilmente de hacer pasar a los agentes a presencia, del director general de seguridad, Alonso Mallol, les previene, en nombre de éste último, que caso de ocurrir un atentado contra el señor Calvo Sotelo, debían, si sucedía en sitio céntrico, simular una protección, pero, en realidad, abstenerse de ayudar en nada, y si era descampado, ayudar a darle muerte” (8)
Según ésta misma fuente, Rodolfo Serrano, incapaz de cumplir la órden, avisa ,al diputado a Cortes por los carlistas, Joaquin Bau Nolla, íntimo amigo de Calvo Sotelo. Enterado éste de todos estos pormenores eleva la queja de forma muy airada al ministro de la Gobernación Juan Moles, quien decide cambiarle la escolta y lógicamente le hace ver su desconocimiento de los hechos denunciados.
Por último señalar que en la Causa General se denuncia el robo del sumario, perpetrado por algo más de una docena de milicianos, a media mañana del 25 de Julio, así como la negligente actitud de la Justicia en este caso.
Como podemos ver , aún en el supuesto de que todos estos hechos fueran reales, no cabe interpretar que el crimen fuera obra del gobierno. Las responsabilidades últimas que se deducen por lo que hemos leído, nos llevaría al jefe de personal de la Dirección General de Seguridad, ya que éste, pone en boca de Alonso Mallol, unas palabras que supuestamente habría dicho, pero la realidad es que en ningún momento los policías llegaron a entrevistarse con el director general de Seguridad.
El cementerio del Este en Madrid, lugar en el que dejaron el cuerpo sin vida de Calvo Sotelo
En cuanto a la entrevista que supuestamente tuvieron algunos oficiales del Cuerpo de Asaltos con el ministro de la Gobernación y el presidente del gobierno, nada sabemos del alcance de lo que allí se trató. Entraríamos inevitablemente en el terreno de la especulación. Lo único cierto si acaso, es que no existe a día de hoy ningún documento que pueda probar la autoría del gobierno de la nación en este asesinato. Asimismo hay que recordar, que en otras versiones, como la que ofrece Ian Gibson, no se habla de que el presidente del gobierno asistiera a esta reunión, sino el Ministro de la Gobernación y en la misma se habría tratado las medidas a adoptar para localizar a los responsables del asesinato de Castillo.
Vayamos ahora, lo que es la parte de las acusaciones en las que se ha basado la historiografía del lado franquista. Que son fundamentalmente estas:
1. La implicación del gobierno, con la responsabilidad del PSOE
2. Participación de la guardia de asalto.
3. La falta de investigación.
Sobre lo primero conviene tener en cuenta que ningún miembro del PSOE formó parte del gobierno en las fechas en que ocurrieron los hechos.
Por otra parte , se hace harto difícil que la cúpula dirigente del partido socialista ideara un asesinato de esa magnitud, teniendo en cuenta la importante división interna que vivía el partido, con tres sectores irreconciliables, esto es; sector prietista, el caballerista y por último el sector que encabezaba Julián Besteiro.
Como he comentado anteriormente no existe ningún documento que acredite estas responsabilidades.
Monumento al político asesinado, en Madrid
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Si analizamos mínimamente como se desarrollaron los hechos, se nota una improvisación fuera de toda duda. Se actúo con una evidente falta de discreción, como lo demuestra los numerosos testigos que dieron fe de lo ocurrido; los escoltas de Calvo Sotelo, su familia, la enorme cantidad de personas que intervinieron en la detención, los empleados del cementerio del este donde dejaron el cuerpo sin vida del político… Francamente es difícil por no decir imposible, que un crimen de esta naturaleza, de haber sido obra de las altas instancias del poder, no se hubiera hecho de una manera más planificada y discreta.
Tal fue la improvisación, que el primero al que pensaron “detener”, tal y como he señalado, fue a José María Gil Robles, que probablemente temiéndose lo peor, se encontraba ese fin de semana en Biarritz. Es entonces y por ese motivo por lo que se deciden ir a por Calvo Sotelo.
No obstante debo decir que destacados socialistas como Indalecio Prieto, Julián Zugazagóitia y Simeón Vidarte, fueron informados esa misma madrugada o a la mañana siguiente por el autor de los disparos, Luis Valeriano Cuenca y el responsable de la detención Fernando Condés. La razón se debió fundamentalmente a la desorientación que mostraron ante lo ocurrido. Según explicó con posterioridad Prieto, el capitán Condés le hizo ver su deseo de suicidarse, así como su confirmación de que su único deseo era la detención de Calvo Sotelo. Es decir, según ésta versión, el asunto se le fue de las manos.
Juan Molés Ormella, ministro de la gobernación cuando ocurrieron los hechos
Dicho lo cual, me parece evidente que estas personas incurrieron en un grave délito de encubrimiento., pues deberían haber informado a la autoridades competentes de la implicación de estas personas, pero ahí acabaría sus responsablidades, que dicha sea de paso, no son pocas.
En lo que respecta a la implicación de la guardia de asalto, se tiene constancia de que la actuación de estos funcionarios, no dejó de ser, el de meras comparsas que no tuvieron arte ni parte en el asesinato. Estaban allí porque alguien les ordenó que estuvieran, pero nada más. Tal y como hemos visto, no se ha logrado demostrar la implicación de ningún alto cargo de la Dirección General de Seguridad, ni tan siquiera de ningún oficial de este Cuerpo, aparte claro está del Jefe de Personal que cita la Causa General, y esto último con arreglo a lo testimoniado por el policía que prestó los servicios de escolta al político gallego.
Sobre la investigación poco se puede aportar, teniendo en cuenta que el sumario fue sustraído. Éste hecho demostraría la intención de salvaguardar a los auténticos responsables de lo sucedido, que tal y como hemos visto, resultaron ser Fernando Condés-por ser el responsable de la detención- y Victoriano Luis Cuenca, autor de los disparos. Estas personas murieron en el frente pocas semanas después del 13 de Junio. Al producirse tan sólo unos días después el golpe de Estado, se puede medio entender que en aquel contexto de guerra, no existiera mucho empeño por parte del gobierno republicano en aclarar los hechos. Es fácil suponer que las prioridades fueran otras.
Esto fue lo que dejó escrito José María Gil Robles al cabo de unos años, sobre el crimen:
“Nunca tuve ninguna prueba ni creía personalmente, a pesar de los duros ataques que dirigí al gobierno en las Cortes, que éste estuviera implicado en el crimen” (9)
José Alonso Mallol, director general de Seguridad el 13 de Julio de 1936
Y esto otro , lo aportó Pedro Sainz Rodríguez, amigo y compañero de partido de Calvo Sotelo y ministro de Instrucción Pública de Franco en la primera época:
“A pesar de haber dedicado bastante tiempo a investigar el asesinato de su amigo como crimen de Estado, no pudo encontrar nada, creyendo que desde un punto de vista histórico, nada se podía achacar al gobierno” (10)
Por lo cual, llego a la conclusión de que el vil asesinato fue consecuencia previsible de la espiral de violencia que asolaba Madrid en los últimos meses, que encontró su máximo apogeo tras la muerte del teniente Castillo. Una serie de personas-no sabemos exactamente cuantas- decidieron tomarse la justicia por su mano.
Como hemos visto, algunas personalidades destacadas del socialismo español incurrieron en encubrimiento, al no poner a los autores a disposición de la justicia. De igual forma , es fácil llegar a la conclusión de que las autoridades republicanas actuaron con cierto pasotismo y negligencia. Pero no se pueden demostrar otras responsabilidades mayores.
En todo caso y para terminar, yo me pregunto ¿Dónde están esos documentos que demuestren que se trató de un crimen de Estado?
OBRAS CONSULTADAS (1)La Guerra Civil Española. Mes a mes. Julio 1936. Biblioteca El Mundo. (2). La guerra civil española. Hught Thomas. (3) La guerra civil española. Mes a mes. Julio 1936. Biblioteca El Mundo. (4) . El asesinato de Calvo Sotelo. Ian Gibson. (5) (6) (7) y (8). Causa General. La dominación roja en España. Ministerio de Justicia, 1943. (9). No fue posible la paz. José María Gil Robles.(10) Memorias de Pedro Sainz Rodríguez.
ANTONIO ALFONSO HERNÁNDEZ
11 DE MAYO DE 2012