Me he encontrado un artículo muy curioso sobre la II República, firmado por Juan Sanchis:
Los resultados de las últimas generales en España imponen una política de pactos para formar gobierno. Aunque es una práctica extraña, no es la primera vez que ocurre. En las elecciones de 1933 ganaron los partidos de derecha. En ese momento podría haber gobernado con el apoyo del centro (más de 5 millones de votos frente a los dos y medio de las formaciones de izquierda). Pero no fue así. El veto y las amenazas del PSOE de dar un golpe de estado y desencadenar una revolución llevaron al principal partido de la derecha a no entrar en el Gobierno. Las Provincias...👈
El artículo parece de hoy pero es de 2016, cuando Pedro Sánchez impidió la investidura de M. Rajoy. El autor se refiere a las elecciones de 1933 que ganó la CEDA, pero no pudo Gobernar: "El 19 de noviembre de 1933 se celebraron elecciones generales en España. La fuerza más votada fue la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) con 115 diputados. El Partido Radical obtuvo 102 escaños. El PSOE fue la tercera fuerza política con 59. La victoria de las derechas fue incuestionable, ya que logró cerca de 200 diputados sobre un total de 473 frente a los 170 del centro y centro-derecha y el centenar de parlamentarios obtenidos por las fuerzas de izquierda". Para el autor, la CEDA no formó gobierno porque "La primera reacción de los perdedores fue, encabezados por Manuel Azaña y Largo Caballero entre otros dirigentes, presionar al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, para que formara un gobierno de izquierdas, anulara las elecciones y convocara otras. Alcalá Zamora llegó a escribir que en apenas 20 días le habían propuesto tres golpes de estado...". Y ante estos desplantes de la derecha de Gil Robles se echó para atrás:
Ante la tensión, la CEDA, liderada por José María Gil Robles, optó por renunciar a entrar en el Gobierno y limitarse a darle su apoyo en las Cortes. Alejandro Lerroux, del Partido Radical, formó un gobierno sin ministros de la derecha, pese a la mayoría que había obtenido en las urnas (...).El veto y las amenazas del PSOE de dar un golpe de estado y desencadenar una revolución llevaron al principal partido de la derecha a no entrar en el Gobierno. Las Provincias
Nada más lejos de la realidad y falso de toda falsedad. El PSOE no tenía poder de veto. Según Eduardo González Calleja...
... la CEDA se convirtió la primera fuerza en el parlamento, pero lejos de la mayoría necesaria para formar Gobierno, ya que las formaciones coaligadas solo aglutinaron a 188 diputados de 472, en lo sucesivo, la táctica cedista iría encaminada a apoyar desde fuera a los gobiernos en minoría presidido por Lerroux. En el combate por la historia, Pág. 131.
Niceto Alcalá Zamora "desconfiaba del partido de Gil-Robles porque no había manifestado una lealtad explícita hacia la República. Así, le negó el acceso al gobierno, aunque en 1933 la CEDA era la fuerza más votada, con el 24,3% de los sufragios y 115 escaños sobre 473". (La Vanguardia...👈).
Gil Robles no pudo formar gobierno porque el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, perteneciente a la derecha republicana, no le permitió que fuera el presidente del ejecutivo (no se fiaba de él), así que muy a su pesar, tuvo que apoyar desde fuera a Alejandro Lerroux. Al líder de la CEDA le importaban muy poco las protestas de las izquierdas. A diferencia del jefe de Estado actual, en los años 30 los jefes de Estado sí tenían poderes ejecutivos.
En 1933, justo después de las elecciones, el PSOE no amenazó con ninguna huelga revolucionaria. Eso ocurrió un mes después, cuando ya Alcalá Zamora le había dado el Gobierno a Alejandro Lerroux, y ante "los rumores de la llegada del general golpista Manuel Goded a la Subsecretaría del Ministerio de Guerra, lo que se interpretó como la antesala de un movimiento fascista"...
... Prieto recordó las amenazas de golpe de Estado pronunciadas por el líder cedista durante la campaña electoral [de 1933], y amenazó a Lerroux como potencial encubridor de esa "amenaza dictatorial":
Las palabras del señor Gil Robles en su discurso sobre lo que deberían hacer las derechas si se cerraba el camino al Gobierno, encubren el propósito de un golpe de estado. En este caso, el Partido Socialista contrae pública y solemnemente el compromiso de desencadenar la revolución. La Segunda Republica Española, Pág. 953.
Recordemos el discurso incendiario durante las elecciones de 1933 de Gil Robles, que había radicalizado al PSOE:
Tenemos que dar a España una verdadera unidad, un nuevo espíritu, una nueva política totalitaria (...). Tenemos que fundar un nuevo Estado, limpiar el país de masones judaizantes (...). necesitamos todo el poder y eso es lo que pedimos (...). Para cumplir ese ideal no vamos a perder el tiempo con formas arcaicas. La democracia no es un fin, sino un medio para la conquista del nuevo Estado. Cuando llegue el momento o lo hacemos desaparecer (...). ¡En pie todos para la lucha! Estamos movilizados, no dejaremos las armas hasta que tengamos en las manos la victoria final. La Segunda Republica Española, Pág. 551
La CEDA no sería fascista, pero estas amenazas son dignas de Mussolini o del mismísimo Hitler. Aquí Gil Robles le había pasado por la derecha a José Antonio Primo de Rivera. ¿Cómo habían de reaccionar las izquierdas entonces? ¿Cruzadas de brazos esperando que Gil Robles cumpliera su amenaza una vez en el poder?
Si la CEDA no quiso entrar el el Gobierno en 1933 cuando ganó las elecciones por miedo a una revolución, ¿por qué entraron tres ministros de la CEDA, Manuel Giménez Fernández, en Agricultura, Rafael Aizpún, en Justicia y José Oriol Anguera de Sojo Trabajo, Sanidad y Previsión Social, en octubre del 34?
Niceto Alcalá Zamora...
... aceptó a regañadientes que entraran ministros suyos [de Gil Robles] en octubre de 1934, y entabló un pulso con ellos sobre la magnitud de la represión que terminó con la dimisión de los cedistas en abril de 1935. La Segunda República Española, Pág. 929
Sobre la represión, se refieren a la huelga revolucionaria de Asturias donde hubo decenas de ejecuciones extrajudiciales (asesinatos). Pablo Gil Vico en Verdugos de Asturias, recoge como mínimo 105 y 159 asesinatos del Ejército como máximo. Aquí cuesta seguir la pista porque la prensa de izquierdas fue censurada y es complicado saber si habían muerto en el combate o una vez detenidos. Los asesinatos de los revolucionarios alcanzaron a 93 personas, de las cuales 33 eran religiosas.
Para Juan Sanchís, el "PSOE tenía la esperanza de lograr la mayoría para gobernar en solitario y así convertir una república burguesa en una república socialista a imagen de la URSS". Algo a todas luces imposible, primero porque el PSOE no era bolchevique, y segundo, porque Stalin no estaba interesado en España. La revolución de Asturias demostró el nulo peligro revolucionario, cosa que no ocurrió en el verano del 36: donde se demostró el verdadero peligro reaccionario, fascista e involucionario.
Mucho se ha hablado sobre si la CEDA estaba implicada en el golpe de Estado o no. Ángel Viñas deja afuera a Gil Robles de las conspiración, pero sí habla de José Calvo Sotelo, Fal Conde y José Antonio Primo de Rivera, sin embargo...
... La dirección política de la CEDA y su principal responsable, José María Gil Robles, estuvieron al tanto de los preparativos de la conspiración militar que dio origen a la Guerra Civil, dando instrucciones precisas a las bases que colaborasen con los militares golpistas cuando se iniciase el movimiento rebelde. La Segunda Republica Española, Pág. 729
En realidad la preparación del golpe de Estado era un secreto a voces. Dice el autor del artículo que hemos comentado, que "La historia nunca es como nos la han contado. Es casi lo único en claro que saqué después de pagar los derechos por mi título de licenciado en Historia". Hombre, si se intenta volver a lo que escribieron los franquistas y despreciar las enseñanzas universitarias, es cierto que la historia será otra cosa. Pero por mucho que moleste a estos tergiversadores, sabemos bastante bien, o al menos muy cercano, lo que ocurrió durante la II República.
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