miércoles, 11 de marzo de 2020

EL LIBRO DE LA MATANZA DE BADAJOZ ANTE LOS MUROS DE LA PROPAGANDA NO DESMONTA NADA


Hay quien no necesita abuela. Esto pasa en todos los ámbitos de la vida. Existe un libro publicado en 2010 por Libros Libres, escrito por Francisco Pilo Ortiz, Fernando de la Iglesia y Moisés Domínguez Núñez: La Matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda, del cual nadie habla excepto un don nadie como yo, y el sr. Domínguez, que es uno de sus autores. 

Por muy feo y malo que sea un hijo, un padre siempre querrá incondicionalmente a su vástago. Esto es lo que debe de pasar con este libro de los "3 autores", que uno de sus progenitores está muy orgulloso de el, aunque sea muy feo y muy malo. Este libro lo único que demuestra es que tras la matanza, y el descuido de los militares al dejar entrar periodistas democráticos, la prensa portuguesa intentó negar la matanza de Badajoz. Lo único digno de mención del libro del sr. Domínguez son las fotografías.

Domínguez en un artículo colgado en una web, se ha referido a su libro en los siguientes términos:
En todo caso esta matanza no tuvo lugar en las proporciones descritas por los neo-revisionistas y para ello recordamos el trabajo La Matanza de Badajoz ante los Muros de la Propaganda (Libros-libres, 2010) del que el dicente es coautor  y en el que demostramos que en Badajoz ni hubo corrida de toros humana, ni la plaza de Toros se utilizó como matadero de personas. Todo ello acompañado con un apéndice gráfico en el que se deja constancia  la verdadera magnitud de aquella tragedia.
Pareciera como si Moisés no se hubiera leído su propio libro. Quién afirmara por primera vez que la plaza de toros no se usó para hacer una corrida de toros con personas, fue Francisco Espinosa Maestre en su magistral trabajo, La columna de la muerte (2003). Toda la confusión se debió a un artículo de La Voz:
Como era previsible, aunque el objetivo del artículo de la Voz no era otro que la movilización de la población contra el terror que venía, su utilización desbordó este propósito, convirtiéndose de inmediato en un hecho probado que no ha dejado de utilizarse entonces. La historia de la sangrienta fiesta presidida por Yagüe y Castejón dio la vuelta al mundo y su influencia llega hasta hoy mismo enriquecida con detalles de todo tipo. Y hay que decir que tal fiesta, por más que muchos de los ingredientes del relato fuesen ciertos, nunca existió como tal. Pag. 211. La columna de la muerte. 1ª edición.
El libro de Domínguez y sus dos colegas, tiene como novedad, que gracias al mundo virtual, pudieron acceder a las hemerotecas de medio mundo, y debido a ello pudieron hacerse con numerosos artículos de la época hasta hora desconocidos, con lo cual pudieron construir un relato parcial y muy interesado. El problema es que la militancia no les dejó ver más allá. Diferencia clave entre un historiador profesional como Espinosa y un aficionado militante como Domínguez, por eso no deja de sorprendernos que hable de "neo-revisionistas".

Y sí, la plaza de toros se usó como matadero. Es sorprendente que niegue la mayor. Si vamos al libro de los "tres autores", del que él mismo es coautor, entre las páginas 181 y 182, rescatan el testimonio de un conductor del Ayuntamiento pacense que estuvo dando viajes al cementerio desde la plaza de toros para retirar los cadáveres de los asesinatos. El testimonio es bastante extenso, por eso solo nos haremos eco del final:
"... [ese día] lo menos [dimos] seis viajes [desde la plaza al cementerio] y después ya no mataron a nadie más [allí en la plaza de toros], pero nos mandaron recoger por las calles a los que allí había que en algunos sitios estaban amontonados como si en vez de personas fueran animales. También estuvieron recogiendo muertos otros, y los militares recogían a los suyos.
 Todos, unos y otros, fueron trasladados al cementerio. A los militares me parece que los enterraron en fosas comunes (...) a los paisanos los fuimos dejando en la puerta, en el descampado donde habíamos dejado a los primeros (...) ese día terminamos a las cuatro de la tarde.
Este testimonio estuvo recogiendo, tan solo el primer día, cadáveres desde las 3:30 de la madrugada hasta las 16:00 de la tarde. Doce horas y media  haciendo "desaparecer" cuerpos de la vía pública y de la plaza de toros.

Más  adelante, los "tres autores" nos dicen que al día siguiente (el día 16), este hombre siguió retirando cadáveres:
Ese día dimos cuatro o cinco viajes hasta que amaneciera. Esta vez en el cementerio había más paisanos que militares (...) cuando dimos el segundo viaje ya les habían dado fuego. Aquello era espantoso. El olor era terrible y algunos muertos era como si se quejaran cuando ardían.
Aunque aquí se corta el testimonio, el relato es un poco más largo. Para ver como acaba la historia, nos remitiremos al libro de Francisco Pilo Ortiz, que fue quien descubrió al testigo y lo dejó inmortalizado en su libro Ellos lo vivieron:
Hacia las nueve de la mañana me fijé que había un coche negro grande al lado, mirando al fuego estaba un cura y tres o cuatro personas muy bien trajeadas que miraban como se quemaban los muertos. También empezaron a llegar mujeres que lloraban pero no las dejaban acercarse. Ese día 15 y los siguientes se mató a mucha gente en Badajoz, aunque no podría decir cuantos, pero nosotros dimos mucho viajes. Después más adelante la cosa se calmo un poco y ya los llevaban los falangistas o los guardia civiles al cementerio en camiones, y allí los fusilaron. Pero ya dejaban que los familiares se llevaran a los muertos y muchos cavaban las tumbas donde les decían, pero muchos iban a la parte de arriba y los enterraban a todos juntos. Ellos lo vivieron pág. 154.
Un relato sobrecogedor. Un cura y varios señores muy bien trajeados viendo aquel dantesco espectáculo y oliendo el olor de la carne humana quemándose. Que un cura pudiera presenciar aquel infierno no dice nada bueno de él. Según el conductor de la camioneta, había allí mujeres llorando. Suponemos que era porque no les habían dejado enterrar a sus muertos decentemente. Se llegó a comentar que los trajeados eran unos estudiantes australianos que habían visitado Badajoz. Algo extraño, ¿no serían las nuevas autoridades quienes estaban supervisando aquel macabro escenario? A fin de cuentas, quienes eran esos mozalbetes para haberse colado en un acto nada recomendable. 

Después de leer el testigo que aparece en el libro de Pilo y en el de los "tres autores", ¿cómo se puede decir que "ni la plaza de toros se utilizó como matadero de personas"? La matanza fue mucho más profunda de lo que afirma Domínguez, y el escenario mucho más amplio, puesto que no solo se asesinó en la plaza de toros. Como bien dice Espinosa Maestre, lo difícil es encontrar un lugar en la ciudad donde no se mató.

5 comentarios:

  1. Lo que nadie cuenta es que el que iba señalando a los legionarios- estos venían de África y no sabían Who is wuo en Badajoz- era Manolo almeida, el padre de la musa de los progues

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  2. Este libro como todos los de Pilo y cia., con basura historiográfica.

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    1. Claro que sí, hombre. La investigación de esta gente sobre fuentes directas es basura , pero los sermones de Paul Preston y compañía, que apenas han pisado nunca archivos ni registros ni nada, eso es historia con mayúsculas.

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    2. Las fuentes directas hay que saberlas interpretarlas. Los autores de este libro no saben ni por donde pisan.

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  3. Fíjate José Luis, que Pilo allá por el 2.000 escribió un libro, "Ellos lo vivieron", donde se reconocía la matanza. En 2003, Pilo se volvió a autoeditar una nueva edición de "Ellos lo vivieron" (corregido y aumentado), donde se retractaba de la versión del primer libro.

    https://www.todocoleccion.net/libros-segunda-mano-guerra-civil-espanola/ellos-lo-vivieron-sucesos-badajoz-1936-francisco-pilo-ortiz-edicion-corregida-buen-estado~x101783603

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