Durante 1909 tuvo lugar un acontecimiento en Cataluña conocido como la Semana Trágica:
“¡O todos o ninguno!”, “¡Que vayan los ricos!”, “¡Abajo la guerra!”.España estaba en guerra en el Rif, y necesitaba soldados para mantener a raya a los rifeños. Soldados de reemplazo partían de los puertos españoles para "servir" a la patria, muchos no volvían más. Los ricos podían quedarse en la península gracias aque existía una solución. Si pagabas 6.000 reales estabas exento del servicio militar. Esa cantidad de dinero era inalcanzable para cualquier pobre, por lo tanto, solo los pobres -la inmensa mayoría de la población-, tenían que partir a jugarse el cuello.
En Cádiz o Málaga el fervor patriotero ahoga el malestar entre los obreros, y las tropas son despedidas con pomposidad. En Madrid, Zaragoza o Tudela ese fervor patriotero es más laxo y se crea un ambiente problemático. En Barcelona soldados tiran los escapularios al mar que anteriormente habían sido ofrecidos por unas señoras aristocráticas y muy devotas.
Una huelga promovida por Solidaridad Obrera acaba en disturbios y se declara el estado de guerra. El tranvía queda fuera de servicio, se corta el suministro del luz y el gas. No se puede obtener prensa del exterior y comunicación alguna con el resto del mundo queda cortada. Alrededor de 20.000 ó 30.000 rebeldes se dispersan por toda la ciudad montando las típicas barricadas, La revolución se extiende a otras localidades como Granollers, Sabadell o Mataró, donde se proclama la República.
Tras una semana de disturbios mueren 177 personas y una cantidad considerable de edificios religiosos cayeron pasto del fuego "purificador": 33 conventos quemados, 33 escuelas religiosas de ambos sexos –separados, lógicamente-, y 20 iglesias reducidas a cenizas. Incluso, ya en 1835 se había efectuado una violenta quema de conventos que conllevó varias víctimas mortales. No mucho después, el borbón de turno se daba un autogolpe con la ayuda del General Primo de Rivera, papaito de 3 fascistas (José Antonio, Pilar y Miguel).
El 4 de junio de 1923 el Cardenal Arzobispo de Zaragoza, Juan Soldevila Romero es asesinado tras un atentado anarquista como venganza por el asesinato del Noi del Sucre (Salvador Seguí ). El pistolerismo de la patronal se recrudecía y los sindicalistas anarquistas disparaban alto.
Es obvio que desde lejos viene esa identificación de la Iglesia con la burguesía conservadora y sobre todo con el poder opresor. Las corrientes izquierdistas dentro de la Iglesia católica son irrelevantes, su influencia desgraciadamente es más que nula.
¿Existía persecución religiosa, entendiendo como tal, el perseguir a alguien por creer en Dios, durante el siglo XIX o durante el reinado de Alfonso XIII? Es obvio que no y es obvio que se atacaba a los símbolos del conservadurismo. En la actualidad en España a la Iglesia se le sigue asociando con la derecha más conservadora; no en vano los medios informativos que promociona dan buena fe de ello (Cope y 13 TV). El Canal de televisión 13 TV hasta ayer fue un cobijo de la derecha más reaccionaria. Se han intentado moderar pero se les sigue viendo el plumero.
Lo mismo pasó durante la quema de edificios religiosos en mayo de 1931, la Revolución de Asturias o la propia Guerra Civil. Se perseguía al clero por lo que representaban no por lo que era. Es obvio y latente el anticlericalismo patológico que se desencadenó durante la II República, mas la Iglesia católica no hizo mucho para ganarse al obrero y a los políticos anticlericales.
Sabias las palabras de Francisco Espinosa Maestre:
Para la Iglesia todo era una provocación, desde un sindicato de clase hasta un periódico de izquierdas o una escuela laica. Por lo mismo todo lo que que relegara a la Iglesia al ámbito de las creencias privadas restándole el poder e influencia en la esfera pública y estatal era considerado como un gravísimo atentado. Desde este punto de vista lo que en este sentido pudiera ser aprobado por la República se convertía en un peligro para su existencia, que ellos gustaban asociar con la de España. De ahí cuando se produce la sublevación facista a la iglesia no se le plantea duda alguna. Se une, como venía haciendo tradicionalmente, a quienes le pueden devolver su poder e influencia. Ello les acarreó a escala nacional varias miles de víctimas de religiosos y religiosas asesinados brutalmente por los sectores izquierdistas más radicales. Y puesto que la guerra enfrentó a clases sociales, pierden la vida en unión de derechistas, propietarios, falangistas, o militares. En Huelva, como hemos visto, solo fue asesinado un sacerdote a pesar de que fueron muchos más los que estuvieron a merced de los izquierdistas en las cárceles locales. La Guerra Civil en Huelva. Cuarta edición revisada y actualizada 2005.
Mejor no se puede explicar. Los asesinatos contra los religiosos, afortunadamente para el franquismo y para la propia Iglesia, han servido para justificar el posicionamiento del catolicismo español con el fascismo y con los desmanes en la retaguardia franquista, y como no, para justificar el propio Golpe de Estado.
Claro que en modo alguno podemos justificar cualquier tipo de asesinato por los motivos que sean. Un delito de sangre es repugnante venga de donde venga