Por Antonio Alfonso Hernández
“ Paisanos, perdonadme si mi cerebro no coordina. Este es un acto de cariño que acepto agradecido. Cuando examinéis actos y palabras de un socialista pensad en que así es el trabajador, yo quiero ser pobre como nací, pero para ser honrado no he tenido que hacer más que abrazarme a un ideal, y el ser socialista me ha hecho ser como soy” Extracto del discurso de Antonio Canales en la inauguración de los Grupos Escolares de Cáceres que llevan su nombre. (*)
No creo que haya mejor manera de comenzar este humilde tributo a Antonio Canales que exaltando así una de sus mayores virtudes, la cual habría de acompañarle hasta el último aliento de su vida, la honradez, máxime cuando en la actualidad nos encontramos con tantos casos de corrupción política.
Siempre me ha impresionado la devoción que a través de los años le han profesado los cacereños al que fuera su primer y último alcalde republicano, el socialista, Antonio Canales González. Indistintamente de la posición cultural, social o económica del vecino de la bella ciudad monumental con quien hables, todos, absolutamente todos, coinciden en decir lo mismo. “ Fue un gran alcalde y todos los cacereños lloraron su muerte” , “ Fue un terrible error” o “Aquello fue una canallada”.
Hace poco, me contó un cacereño muy puesto en la historia de la guerra civil en Cáceres y persona ya de avanzada edad, que hasta el tristemente célebre, capitán Luna, jefe territorial de Falange de Cáceres, medió para salvarlo de la muerte. Algo que sí había logrado con el último gobernador civil republicano de la provincia cacereña, el santanderino, Miguel Canales González, aunque coincidan los apellidos no tuvo parentesco alguno con el alcalde de Cáceres, al que alojó en la pensión de su suegra. Incluso, me contó también, que el propio obispo de la diócesis intentó salvar a Canales.
Buena prueba del inmenso prestigio, respeto y consideración que siempre ha tenido Antonio Canales, lo constituye el acta que levantó el secretario del Ayuntamiento de Cáceres, sobre el episodio de su “destitución”. El secretario de dicho Ayuntamiento levantó acta, fechado el 24 de julio, de lo ocurrido el 21 de ese mismo mes, de 1936. No era nada habitual en aquellos tiempos, el que en medio de un feroz golpe de Estado se procediera sin violencia, me refiero a la física, en la “destitución· de un alcalde legítimamente elegido por los ciudadanos.
En dicha acta, se da cuenta de la entrega, hay que aclarar que absolutamente forzosa, de la Alcaldía- Presidencia a Manuel Plasencia Fernández. El alcalde saliente, Antonio Canales, aclara que atiende la orden dada por el Gobernador Civil, pero en contra de su voluntad y por la fuerza. Hace entrega del bastón de mando a Plasencia- Fernández, el cual, “manifiesta que tiene para el señor Canales González toda clase de consideraciones y reconoce la labor desarrollada en esta casa en beneficio de los intereses municipales y del vecindario en general, lamentando que las circunstancias presentes hagan al señor Canales retirarse de la Presidencia de la misma, deseando que muy pronto pueda volver al seno de la Corporación municipal, donde cuenta con los afectos y cooperación de todos los señores concejales sin distinción alguna” (*)
Hay que reconocer , que la forma en que ocuparon los rebeldes la alcaldía no deja de ser una rareza si lo comparamos con otros casos, la inmensa mayoría, donde lo habitual fuera que no hubiera ninguna transmisión formal ni nada por el estilo. En muchos, o bien porque el alcalde republicano ya hubiera sido asesinado por ellos, o bien porque permaneciera huido o encarcelado. Mucho menos habitual, por mucha carga de cinismo que podamos entrever, sería, que se reconociera la labor del alcalde depuesto o que incluso se expresara el deseo de su regreso donde contaría con el afecto y cooperación de todos los concejales.
Habría que concluir diciendo, que al menos en este desagradable y violento episodio se guardaron las formas, suponemos que debido al fuerte apoyo social, prácticamente unánime, que disfrutaba el último alcalde republicano de Cáceres.
Antonio Blas Canales González. (Cáceres, 3 de febrero de 1885, Cáceres, 25 de diciembre de 1937) , contaba pues, cincuenta y dos años en el momento de su trágica y violenta muerte, ejerció la profesión de tipógrafo y fue hermano del que fuera diputado, Juan Canales, uno de los fundadores de la Federación Local de Sociedades Obreras de Cáceres.
En 1917, formó parte de la candidatura presentada por el Centro Obrero de Cáceres para los comicios municipales. En la misma sale elegido concejal. La prensa de la época destaca de él “un discurso obrero, sincero y valiente” (*)
En aquellas fechas, Canales, denuncia la escasez de productos básicos para la clase obrera. Le envía una carta abierta al alcalde. “ La pasividad de Vd. demostrada antes y ahora en este mismo asunto puede dar lugar a un completo desorden social del que sólo el alcalde es responsable principal junto con los delegados de la autoridad que paga el ayuntamiento para que sean garantía de los intereses del pueblo” ( *)
Se unió al Partido Socialista Obrero Español en 1920 del que formó parte de lo que hoy en día se denomina Comité Federal.
En las elecciones municipales de 1931, las que dieron al traste con la Monarquía y provocó la instauración de la II República, formó parte de la candidatura republicano-socialista por Cáceres. Fue elegido concejal y posteriormente los demás concejales lo votaron para que ocupara la alcaldía, cargo que ocupó de manera ininterrumpida, salvo entre octubre de 1934 y febrero de 1936, periodo en el que fue destituido por el gobierno de la derecha como consecuencia de los sucesos de Asturias . Después, sería restituido a partir del triunfo del Frente Popular en las elecciones legislativas celebradas el 16 de febrero de 1936. A raíz del golpe de Estado de julio del 36, fue obligado forzosamente a renunciar al cargo que con tanta dedicación y honradez había ejercido.
No es objeto de este trabajo ahondar pormenorizadamente en los diversos logros obtenidos durante el periodo en que Antonio Canales fue alcalde de Cáceres. Sin embargo, si citaré brevemente algunos de ellos, encuadrándolos en cuatro ejes que considero esenciales.
El problema de abastecimiento de agua. La ciudad sufría desde mucho tiempo atrás la problemática de que el agua llegara con problemas a la población originando una preocupante escasez del preciado líquido. No porque no hubiera agua suficiente, sino porque ésta llegaba con dificultad debido a la lejanía del Tajo y a la escasez de agua de los arroyos que surtían a la ciudad monumental.
Para solucionarlo, el Ayuntamiento acordó un ambicioso y costoso proyecto que solucionaría el problema. El acuerdo establecía la petición de un préstamo a la Caja Extremeña de Previsión por importe de 3.574,447 pesetas a un interés del cinco por ciento. (*). Se decidió convocar un referéndum para preguntarle a los cacereños si estaban de acuerdo con las condiciones de dicho préstamo. El pueblo habló y aprobó mayoritariamente la medida. 5.212 votaron a favor, tres en contra y cuatro en blanco.(* )
Paradojas de la vida. El mismo día, 19 de julio de 1936, que el pueblo se manifestó democráticamente a través de sus votos, los fascistas cortaban en seco la libertad de los cacereños a través del triunfante golpe de Estado que acabó con los sueños de miles de ciudadanos.
No obstante, se había encarrilado satisfactoriamente el gravísimo problema del abastecimiento de agua en Cáceres.
El paro agrícola. La aprobación por parte de la corporación de una inagotable batería de medidas para paliar en lo posible el tremendo problema del paro entre los obreros nos da una idea de la sensibilidad y preocupación de Antonio Canales por los problemas en que se encontraban multitud de familias cacereñas.
La falta de suficientes escuelas públicas. Que en tres años escasos, recordemos que Canales fue destituido de la alcaldía entre octubre del 34 y febrero del 36, el Ayuntamiento impulsará y financiará la construcción de cinco bloques escolares, ya hemos visto que uno de ellos lleva su nombre, demuestra la enorme preocupación y obsesión con que el alcalde trató el problema de la escasez de plazas escolares públicas.
De igual modo, pidió al director general de enseñanza, que se solucionara la segregación que sufrían los niños ingresados en los Hospicios, ya que estos niños iban a escuelas específicas de la Diputación, no pudiendo, por tanto, relacionarse con los niños de otros colegios de la ciudad. Pedía, pudieran ser admitidos en dichos colegios, y al contrario, es decir, que los demás niños también pudieran matricularse en las escuelas de la Diputación para así, propiciar la integración de unos con otros.
Realización de multitud de obras para la mejora de la ciudad. A través de la apertura de dos grandes vías urbanas, construcción de nuevas avenidas…. En el casco viejo se acometen obras de pavimentaciones, saneamientos, creación de calles nuevas. También se realizaron acerados en barrios enteros, reparaciones de rondas y paseos, reforma de la Plaza Mayor y Paseo de las Delicias y Plaza de América con la dotación de una farola fuente, ampliación del viejo cementerio y terminación de la construcción del nuevo mercado de abastos (*)
Asimismo, el alcalde impulsa la construcción de una cárcel nueva para dignificar las condiciones de vida de los presos. Paradojas del destino. En ese recinto estuvo ingresado él parte del tiempo en que estuvo apresado desde el golpe de Estado y ahí viviría sus últimos instantes de vida antes de su ejecución.
Antes de seguir conviene aclarar que el 19 de julio, se produjo el alzamiento contra la legalidad republicana en Cáceres, siendo ocupado por el Regimiento Argel los principales centros oficiales sin que hubiese ningún episodio destacado de resistencia por parte de las autoridades republicanas. Este hecho es importante que lo aclaremos si tenemos en cuenta que esto no
evitó la inmisericorde y despiadada represión que vendría después, cosa por otra parte habitual en el proceder de los golpistas.
El alcalde pasó los primeros días bajo arresto domiciliario. A continuación, fue ingresado en los calabozos de comisaria hasta que el diez de agosto lo meten en prisión, donde permanece hasta el día de su muerte, 25 de diciembre de 1937.
Canales es sentenciado a muerte el 9 de agosto del 37 por un delito de adhesión a la rebelión. Esto vino de una supuesto reunión que se habría producido en el Gobierno Civil de Cáceres en la madrugada del 18 al 19 de julio de 1936. En ella, algunos destacados republicanos de la ciudad habrían pedido la entrega de armas para combatir la sublevación militar, a raíz de lo ocurrido en la tarde del 17 de julio en Melilla, recordemos que al día siguiente de esta supuesta reunión, se produciría de manera triunfante en la ciudad. En cualquier caso, tal y como ocurrió en numerosas ocasiones, no logró probarse la presencia de Antonio Canales en dicha reunión. Él lo negó en el juicio de manera contundente. Diversos testimonios así lo acreditaron aunque otros lo pusieron en duda o directamente lo implicaron en dicha reunión. Es decir, basándonos en la cuestión de los testigos, quedaron bastantes dudas más que razonables.
Junto a él fue procesado y condenado a muerte en la misma causa, Ramón González Cid, concejal de Navalmoral de la Mata en las elecciones de 1931. Posteriormente fue elegido presidente de la Diputación Provincial de Cáceres tras el triunfo del Frente Popular. Fue ejecutado el mismo día, en el mismo lugar y a la misma hora que Canales. También fueron procesados en el mismo Consejo de Guerra, Sumario 64/36. Virgilio Zorita Jabardo, jefe de telégrafos de Cáceres y militante de Izquierda Republicana, Antonio Rodríguez Costumero, secretario del Gobernador Civil, Julián Franco Ramos, directivo socialista, Julián Sánchez Llano, ex alcalde socialista de Cañaveral y funcionario del Instituto de Reforma Agraria , Telesforo Díaz Muñoz, un activo propagandista del Frente Popular y José Cuesta. (*) . Estas seis personas fueron condenadas a treinta años de cárcel.
Teniendo en cuenta el largo periodo de tiempo transcurrido entre la sentencia y la fecha en que se llevo a cabo la misma, casi seis meses, algo nada habitual en este tipo de procesos, lo normal es que se ejecutara en pocos días, nos hace pensar en las dudas que planteó el asunto a las autoridades franquistas cacereñas. También me lleva a esta consideración, el hecho de que a Canales no lo eliminaran en los primeros días de la sublevación, lo normal en el modus operandi de los fascistas en muchas casos, máxime si tenemos en cuenta que la práctica totalidad de los concejales socialistas de la ciudad fueron ejecutados el quince de agosto de 1936, así como el que fuera primer gobernador civil de la II República, el socialista, Juan Guillén. El hecho de que respetaran su vida, de momento, sin duda se debió al carisma que poseía y al enorme cariño que la inmensa mayoría de cacerenses le tenían. Ante tal disyuntiva
debieron pensar que no les convenía tomar medidas precipitadas que pudieran volvérseles en contra.
Se sabe que la Falange de Cáceres intentó hasta el final salvar su vida. El propio capitán Luna, jefe territorial de Cáceres de esta organización política, al parecer, se desplazó a Burgos para intentar parar la monstruosidad de los fusilamientos de cincuenta y tantas personas en la Navidad de 1937 tan pronto como se enteró de la inminencia de los mismos. Ya me he referido a la intermediación del obispo de la diócesis cacereña para parar la ejecución de Canales. Incluso desde el obispado, León Leal Ramos, director general de la Caja de Ahorros de Cáceres, intentó infructuosamente hasta altas horas de la madrugada que el Cuartel General de Burgos conmutara la pena de muerte.
Se dice que el propio Franco paralizó finalmente la pena de muerte que pesaba sobre Antonio Canales, pero que el documento oficial no llegó a su destino o que llegó tarde.. En todo caso, este extremo no está confirmado formando parte de la rumorología que existe en torno a algunos episodios de este asunto.
Hay un hecho que realmente pudo influir en la fecha en que se llevo a cabo la ejecución de Antonio Canales González. Me refiero al supuesto complot que habría urdido el comunista cacereño, Máximo Calvo, el 23 de diciembre de 1937, es decir, tan sólo dos días antes de la ejecución de Canales.
, elegido alcalde de Cadalso, bonito pueblo perteneciente a la Sierra de Gata, Cáceres, tras las elecciones municipales de 1931, nació en dicha localidad en 1901 y murió en Almoharín Cáceres, en la navidad de 1937. Según la versión oficial de los franquistas, falleció a resultas de un tiroteo con la guardia civil cuando se encontraba huido.
De joven estuvo en Cuba y Francia. Después regresó a España y se hizo carabinero. Posteriormente abrió en su pueblo una taberna y se metió en política afiliándose a PRRS (Partido Republicano Radical Socialista) Después ingreso en el Partido Comunista de España.
Como decíamos, fue alcalde de Cadalso, cuyo cargo ocupaba, cuando en 1933 un grupo de vecinos trataron de asaltar su vivienda. Él subió a la azotea desde donde hizo algunos disparos intimidatorios. La cosa se fue complicando llegando a disparar al grupo. Uno de ellos, impactó en la cabeza de Gerardo Rodríguez Acosta, “ Clemente”, resultando muerto.
Pasó algún tiempo en la cárcel por estos hechos siendo finalmente indultado en octubre de 1934.
No se sabe a ciencia cierta qué hay de realidad o de ficción en el intento de tomar Cáceres que se le atribuye. Hoy día, no son pocos los que ponen seriamente en duda la versión más o menos oficial de los hechos.
Ésta, dice, ¿Realidad o Leyenda? , que el 23 diciembre de 1937, dos días antes del fusilamiento del alcalde, Antonio Canales, se hizo pasar por cura, militar, etc, y que de esa manera entró en la ciudad extremeña. Su intención fue la de provocar un apagón de luz general en la ciudad y con ayuda de sus cómplices tomar los principales organismos oficiales y tomar Cáceres. Enterados de la trama las nuevas autoridades franquistas, debido a una posible delación, éstos habrían procedido a continuar con el apagón para poder capturarlos.
Máximo Calvo habría logrado huir de la ciudad, pero algún tiempo después, habrían encontrado una lista donde aparecían numerosos nombres de personas que estarían implicados en la conspiración, muchos de ellos de Navas de Madroño, Cáceres. ¿ Realmente existió la famosa lista?
Lo que está fuera de toda duda es que los franquistas procedieron a la detención de numerosas personas supuestamente implicadas en el complot, desatándose una ola represiva que llevó a muchos ciudadanos al paredón en la Navidad de ese año.
Parece claro que este hecho tendría consecuencias fatales para el alcalde socialista y para las personas que las autoridades de la Nueva España habían señalado como implicadas en el supuesto complot, pues vendría a darles alas justificatorias para las monstruosas acciones represivas que estaban a punto de comenzar con la eliminación de más de medio centenar de personas.
25 de diciembre de 1937. El invierno está siendo excesivamente frío en la ciudad, el día anterior ha nevado con fuerza, y pocos saben que lo que está a punto de ocurrir en Cáceres quedará marcado como una de las Navidades más trágicas de su historia. La maquinaría represiva franquista comienza ese día las ejecuciones que se llevarán por delante a cincuenta y cinco personas y dejarán un buen número de familias rotas para siempre. Todo obedecía, al parecer, a la reacción de los fascistas al supuesto complot abortado sólo dos días antes, del que ya hemos hablado.
Los fusilamientos se suceden hasta el 2 de enero de 1938 , pero todavía el 11 de enero de ese año son ejecutados 15 vecinos de Navas del Madroño y Garrovillas en relación al supuesto complot.
Antonio Canales, es conducido junto a veinticuatro personas más desde la cárcel hasta el cercano campo de tiro de pistola del Regimiento Argel donde serán ejecutados. Son algo menos de las seis de la tarde del día de Navidad de 1937.
Le preguntan a Canales si quiere un último deseo y pide la presencia de un cura de Cáceres del que es amigo. El alcalde es una persona muy religiosa. Charla con él unos pocos minutos y antes de despedirse para siempre ambos amigos, le entrega al sacerdote diez céntimos para que se lo entregue al primer pobre que se encuentre.
Tan sólo unos minutos después de las seis de la tarde cae sin vida el que fuera primer y último alcalde republicano de Cáceres, Antonio Canales González. Instantes antes ha pronunciado sus últimas palabras. “ San Antonio Bendito, perdóname a mí, a mi mujer y a mis hijos que todos somos inocentes” (*) Existe otra versión sobre las que fueron sus últimas palabras. “ Canales murió según me han contado, gritando ¡ Viva la Virgen de la Montaña ! ¡ Viva la Virgen de la Montaña! (**)
Fue enterrado en una fosa común, en el cementerio de la ciudad cercano al lugar de las ejecuciones, junto a los demás fusilados hasta que en 1957 fueron exhumados sus restos.
Antonio Canales, un hombre bueno y honrado que trabajó incansablemente por el bienestar de su ciudad y que luchó sin descanso para la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora. Descanse en paz.
*Fusilamiento en Navidad. Antonio Canales. Tiempo de República. Manuel Veiga López. Editora Regional de Extremadura. Este interesante libro me ha servido para obtener información para esta entrada.
** Testimonio de Juan Barra. La guerra civil en Extremadura, 1936-1986. Juan García Pérez y Fernando Sánchez Marroyo. Editado por el diario HOY, 1986, pag. 58.
ANTONIO ALFONSO HERNÁNDEZ, 15 de febrero de 2016
¡¡Descanse en Paz!!. He visto que tiene dedicada una plaza, de sobra merecida en este caso.
ResponderEliminarHay un error en la entrada. En la parte final hay un párrafo que se inicia, "elegido alcalde de Cadalso" falta una palabra. En realidad, debe leerse, Calvo, elegido alcalde de Cadalso.
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