No querían que muriera.

Murió franco tras una intensa agonía. Lo trasladaron a la Paz para alargarle el sufrimiento. Parecía una venganza, pero no, era el miedo al ¿ahora qué? Era el miedo a la democracia. Democracia que se pedía a voces después de casi cuarenta años de despotismo militar. Por fin cuando el tirano dejó este mundo para ser acogido por Satanás (él creía en esos cuentos, nosotros no), los ministros franquistas fueron conscientes que para ser aceptados de una vez en Europa, tenían que abrirse a la democracia. No tenía sentido el franquismo sin Franco.

Algunos sectores de la ultraderecha más reaccionaria. Los defensores del 18 de Julio, los auténticos “patriotas”, los que querían continuar con la España una grande y libre de Franco y la “revolución” de José Antonio Primo de Rivera, ¿qué revolución?, seguían en sus trece. Blas Piñar, jefe de Fuerza Nueva desde los púlpitos más intransigentes continuaba con un discurso político anticuado. Gritaba: “Hay que detener la maniobra de hundir para siempre esa España una grande y libre por la que combatieron nuestros mejores”

Afortunadamente las urnas hablaron y los sectores políticos que querían continuar con la obra del Caudillo fueron enviados al ostracismo. Los Españoles no querían más franquismo, ansiaban libertad que tantos años les había sido negada. Si el pueblo español hubiese estado tan agradecido (como afirman los seudohistoriadores) al franquismo, Fuerza Nueva habría triunfado en las elecciones. No fue así...

Desgraciadamente ahora tenemos un partido político que defiende aquel Franquismo y no voy a decir el nombre. Todo el mundo sabe a quién me refiero. También hay periodistas que desde la democracia siguen alabando una dictadura de corte fascista-clerical. Ninguna dictadura donde se vulneran los derechos más fundamentales de las personas merece el más mínimo reconocimiento y, parece mentira, que en el siglo XXI; haya personas que vean al Generalísimo como un héroe. Lo elevan a la categoría de los Reyes Católicos. No en vano el muy paranoico general africanista adoptó toda la simbología que nos recuerdan a los monarcas católicos. El Águila de San Juan, el yugo y las flechas...